Disclaimer: Tonari no Kaibutsu-kun y sus personajes correspondientes no me pertenecen.
"Actuar sin saber te lleva directamente hacia el precipicio" –Ray D. Bradbury
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Esfuerzo constante, rechazo frecuente
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Natsume es la única amiga que he tenido. Aparentemente, y tratándose de mí, que ella se me hubiese acercado es un acontecimiento trascendental en mi vida. Un veloz golpe que quebrantó la solidez de mi rutina.
Aunque no lo pareciera, a Natsume nunca le importó demasiado nuestros errores. No mostró estar en desacuerdo cuando defendíamos lo que queríamos, tampoco cuando discrepábamos con sus proposiciones. Hasta parecía comprender. Claramente no quería importunar y, teniendo en cuenta todo lo que puedo soportar, que ella me soportase a mí es un milagro.
Por otro lado, y tratándose de una persona empática, carente de ánimos de ofender y sensible a cada partícula que la rodea, me sorprende que nunca haya reparado en que aborrezco el apodo que me ha dado. Sin embargo, llegué a la conclusión de que ignora tal hecho. Pienso que le divierte.
Reconozco que no he tenido la paciencia suficiente para tratarla, y no es algo de lo que esté orgullosa. De hecho, varias tardes recapacité en lo que quizá ella llegara a necesitar de mí como su catalogada mejor amiga, al ser tantas las veces en que se ofrece para ser de ayuda. Fue esa la razón de que cuando llamó aquella vez, cerca de las dos de la mañana, contesté el teléfono más preocupada que enfadada.
Escuché que jadeó del otro lado de la línea, estaba extremadamente agitada y supuse, a pesar del sueño que tenía, que estaría llorando.
— ¡Mitty…!
Estaba en lo correcto. Nuevamente sus fuertes emociones se apretujaron en su pequeño y débil cuerpo. Sollozó pidiendo disculpas reiteradas veces mientras yo intentaba pacientemente tranquilizarla con palabras de ánimo.
En lo que costó que recobrara el aliento, y anticipándome yo otro futuro llanto, ella habló.
— Me siento estúpida —contuve el sarcasmo que luchaba por escapar de mis labios—. No sé cómo explicarte.
— Natsume, yo soy tu amiga —dije calmada—. Puedes decirme lo que desees.
Vacilé luego de hablar, mas el aprecio que siento por Natsume me animó a mantener convicción.
Su llanto reapareció y me contó lo que había sucedido el día de ayer. Yo esperé sinceramente que todo fuese una mentira, pero viendo los ánimos de Natsume y su quebrada autoestima después del supuesto rechazo que había recibido, mi mente se concentró y el sueño pasó a ser cosa del pasado.
— No puede ser —susurré pasmada—, ¡pero qué hiciste…!
-o-
Explicar cómo todo terminó de la manera en que lo hizo será la tarea más ardua que jamás he llevado a cabo. No puedo entender cómo es que estos problemas logran tener mayor complejidad que los exámenes de la universidad, pero así es.
En la mañana de año nuevo, luego de que Natsume le dijese a Mitsuyoshi que estaba interesada en él, y luego de que éste no respondiese a su confesión implícita, ella salió de su vista. Bajó la azotea y se marchó sin previo aviso. Sin embargo, aquella ocasión, ignorando el rechazo, no fue la última vez en que Natsume intentara ser más clara en cuanto a sus sentimientos. Y relatar cómo sus encuentros con el primo de Haru fueron será mi tarea al ser la única conocedora del acontecimiento por boca de quien los engendró.
Ella había hecho, según ella misma, hasta lo imposible para captar la atención del mayor. Sin embargo, no creía recibir los resultados deseados y hasta llegó a especular que Mitsuyoshi ignoraba el hecho intencionalmente; Lo había ido a visitar, luego de que le diese nombre a sus sentimientos aquella mañana en la escuela, y había intentado ser lo más clara posible en cuanto a lo que sentía. Lo dicho había revelado que Mitsuyoshi estaba ajeno a lo que realmente sucedía en el corazón de Natsume.
La siguiente vez en que se encontraron, Mitsuyoshi, por alguna razón desconocida para mí, había tomado la decisión de rechazar a mi amiga. Él le pidió que tomaran el camino más largo, y ante la confusión de mi amiga, y varias suposiciones apresuradas y erróneas por parte de ella, Mitsuyoshi le dijo lo que ella no esperaba. ¿La reacción? Ella lloró, lloró y lloró mucho.
