¿Por qué no me dices que me quieres?
El atardecer caía lentamente sobre la ciudad de Magnolia, mientras Gray Fulbaster, mago de Fairy Tail, caminaba rumbo a su casa. Suspiró con cansancio a la vez que reacomodaba sobre el hombro su mochila con la ropa y algunas pertenencias que había llevado a la última misión.
La misión, que había durado exactamente 12 días, había tenido lugar en la ciudad de Crocus. Volvió a suspirar. Aunque el pago por el trabajo podría haber sido realmente bueno, el sueldo se había visto mermado por el desastre que organizó Natsu el último día. Y es que el muy imbécil no sabía controlarse cuando de pelear se trataba. Pero Lucy ya se había encargado de hacerle entender que con la renta de su piso no se jugaba. Un escalofrío lo recorrió al recordar la temible mirada que la rubia había puesto al ver los destrozos.
Aún así no podía quejarse, con el dinero que había conseguido podía permitirse descansar durante un par de semanas. Quizá hasta podría proponerle a Juvia una escapada a Akane Resort para desconectar. Su expresión se animó un poco al pensar en la expresión que pondría la maga de agua al proponerle ese viaje. Ambos llevaban saliendo juntos unos 6 meses. E incluso habían acabado por vivir juntos. Después de un mes y medio de relación, una reforma en Fairy Hills había obligado a las magas a buscarse otros lugares para pasar unos días. Por supuesto, Gray y Juvia aprovecharon la oportunidad de dormir juntos y, para cuando acabó la reforma, se encontraban tan a gusto que decidieron seguir con esa rutina. Al fin y al cabo, no era la primera vez que convivían y nunca hubo problemas. Gray tenía que admitir que la convivencia con Juvia era muy fácil. Y lo mejor de todo... no tenía que contenerse en esconder el deseo que la maga le provocaba.
Una sonrisa lasciva surcó el rostro del alquimista de hielo. Estos días sin ella habían sido una tortura para sus alocadas hormonas. Las noches estuvieron plagadas de sueños subidos de tono que hacían que despertara jadeando, sudoroso y maldiciendo a la vida por no poder tocar a la chica. Con estos pensamientos rondándole la mente, sus pies comenzaron a caminar más rápido. Su energía se había renovado considerablemente.
Manteniendo ese ritmo, no tardó en divisar la puerta de su casa.
- Estoy en casa -dijo abriendo la puerta. Dejó sus zapatos en la entrada y avanzó.
- ¡Gray-sama! - se escuchó desde una de las habitaciones. Gray sonrió con ligereza. Ni siendo novios conseguía que Juvia acabara con ese formalismo -¡Bienvenido a casa!
Con una gran sonrisa y los ojos brillantes de emoción, la maga se lanzó contra su novio, abrazándolo. Sólo la fuerza de Gray hizo que no cayeran ambos al suelo.
-Vaya ya veo que me has echado de menos -el moreno correspondió a su abrazo con una sonrisa. Aunque el ímpetu de Juvia había disminuido al sentirse segura en su relación con él, aún continuaba siendo la misma chica espontánea de siempre.
- Juvia pensó que tardarían menos tiempo en realizar la misión -dijo haciendo un adorable mohín.
- Natsu la acabó liando -se encogió de hombros, mientras la alejaba un poco para observarla bien.
La chica se sonrojó ante el escrutinio al que la sometían. Con el calor que estaba haciendo últimamente, había variado su vestuario, utilizando un vestido corto y veraniego, blanco con pequeños detalles de un rosa suave. Su pelo estaba recogido en una alta coleta, con algunos mechones sueltos enmarcando su rostro. Supo que el moreno aprobaba de buena gana el cambio cuando su semblante se volvió serio y sus pupilas se dilataron.
El corazón de Juvia comenzó a palpitar con fuerza. Conocía esa mirada. La mirada de Devil Slayer que él usaba con ella sólo cuando estaba caliente... muy caliente. Su respiración se aceleró de forma perceptible y él sonrió con maldad. La tenía justo donde quería.
