Aclaraciones: Assassin`s creed no me pertenece. Hago esto sin fines de lucro. Los personajes no son mios. Etc...

Nota: Es probable que actualice semanalmente, tenía ganas de escribir esto y planeo hacerlo hasta el final. No soy una experta en narración ni nada, de antemano me disculpo por las posibles incoherencias, intentos fallidos por entregar una lectura confortante, y sangrado de ojos por si existieran faltas de ortografía. Sin más que acotar, y si aún quereis, podeis proseguir.


Vieri palideció, cualquier otra persona hubiera gritado, entrado en pánico, se hubiera puesto a llorar, e incluso hubiera golpeado al hombre frente a él. Pero él no tenía tanta libertad, de haber respondido a sus impulsos como lo hubiera hecho cualquier otra persona, de haber mostrado cualquier reacción a sus palabras, de haber emitido cualquier sonido, estaría muerto. Lo único que pudo hacer fue palidecer. Para su buena suerte Rodrigo dio la espalda a los demás miembros para mirar por la ventana, y, por su parte, él se encontraba al otro lado de la mesa y todos los demás miraban expectantes a su Maestro, la única persona que lo pudo ver fue Jacobo, pero seguramente lo pasaría por alto…

"¿Estás bien, Vieri?" O no. En ese momento cada templario presente vuelve los ojos hacia el más joven, esto es nuevo: incluso Francesco, por un leve segundo, aparenta tener cierta curiosidad por lo que pueda ocurrirle a su primogénito.

"No es nada, creo que hoy bebí demasiado vino" Se escusa, y parece funcionar puesto que de inmediato Rodrigo recupera el aliento para seguir con su discurso de la grandeza de su orden, Francesco hace un gesto despectivo e ignora al muchacho.

"Disponemos de poco tiempo, pero está todo ya preparado, mañana será enjuiciado Giovanni Auditore junto a dos de sus hijos" Algo en la mueca de Rodrigo lo hace dudar ¿Está feliz? ¿Enojado?

"¿Dos? Ese hombre tiene tres hijos varones, no dos" Interrumpe Francesco.

"Solo hemos capturado a dos de ellos, pero el tercero… No, ese será una presa fácil" Vieri se responde que está feliz, el hombre corpulento rompe a reír con estruendosas carcajadas, el pequeño Pazzi quiere, de pronto, cortarle el cuello regordete.

"¿Por qué los niños?" El padre Maffei parece angustiado, por lo poco que sabe, fue por culpa de aquel fraile que la captura de Giovanni fue posible, la culpa lo estaba carcomiendo, los demás lo miraban como si fuera un loco.

"Aunque el más pequeño no puede ni correr, según me he enterado, los otros dos están en pleno entrenamiento, si es que aún no los han iniciado, el mayor tiene 20 años, es más que probable que ya haya sido iniciado, o, al menos, esté a punto de hacerlo ¿Realmente estaría, padre Maffei, dispuesto a correr tanto riesgo?" Algo dentro de Vieri se estrujó. Federico era mayor que él por tres años y él ya había sido iniciado ¿Todo este tiempo el Auditore se acercó a él en busca de información? No, se negaba a creerlo, reconocía que era una buena estrategia, después de todo ¿Quién poseía más información de la orden que un miembro de esta? Pero no quería pensar en aquello, desde el primer día la duda estaba allí, pero ahora no es el momento, traicionado o no, Vieri se sentía angustiado.

"Si solo uno de ellos podría, cuando mucho, ser un Asesino ¿Por qué los otros dos?"

"Porque puedo" Sentenció con simpleza. La mesa guardó silencio.

Vieri no prestó atención a lo que decían, y por varios minutos su mente quedó en blanco escuchando apenas murmullos lejanos de lo que sería el canto de victoria de los mayores, al menos hasta que Alberti, curioso como pocas veces, preguntó aquello que tanto temía cuestionar "Dinos, Rodrigo, ¿Quién es el Auditore faltante?" Vieri volteó de inmediato, estuvo a punto de arrojar los documentos frente a él al suelo.

