MAR EN CALMA

I: PROLOGO

Templo bajo el mar

Fecha desconocida

Fuertes y decididos pasos resonaban en los pasillos del templo bajo el mar. Ella siguió caminando con la mirada fija al final del pasillo. Los generales marinos y guardias se inclinaron ante ella cuando iba pasando, pero fueron ignorados. La delicada mano femenina estaba empuñada en un gesto furioso. Cuando llegó a la puerta, se detuvo de golpe, mirando a los guardias.

-Vengo a ver al señor Poseidón- dijo la nereida con un tono autoritario. Desde que la vieron acercarse, los dos guardias que custodiaban la entrada a la habitación del dios de los mares comenzaron a temblar. Sabían bien sus órdenes, pero la chica frente a ellos era su reina. ¿Cómo podían negarse a sus órdenes?

-Pero… señora…- comenzó uno de ellos.

-¿Pero?¿Pero?- dijo la nereida alzando la voz- ¿así le respondes a tu reina?¡Les ordeno que abran la puerta en este instante!-

-El señor Poseidón está ocupado, señora- dijo el otro guardia- y nos ha ordenado que no abramos la puerta a nadie… incluso a usted, señora-

-¡Me importa un comino!- exclamó la furiosa nereida- ¡a un lado!-

Anfitrite comenzó a tener un tic en el ojo. Con un par de movimientos de sus manos, apareció un flujo de agua que arrastró a los guardias de frente de la puerta y contra las paredes a los lados del pasillo. Con una última mirada furibunda y exasperada a ellos, se volvió a la puerta y la abrió.

Al escuchar sus gritos, Poseidón había estado sobre aviso, y se levantó precipitadamente, escondiendo a su acompañante en el closet. Tan pronto como su esposa entró a la habitación, casi echando humo por las orejas, Poseidón puso su mejor cara de inocencia.

-¡Mi amor!- exclamó Poseidón al verla- ¿qué haces aquí?-

-¡Vine a ver por mí misma lo que me has estado ocultando todo este tiempo!- escupió ella.

Poseidón palideció, y tragó saliva.

-¿Porqué estás tan enojada? ¿no estás contenta de verme?- dijo Poseidón, de nuevo intentando parecer adorable, sabiendo que su esposa no se podría resistir a sus encantos. Se equivocó.

-No- dijo Anfitrite con honestidad, y comenzó a mirar a su alrededor- ¿dónde está?-

-¿Dónde está que cosa, mi amor?- preguntó Poseidón con el mejor tono de dulzura que fue capaz de pronunciar.

-La mujer con la que me estás engañando esta vez- dijo la nereida, sin disimular ni un poco su furia.

Poseidón fingió estar muy ofendido y sorprendido.

-¿Una mujer? Por supuesto que no, amor mío- dijo Poseidón- tú sabes bien que eres la única mujer en el universo para mí-

-No me vengas con eso- dijo Anfitrite- estabas furioso porque acabas de perder la competencia con Athena por esa ciudad en Grecia, tu caballo contra su olivo, ¿y buscaste consuelo con otra? ¡Cómo te atreves!-

-¡No es lo que piensas, mujer!- dijo Poseidón, entrando en pánico. Anfitrite siempre era dulce y calmada. Nunca la había visto tan furiosa como en ese momento.

-¿Mujer?- gruñó ella, y el dios de los mares se dio cuenta de que había cometido un error.

-Perdón, mi amor- dijo Poseidón.

-¿Quién es esta vez?- preguntó Anfitrite- ¿Medusa? ¿Tyro?¿Alope?¿Amymone? ¿Cleito?-

Poseidón reprimió un escalofrío al escuchar a todas las mujeres con las que alguna vez había engañado a su esposa. Y él pensando que ella era feliz en su ignorancia. Al parecer no era feliz ni ignorante al respecto.

-No me recuerdes a Medusa- dijo Poseidón, intentando cambiar el tema- ya ni siquiera tienes que estar celosa de ella, Athena la convirtió en un monstruo después de…-

Grave, grave error. Anfitrite, aunque pequeña, le dio una tremenda bofetada a Poseidón en la cara, tan sorpresivamente que el dios no pudo hacer nada para detenerla. Con la mejilla izquierda hinchada, miró a su esposa con una expresión dolida. Anfitrite no se dejó impresionar por ello. Se dio la vuelta y se dirigió hacia el closet. A pesar de las protestas de Poseidón, Anfitrite lo abrió. Para contribuir a su furia, la chica con la que había estado Poseidón hacía unos minutos aún estaba ahí.

