Aquí estoy otra vez, por fin libre de compromisos, al menos momentáneamente. Lo que significa: ¡A escribir! :D. Este es uno de los nuevos, mi primero de este fandom. Solo he leído hasta el libro no. 7 ya que los demás no están oficialmente traducidos así que... Sí. Esto es más un 'final alterno' que otra cosa, además de un intento de poner la mente a trabajar.
Como dice en el sumario será de dos capítulos, ya que si lo ponía todo junto se haría muy largo, y tal vez cansino, además de que... ¡Nah...! Quería agregar suspenso :D.
Entonces... ¡a leer!
Sí, tal y como ella había pedido, todo había vuelto a la 'normalidad'. Solo hacían ya tres semanas desde su llegada a la Corte Celestial tras haber hecho su petición a cambio de los famosos tesoros kitsune. Había llorado toda la mañana siguiente a su larga conversación con Stefan sobre Damon, pero de felicidad. Margaret estaba radiantemente feliz, justo como la recordaba; la pequeña –para su suerte– no tenía el más mínimo recuerdo sobre su "misterioso" encuentro con Elena, cuando ella aún era vampiresa.
Igual la tía Judith y el —supuesto— tío Robert estaban de regreso, tan autoritarios y protectores como siempre. Matt, Meredith, Bonnie y ella habían empezado a cursar en la prestigiosa Dalcrest College. La Universidad quedaba un tanto lejos de Fells Church, pero cada fin de semana volvían para visitar a sus padres, amigos y, claro, novios.
Alaric estaba había vuelto, vivito y coleando, y Meredith estaba feliz luego de largos meses de tempestades y sufrimientos. Stefan había ido con ellos, siempre los acompañaba, pero no estaba en la Universidad, prefería permanecer en la casita que había comprado cerca de la playa, no lejos del centro educativo.
Los niños volvían a ser normales, si es que esa palabra aún existía en Fells Church. La paz era palpable… por ahora.
Pero claro, Fells Church no dejaba de ser un 'punto de reunión', una 'parada de trenes' por donde pasaban todos y cada uno de ellos asiduamente; solo que en vez de trenes eran líneas de energía: miles y miles de ellas. Además aún habían cosas inconclusas y, por lo tanto, por resolver. Eran pocas, pero preocupantes.
No había señales de vida de Tyler, no se sabía que había sido de él: si ya había completado el proceso, si aún no, absolutamente nada; y la única persona que quizá sabría algo y podría ayudar estaba en las mismas condiciones, y eso preocupaba a Elena.
Caroline Forbes.
No la había vuelto a ver desde su regreso… No, en realidad desde hace muchísimo tiempo, quizá desde la reunión que tuvo lugar en el observatorio de la casa de huéspedes con Shinichi y Misao, donde Meredith casi se corta la lengua volviéndose bífida. No se sabía si ya había dado a luz, o mucho menos si estaba viva.
Pero la paz presente era como un bálsamo de agua fría luego de haber pasado meses en el desierto, y la sensación era increíblemente satisfactoria. Shinichi y su –no menos que él– diabólica hermana estaban muertos, al igual que la despreciable anciana quién había estado al mando de todo; Lady Ulma era por fin una feliz madre, era libre y tenía todo lo que podía desear; Teophilia, o mejor dicho, la señora Flowers había recuperado su casa de huéspedes tal y como estaba antes de la masacre de malachs: sin uno solo de ellos adentro; Sage estaba con ella en la tierra, con la excusa de "quedarse hasta saber que Elena estaba bien, en todos los sentidos". Elena entendió perfectamente lo que quiso decir al segundo de haberlo escuchado. Sage se había vuelto muy buen amigo de la muchacha en el tiempo que habían compartido y eso significaba que, a pesar de la excelente condición de la ciudad y la felicidad que albergaba entre sus habitantes y amigos, él sabía intachablemente que Elena no sentía el mismo júbilo que los demás y, claro, conocía de igual manera la razón.
Esa razón tenía un nombre.