Yo la consolé.
Gracias a Sasayan y Haru, y con el paso del tiempo, había logrado tratar más naturalmente a Mitsuyoshi, pero el transcurrir de los días no fue suficiente para la poderosa emoción que la acorralaba. Los días pasaron, y cada vez que veía el rostro del gerente de la tienda, su corazón le recordaba de lo poderoso de las emociones.
Al día siguiente, cuando nos encontramos, Natsume me contó lo que yo no había podido notar en los días anteriores. Me dijo que la primera vez había ido a ver a Mitsuyoshi al local, que éste la había tratado con la misma amabilidad de siempre, pero que ella no había podido hacerlo.
Hablaron por un momento breve y de repente, sin ningún aviso, Natsume soltó un sollozo frente a Mitsuyoshi. Así había obtenido su completa atención.
— ¡No puedo fingir más! —habiéndolo gritado, dejó caer su bolso y las cosas que en él traía. Bajó las escaleras corriendo y desapareció de la vista del mayor.
En la tarde, Mitsuyoshi había intentado comunicarse con Natsume, sin lograr ningún resultado, puesto que su teléfono celular estaba en el bolso olvidado. Había contactado a Haru luego de eso, pero aparentemente Haru no conocía dónde Natsume residía. Entonces habló con Sasayan, quien tenía más información de la que Mitsuyoshi imaginaba, pero le ayudó a encontrarla.
Supuestamente, cada día, luego de la hora del almuerzo, Natsume se conectaba a internet y publicaba cosas desconocidas para mí en su blog. Fue fácil encontrarla teniendo eso en cuenta. Sasayan pidió a Mitsuyoshi ver el bolso de mi amiga, y el mayor se lo entregó luego de pensarlo bastante. Lleno de curiosidad, Sasayan revisó sin ningún miramiento el contenido del celular. Ninguna sorpresa se llevó al ver en las fotografías la imagen repetida del hombre que se encontraba junto a él.
— Maldición… —murmuró descontento.
Ambos muchachos se pusieron de acuerdo y marcharon en rumbo al hogar de mi amiga.
Sasayan tocó la puerta al llegar. Al llamar la atención en el hogar, los recibió un hombre un tanto mayor sorprendido por la aparición de los muchachos. Ellos sonrieron un poco nerviosos frente a la mirada cautelosa del hombre.
— Buenos días —dijo de repente Sasayan—. Mi nombre es Sasahara y soy amigo de Natsume, ¿ella se encuentra?
El hombre había dudado por un momento, pero luego fue en busca de su hija, dejando la puerta abierta. Por el espacio que daba el pasillo, ambos, Sasayan y Mitsuyoshi, pudieron ver cómo Natsume se acercaba cabizbaja. Al llegar al umbral, mi amiga levantó la cabeza, pero cuál no sería su impresión al ver a Mitsuyoshi allí.
Su rostro enrojeció gravemente, y dando un portazo se escondió tras la puerta.
— ¡Váyanse, por favor! —en su voz, podían notar la vibración de un llanto.
— ¡Natsume, sólo queremos hablar! —exclamó Sasayan pareciendo perder la paciencia.
— ¡No hay nada de qué hablar! ¡Ahora váyanse! —sollozó—, ¡Por favor…!
— ¡No seas infantil, estamos preocupados por ti…! —Mitsuyoshi detuvo a Sasayan antes de que golpease la puerta con su puño. Sasayan lo vio, pero el mayor no expresó nada.
— Natsume —mencionó acercándose a la puerta—, por favor abre la puerta. Tenemos el bolso que dejaste en la tienda.
— Micchan —suspiró.
De repente, pudieron escuchar una conversación dentro de la casa. Se intrigaron al no poder entender lo que decían, pero reconocieron que se trataba de mi amiga con su padre. Pasados unos minutos, la puerta se abrió. Su padre cruzó el umbral y pasó por al lado de Mitsuyoshi y Sasayan.
— Iré a comprar lo que falta para la cena —dijo ya estando fuera—. No dejes afuera a tus amigos, está frío —ambos dirigieron su mirada hacia Natsume, quien se negaba a levantar la cabeza.
— Sí, papá —ella murmuró.
Entonces ingresó y los demás también lo hicieron un poco más pausados.
Natsume se dirigió a la sala, seguida de los muchachos que tímidamente entraban al hogar intentando ensuciar lo menos posible. Llegaron a la sala y se encontraron con Natsume sentada en un sofá tomando sus piernas y escondiendo su cabeza entre sus rodillas.