Anfitrite se volvió, furiosa, hacia Poseidón, mientras la otra chica se encargaba de salir corriendo de su habitación.

-"Sabes que eres la única mujer para mí"- dijo la nereida, imitando la voz de Poseidón- ¿cómo puedes ser tan cínico?-

-Mi amor, yo…- comenzó Poseidón. Anfitrite lo volvió a abofetear.

-Mi amor ni que nada- dijo la nereida- ya estoy harta. Me voy de aquí. ¡Ya no te soporto! No sufriré más esta humillación-

Poseidón sonrió levemente. Era una amenaza vacía.

-No lo harás, Anfitrite. No puedes salir del templo sin mi autorización- dijo Poseidón en un tono autoritario, olvidando por un momento que quería calmar a su esposa, señalando su dedo corazón izquierdo, en el cual tenía marcado en la piel un anillo- ¿ves esto? Esto significa que eres la consorte de uno de los dioses del Olimpo. Y si no lo sabías antes, ahora ya lo sabes: tendrás que hacer como hacen Hera y las demás: cerrar los ojos y aguantarte-

Poseidón se arrepintió de inmediato de haber dicho eso, pues casi pudo escuchar el corazón de la nereida quebrándose. Tras su asombro inicial, Anfitrite se puso, si eso era posible, más furiosa que antes. Iba a golpearlo una tercera vez, pero Poseidón tomó su mano y se lo impidió. Lo que es más, la empezó a jalar hacia la cama, y Anfitrite estaba fuera de sí de enojo y espanto. El dios de los mares la tiró sobre la cama, y después se tiró sobre ella.

-Ahora, mi amor, déjame compensarte por lo que acabo de hacer- dijo Poseidón con un tono de voz tan empalagoso que la nereida cerró los ojos. El dios de los mares la besó, con tanto cariño y pasión que a ella casi se le olvida lo que acababa de ocurrir. Casi.

Con un movimiento rápido, e inesperado por Poseidón. Anfitrite se acostó sobre su costado derecho y, con todas sus fuerzas, propició un rodillazo a su esposo en las costillas, que hizo que el dios la soltara dando un grito de dolor y se dejara caer boca arriba sobre la cama. Anfitrite se levantó, llorosa, y acercándose a una bandeja que tenía algunas frutas, tomó un pequeño cuchillo que estaba junto a la bandeja.

-Nada va a compensar nunca lo que me acabas de decir, Poseidón- dijo Anfitrite, con su voz quebrada por la furia y las lágrimas- adiós, esposo, nos veremos la próxima reencarnación, si es que has cambiado tus mañas-

Poseidón observó, espantado, como su nereida salía de su habitación y se encerraba en el baño. Una vez que el dolor en sus costillas cedió y se pudo levantar, corrió a la puerta del baño y la golpeó con insistencia.

-Anfitrite- dijo el dios, sin dejar de intentar abrir la puerta, el pánico creciendo en su voz- ¿qué estas haciendo? No vayas a hacer alguna tontería. ¡Anfitrite! ¡Ayuda!-

Los dos guardias que habían estado en la puerta se acercaron y ayudaron al dios a abrir la puerta. Cuando lo lograron, un horrendo y sangriento espectáculo los estaba esperando. La joven diosa estaba tumbada en el suelo, en un charco de su propia sangre, la cual fluía de una herida horizontal en la base de su cuello. En su mano izquierda, un pequeño cuchillo de frutas. Su corazón no latía más. Poseidón cayó de rodillas, la tomó con cariño, colocando su cabeza sobre su regazo, y lloró.

-Perdóname, Anfitrite- dijo Poseidón entre lágrimas, con todo el peso de lo que había hecho cayendo sobre él- soy un estúpido. Todo… todo esto es mi culpa…-

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Puerto de Kaunakakai, oeste de la Isla Moloka'i, Hawaii

Año 2 antes del nacimiento de Athena

Las olas rugían ferozmente, el oscuro cielo brillaba a intervalos impredecibles con la furia de Zeus y sus relámpagos. La lluvia azotaba ferozmente la isla más odiada del archipiélago hawaiano, al este de Honolulu. Cerca de la playa, a las afueras de la ciudad, la lluvia amenazaba con destruir la pequeña casa.