Ambos sabían que nada, absolutamente nada sobre la faz de la tierra, ni la Dimensión Oscura, ni ningún otro universo paralelo o no paralelo podría ocupar el profundo abismo que Damon dejó con su partida, y cada día Elena podía sentir como el sentimiento la carcomía sin compasión, haciendo mas notoria su depresión, por más que intentara ocultarla. Tal y como ella había pensado: "No existía un mundo para ella si no existía Damon".
Y Stefan lo sabía.
¡Oh, claro! Stefan se dio cuenta justo en el momento en que Elena se había soltado de sus brazos luchando como una fiera por llegar al cuerpo de su hermano mayor. Además de la manera en que había llorado y gritado tratando de traerlo de vuelta a la 'no vida'… la forma en que le había besado y las cosas que le susurraba mientras lo hacía.
Justo ahí quedó todo, fue como si el Gran Árbol le hubiese caído encima clavando miles de estacas en su corazón, deteniéndolo en menos de un pestañeo. Bonnie lo miraba, desolada y ahí fue cuando Stefan supo que ella también lo sabía, a pesar de encontrar tristeza en su mirada, por alguna razón que él desconocía.
Había sido un completo estúpido. Pensar que al dejar a Elena en la protección de Damon no incluiría ningún acto de sentimentalismo por parte de los dos, ni el riesgo de que algo creciera entre ambos era una completa estupidez. La historia se volvía a repetir y no había terminado precisamente bien. De hecho era un total desastre.
Pero Elena lo necesitaba en este momento más que a lo largo de su larga vida. Aunque ella no se lo dijera él podía darse cuenta y estaba dispuesto a ayudarla y reconfortarla, aunque eso implicara volver al bosque kitsune y dedicarse a recoger los pedazos de su corazón. Necesitaba de su apoyo emocional para superar todas las atrocidades por las que había pasado, incluida la más reciente. Porque la amaba.
Sí, la amaba y la seguiría amando, porque él sabía que en el fondo del corazón de Elena aún estaban las cosas con su nombre, marcadas por los momentos que vivieron juntos, y aquello le daba fuerzas para continuar. Pero igual estaban las de Damon, y no la culpaba.
Por supuesto que no.
Elena necesitaba del apoyo de alguien mientras el estuviese encarcelado en aquella miserable prisión, sin poder hacer nada, y Damon siempre estaba a su lado con los brazos abiertos. Quizás dispuesto a hacer más de lo que él apenas llegaba a tener una vaga idea. Claro que no podía culparla.
Pero a pesar de todo, Damon hacía falta. Inmensa falta, a todos.
...
El porsche frenó bruscamente sobre el asfalto levantando una densa nube de humo y provocando que las personas que les seguían diesen un tosco giro al volante para evitar colapsar. Stefan se dirigió a su acompañante con el ceño notablemente fruncido.
—¿Qué sucede Elena? —Cuestionó el castaño. Ella solo atinó a recostar con suma parsimonia la cabeza nuevamente sobre el cabezal del asiento, con la mirada perdida sobre un punto inexistente en la carretera, justamente como cuando Bonnie entraba en uno de sus trances.
Había gritado de manera ensordecedora al ver un llamativo punto negro dentro de la verde espesura del bosque, pero aquello no justificaba su reciente comportamiento, con el que casi consigue herir a los compañeros que venían detrás.
Claro que no, pero eso no era todo.
El 'punto negro' la miraba… seguía de manera insistente la dirección del automóvil con la mirada fija en ella mientras ella le devolvía extrañada el gesto. Pero para su desgracia e infortunio, justo en el momento en el que se vio obligada a retirar la mirada para advertirle a Stefan, el 'punto' desapareció, de modo que el verde volvió a ser tan verde como siempre.
Y la figura color ónice apareciera en la carretera.
"¿Qué pasa, por qué nos detuvimos así?". Esa era la voz telepática de Sage, quien se había desmontado de su auto —donde venían Bonnie y Meredith— y detenido frente a la ventanilla del conductor.
—No es nada. Solo he visto algo y me he asustado… podemos seguir. —Indicó la rubia, en cambio, en voz alta. Sabía que Sage le escucharía aun a través del cristal.
