Disclaimer:

Los lugares, personajes y otros relacionados al mundo de Harry Potter, no me pertenecen, son propiedad y derecho de J.K. Rowling y Warner Bros. Solamente escribo sin fines de lucro y para entretenimiento.

1.- Traidora Profesional

Para Hermione Granger, la vida siempre había sido un juego de dominó. Por un pequeño e insignificante error, todo se desplomaba. Así de fácil se destruía, pero era muy difícil ponerlo de nuevo en pie.

Su gran error había sido caer presa en las garras inquebrantables del amor y en la confianza extrema.

Amor, por haberse, sin querer, enamorado de su mejor amigo, Harry Potter. Por esas fechas él era novio de Ginny y él no la tomaba en cuenta como algo más que su mejor amiga. Además ella no podía, no le trataría de quitarle el novio a su amiga. No era una opción.

—Hermione— la llamó Ginny desde fuera de la habitación, mientras golpeaba con los nudillos la puerta y entraba, para quedar a su lado.

—Lo siento… me distraje un momento. Vámonos—Dijo, poniéndose de pie, mientras las dos salían con rumbo al vestíbulo, donde Harry y Ron las esperaban.

—Creímos que nunca vendrían—Dijo Harry, sonriendo mientras salían del castillo y caminaban al pueblo de Hogsmeade.

—Chicos, espérenme allá. Los alcanzo en un minuto— Interrumpió Hermione mientras todos estaban en silencio.

— ¿Pero a dónde vas? Puedo acompañarte si quieres.

—No Harry, estoy bien. Solo quiero ver… un libro.

Dio marcha atrás. Caminaba, pensaba, pero no hacía ninguna de las dos cosas bien. En realidad no había ningún libro que quería ver, solamente no quería estar de aguafiestas junto a Harry y Ginny. Avanzaba sin rumbo por calles deciertas. Y de pronto, varios pares de fuertes manos la tomaron por la cintura y la llevaron a un callejón vacio, oscuro y húmedo. Trató de pelear contra ellos, pero era mucho más fuertes.

—Suéltenme. —Gritó, sin poder reconocer a quien pertenecían las figuras que la rodeaban. Estaba segura de que eran hombres y de que no estaba en una situación segura.

—Hey, Granger, quieta. Quieta y no te haremos daño.—Rugió la voz de Lucius Malfoy, que le destapaba los ojos que estaban cubiertos por alguna maloliente mano.

Demonios, ¡mortífagos!

Malfoy sonrió por un momento y luego tomó la mano de Bellatrix, que se encontraba a su lado.

—¿Qué es lo que quieren?— Dijo al principio con la voz algo cortada, pero ganó seguridad. Sabía que no se atreverían a hacerle nada en plena calle de Hogsmeade, por más de que estuvieran un poco escondidos en aquel callejón.

Se miraron por unos momentos a los ojos, y luego sonrieron con malicia hacia la chica, que observaba admirada.

— ¿Qué… qué van a hacer? Por favor, déjenme regresar al castillo.—Trató de lucir un poco más tranquila y hablar más sueva, después de todo, eran mortífagos, no un juego de niños.

—Ruega todo lo que quieras pequeña, pero de aquí no saldrás sin que… hablemos un rato.

—Yo no hablo con basura como ustedes. Se dan cuenta de que si se me ocurre fingir que necesito ayuda, alertaré a todos y se podría desatar una guerra. NO es muy inteligente de su parte.

—¡Cállate, maldita sangresucia inmunda! No te atrevas a retarnos… —Gritó la loca voz de Bellatrix, que se abalanzó hacia Hermione como un animal hambriento.

—Suéltame…—Exclamó Hermione, huyendo de ella.

—Granger, Granger, Granger…. Que inmadura eres. Tal y como tu amigo Potter.

—Dije que te callaras.

—Te… ¿te gustaría unirte a nuestro bando, aún siendo una sangre sucia, tienes una valentía—la miró mientras esperaba qué decir—envidiable.