Pero dentro de la misma estaba ocurriendo otro drama de distinta naturaleza. La mujer estaba a punto de dar a luz. Mister Kalani, un hombre alto, portador de su orgullosa raza hawaiana, esperaba pacientemente mientras la partera hacía lo que podía para atender a la madre y ayudar a nacer a la criatura. A diferencia de su esposo, ella era blanca, de cabellos castaños claros y ojos color zafiro. Finalmente, el llanto de un bebé resaltó sobre el ruido de la tormenta, y mister Kalani pudo respirar aliviado.

La partera salió con la criatura en sus brazos, cubierta en mantas, y se la mostró al ahora padre.

-La señora Kalani está bien, señor- dijo la partera.

-Déjame verlo, mujer- dijo el hombre bruscamente, destapando las mantas con un poco de brusquedad- quiero ver a mi hijo-

Pues eso esperaba. Un hijo que le ayudara en su oficio de la pesca. Un hijo que los salvara de la pobreza en la que estaban.

-Señor, su esposa acaba de dar a luz a una niña sana- decretó la partera antes de que mister Kalani terminara de descubrir a la criatura. Éste se detuvo, y dio un paso atrás.

-¿Niña?- dijo horrorizado, y la partera asintió- ¡si una niña no sirve para ayudarme en la pesca, nada más sirve para hacer hijos!-

La partera bajó la mirada.

-Lo siento mucho, mister Kalani- dijo la partera, reprimiendo un escalofrío al escuchar el fuerte trueno- ¿que hago con la niña?-

-Regrésala a su madre- dijo el hombre- no tengo ningún asunto con ella-

-Señor, ¿no quiere siquiera verla?- dijo la partera.

El hombre frunció el entrecejo y la miró. Era una niña blanca, como su madre, sus ojos eran de color azul zafiro, pero sus cabellos eran de color aqua, muy diferente al de mister Kalani o su esposa. Éste se enfureció y escupió en el suelo. Entró a la habitación donde estaba su esposa, y le dio una tremenda bofetada.

-¡Esa niña no es mía!- gritó mister Kalani- ¡no es hija mía! ¡Me engañaste con otro! Eres una zorra…- la abofeteó otra vez- ¡esta niña no merece llamarse mi hija! Y tú, tú me has traicionado-

-No, John, escúchame…- dijo la mujer, pálida de miedo.

-Nada, no tengo nada que escuchar- dijo el hombre, tomando a la niña de manos de la partera y dejándola en los de su madre- ten a tu hija y lárgate de mi casa. Tienes doce horas para salir de mi hogar y de mi vista. Si regreso y aún están aquí, las mataré a las dos con mis propias manos-

La mujer se quedó llorando, con la pequeña en brazos, mientras que el hombre salió y cerró de golpe la puerta. Una vez que dejó de llorar, se volvió a su hija.

-Para mí eres una niña divina, Tu padre era seguramente un dios, o los dioses no existen- le susurró su madre, mientras que la pequeña cerraba su manita alrededor del meñique de la mujer- niña divina-

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Hotel Hokulani, Honolulu, Hawaii

Año 10 del nacimiento de Athena

Kanon llegó a la capital de Hawaii a tiempo para su reunión, a la cual acudió con un gesto de fastidio, pero sabía que no tenía opción. El dragón marino había escuchado que Anfitrite, la esposa de Poseidón, había nacido en Francia, y que la familia de la chica estaba de vacaciones en Honolulu. De hecho, el padre de la niña había aceptado encontrarse con él para discutir si se la iba a entregar o no, pues también estaba enterado de la naturaleza divina de su hija.

El general marino entró al lobby del hotel, y pidió hablar con monsieur Jean Laurent. El hombre en la recepción condujo a Kanon a una habitación con una mesa y tres sillas, tres copas y una botella de vino. El joven general marino se dejó caer en una de las sillas. No pasó mucho tiempo cuando dos hombres entraron a la habitación. Uno de ellos, estaba seguro, era monsieur Laurent. Un hombre alto, que antes había sido pelirrojo pero su cabello estaba ahora lleno de canas, con ojos de color verde olivo, que lo miraban con una expresión cansada. El otro hombre era un joven, más o menos de la edad de Kanon, con cabellos castaños enmarcando su rostro, y los mismos ojos color olivo, aunque mucho más oscuros.

