Inesperado

Por Lovely Flower


Notas de la autora: Hola de nuevo a todos. Cuando menos debería escribir, me baja la inspiración y aquí me tienen con una nueva historia. Es un Royai, y la idea para este capítulo fue sacada de una conocida serie de tv… más de alguien se dará cuenta de que serie hablo. Espero les guste el resultado y espero ir actualizando con constancia. Gracias por estar aquí, creo que no tengo nada más que agregar. Enjoy!


Domingo, 22:30 hrs. Ciudad Central

Un apuesto moreno conducía su vehículo con rumbo al centro de la ciudad. Se estacionó con parsimonia a un lado de la calle y caminó sonriente con rumbo a uno de los mejores y más conocidos bares de la ciudad. Al entrar, una mujer trigueña de unos veinticinco años se lanzó a sus brazos mientras le desabotonaba el abrigo

-¡Roy-kun! Al fin has venido –la mujer, de nombre Vanessa, sonrió coquetamente –Te extrañábamos-

El hombre sonrió mientras ayudaba a la mujer a sacarle el sobretodo, dejando que se le deslizara por los hombros –Lo sé, yo también las extraño, pero los militares no me dan ni un solo día libre últimamente-

-Ah, es una lástima –ella fingió un puchero mientras tomaba a Roy de la mano y lo acompañaba a la barra –Supongo que tendrás mucho que hablar con Madame, así que seguiré trabajando-

El pelinegro se despidió con un guiño y observó como la maciza mujer tras el mostrador le servía un whisky doble –Eres un ingrato Roy-boy –sentenció con semblante serio, pero pronto sonrió –De todas formas, me alegra verte. ¿Cómo va todo en la milicia?-

El pelinegro miró a Madame Christmas antes de comenzar su relato –Tengo mucho trabajo, aunque a partir de mañana estaré menos sobrecargado: me han asignado cinco subordinados-

Christmas sonrió con orgullo y se sirvió un vaso de licor –Entonces brindemos, Coronel Mustang, por tu ascenso y tu prometedora carrera-

Juntaron las copas con suavidad y bebieron en silencio. La mujer volvió a tomar la palabra –La verdad, estoy muy orgullosa de ti. Ten por seguro que si tus padres estuvieran aquí sentirían lo mismo que yo-

El Coronel sonrió con tristeza. Casi no recordaba a sus padres y la única familia de la que tenía noción era aquella morena mujer, la hermana mayor de su padre. De no ser por ella, su vida habría sido muy distinta. A ella se lo debía todo, ya que pese a la adversidad había logrado hacer de él un hombre de bien.

-Gracias –optó por decir él, eran innecesarias las palabras.

En ese momento, la campana de la puerta sonó anunciando la llegada de nuevos clientes. Por lo general, los bares como el de Madame Christmas eran visitados por hombres, pero de vez en cuando alguna mujer aparecía por el umbral de la puerta haciéndose objeto de todas las miradas.

Era una rubia de cabello largo, ojos color ámbar y un cuerpo bien formado. Ante las miradas escrutadoras se sonrojó y se dirigió presta a la barra. Se sentó a un puesto de Roy.

-Buenas noches, ¿me podría servir un whisky por favor? –pidió con voz dulce a Christmas, que le sirvió con rapidez –Gracias… -

Mustang aprovechó la cercanía para observarla con detenimiento: llevaba puesto un abrigo blanco que prontamente se quitó, dejando ver una falda que llegaba un poco más arriba de la rodilla y un suéter verde que contrastaba con el dorado cabello. Tenía unos pequeños aretes celestes y apenas llevaba un poco de brillo labial. Pese a la simpleza, el pelinegro pudo jurar que era una de las mujeres más hermosas que había visto últimamente.

Tal vez por ello fue que decidió hablarle –Disculpa, creo que te conozco de algún lado…-

Una pequeña mentira, para iniciar la conversación. Madame Mustang sonrió divertida, era primera vez que veía a su hijo coquetearle a una mujer en sus propias narices.

La rubia lo observó con el semblante serio. –No, es imposible. Acabo de llegar a Central por asuntos de trabajo -Ella siguió bebiendo su trago, dejando a Roy estupefacto. Era primera vez que una mujer pasaba de su conversación, considerando que él era un hombre bastante atractivo.

Volvió a hablar, no iba a dejar las cosas así. –Bueno, supongo que no nos habíamos visto entonces– él sonrió coquetamente antes de proseguir –Me llamo Roy, un gusto conocerte-

Le tendió la mano, esperando que la mujer respondiera. Ella pareció notar el interés del moreno y le sostuvo la mano –Soy Riza, es un gusto también-

Mustang se llevó la mano de la mujer a la boca y la besó, causándole un sonrojo. Sostuvieron la mirada unos segundos hasta que él siguió la conversación. –Así que acabas de llegar a Central. Pues bienvenida… si necesitas ayuda con alguna cosa, estoy a tu disposición-

Riza le sonrió al moreno –Gracias, Roy, pero ya estoy instalada y hoy me dediqué a conocer la ciudad… Mañana es mi primer día de trabajo, espero encajar bien-

-Lo harás, sin duda. Nadie podría no encajar contigo –anunció a lo que se cambiaba de asiento para quedar más cerca de la rubia.

