Tori.

Cada que digo su nombre nace en mí la necesidad de protegerla. Es mi hermana y la amo, lleva mi sangre, la tuve en mis brazos cuando ella sólo tenía horas de nacida. Desde esa vez, supe lo que era sentirse feliz, lo que era querer proteger a un ser pequeño.

Nunca he dejado que nadie lastime a mí hermana, la he cuidado, y aunque no esté cerca, siempre he encontrado la manera de saber de ella. Jamás la dejaría sola y menos dejaría que algo absurdo como una profecía de hace años interfiera con la vida de mi hermana.

No dejaré que nada ni nadie interfiera con la vida de Tori, ella merece ser feliz, merece tener una vida normal, papá lo sabe y por eso ha decidido no hacer nada, sólo entregarla. ¿Cómo puede tan siquiera pensar en eso? ¿Cómo puede entregar a su pequeña hija? ¿Cómo un padre puede pensar en algo así?

Mamá no lo sabe o tan sólo lo ignora, y ellos piensan que yo no sé de sus planes. Están equivocados.

Jamás permitiría que alguien dañara a mi hermana, ella apenas es una niña, aún no sabe nada del mundo en el cual vivimos, aún no sabe de las mentiras, las verdades ocultas, los secretos. Ella merece tener una vida sin la necesidad de tener que esconderse o tener miedo por hacer algo. Tori es tan pura y buena, sé qué cuando se llegue el momento de saber todo, ella podrá elegir bien su camino y tomar la mejor decisión pero por ahora, ella no tiene la necesidad de saber lo que está por pasar, para ella, todo seguirá igual, seguirá siendo una niña buena, con un gran corazón, seguirá siendo mi hermanita aunque ella piense lo contrario de mí.

—¿Estás lista? —pregunta Caitlyn entrando a la vieja habitación del abuelo.

Miro una vez más la fotografía donde estamos Tori y yo, ella apenas era un bebé, uno feliz, alegre, sin temor a nada. Ahora es una chica que está por entrar a su adolescencia y quiero que ella siga siendo feliz, que siga sin tener miedo a nada, quiero que ella se convierta en una mujer valiente y de carácter fuerte.

—Sí —respondo guardando la fotografía en mi bolsa trasera, por ella soy capaz de todo.

—Comencemos.

Entro al círculo que dibujó Caitlyn y me hinco, tomo un par de respiraciones profundas. No voy a negar que estoy nerviosa y que tengo miedo, esto, quizá, se vuelva fuerte y no pueda controlarlo, quizá mate a mi lado humano y yo sea un monstruo, quizá llegue a hacer daño, no lo sé, pero si esto funciona, mi hermana no tendrá que pasar por nada y no habrá a nadie que entregar.

—Cierra tus ojos y deja que tu cuerpo se relaje. —Obedezco a las palabras de Caitlyn y tomó una última respiración profunda.

«Te prometo que nada te pasará mientras yo esté con vida, hermanita.»