Lentamente comenzó a avanzar hacia ella sin apartar sus ojos de los azules, hasta que la acorraló entre sus brazos y la pared. Sin escapatoria posible, la respiración de Juvia se hizo más frenética y su mirada pasó de los ojos de su novio a sus labios. Esos labios que tanto la habían hecho gemir en muchas y variadas ocasiones. Notó como su vientre se contraía con fuerza y su parte más íntima se lubricaba. Ese era el poder que él tenía sobre ella. Era capaz de someterla con una sola mirada.
El moreno profundizó aún más su sonrisa de medio lado. Sabía el efecto que le causaba. Y eso lo atraía por encima de cualquier otra cosa. Pegó su cuerpo al de la maga de agua, mientras con su nariz recorría su cuello, aspirando el dulce aroma que desprendía, y notando el temblor que provocaba su respiración en la suave piel de ella. Juvia soltó un apenas perceptible suspiro, que él pudo escuchar y lo animó a morder la parte expuesta de su cuello. La peliazul gimió fuertemente al sentir los dientes de su chico, a la vez que todo su cuerpo se estremecía. Colocó la mano en la nuca de él, guiándolo y buscando con ansiedad su boca.
Gray soltó un gruñido que fue ahogado por los labios de la chica. Comenzaron un fiero beso, cargado de deseo y lujuria. Las manos del chico viajaron, una a la cintura femenina y la otra a su pierna, apretando con pasión la parte del muslo en la que se encontraba su tatuaje. Con el ansia recorriendo su cuerpo, Juvia levantó esa misma pierna para enroscarla en la cintura de él y darle un mejor acceso a su parte de atrás. El moreno mordió su labio inferior, introducía su lengua y recorría toda la boca de la chica, la cual intentaba seguir el ritmo que él marcaba. Gray era exigente, mordía, chupaba y besaba lo que quería y de forma salvaje. La tenía totalmente dominada contra la pared, lo sabía. Tenerla de esta forma, solícita y excitada, lo llevaba más allá del placer. Su erección, totalmente dura a causa del beso que estaba marcando, presionaba contra el vientre y el muslo de Juvia. Las manos de la chica bajaron hacia esa zona, desabrochando el pantalón e introduciendo una de ellas por debajo del calzoncillo hasta encontrar su erección y apretarla con dulzura.
El chico siseó ante este gesto que no esperaba, alejándose momentáneamente de la boca de su amante. La chica comenzó a frotar, de arriba a abajo la erección de él, sonriendo con suficiencia cuando él cerró los ojos y apoyó la frente contra la pared, gruñendo de forma ronca por las sensaciones producidas. La mano de Juvia comenzó a humedecerse cuando los primeros fluidos hicieron aparición.
-Juvia cree que la has echado mucho de menos Gray-sama - apuntó la peliazul con voz seductora.
Gray abrió los ojos y los clavó en aquellos orbes azul claro. Para esas alturas, las pupilas del chico estaban completamente dilatadas y su expresión era la misma que la de un animal salvaje.
-Oh sí -su voz era totalmente gutural y ronca, estremeciendo el cuerpo de la peliazul y humedeciéndola aún más de lo que ya estaba -Voy a demostrarte cuánto te he echado de menos.
Sin darle tiempo a la chica para reaccionar y apenas separando su cuerpo del de ella, enganchó con sus manos la parte baja del vestido, consiguiendo quitárselo de un tirón. Su boca volvió a entretenerse en el cuello de la chica, mordiendo y chupando todo lo que estaba a su alcance, mientras sus dedos se encontraban el broche del sujetador. Lo desabrochó con una sola mano, y sin apenas mirarlo, se lo sacó, dejándolo caer al suelo. Los pechos de Juvia se apretaron contra el torso bien trabajado del moreno, el cual comenzó a prestarle atención a aquellos dos grandes atributos que se habían convertido en su parte favorita del cuerpo femenino. Chupó un pezón mientras el otro era estimulado con su mano. Mamaba de él como si realmente pudiera sacar algo. Juvia gemía sin control, apretando su nuca con la mano para que no parara con lo que estaba haciendo. Gray pasó a morder el otro pezón, arrancando un grito cuando, después de morder, sopló sobre él suavemente. Aprovechando su magia, hizo aparecer un poco de hielo en su mano, dedicándose a pasearlo por los pechos de la chica, disfrutando al ver como su piel se erizaba por el frío. Pasó el hielo por uno de los pezones, para después mamarlo. El cambio de temperatura casi hizo que la maga llegara al orgasmo en ese mismo momento a la vez que gritaba desesperada.