Siguieron charlando animadamente. Las horas pasaban entre risas y tragos.

Más tarde…

-Madame, ¿podrías traernos otra ronda por favor? –pidió Mustang, sosteniéndole una mano a la rubia a su lado. Tenía la mirada somnolienta y se le trababa un poco la lengua al hablar. La rubia a su lado soltó una carcajada. Ambos estaban bastante pasados de copas.

-Mañana tienes trabajo, Roy, no deberías seguir bebiendo –la mujer tras el mesón le susurró al oído, mientras les servía a regañadientes –Sabes que puedes hacer lo que quieras, pero sigo siendo tu madre-

El pelinegro hizo caso omiso al comentario de la mayor. Se bebió el licor de un trago antes de ponerse de pie –Riza, ¿me harías el honor de bailar conmigo?-

Riza se levantó y siguió a Roy hasta un lugar más despejado. Le echó los brazos al cuello y él la sostuvo de la cintura, siguiendo un ritmo suave. El aroma que desprendía el moreno le producía una sensación agradable: se sentía liviana, sensual, relajada… A él, la simpleza de la rubia le parecía cautivante. Y él tenerla cerca resultaba inusualmente tentador.

Iba a besarla cuando ella habló. –Mañana es mi primer día de trabajo, ya debería irme a casa… no quiero causar mala impresión llegando con resaca a la oficina el primer día-

En honor a la verdad, ya se sentía mareada. Intentó separarse de Roy pero este la tenía firmemente abrazada.

Habló con decepción en la voz –Tienes razón, deberíamos irnos. Te acompañaré hasta tu casa, es demasiado tarde para que una hermosa joven como tu ande sola por la cuidad-

Riza no había reparado en la hora: eran más de la una de la madrugada, tendría que aceptar el ofrecimiento del moreno. Él se apresuró a pagar la cuenta y recoger su abrigo y el de la rubia. Volvió rápidamente hasta ella y le ofreció su brazo. Ella lo aceptó gustosa y se dirigieron hasta el vehículo del moreno.

Riza le dio un par de indicaciones a Roy y en menos de quince minutos llegaron a un modesto edificio de departamentos cercano al cuartel militar de Ciudad Central. Al pensar en ello, Mustang sonrió… podría pasar a visitar a la rubia al salir del trabajo.

-Pues… muchas gracias por traerme a casa, Roy –habló la mujer observando a su acompañante con una sonrisa –Fue una velada agradable-

El moreno se bajó del vehículo y le abrió la puerta a Riza sin dejar de observarla. –Lo mismo digo- añadió mientras le acomodaba un mechón de cabello tras la oreja y sin dejar lugar a otra cosa la besó.

Sus labios sabían a miel y a licor. Una combinación demasiado agradable.

Ella se dejó llevar por la caricia. Nunca en su vida había hecho algo así, pero por algún motivo ese hombre le alteraba los sentidos. Sintió como Roy profundizaba la caricia, como una indirecta a seguir el encuentro.

-¿Quieres entrar? –ofreció la rubia, recibiendo de respuesta una amplia sonrisa del moreno

Subieron entre besos hasta el departamento de la mujer, ella abrió la puerta con torpeza y entraron. No encendieron la luz y siguieron en un ir y venir de caricias.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Lunes, 6:00 am. Departamento de Riza

Sintió como los rayos de luz se colaban por las persianas y golpeaban de lleno en su cara. En tanto abrió los ojos un desagradable dolor de cabeza la inundó, por lo que los volvió a cerrar de inmediato. Intentó incorporarse pero una mano la apresaba por la cintura.

Ante el pensamiento se asustó. Alguien dormía a su lado. Y más se asustó al darse cuenta de que estaba completamente desnuda, al igual que su acompañante.

Lentamente volvió a abrir los ojos mientras intentaba recordar lo que había sucedido la noche anterior: el bar, un hombre, caricias, su departamento…

"Diablos" pensó mientras observaba al hombre durmiente a su lado y la ropa de ambos esparcida por toda la sala. "Al menos es guapo" volvió a pensar y se sonrojó ante lo poco inocente de sus pensamientos.

Debía despertarlo. Ya pasaban las seis de la mañana y se suponía que a las siete debía estar en el trabajo.

-Ey… ey, Roy, despierta-

Por suerte logró recordar su nombre. El moreno bostezó y gruñó un poco molesto.

-Mi espalda… auch –

Riza se volvió a sonrojar al pensar en todo lo que había hecho con el pelinegro. Había dormido con él en la sala de su departamento. Ni siquiera habían alcanzado a llegar a su habitación. Se levantó del suelo y se colocó su abrigo encima antes de volver a hablarle a Roy.

-Roy… debo irme a trabajar… ¿podrías levantarte por favor?-

El hombre siguió haciendo caso omiso. Sólo se dio vuelta y se tendió de espalda en el suelo, dejando a la vista su hombría. Riza le aventó un cojín para taparlo. No había caso, el moreno no despertaba.