-Bonjour, monsieur Kanon- dijo monsieur Laurent- es un gusto conocerlo por fin. Jean Laurent, a su servicio. Éste es mi hijo mayor, François Laurent-

Kanon observó al chico con algo de desdén, y éste le devolvió una mirada llena de enojo. El general marino intuyó que el chico sabía porqué estaban ahí.

-Un gusto- dijo Kanon fríamente, sin muchas ganas- supongo que ya sabe que estamos haciendo aquí-

-Oui, oui- dijo el hombre- lo sé-

Kanon miró de reojo a François, pero éste seguía mirándolo con verdadero odio. No le dio importancia.

-Bueno, quiero ir directo al grano, monsieur Laurent- dijo Kanon- Julián Solo, es decir, el señor Poseidón, tiene en este momento 12 años. Al cumplir los 16, Poseidón despertará, y seguramente estará deseando que su amada esposa esté con él durante ese tiempo-

-Su madre no deseaba que la trajera a este encuentro- dijo de pronto monsieur Laurent- pero creo que no tiene caso evitar el destino: ni siquiera los dioses pueden sustraerse a él. Y además, primero tenemos que arreglar el asunto monetario…-

-Se le pagará más que generosamente- interrumpió Kanon en un tono que finalizaba la conversación. Sabía que la fortuna de los Solo podía pagar cualquier cosa que monsieur Laurent quisiera- no necesito escuchar más. Tengo que verla y asegurarme de que es Anfitrite-

El hombre asintió.

-Ven, Céline- dijo monsieur Laurent, volviéndose a la puerta de donde había emergido hacía unos minutos- ven, no tengas miedo, quiero que conozcas a un buen amigo…-

Un par de ojos castaños se asomaron furtivamente por el marco de la puerta. Ante la insistencia de su padre, la niña caminó hacia él. Tan pronto como la vio, Kanon se quedó paralizado de sorpresa y de horror. ¿Qué significaba esto? ¿Cómo podía ser posible? Una vez que la niña llegó a la presencia de Kanon, hizo una reverencia perfecta y sonrió.

-Monsieur Kanon- dijo monsieur Laurent- me permite presentarle a mi hija, mademoiselle Céline Laurent-

La niña era, lisa y llanamente, muy hermosa. No tenía cabellos rojos, sino castaños oscuros como el ocaso, formados en rizos que enmarcaban su rostro, y ojos castaños también que brillaban hermosamente con la luz. Su piel era extremadamente blanca, aunque un poco enrojecida por su reciente exposición al sol, y tenía una cicatriz horizontal en la base de su cuello, que apenas se notaba un poco más oscura que su tono de piel. Llevaba un vestido ligero color blanco con estampado de flores rojas en la falda, y unas sencillas sandalias, nada fuera de lo común para una chica de vacaciones en Hawaii. Pero eso no fue lo que le llamó la atención al general marino.

Era joven. Demasiado joven.

-¡Pero si es una niña!- dijo Kanon, palideciendo horrorizado- ¿qué edad tiene?-

-Acaba de cumplir siete años- dijo monsieur Laurent, extrañado.

Kanon casi tuvo un tic en el ojo. ¿Una pequeña diosa de siete años?¿De qué les iba a servir? Pronto librarían una guerra contra Athena, no podían apoyarse en una niña de siete años, por más que esa niña fuera Anfitrite. Tendría apenas diez u once años cuando comenzara la guerra contra Athena. Y Kanon sabía que no podía esperar más tiempo. Bruscamente, Kanon se puso de pie. François también se puso de pie, lanzándole una mirada de advertencia.

-¡Esa niña no me sirve!- dijo Kanon, haciendo que la niña diera un respingo, y que se refugiara en brazos de su hermano mayor- y no sirve de nada al señor Poseidón. ¡No hay trato!-

-Monseur!- exclamó el hombre viejo, levantándose también y dando un golpe en la mesa con una manos abiertas- ¿va a rechazarla? C'est ne pas possible! ¡Le aseguro que ella es a quien busca: Anfitrite, la esposa de Poseidón!-

-El problema es que ella es demasiado joven- dijo Kanon, alzando la voz- el señor Poseidón tiene trece años y está casi listo. Ella tendrá once cuando la guerra contra Athena comience. No nos sirve estando tan pequeña. Y no podemos estar cargando con una niña. No hay trato-

Y Kanon salió apresuradamente de la habitación y del hotel. Había fallado. En la guerra contra Athena, no tendrían el apoyo de Anfitrite.