-¡Gray-sama! ¡Por favor, Juvia lo necesita ya!
Él no iba a tenerle piedad y ella lo sabía. No paró de juguetear con su lengua y el hielo, hasta que éste se derritió totalmente por el calor que desprendía la maga. Pero no por ello le dio tregua. Agarrándola por los muslos, la levantó para que ella enroscara ambas piernas en su cintura, quedando suspendida entre la pared y el cuerpo de Gray que la sostenía. Juvia se agarró a los brazos del chico. Adoraba sus brazos, tan bien formados y musculosos. Igual que su espalda. La peliazul podía jurar que nunca había visto una espalda tan bien torneada y un cuerpo tan escultural como el de su chico. Aprovechando su nueva posición, se inclinó un poco para lamer el cuello del moreno, cuyo cuerpo se estremeció. Sonriendo y sabiendo perfectamente cómo lo que iba a hacer afectaba a su novio, dirigió sus labios al lóbulo de su oreja, agarrándolo con los dientes y tirando suavemente, mientras con su lengua lo lamía. Las manos de Gray, aferradas a las piernas de Juvia temblaban al sentir los escalofríos que le recorrían desde el lugar donde la chica trabajaba hasta su entrepierna. La boca de la peliazul comenzaron a bajar por su cuello, mordiendo suavemente, hasta que llegar al punto que unía su cuello con la clavícula, donde mordió con fuerza. El moreno gimió de forma ronca. Sabía que ese era su punto débil. Además de su otro punto débil, más obvio.
El mordisco de la chica terminó por apagar la poca cordura que quedaba en su mente y tironeó de forma brusca de sus bragas hasta que acabó por partirlas en varios trozos. La boca de él volvió a los pechos de la chica, mientras su mano descendió hasta su clítoris, el cual comenzó a frotar circularmente de forma suave. Un fuerte gemido escapó de sus labios al notar la caricia.
-Estás tan mojada Juvia -susurró Gray a la maga de agua en el oído- Me gusta que siempre estés así de lista.
Mientras hablaba al oído de la chica, uno de sus dedos se introducía fácilmente en su orificio. Juvia suspiraba.
-Más Gray-sama, más -jadeó.
Sacó su dedo e introdujo dos. Introducía y sacaba ambos dedos, a la vez que su pulgar seguía acariciando su clítoris, mientras la maga ayudaba con movimientos en sus caderas.
-¡Sigue Gray, no pares, no pares! -gritaba- ¡Ah!
Azuzado por sus gritos y gemidos, Gray introdujo un tercer dedo. Sabía que ella estaba cerca del orgasmo, notaba como sus paredes se empezaban a contraer levemente.
-Vamos preciosa, dámelo, déjate ir y dámelo- gruñó en su oído.
Escucharlo hablar de esa forma y un nuevo mordisco, ahora en su clavícula, desencadenó un fuerte orgasmo, durante el cual Juvia sólo podía gemir y mover sus caderas alargándolo lo máximo posible.
Las piernas le temblaban, y si no hubiera sido porque Gray la sostenía, se hubiese dejado caer hasta el suelo. Jadeaba, intentando normalizar su respiración, sus ojos cerrados y la frente perlada en sudor. El moreno la besó tiernamente, sacando sus dedos y dedicándose a observar cómo se recuperaba. La chica abrió sus ojos, cristalinos y brillantes por la fuerza de su orgasmo, nublados por el deseo.