—Sí, claro.—Contestó ella con sarcasmo—¡NUNCA!

Hermione los miró aterrada, pero con voz decidida dijo:

—Jamás, óiganlo bien, jamás haría un trato con ustedes. Son lo más sucio que puede haber en este planeta.

Trató de irse, pero la frase que cambiaría su vida, la detuvo.

—Pero no podrás hacer nada si es en contra de tu voluntad… ¿no?

—Bellatrix, no, aléjate. Largo…—Protestó Hermione, tratando de correr, como si adivinara que es lo que la mortífaga pensaba. "Tengo que irme, rápido" Pensaba con toda la esperanza. Pero cerca de llegar al final del callejón, los otros mortífagos que ahí había, rieron cuando Hermione fue impactada una maldición imperdonable.

—Imperio…

"No, resiste Hermione, resiste". Se decía a sí misma, pero fue imposible, ya estaba bajo los efectos. Se sentía extrañamente como en las nubes, como si todo lo que decían a su alrededor estuviera muy lejos y ella dentro de una burbuja.

—Ahora la nenita Granger ya es como una de nosotros— Chilló Bella, con su risa macabra, antes de desaparecer con los demás mortífagos.

Después de que hubieron desaparecido, la sensación se detuvo, pero estaba aún controlada por Bellatrix, y no se escaparía de ese momento en adelante. Caminó por algunas calles, hasta encontrar las Tres Escobas.

—Hola chicos— Dijo ni bien hubo llegado a la mesa, sonrió flamantemente.

— ¿Por qué tan feliz?—Preguntó Ron.

—Y tu libro, ¿dónde está?

Miente. Chillaba en su cabeza la voz de Lestrange.

—No lo tenían—Contestó sonriendo de nuevo, pero esa mueca extraña no era la manera en que Hermione solía sonreír.

—Qué extraño—Susurró Harry, pero no lo escucharon. Tenía que averiguar si a su amiga le ocurría algo o era pura paranoia suya.

"Traidora"

Pasaron los días, y Draco Malfoy la miraba y se reía en los pasillos. Ya se sentía como una de ellos. Bellatrix por nada del mundo dejaba su pobre mente en paz y cada vez que intentaba pedir ayuda, era más fuerte que ella y no podía.

Se sentía tan desagradable, tan despreciable. No podía ni siquiera ver a Harry a los ojos, y es que ese era su problema. Esos ojos la derretían, le llevaban a otro mundo, pero sentía que los traicionaba. Quería gritarle que la ayudara.

—Mione, ¿te pasa algo? Estás rara— Preguntó Harry, con esa mirada hermosa y compasiva.

—No, Harry… todo está bien—Dijo sonriendo con las muecas de Bella, no… ¿cómo la paraba?

Un día, despertó con un tremendo dolor de cabeza. Había pasado la noche en vela tratando de averiguar algo que ayudara, pero simplemente no podía resistirse. Se vistió apresuradamente y bajó al Gran Comedor; logró sobrellevar el día, lo que ya era un avance. Pero odiaba tenerla adentro, aunque muchas veces ni se daba cuenta.

Comían todos en paz, Harry la miraba escéptico. "Granger, espéranos en el castillo".

¡Ay, no!

—Harry… tengo algo que decirte. —Comenzó nerviosa. "No te atrevas, o cuando llegue lo vas a pagar caro chiquita". No le tenía miedo a la amenaza de Bellatrix, pero era la maldición la que la obligaba a cumplir todo lo que ese demonio le ordenaba.

—Harry, no puedo. Harry… Harry….

Ya era muy tarde. No podrían hacer nada para detenerlos más que pelear. Una explosión se dio en la gran puerta de roble de la entrada del castillo, los mortífagos en columna atravesaron a paso rápido y en hilera el vestíbulo, y llegaron al Gran Comedor. Todos los alumnos menores retrocedieron mientras que los mayores los cubrían y los profesores se adelantaban ante todos.