"Me parece que es su segundo hijo, debes conocerlo, Vieri" El nombrado se estremeció, la adrenalina era tortuosamente liberada, sentía que el hígado le explotaría ¿No podría referirse a…? "Tiene tu misma edad, Ezio me parece que es su nombre" No, no era él, era su hermano.

"Hay que matarlos a todos" Sentenció con un gesto que a su padre se le antojó repulsivo ¿Por qué si Federico moría el resto de la familia quedaría impune? Rodrigo, ajeno a sus conclusiones, sonrió divertido.

"A todos" Secundó el Borgia. Francesco sonrió, Uberto y Maffei desviaron la mirada, los demás hombres alabaron a Rodrigo, Vieri sintió que se ahogaba.

Un guardia entró en la habitación "Los tenemos, messere, los hemos llevado al palazzo Vecchio"

"Comprendo" ordenó al guardia retirarse y luego se dirigió hacia Uberto "Presiento que muy pronto tendremos una cita con cierto personaje, lo mejor será que lo encontremos allí" Alberti asintió, Rodrigo se volvió al resto de la orden "La reunión por hoy ha terminado. Que el padre de la sabiduría nos guíe"

"Que el padre de la sabiduría nos guíe" Respondieron a coro.

"Podéis retiraos" Vieri fue el primero en irse, necesitaba aire con luz del sol le sentó bien; Sabía perfectamente que tenía que hacer.


Sus pasos presurosos y su mente aparentemente apagada lo llevaron a la piazza della signoria, cuando se dio cuenta estaba frente a frente al altar donde en algunas horas Federico y su familia serían ahorcados. Maldijo entre dientes, pero no retrocedió, aunque parte de él quiso hacerlo.

Su cuerpo se movía de forma automática, con pasos pesados subió hasta la torre, las palabras de sus padre ¿O eran las de Rodrigo? Resonaban en su cabeza "Para mañana no quedará ningún Auditore vivo"

Por fin llega a la puerta. Decide que no quiere entrar, que no quiere ver a Federico golpeado, sangrando, con tal vez un hueso roto. Da media vuelta.

Un guardia lo mira con curiosidad, seguramente se pregunta acerca de su comportamiento tan extraño, una sola mirada de advertencia hace callar las palabras que ni siquiera han salido de su boca. El Pazzi ya no se regocija por el temor del guardia.

Huye, camina por Florencia sin rumbo fijo, pero sus pasos lo guían nuevamente hasta el palazzo, apenas ha reunido el valor suficiente y entra, tres guardias disimulan el hecho de que han jugado ajedrez en lugar de hacer su trabajo, por el momento Vieri lo dejará pasar "Federico Auditore, ¿Dónde está?" Pregunta escupiendo las palabras tal como ha hecho antes con otros prisioneros.

"Está en la torre"

"Llévenlo a la sala de interrogación" Los hombres se estremecen, Vieri es un sádico, todos lo saben, temerosos de su ira corren escaleras arriba, el joven se dirige a la sala de interrogatorios, prepara varios instrumentos, de pronto el látigo se siente muy bien en su mano. La puerta se abre y tres guardias escoltan a un muchacho algo mayor que él. "Déjenlo, yo me encargo" Nadie recrimina nada "No quiero interrupciones"

Cuando la puerta se cierra Vieri aprieta el látigo con más fuerza, aún no se atreve a mirar a Federico ¡Maldita sea, era un Pazzi! ¡No podía temer por algo como un asesino herido! Casi pudo oír la voz de su padre. De inmediato volvió la vista hasta el mayor.

Tenía efectivamente algunas magulladuras por el rostro y lo que alcanzaba a ver por el torso descubierto, quien sabía lo que encontraría debajo, pero al menos no tenía heridas serias. La puerta estaba sellada con llave desde afuera, lentamente le quitó los grillos de las muñecas para luego dejarlas caer al suelo sin ningún cuidado cuando unos fuertes brazos lo rodearon.