— Natsume —Sasayan calmó su tono—, lamento levantar la voz. Es que estoy preocupado y…
— Si lo que quieren es darme mi bolso, pueden dejarlo ahí —interrumpió señalando frente a ella.
Mitsuyoshi intercambio una mirada confusa con Sasayan, pero luego decidieron que lo mejor sería hacer lo que la muchacha pedía.
El mayor le quitó el bolso a Sasayan y se acercó a mi amiga, sin llegar a ser visto por ella. Colocó el bolso en la mesa frente al sofá y permaneció de pie frente a Natsume. Acercó su mano a ella y acarició su mano, generando una reacción eléctrica en Natsume, quien se apartó muy impresionada.
— ¡Ah, Micchan…! —balbuceó nerviosa por sus fuertes palpitaciones.
— Natsume —Mitsuyoshi no se inmutó—, permíteme hablar contigo.
Mi amiga lo vio emocionada, y asintió sin darse cuenta. Al pedirle privacidad, Natsume, completamente nerviosa, lo guio a su habitación, que era la más cercana a la sala. Al notarlo, Mitsuyoshi dejó la puerta abierta.
Que esto no se salga de control, por favor…
— No suelo entrar en la habitación de niñas de preparatoria, sabes…
Rompió el silencio un tanto nervioso. Al ver a Natsume sentada en su cama, tomó una silla que estaba frente a un ordenador y la colocó frente a la muchacha. Esto la obligó a levantar la cabeza. Mitsuyoshi le sonrió pero mi amiga no podía simular estar feliz.
— Natsume —carraspeo buscando palabras—, tú entiendes que me preocupa cómo te sientes, ¿verdad? —ella asintió cabizbaja—. Es doloroso para tus seres queridos ver cómo te lastimas; Sasayan ha estado muy angustiado por ti y yo…
— ¿Y tú qué? —ella lo desafió.
— Yo no quiero que sufras.
Se vieron a los ojos por unos instantes que incomodaron a ambos. Natsume bajó la cabeza al no sentirse capaz de aguantarle la mirada. Mitsuyoshi sonrió al notar su rubor, pero luego se maldijo por hacerlo.
El primo de Haru divagó nervioso, dando un vistazo a la habitación, que esperaba ver más femenina de lo que estaba. Observó la computadora aún encendida en estado de suspensión, vio las ventanas cubiertas por las cortinas, las cuales no permitían el ingreso de la luz solar, dando a la habitación una imagen obscura que era ligeramente iluminada por la pantalla de la computadora y por la luz que ingresaba por el pasillo.
Algo llamó su atención en la habitación, y levantándose se acercó a un mueble a un costado de la sala. Allí tomó la única fotografía del lugar, recordó el acontecimiento apenas pudo apreciar mejor la imagen. Era de la primera vez en que nos había enseñado a pescar.
Cuando Haru comenzaba a hacer amigos…
Vio en la fotografía la sonrisa de todos, sonrió al ver cómo Haru me abrazaba totalmente feliz, con mi consentimiento. Vio la sonrisa amplia de Sasayan y de Natsume, pero al momento de divisar su rostro, algo lo alarmó. Notó que el objetivo de su mirada, que se encontraba levemente escondida detrás de los lentes de sol, no era precisamente la cámara de fotografías, sino que se dirigía hacia el cuerpo de Natsume, que era adornado por su traje de baño.
¡Maldición, no puede ser…!
— Me dio la impresión de que me veías en esa foto —dijo en voz baja Natsume.
— ¡¿Qué…?!
— Por eso la imprimí —susurró eso último—. Aunque supongo que habrá sido mi imaginación.
— Eso espero —intentó sonar divertido y Natsume sonrió un poco.
— Micchan —él la observó—, ¿tú tuviste novia?
— ¿Ah? ¿Y esa pregunta?
— Escuché a Haru decir que tuviste novia y que no te fue muy bien.
— Pues, verás… no es algo de lo que me guste hablar mucho —dijo tomando su nuca y riendo nervioso.
— Lo siento, no quise molestarte —metió su cabeza entre sus piernas—. Sólo quería saber más de ti.
— No hay necesidad de eso —Natsume lo observó curiosa—, no sacarías mucho provecho con conocerme mejor. Al hacerlo, sólo lograría disgustarte —mi amiga frunció el entrecejo—. Termino siendo ese tipo que conoces que al final se vuelve un idiota. Hice enfadar a muchas personas por mi forma de ser. Hasta Haru me golpeó muy fuerte por haber hecho una estupidez hace poco. Después de todo, no a muchos les agrado…
— ¡Pero tú me gustas, tú me gustas mucho! —Mitsuyoshi guardó silencio. Se deleitó en el fuerte rubor que cubría el rostro de Natsume, mas no llegó a decir no hacer nada más que eso.
