Hola. No, no estoy muerta, solo más perdida que un hijo de puta en el día del padre. Cuelgo esto en un arranque de «siento que mi supuesta vocación está muy desaprovechada» y «parece que se va a quedar bueno el día». Es solo un drabble que escribí el veintiocho de marzo... del año pasado. Se suponía que iba a ser una escena de una historia larga, pero al final se quedó en proyecto. Lo releí y me pareció, bueno, bonito. No sé qué cojones me fumé o mordisqueé mientras lo hice. Creo que fue la pata de una mesa del Ikea. Estos suecos y sus drogas blandas.

A todo esto, refiriéndome a mis fanfics del fandom de McFly, The ugly truth no lo voy a dejar abandonado. Estaría bueno que dejase de escribirlo para un maldito capítulo que me queda... pero, si os soy sincera, no sé exactamente cuándo lo terminaré. Vamos, que me vayáis degollando ya y nos saltamos el protocolo. Y en cuanto a Vivir es fácil con los ojos cerrados... Buf. Cómo de malo puede ser tener toda la historia pensada, resumida y esquematizada para después ser una vaga de mierda.

En otro orden de cosas, este drabble no es demasiado azucarado, es más bien del estilo drama queen. I'm emo and I know it.

Vale, ya me voy. La paz esté con vosotros... y con tu espírituuuuu.


No estamos enamorados, solo rotos en pedazos.

Entonces me acomodé y clavé mis ojos en los suyos, traspasando las paredes de su piel. Atravesando sus pupilas con un alfiler. Mirando sin mirar. Intentando divisar el interior de su mente.

—Dime, Danny. ¿Alguna vez te has enamorado?

Una de sus cejas se arqueó levemente. Se humedeció los labios y los despegó con una mueca de extrañeza.

—Define «enamorar».

Torcí una pequeña sonrisa, aunque no me sentía con ningunas ganas de hacerlo.

—Te sientas en tu mesa escuchando los graznidos de alguien que se cree superior intentando darte lecciones sobre la vida que después debes plasmar en un papel al que, dado a tu joven mentalidad, no le das ningún valor, ni te importa. Te distraes, como todos los días, eso no supone ningún problema para ti. El problema surge cuando aparece el fantasma, ese maldito espectro que se pasea por las paredes de tus pensamientos. Todos los días, a todas horas. Como un eco, como la melodía de una canción interminable. Provoca la misma sensación que cuando observas directamente el sol, pues al cerrar los ojos la estela de la luz sigue clavada en tu retina y, por más que intentas que desaparezca, sigue allí, molesta e irritante, hasta que acaba desvaneciéndose. El problema se agrava cuando esa imagen no se evapora, y te encuentras percatándote de que, en realidad, te gusta. Te encanta que la sonrisa del diablo perdure en tus recuerdos. Duele rememorarlo y pensar que algún día puede ser tuya para siempre, como si pudieses encerrarla en una jaula de oro y admirarla todas las veces que lo desees. Quieres que el portador de la sonrisa que se repite constantemente en tu cabeza te encarcele también en su mente. Echas de menos gestos de él que, sin embargo, nunca te ha dedicado. Te destroza. Te asimila el alma. Y, cuando te quieres dar cuenta, es demasiado tarde, ha corroído y devorado tantísimo tu raciocinio que tú no eres tú, sino él. Esa persona que se ha instalado en tu cabeza, se ha apoderado de ti y lo peor es que no ha pedido permiso para quedarse, pero tampoco lo necesita. Ese maldito parásito, ese jodido asaltador de conciencias. ¿Te has sentido alguna vez así? ¿Alguna vez te has enamorado?

Observé sus atentos ojos celestes, su semblante serio, sus hombros tensados. Entonces, bajó los párpados por un instante y su rostro adquirió una sonrisa burlona, casi pícara. Ese pedacito de felicidad instalado en su rostro.

La sonrisa del diablo.

—Sí.—respondió Danny.—Joder, sí.


El título del drabble pertenece a las letras de la canción Fer sure, de The Medic Droid. Me la dejaron porque son unos tíos muy simpáticos y hacen las mejores paellas de España.