-Juvia te ama, Gray-sama -dijo en voz baja. Las espontáneas confesiones de Juvia ya no lo incomodaban. Al contrario, su pecho se expandía cálidamente y su mirada se suavizaba por completo.
Volvió a besar sus labios de forma dulce, pausada y lenta, dando espacio para que su respiración y su ritmo cardíaco se normalizaran.
-Juvia...- murmuró separándose. Su mirada turbada con culpabilidad, se dirigía hacia el suelo, en lugar de a sus ojos como hacía un momento. Abrió la boca para decir algo más, pero la mano de Juvia cubriéndola lo frenó.
-No importa Gray-sama- la voz suave de ella, aumentó su culpa aún más si es que podía ser posible- No hace falta que Gray-sama diga nada porque Juvia ya lo sabe.
Y es que Gray nunca le había dicho que la quería. Ni cuando empezaron a salir, ni posteriormente. Al contrario que la maga que aprovechaba cualquier oportunidad para hacerle saber cuánto lo quería, para él no resultaba tan sencillo. Y cada vez que lo escuchaba de sus labios, la culpa por negarle aquello que ella tanto deseaba lo destrozaba un poco más. Pero Juvia no sería Juvia si no le quitara importancia al hecho, si no quisiera liberarlo de esa carga y asegurarle que ella sabía que la quería aunque no lo dijera.
Notando como el ambiente se iba cargando de más tensión y que Gray estaba a punto de soltarla, Juvia coló su mano por los calzoncillos (los pantalones habían desaparecido en algún momento sin que ella se diera cuenta) y volvió a coger su pene, frotándolo de arriba a abajo de forma lenta.
-Gray-sama... Juvia aún lo necesita -murmuró contra sus labios.
-Juvia... -el mago cerró sus ojos con fuerza y negó con la cabeza, relajando sus manos, dejando de sostener a la peliazul.
-No, ¡Gray-sama por favor no! -hizo más fuerza con sus piernas para no dejarse caer, agarrando sus manos por la nuca del chico y besando sus labios con desesperación - Juvia desea esto, por favor...
Ante esa petición, Gray abrió los ojos. Aún no había sido capaz de hablar acerca de sus sentimientos, pero algo sí podía hacer, y lo había convertido en la base de su relación. Cada deseo de su chica era inmediatamente cumplida por él. Su vida estaba centrada en adelantarse a las peticiones de Juvia y verla sonreír por la sorpresa.
- Si me lo pides de esa forma...- sonrió con picardía y volvió a sujetar a la peliazul. Atacó su boca con fiereza, mordiendo su labio inferior y aprovechando para introducir su lengua y acariciar la de ella.
La mano de Juvia volvió a viajar a su miembro. Encontró con sorpresa, que los calzoncillos del chico habían desaparecido. En medio de su beso soltó una risita. La facilidad de Gray para desnudarse aún la tomaba desprevenida en ocasiones.
-Lo siento muñeca, ya no lo aguanto más, necesito perderme en ti - la soltó con suavidad, haciendo que ella dejase caer sus piernas. En cuanto sus pies tocaron el suelo, él la volteó, pegando su cara y sus pechos contra la pared. Juvia jadeó al sentir la frialdad de la pared. Inmediatamente Gray hizo girar su cara tirándola del pelo y volvió a introducir su lengua en su boca. La otra mano bajó directa hacia su miembro, dirigiéndolo a la entrada de la maga de agua, donde lo ensartó de una sola estocada. Ambos gimieron con fuerza dentro de su beso.
Gray comenzó un lento vaivén, introduciéndose profundamente en el cuerpo de Juvia y volviendo fuera con mucha lentitud.
-Juvia lo necesita más rápido, Gray-sama -gimió.
-Sh sh preciosa no desesperes -susurró en su oído. Introdujo dos dedos en la boca de la peliazul, la cual succionó con fuerza mientras paseaba su lengua, humedeciéndolos.