Y Céline se quedó llorando en los brazos de su hermano.

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Mansión Solo

Año 13 del nacimiento de Athena

Julián Solo se dejó caer en el suelo, completamente derrotado y lleno de tristeza. Le había pedido matrimonio a Saori Kido, y ésta lo había rechazado. ¿Cómo era posible eso? ¿Qué no estaba obligada a aceptarlo tan prono como lo había propuesto?

Y luego estaba esa otra noticia. Kanon había vuelto a aparecer, para decirle que él, Julián Solo, era Poseidón. Aunque en un principio había estado complacido, ahora estaba un poco triste. ¿Porqué Saori no lo había aceptado? Estúpida Saori.

-¿Mi señor?- dijo una voz dudosa. Se dio cuenta de que se trataba de Sorrento, general marino de Sirena.

-Ah, Sorrento, eres tú- dijo Julián, sin muchas ganas.

-Sí, señor Poseidón- dijo el general marino- ¿porqué está tan afligido?-

Julián se encogió de hombros, pero Sorrento fácilmente adivinó la causa. Era su reciente rechazo. Sorrento sonrió y se sentó en el suelo junto a él.

-No se preocupe, mi señor Poseidón- dijo Sorrento- no funcionó con Saori Kido porque ella es Athena. Y ella no puede estar con usted-

Julián Solo gruñó. Por supuesto que ya sabía eso. ¿Porqué tenía tan mala suerte?

-Además, mi señor Poseidón ya está destinado a otra persona- agregó Sorrento.

Inesperadamente, al escuchar esto, Julián se volvió hacia él, sorprendido.

-¿De qué hablas?- preguntó Julián.

Sorrento lo miró, frunciendo el entrecejo. ¿No lo sabía?¿No tenía sus memorias completas como Poseidón? Como fuera, el general marino procedió a explicarle.

-Usted está destinado a una hermosa nereida llamada Anfitrite- dijo Sorrento- es su esposa, desde los tiempos mitológicos-

Julián Solo asintió. Vagamente recordaba algo así. Hizo una mueca.

-¿Y porqué Kanon no la trajo aquí antes?- preguntó Julián Solo- según tengo entendido, él ya había hecho preparativos para tener la mayor ventaja, ¿no es así?¿Porqué ella no fue traída aquí? Como diosa, Anfitrite tiene que tener un gran poder, ¿no es así?-

Sorrento bajó la mirada.

-Kanon fue por ella- explicó el general marino- pero hubo un problema-

Julián frunció el entrecejo con curiosidad.

-Cuando Kanon fue por ella, ella era demasiado joven para ayudar en su guerra con Athena,s señor Poseidón- dijo Sorrento- aún en este momento debe ser demasiado joven, ni siquiera debe haber alcanzado la madurez-

-Oh…- dijo simplemente Julián. Una niña, eso era su esposa. No era más que una niña pequeña. Sacudió la cabeza- bien. Kanon tiene razón en todo caso. Ya estamos listos para la guerra contra Athena. Comencemos. No, espera- añadió.

Sorrento se volvió a inclinar.

-¿Mi señor Poseidón?- dijo el general marino.

-¿Quien es ella?- dijo Julián jugando con sus dedos- mi esposa…-

Sorrento lo miró, con un toque de compasión en sus ojos.

-Kanon me dijo que su nombre es Céline… Céline Laurent- dijo el general marino de Sirena- es todo lo que sé de ella-

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Templo de Géminis, Santuario de Athena

Tres meses después del ataque al complejo de Esparta

Kanon despertó de pronto, ante el sonido de un vidrio quebrándose cerca del baño de su habitación. Casi amanecía. El gemelo se giró en su cama, y notó que Satu no estaba con él. Kanon se incorporó y tocó el espacio vacío en su cama.

-¿Satu?- dijo Kanon en un tono somnoliento, tallándose los ojos y buscando a tientas el interruptor para encender la luz. Lo hizo, y vio que su habitación estaba vacía. Alzó la voz- Satu,¿estás bien?-

Kanon la escuchó toser un poco antes de que Satu respondiera.