—Hermy… ocúltate. No quiero que nada te pase.

—Pelearé contigo, Harry. — Mintió, tal vez esa era la primera base de su catapulta hacia el odio.

Vio al ojiverde alejarse, pero de inmediato un par de mortífagos la tomaron de los brazos y le impedían moverse.

—Suéltenme, par de idiotas— Gritó Hermione mordazmente, ahora con el mismo tono de voz que Bellatrix le obligaba a utilizar, dentro de su cabeza— Ay, sal de mi cabeza… ¡Sal!—Chillaba como una loca por el dolor que la mortífaga le causaba, y por no obedecer sus órdenes.

"Debo ir con Harry, y pelear con él. No lo puedo dejar, no ahora."—Pensaba, mientras corría por los lugares que seguían al Gran Comedor. Esquivando maldiciones, llegó donde se encontraban la gran mayoría de los alumnos de quinto y sexto, tratando de pelear contra mortífagos, pero algunos no podían contra ellos. Lanzó un hechizo al azar y logró esquivar a un par de figuras encapuchadas que caminaban a su lado.

— ¿Lista para cumplir tu promesa?—Le preguntó uno, al que no reconoció.

—Yo no haría promesas a basura como ustedes. —Dijo Hermione en tono socarrón. Por un momento se dio cuenta de que tal vez como Bellatrix no se concentraba al cien por cien en hacerla obedecer, sino que estaba peleando, podía ser libre por unos instantes.

Corrió de nuevo con todas sus fuerzas, había ya peleado con varios mortífagos disfrutando de esa efímera libertad, pero poco a poco, parecía que Bella se daba cuenta del control que comenzaba a dejar de ejercer sobre Hermione.

Llegó junto a Harry, y como lo había prometido, peleó a su lado contra Dolohov, Taxley y uno de los Carrow. Pero no había rastro de Bellatrix por ninguna parte, mucho menos de Voldemort, que ni siquiera estaba en el colegio y eso la hizo sentirse un poco menos a la intemperie.

Podía ver y sentir que se desgarraba con cada maldición que cruzaba el castillo. Comenzaba a obedecer involuntariamente a su verdugo. Con ese acto de cobardía pero a la vez amor por Harry, demostraba que se alejaba cada vez más de sus principios y valores. Más del amor de su vida.

Varios de los alumnos y mortífagos se encontraban heridos después de varios minutos de confrontación, pero al menos no había ningún muerto.

En el momento mismo que la batalla terminaba, la crueldad de la mortífaga se hizo presente. Bellatrix y Lucius dejaron las varitas quietas cuando la vieron acercarse, y ella sonrió con satisfacción.

— ¿Hermione, estás bien?— Preguntó Harry, intentando acercarse a ella.

—Sí, ¿Hermione, estás bien?— Imitó la mortífaga.

—Cállate, Bellatrix—. Gritó la castaña, indignada, rehuyendo la mirada de la de Harry.

—Que débil eres, Granger. Te escudas detrás de él y crees que ya tienes tu salvación garantizada. Harry, tu querida Hermione te traicionó. Es una traidora. Se unió a nosotros, para poder vencerte hoy.

—Lestrange, basta.—La mortífaga se calló, mientras Harry la miraba confundido.

"Miralo a los ojos, disfruta de la vista, pequeña traidora".

No tuvo más remedio que hacerlo, le dolía en el alma, quería decírselo, pero Bellatrix ejercía gran fuerza en ella. Le dolía si intentaba resistirse.

"Castígalo. Crucio".

Espero sentir ella el dolor al escuchar las palabras de la palabra mujer, pero cuando giró el rostro, ella miró fugazmente a Harry y movió sus labios, pronunciando Crucio en dirección hacia ella, con un gesto apremiante.

—NO, por favor, no. Esto no—. Rogó Hermione en silencio, murmurando pero Harry la miraba sin entender nada.

"Hazlo".

Con todo el dolor de su alma, no pudo resistir. La maldad era más fuerte que ella y ahora se encontraba entre la espada y la pared. Levantó la varita y murmuró.

