Cuántas veces he soñado perderme en la cálida oscuridad de tus ojos.
Tweek cerró los ojos, soñando que ciertos brazos fuertes lo rodeaban. Se sentía a merced de esa marea de personas, todas sudorosas, extasiadas, con música en vez de sangre en las venas.
Allí estaba. A apenas 100 metros de él.
Craig Tucker. Su amor, su obsesión, su vida.
Era cantante de una música muy fuerte, nunca supo con certeza qué tipo era. Él solo quería escuchar su voz al compás de esos intrumentos.
Cantaba de una manera... ¿cómo explicarlo? Parecía querer gritar, desafiar al mundo. Y lo conseguía.
Miles de personas enloquecían cuando las agresivas notas salían de su garganta. Él, simplemente, cantaba lo que sentía. Dolor. Desgarro. Impotencia. Ganas de luchar por una causa perdida. Querer creer que todo sirve para algo.
Cuando caigas, se dijo Tweek, yo estaré ahí para recogerte. Cuando triunfes, yo te sonreiré desde la sombra. Cuando derrotes a tus enemigos yo me enorgulleceré. Cuando seas derrotado yo iré a socorrerte. Siempre voy a estar ahí, Craig. Quieras o no.