-Aquí estoy…- dijo Satu débilmente, su voz proveniente del cuarto de baño- aquí estoy, Kanon. No te preocupes-

-¿Estás bien, Satu?- repitió el gemelo, levantándose de la cama y acercándose a la puerta del baño.

-Sí- respondió ella en voz baja- no… no vengas, estoy…- y escuchó el sonido de Satu vomitando.

-Satu, ¿qué te sucede? Dime- insistió Kanon. Satu no respondió, y el gemelo entró al cuarto de baño. Satu estaba sentada en el suelo, abrazando sus piernas contra su pecho, su cabeza apoyada en la pared, pálida, y algunas lágrimas bañaban sus mejillas- oh, Satu, creo que estás enferma. Ven, vamos a acostarte de nuevo, mi amor-

Satu no respondió, pero dejó que Kanon la levantara y la regresara a la cama. Una vez que la acostó y la besó en la mejilla con cariño, el gemelo menor se apresuró a salir de su habitación rumbo al templo de Sagitario, con la idea de encontrar a Sofi. Cuando salió de su habitación, se encontró a Casandra, envuelta con su bata, quien se había levantado temprano para preparar el desayuno para Saga y Kostas, sobre todo porque el mayor de los gemelos tenía guardia temprano en los terrenos del Santuario.

-¿Kanon?- dijo Casandra, sorprendida al ver su expresión preocupada- ¿qué haces levantado tan temprano? ¿sucede algo malo?-

-Creo que Satu está enferma- dijo Kanon en voz baja- iba a buscar a Sofi para…-

-Sofi vive en un departamento en Atenas, Kanon, ahora que el peligro pasó. Además, esta noche está de guardia en el hospital- dijo Casandra, y Kanon dejó caer sus hombros- Aioros irá por ella a media mañana. Quizá puedo ayudar. ¿Qué le pasa a Satu?-

-Se levanta en la madrugada, vomitando- dijo Kanon, cruzándose de brazos con la mirada baja- y, pensándolo bien, lleva toda la semana así. Quizá fue algo que comió. No sé que…- levantó los ojos, y vio la amplia sonrisa de su cuñada. Frunció el entrecejo con cara de pocos amigos- ¿que es tan divertido?-

La chica suspiró.

-Espera aquí, solo un minuto- dijo Casandra, entrando de nuevo a la habitación de Saga, y saliendo de ella llevando una cajita de cartón alargada en sus manos, de color blanco y rosa. Cuando la puso en manos de Kanon, éste casi la deja caer al suelo del susto. Casandra volvió a reír.

-Oh…- dijo Kanon, ruborizándose levemente y mirando alternadamente la sonrisa de Casandra y la caja que tenía en sus manos, sin poder creer que su cuñada le hubiera dado eso- ¿pero cómo…?-

Casandra se echó a reír una tercera vez.

-¿Es en serio, Kanon?- dijo ella entre risas- ¿quieres tener la plática de las abejitas y los pajaritos?-

Kanon se ruborizó mucho mas de lo que estaba antes, si es que eso era posible. Volvió a mirar la cajita que se encontraba en sus manos temblorosas.

-¿Se puede estar seguro?- dijo Kanon. Casandra puso su índice sobre la cajita que tenía Kanon en sus manos, y alzó las cejas.

-¿No quisieras averiguarlo?- dijo su cuñada. Kanon asintió, y Casandra lo empujó levemente para que regresara a su habitación- ve con ella, y por todos los dioses, déjanos saber el resultado a Saga y a mí-

Kanon asintió torpemente, y dirigió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí. Tan pronto como el gemelo menor desapareció de su vista, Casandra regresó apresuradamente a la habitación de Saga sin dejar de sonreír. No dudó en despertarlo: tenía que contarle un secreto.

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CONTINUARÁ…

Notas de autor:

Moloka'i: es una isla en el archipiélago de Hawaii. Antes era llamada "la isla maldita" porque solían desterrar a los enfermos de lepra a esa isla.

¡Hola a todos! Espero que les haya gustado esta introducción. Poseidón metió las cuatro patas, y lleva siglos pagando caro sus muchos errores. Y sí, eso que terminó en las manos de Kanon es una prueba de embarazo. ¡Hay un Patriarca que no va a estar muy contento que digamos! Muchas gracias por seguir leyendo. Les mando un abrazo. Nos leemos pronto.

Abby L.