Ambos hombres le miraron. Stefan resopló un tanto aliviado, volviendo la mirada al frente, pero Sage quien, como siempre, no perdía ningún detalle ni nada daba nada por sentado tan rápidamente, le observaba de manera inquisidora; una mirada que claramente decía "Esto no termina aquí, luego hablamos". Sage regresó al auto y, poniéndolo en marcha, tomó de nuevo el camino.
Lo cierto era que él también lo había visto, perfecta y claramente, recibiendo la misma mirada de vuelta.
Sonrió.
Estaba claro que él final no había sido tan trágico como parecía.
—¡Elenaaa!
De la nada apareció una diminuta mata de pelo rubia corriendo hacia una casi desconcertada Elena, quién la tomó en sus brazos dándole vueltas por los aires y repartiendo sonoros besos por toda su carita.
—¡Hola pequeñina! —Respondió con entusiasmo y una amplia sonrisa en los labios. Se volvió hacia Stefan quien en ese momento cerraba la puerta y caminaba hacia ella con las manos en los bolsillos.
—Hola Stefan… —Susurró tímida la niña mirando al suelo y a sus ojos intercaladamente. No hacía mucho que estos dos se conocían y para la pequeña era un tanto embarazoso.
—¿Qué tal Margaret? —Stefan sonrió divertido.
—Veo que ya llegaron —los presentes se volvieron ante la voz del esposo de Judith, Robert—. ¿Qué tal el viaje?... nada de percances ¿cierto? —. El tono autoritario de su reciente adquirido trabajo como policía se sintió en cada sílaba que pronunciaba.
—Todo tranquilo, no tuvimos ningún problema —Se adelantó Stefan. Elena desvió la mirada—. Un viaje tranquilo.
"Tranquila, no fue nada y no tiene por qué enterarse". El mensaje se escuchó claro en la mente de Elena.
"Gracias" le sonrió. Dejó a la inquieta Margaret en el suelo y subió las escaleras en silencio para luego encerrarse en su habitación.
Stefan suspiró.
—Ha estado muy cansada últimamente. —Explicó Stefan ante la irónica mirada del tío de Elena.
—Entiendo —se sinceró—; estaré en la cocina con Judith si necesitan algo.
—Gracias.
...
La cabeza le estallaba.
Necesitaba de urgencia uno de los relajantes baños de la señora Flowers, pero ya no le quedaba ninguna de sus especias, plantas mágicas o como sea que se llamasen. Al menos podría intentar dormir un rato, hasta la mañana siguiente. O la que seguía.
Tomó una manta del closet y la tendió con desgana sobre la cama, caminó hacia el tocador y se divisó en el espejo. Se estudió curiosa…. Las ojeras comenzaban a marcarse y una casi imperceptible cicatriz atravesaba su ceja derecha. La tocó. Era el resultado de la pelea con aquel árbol maldito, cuando una de sus ramas la alcanzó mientras este intentaba aplacar el poder de sus Alas de Destrucción. Aún le dolía un poco cuando la tocaba, cosa que no era normal, teniendo en cuenta que no era del todo humana: lo único que había perdido era sus alas.
Retiró la mano de su rostro y la dejó sobre el buró. Repentinamente algo suave envolvió sus dedos. Ahogó un resuello y dirigió la mirada hacia abajo. Era una pluma. Una pluma negra… ¡negra! Su corazón dio un tumbo dentro de su pecho.
Por todos los Dioses…
Damon.
Sonrió con júbilo y nerviosismo y tomó la pluma entre sus dedos, dejando al descubierto dos únicas palabras escrita con pulcra y notable ortografía, parecida casi al pendolismo, sobre un sofisticado pedazo de papel blanco hueso del cual no se había percatado antes. Aquello la estremeció.