Bajó la mirada, y con eso logró herir a Natsume. Ella tomó su cabeza recriminándose e intentó golpearse, pero la voz de Mitsuyoshi la detuvo.
— Si puedo serte sincero, es un halago que sientas eso por mí —Natsume se impresionó de ver al muchacho un tanto avergonzado—. Me siento afortunado de haberte conocido, y que una chica tan bonita y especial como tú pueda fijarse en alguien como yo —Natsume explotó en rubor—, y sé que me odiaré por lo que voy a decir, pero… no puedo corresponderte, Natsume —instantáneamente, la sonrisa que se formó en su rostro desapareció—. Pero sé que no tendrás ningún problema en conocer a alguien más que sí pueda…
— ¿Es por la diferencia de edad? —lo interrumpió un tanto efusiva.
— ¿Qué? —Mitsuyoshi se confundió.
— ¿Que si es por la diferencia de edad? —el muchacho se puso serio.
— Natsume, no puedo.
— ¡¿Por qué?! Ya te dije que la edad no siempre será un inconveniente, en realidad…
— No puedo permitirlo —la seriedad que emanaba impresionó a mi amiga—. Por favor, no insistas.
Natsume guardó silencio. Vio a Mitsuyoshi bajar su cabeza, y se maldijo en silencio por su propia impetuosidad.
Contuvo el mohín de disgusto hasta que el llanto la obligó a soltar el apriete en su garganta. Rápidamente, su rostro estaba cubierto de lágrimas.
— ¡Lo siento…! —Mitsuyoshi levantó la cabeza precipitado—, ¡Todo esto es mi culpa!
— ¡Natsume, no! Te equivocas, esto no es por ti…
— ¡Sí es mi culpa! ¡Me siento egoísta por querer disfrutar de este sentimiento… cuando en realidad sólo te traigo problemas! —tapó su rostro con ambas manos—, ¡Todo sería mejor si tan solo no me hubiese enamorado de ti…! —Mitsuyoshi quedó atónito—, y lo peor de todo es que no estoy dispuesta a olvidarte.
Murmurado lo último, cayó en llanto, echando su rostro sobre sus piernas, y dejando al primo de Haru en aprietos. Confuso y bastante preocupado, miró hacia los lados esperando no haber llamado la atención de nadie. Pero estaba seguro de que Sasayan sacaba sus conclusiones, no obstante, por alguna razón desconocida para el mayor, el otro muchacho no se había asomado a pesar del escándalo.
Sintiendo seguridad en cuanto al asunto, y buscando calmar a la bella muchacha frente a él, Mitsuyoshi acercó su silla hasta quedar completamente frente a Natsume. Colocó su mano en la cabeza de la muchacha y acarició su suave cabello. Se mantuvo así hasta que el llanto disminuyó. Cuando vio que conseguía cierta calma, decidió hablar.
— No te preocupes demasiado, ¿sí? —Natsume contenía los sollozos—. Yo también lamento todo esto. Y siendo sincero, me alegra que no quieras olvidarme.
Cuando Natsume levantó la cabeza, presa por la ansiedad y la emoción por haber oído lo último, se vio frente a Mitsuyoshi sonriendo tiernamente. Contuvo tanto el aliento como el frenético deseo de echarse a sus brazos.
Sintió cómo el estrangulamiento en su garganta menguaba, cómo la saliva volvía a transitar sin lastimarle y cómo sus ojos dejaban de arderle por la segregación de lágrimas. Volvió a sentir paz, mas eso no fue todo, sintió una emoción tan profunda que no fue capaz de darle tiempo a su cuerpo a acostumbrarse a ella. Sintió una descarga de energía que la manipuló a tal grado que cuando quiso recapacitar en lo que estaba haciendo, se dio cuenta de que se acercaba peligrosamente a los labios de Mitsuyoshi. Y estando a escasos centímetros de distancia, los furiosos latidos de su corazón le hicieron sentir viva.
— Oigan, ¿se encuentran bien…?
Notas: Se me vino a la mente esta historia hace unos días. Si no cambio de idea, sería un FF corto de seis capítulos. Espero que lo disfruten y que les haya gustado. ¡Denle una oportunidad!