—Cru…Crucio— Mientras lo decía más lágrimas salieron de sus ojos. La maldición impactó a Harry en el pecho y el dolor se notó en su rostro. Estaba a punto de gritar por el sufrimiento, pero no pudo.

—Hermione... —Murmuraron los profesores y sus amigos cuando la vieron haciéndolo. Todo el colegio miraba expectante lo que pasaba entre ellos. Ya no pudo más y bajó la varita. Pero el daño ya estaba hecho.

Hermione esperaba que Harry pidiera una explicación y que no creyera, pero el juego de dominó se desplomó de repente. Harry la miró, por primera vez en su vida, con rencor y odio indescriptibles. Se alejó de ella, mientras los mortífagos desaparecían riendo.

—¿Cómo pudiste? Creí en ti, toda mi vida creí en ti. Pensé que eras diferente, pero me equivoqué. —Le gritó.

—Harry, por favor, puedo explicarte. — Corrió a tomar sus manos, pero él las apartó con fiereza.

—Hermy, dime que no es verdad. Dime que no lo hiciste. No importa que me hagas daño, pero parece que eres una de ellos. Niégalo.

—Harry, no, por favor no hagas esto. — Dijo comenzando a llorar.

— ¿Hacer qué? Solo dime que no eres una de ellos, y podré perdonarte Hermione. Eres mi mejor amiga. — Gruñó pateando el suelo de impotencia, por la mezcla de rencor pero de piedad porque se trataba de su mejor amiga.

—Harry, yo… — Trató de decir que no, pero las palabras no salieron de su boca. Miró a Bellatrix que sonreía. "No puedes negar lo que eres. Una de nosotros. No puedes decirle que yo te manejo a mi antojo, y sabe que eres una traidora."

—No puedo ne-negarlo, Harry. Es… estoy… con ellos. — Admitió al tiempo que la cara de Harry se contorsionaba en una mueca de dolor. Y una lágrima solitaria rodaba por su mejilla. Los mortífagos huyeron, como las cucarachas que eran, dejándola con el peso de lo quela gente diría.

—Bien, he tenido suficiente. Gracias por no hacerlo difícil, Granger, nuestra amistad se ha terminado.

Hermione intentó darle una bofetada, peor el detuvo su mano en el aire.

—Ya no, ya no estaré aquí para ti Hermione. Tú depreciaste mi amistad y mi cariño, no puedo hacer nada en contra de eso. Ya no significas nada, nada para mí. Ginny, después de todo, tú eres mi novia. Vámonos. —La pelirroja se acercó a él, mientras aún muraba a su amiga con estupefacción.

— ¡Harry!— Gritó, antes de que se fuera. Pero él no la miró. Sabía que eso lo estaba matando, y lo peor de todo es que sabía que Harry, no la quería no después de cómo ella había cambiado las cosas. Odiaba a Bellatrix por haberle desgraciado la vida. La odiaba por hacer que Harry le guardara el más profundo rencor.

En el momento en que Harry y Ginny abandonaban el castillo, se quebró sobre sus rodillas. Ya no tenía sentido el sacrificio que había hecho, Harry ya nunca estaría ahí para ella.

Y en un segundo, los alumnos, sus amigos y cada persona en Hogwarts, que eran las otras piezas del juego de dominó, le temieron pero la miraron sin comprenderla. Si tan solo pudiera explicarles, todo volvería a la normalidad. Pero también sembrarían ese odio y rencor hacia ella. Estaba segura de que Bella se encargaría que de controlarla para ganar su mal trato a base de manipulaciones y malos tratos. Lloró por haberlo perdido todo, y porque el futuro perdería lo que le quedaba.

Hermione Granger era ahora una traidora profesional.

Bien, queridos lectores, hemos vuelto con la historia. Ahora espero la disfruten con los cambios y espero sea de su agrado. Comenten por favor.

Pasen bien y disfruten el fic.