'Te extraño'
Volvió a sonreír con la nota en los labios, hasta que algo hizo que arrugara la nariz en señal de desagrado. La nota olía a cenizas, a papel quemado. Frunció el ceño y miró detenidamente el papel, dándole varias vueltas. Ahora estaba totalmente en blanco en ambas caras. "Que extraño". De improvisto empezaron a aparecer letras, o mejor dicho, garabatos incomprensibles. Palabras incompletas, como si alguien estuviese intentando arrancar el bolígrafo de la mano del redactor. Lo único que se divisaba era:
'sty m rca dl ees lvre t ld… t mo.'
Cuando comenzó a leer en voz alta, el hedor a ceniza se intensificó y la nota empezó a deshacerse entre sus dedos; la ceniza manchó sus dedos a pesar de que el color del papel no cambiara.
No podría leer el mensaje… y la pluma también había desaparecido.
—¡No! —Exclamó desesperada— ¡Por favor… no!
Elena…
Las cenizas se desperdigaban sobre el taburete mientras ella intentaba en vano que no escaparan con el viento.
—¡Damon…! —De su garganta no salía sonido alguno.
Elena…
Miró a su alrededor en busca de alguna presencia a parte de la suya en la habitación, pero no encontró nada más que la mullida cama con las sábanas revueltas y la ventana abierta. Una lágrima silenciosa se deslizó por su rostro mientras lo cubría con sus manos.
—¡Hey! Elena, todo está bien… solo fue una pesadilla, tranquila. —Aquella no era precisamente la voz que estaba deseando escuchar, ni los brazos por los cuales quería ser rodeada. Stefan la aferraba a su cuerpo tratando de traerla a la realidad, solo que aquello era lo último que deseaba en el mundo, pues en la realidad Damon no estaba con ella.
—Stefan… —su voz sonaba pastosa— Stefan, creo que… —aquellos hermosos ojos color bosque que tanto le gustaban la miraron fijamente, incitándola a continuar, pero el tono de su voz fue decayendo hasta convertirse en un susurro—. Creo que Damon está vivo.
Stefan inmediatamente desvió la mirada y se puso tan tenso como una cuerda. Ella lo notó al instante.
—Elena, ya hemos hablado sobre ello, ¿no?
Aquí vamos de nuevo.
—Stefan, si, ya sé. Sé lo que piensas perfectamente sobre sobrellevar lo de la muerte de Damon y todo eso, pero… Stefan mírame por favor. Estoy segura de que el sueño que acabo de tener no fue solamente eso. Damon está por ahí vagando, tratando de comunicarse con nosotros y-
—¡Elena, por favor! —La aludida se sobresaltó. Pudo ver que los ojos de Stefan estallaban en algo más que ira; estaba colérico.
Se acercó a ella con paso amenazador y levantó el dedo índice de su mano derecha, como queriendo recalcar algo o restregárselo en la cara. Abrió la boca sin que ninguna palabra saliera de ella, bufó, gruñó de impotencia y pasó las manos por su cabello, visiblemente desesperado.
—No voy a ser parte de esto Elena. Ya no lo soporto. —mientras articulaba cada palabra sus pies lo obligaban a caminar por toda la estancia, hecho una furia, hasta que finalmente se dirigió a la puerta.
"Damon está muerto Elena, no nos queda nada por hacer. Acéptalo"
Una bofetada le hubiese dolido menos que aquellas palabras. Elena, en ese justo instante, deseó con todas sus fuerzas romper la conexión mental que tenía con Stefan, sacarlo de su mente por uno o dos días, olvidarse de él, evitar que sus desalentadores pensamientos se instalaran en su cabeza.
Y así fue.
Ambos pudieron sentir como la conexión entre ellos, aquella unión que habían forjado durante el tiempo que habían compartido juntos, se convertía en una fina línea hasta desaparecer por completo.
"¿Elena… ¡¿Elena?"
Nada, ni el más leve sonido.
Sin pensarlo más de una vez Elena saltó por la ventana de su habitación, dejándole lo demás a los poderes 'fantasmales' que todavía le quedaban.
Yup, hasta aquí se queda. Necesito saber su opinión, y ya que todo está más 'modernizado' por aquí, no cuesta tanto :D. Espero sus comentarios, y nos vemos en par de días. Se cuidan.
-NeloNath.