Ya se preocuparía por eso después. Corrió a su habitación, buscó su uniforme y se metió al baño para ducharse. A los quince minutos estaba lista y volvió a la sala. Roy seguía durmiendo en la misma posición.

Cerró la puerta en silencio y se fue veloz a su trabajo. Después arreglaría las cosas con el moreno, si es que lograba descubrir como su nombre completo y/o su dirección.

Dos horas después…

Había despertado desnudo en medio de la sala de un departamento desconocido. Apenas recordaba cómo y con quién había llegado ahí, sin contar la incipiente jaqueca que empezaba a sentir.

Sus pantalones estaban tirados a un par de metros del lugar en donde él yacía, por lo que se levantó para buscar su reloj de plata y ver la hora.

-¡Diablos! Llegaré tarde –maldijo mientras se vestía con rapidez. Por suerte siempre traía el uniforme en el auto, así se ahorraba ir a su casa a cambiarse de ropa. Recordó que estaba cerca del cuartel, por lo que se iría directamente y se cambiaria de ropa ahí.

Debía darles la bienvenida a sus nuevos subordinados. Menudo día que tendría.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Lunes, 9:00 am. Cuartel General de Cuidad Central

Había logrado llegar a su oficina medianamente presentable, aunque no había rastros de sus subordinados. ¿Será que se aburrieron de esperarlo y se largaron sin conocerlo? Sólo esperaba que aquel descuido no le trajera problemas con los altos mandos, recién había sido ascendido a Coronel y ya había metido la pata. Pensaba en eso cuando alguien tocó la puerta.

–Adelante –un gran hombre rubio apareció con una sonrisa por la puerta –Mayor Armstrong-

El recién llegado habló –Coronel Mustang, al fin ha llegado. Sus nuevos subordinados han llegado hace horas. Me he tomado la libertad de atenderlos y mostrarles las instalaciones mientras esperábamos su llegada. El Führer no se ha dado cuenta de su ausencia, señor, puede estar tranquilo-

Mustang suspiró aliviado. Se había salvado. –Muchas gracias, Mayor Armstrong. Estoy en deuda con usted. Y… ¿Dónde están mis subordinados ahora?-

-Aquí afuera, los haré pasar –anunció el rubio mientras caminaba hacia la puerta y la abría.

Mustang revisó unos papeles que yacían sobre su escritorio y empezó a llamar uno por uno a los recién llegados.

-Teniente Segundo Jean Havoc-

Un rubio, cigarro en boca, apareció e hizo el saludo militar. –A sus órdenes, señor-

Roy le hizo un gesto con la mano para que descansase y siguió llamando a los restantes

-Sargento Primero Heysman Breda-

Un macizo pelirrojo apareció e imitó el gestó, instalándose al lado de Havoc.

-Sargento Segundo Kain Fuery –

Esta vez un joven de cabello oscuro, lentes y expresión afable apareció.

-Sargento Segundo Vato Farman –

Un hombre bastante mayor y más alto que los anteriores apareció por la puerta. Se instaló al lado de Fuery.

Finalmente, Roy revisó el último curriculum que tenía en las manos. No pudo evitar sobresaltarse al leer el nombre de su último subordinado. Movió la cabeza en negación, de seguro sería solo coincidencia.

-Teniente Primero Riza Hakweye-

Una rubia hizo aparición en la oficina y en tanto cruzó su mirada con Mustang se sonrojó por completo. Ni siquiera atinó a hacerle el saludo militar a Roy, sólo se instaló silente al lado del Sargento Farman.

Roy se levantó de su mullido sillón y se instaló frente a los cinco recién llegados. Los observó con una sonrisa antes de detener su mirada en la única mujer del grupo, con un leve destello de coquetería.

-Primero que todo, debo pedirles disculpas por el retraso –el moreno optó por disculparse –Pero les puedo asegurar que fue por buenos motivos… -lo último lo dijo observando insistentemente a Riza -… Soy el Coronel Roy Mustang, también conocido como Alquimista de la Flama, y a partir de hoy forman parte de mi brigada. Sean bienvenidos. Espero podamos formar un gran equipo y seguir ascendiendo juntos –terminó su frase con el típico saludo militar, ante lo que recibió de respuesta un "Señor, sí, señor" de parte de los cinco militares –Pueden retirarse– anunció, pero cuando su escuadrón ya se iba, volvió a hablar.

-Teniente Hawkeye, necesito hablar con usted-


xD
Y eso fue el primer capítulo. Disculpen las faltas de ortografía o redacción, pero escribí esto en apenas una hora y lo quise subir de inmediato. Ahora trataré de seguir estudiando para mi examen de grado T_T. Si quieren, escribo un lemon sobre lo que pasó esa noche xD… ahí me dicen si les parece la idea o no =P

Gracias por leer y por el apoyo… y de antemano, gracias por los reviews.

Cariños de... Lovely Flower.

Fic ideado, escrito y publicado el 24 de agosto del 2010