Kanna

words: 634

¿Que soy? Me pregunto a cada instante.

*Eres nada, nada fuiste siempre y nada seguirás siendo*

Esa era la respuesta de Naraku a mi pregunta no formulada.

No se porque, ni que es, pero algo duele en mi pecho en esos momentos.

Pero ese dolor no se compara con el que sentí cuando la existencia de Kagura se perdió entre las manos de Naraku.

*No se perdió, el se la quitó*

Cuando mi espejo me refleja a mi misma llego a esa conclusión.

Pero no hago nada. Soy nada lógicamente, pero siento algo en mi pecho que duele mucho que me hace pensar, creo que se llama... culpa? Impotencia? Creo que eso era.

Por eso estoy en el bosque, porque me siento mejor aquí, en la nieve. Naraku no me necesita, así que no soy nada, hasta que el me haga algo... hasta que me de un nuevo propósito que cumplir.

Mis pies se mueven solos en la nieve, pero no puedo sentir su frió ni tampoco el calor del fuego.

No puedo sentir nada.

Cuando mis pies pisan un pequeño prado, siento una respiración tan cerca mio que subo la cabeza. Frente a mi, esta una niña de mi edad y estatura que me mira sorprendida. Supongo que eh llegado al campamento de Sesshomaru... Rin frente a mi y los tres youkais dormidos me lo confirma.

Cualquiera temería en este momento, pero yo no. yo no siento nada.

El lord de las tierras del oeste detecta a lo intrusos por su olor, pero yo no huelo... a nada.

No tenia un porque para atacar a la niña que estaba frente a mi, solo me dedique a observarla inexpresiva esperando que corriera gritando y advirtiendo a su amo de mi presencia.

Pero, al contrario de lo que yo creía, se acerco a su campamento y volvió con una piel de demonio.

Puso la piel sobre mi, queriendo protegerme del frió invernal y dejándome sorprendida aunque en mi rostro no hubiera nada.

No le encuentro sentido, yo no siento nada.

Sin embargo, cuando sus manos rozaron mi cabeza, sentí, por un segundo, el calor de su piel al tocar la mía.

-Te vas a enfermar- Me dijo con una gran sonrisa, en susurro.

-gracias- Cuando pronuncie estas palabras, ella acerco su oído a mi boca, para escuchar mi voz.

La mire largo rato, inexpresiva, pero Rin me tomo la mano arrastrándome.

Rin se paso la noche enseñándome a jugar. Aunque sé que podría verme como una muñeca, un juguete nuevo... me gusta. Me gusta que me lleve de acá para allá, que me haga preguntas sin esperar mas de un monosílabo de mi parte, que se esmere en explicarme un juego, que me haga coronas, collares y pulseras de flores. Si me mira de esa manera, como si yo fuera especial y única, con gusto seria su muñeca.

-eso que sientes es alegría- Me dijo cuando le conté de este nuevo calor en mi pecho

Pero todo lo bueno siempre tiene fin.

Y al llegar el fin de la noche, llego con el, el fin de nuestro tiempo juntas.

-Riiin! Riiin!- Ese era Jaken, llamando a la peli azabache

-Rin, ven aquí- La fría voz del lord Sesshomaru resonó por todo el bosque.

Vi como un escalofrió recorría la espalda de Rin. En el momento en que se paro para ver de donde provenía la voz de su amo, yo emprendí la marcha. Silenciosa, me aleje hasta quedar a una distancia prudente.

Todo lo que pase con rin en el bosque, se queda en el bosque.

Mientras llegaba al castillo de Naraku, me prometí ver otra vez a la pequeña rin.

Mire mi espejo, Naraku estaba molesto por mi ausencia. Esto no me traeria nada bueno.

*Naraku esta furioso, pero... esta noche... valió la pena*