"Hola, Vieri" Sonrió con esa mueca bobalicona que tanto lo cautivó… No, se corrigió, que tanto le molestaba, porque… ¡Porque era Federico, y Federico lo molestaba!

Quería golpearlo, vaya que quería golpearlo, pero una mancha roja que asomaba por la camisa entreabierta lo hizo cambiar súbitamente de opinión.

Con desesperación le desnudó el torso, Federico quiso detenerlo pero la mirada angustiada de su amante lo hizo cambiar de opinión, ayudó a remover los botones. El pecho, tal como la piel expuesta, estaba pintado con horrorosos tintes azules y morados, pero fue el corte desde el ombligo hasta el pectoral derecho el que derramó la sangre que antes llamó su atención, sin saber porqué, tocó la herida. Federico se mordió los labios, dolía, vaya que dolía, pero era Vieri, guardó silencio por SU Vieri.

Se rió ¿Realmente era su Vieri? El silencio se hizo demasiado tortuoso. "¿Tratas así a todos tus prisioneros?" La broma de Federico hiso que Vieri quisiera golpearlo, pero no lo hace, quiere preguntar, eso sí, cómo es que puede lograr estar tan tranquilo cuando solo quedan horas, cómo no se desmorona, pero guarda silencio.

Los ojos castaños están más opacos, la sonrisa de su rostro no alcanza a llegar a ellos, luce demacrado, Federico a envejecido años en solo una noche "Mentiroso" Federico parpadea confuso, "dijiste que no me dejarías"

El Auditore sonríe tan jovial como siempre lo ha sido para el más joven, tan relajado como siempre lo ha recordado; el otro teme perder ese recuerdo, puede ser la última vez que pueda verlo así "Estoy aquí, aunque debería pedirte que me lleves junto a mi hermanito"

"Lo envié a la celda de tu padre"

"Qué considerado" Bufa sarcástico, de pronto Federico lo rechaza, y le duele, aunque comprende el rechazo, se siente traicionado. Vieri está limitado, liberar ahora a Federico a Giovanni o a Petruccio sería condenarse a sí mismo y a los Auditore, cualquier orden extraña iría, de inmediato, a parar a los oídos de su padre, y, aunque no lo fuera, habían demasiados guardias que, aunque temían la ira de Vieri, temían aún más la de Francesco. Por el momento cualquier intento no serviría de nada.

"Sabes que no puedo hacerlo" Dice por fin "Si pudiera ya no estarías aquí" Completó en un esfuerzo por no ponerse a llorar, Federico lo miró de regreso y Vieri le salta encima. Lo necesita, necesita esto y Federico también porqué corresponde el beso desesperado del otro.

El castaño toma el control, el otro acepta el contacto gustoso, los amantes se entregan el uno al otro por última vez.

Horas más tarde Vieri sabe que debe partir, sus ojos están irritados, y, aunque su ropa está bien puesta y se la ha ingeniado para peinar su cabello, mantiene cierta aura de ansiedad que ni su rostro inmutable es capaz de ocultar.

Unen sus labios una vez más, es un beso corto y amago.

Vieri ya no resiste, corre fuera de la sala, ordenándole a los guardias el llevar devuelta al prisionero a su celda "Ni un solo rasguño, lo sabré" Logra pronunciar, se ha puesto en peligro con esa orden ¿Pero no ha corrido peligro toda la noche?

Federico devuelta en su celda golpea la pared con fuerza, su padre se sorprende al no encontrar nuevas heridas, pero no dice nada, Petruccio ha llorado e hipea contra el pecho de su progenitor. Aún no ha amanecido.


Nota: Se aceptan críticas (Si son constructivas, tanto mejor), chocolates, flores, doujinshi slash o yaoi, galletitas, y más cosas bonitas.

Hasta el próximo cap.