Gray jadeó ante esto. Desde luego la chica tenía aptitudes muy positivas usando su boca. Eso lo había podido comprobar de primera mano en otras ocasiones. Sacando sus dedos, los llevó directos a su clítoris, estimulándola con la misma lentitud con la que la llenaba.
-¡Por favor más rápido Gray-sama! -jadeó. Sonriendo con malicia, Gray acarició uno de los pechos de la maga - ¡Gray!
El moreno decidió satisfacer su deseo una vez más. Al fin y al cabo, siempre lograba excitarlo cuando lo llamaba por su nombre con ese tono de excitante desesperación.
Aumentó el ritmo de sus embestidas y las caricias en su pecho y clítoris. Juvia gemía como loca, lo que incentivaba la excitación de Gray.
-Si cielo, grita fuerte, quiero escucharte -jadeó el chico.
Notaba como el orgasmo se acercaba, ya estaba a punto, igual que ella. Podía notar como el interior de Juvia se contraía levemente, succionándolo.
-¡Juvia está por llegar! ¡No pares!
Aceleró sus movimientos, llegando a un ritmo frenético, mordiendo a su vez uno de los hombros de la maga.
Con un último grito de placer Juvia alcanzó el orgasmo, siendo seguido casi al instante por Gray, el cual al notar la fuerte succión y las contracciones no pudo aguantar más y también se dejó llevar.
Ambos jadeaban agotados. Aún dentro de ella, Gray dejó caer su cabeza en el cuello de la chica, quien empezó a acariciar sus cabellos suavemente.
Controlando su respiración agitada, se miraron dulcemente, dándose un último beso. El moreno salió de ella y la giró para encontrarse frente a frente, abrazándola y besando su pelo. Ella ronroneó a gusto, haciendo que el chico soltase una risita por el gesto.
-¿Quieres un baño?- preguntó a modo de sugerencia. La maga asintió, sin apenas fuerzas para hablar.
La cogió de la mano y la condujo hasta el baño. Con un simple movimiento, Juvia llenó la bañera rápidamente. Se acomodaron de forma que la espalda de la chica descansaba sobre el fuerte pecho de él. Gray la abrazó desde atrás.
Dedicaron unos momentos a juguetear y reír con el agua y la espuma formada por el jabón que habían echado.
-¿Cómo estuvo la misión Gray-sama? -preguntó con una sonrisa.
-Les pateamos el culo a esos bandidos - respondió son suficiencia - Nada fuera de lo normal.
- ¿Y qué paso con Natsu-san?
-Se le fue la mano con tanto fuego -chasqueó la lengua molesto- Pero ya Lucy se ha encargado de darle su merecido.
Ambos magos soltaron una carcajada.
-¿Has echado de menos a Juvia, Gray-sama?- preguntó seria.
-¿Quieres que te lo vuelva a demostrar? -sonrió con picardía. La chica suspiró ante su falta de respuesta.
-Juvia no se refería a eso -dijo con un mohín. La sonrisa del chico se acentuó.
-Pero es más divertido de esta forma...
La peliazul bufó, molesta.
-He estado pensando... quizá podríamos irnos unos días a Akane Resort- Juvia volvió su mirada hacia él -Ya sabes, para desconectar y relajarnos.
-A Juvia le gusta la idea- dijo con una sonrisa.
Ambos se quedaron disfrutando de un cómo silencio. Juvia jugaba con una de las manos de Gray, mientras él le acariciaba el pelo con la otra.
-Te he echado de menos -susurró en su oído. La chica volteó para besar su mejilla de forma tierna.
-Gracias por decírselo a Juvia, Gray-sama.
-¿En qué habíamos quedado con el sama?
-Es difícil para Juvia, Gray-sama.
-Yo diría que ni siquiera lo intentas -una gotita resbaló por su sien, al escucharla reír suavemente.
Definitivamente, esta chica nunca iba a cambiar. Y, pensándolo bien, tampoco hacía falta que lo hiciera.
