Bueno, aquí vuelvo con esta nueva historia (Hasta nueva sección y todo) ¡Chicas, no me maten ni sean duras conmigo! Es mi primer fic EdwardxBella así que pido un poquito de paciencia. Espero les guste este primer capítulo.

Disclaimer: Los personajes de Crepúsculo no me pertenecen, son de Stephanie Meyer.

Aunque no me molestaría robarme a Jacob un día, o tal vez un mes.

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Romance de Quinceañera.

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Ella.

Inglaterra, 1786.

En un barrio de alta clase, en una enorme casa pintada de color ladrillo con un jardín monumental y varios autos estacionados, está una familia de cuatro integrantes reunidos en el salón, con una chimenea como acompañante y sentados en grandes butacas de cuero.

Dos mujeres se encuentran en la más amplia, mientras otra está de pie y el hombre sentado frente a ellas, con cara seria y mirada implacable.

-Isabella.- pronuncia por fin el impasible hombre.

La susodicha, una chica de llamativos ojos color chocolate y cabello marrón perfectamente recogido en una impecable trenza que descansa sobre el hombro derecho de su vestido color marfil, alza la vista y lo mira directo a los ojos.

-¿Si, padre?-

Charlie Swan, un doctor acaudalado, estricto y exigente con sus hermosas hijas. Para él la imagen ante la sociedad lo es todo, quizá más de lo que muchas personas considerarían sano.

-Pronto cumplirás quince años.-

Bella se sorprendió un poco por la afirmación, ya que siempre tenía que recordárselo un día antes.

-Así es, padre.-

Tanto ella como su hermana Rosalie, y su madre Renné carecían de decisiones propias bajo ese techo, su padre tenía que aprobar todo lo que ellas hacían o decían. Por lo menos hasta que ella y Rose contrajeran matrimonio y se marcharan de la casa.

Rosalie era una rubia muy hermosa, había escuchado decir a algunos caballeros que era "despampanante" aunque no supiera muy bien su significado. Su cuerpo estaba bien formado y tenía estudios de matemática y física avanzados, todo un prodigio.

Isabella, una castaña de ojos chocolates inocentes y atrevidos a la vez. Gracias a su carácter indomable y su fuerza de voluntad, a pesar de tener solo 14 años, estaba estudiando literatura y arte, lo cual su padre consideraba una pérdida de tiempo. Sus facciones aniñadas contrastaban con sus expresiones rebeldes. La biblioteca de su casa le había servido de fuente de información para conocer el mundo que la rodeaba.

-Haremos una fiesta en tu honor, para celebrar tu cumpleaños y así de paso, dar a conocer tu mano a los jóvenes interesados.- sentenció con una voz que no dejaba el derecho a quejarse.

Isabella sabía que esto tarde o temprano pasaría, pero ella no deseaba casarse. Ella deseaba recorrer el mundo en busca de inspiración para sus novelas y sus pinturas, quería ser libre y escoger a un hombre que amara y que la amaran. En pocas palabras, quería hacer todo lo que su padre le prohibía.

-Muchas gracias padre.-

El hombre le dedicó una pequeña sonrisa la cual devolvió tímidamente. Miró a su hermana y ésta tomó su mano, luego miró a su madre y también le sonreía, todo era cuestión de esperar.

-Pueden retirarse.- habló el hombre.

Sin más dilaciones, las dos hermanas salieron tranquilamente dejando a su madre junto con Charlie en el salón. Se dirigieron a los aposentos de Rose y al llegar emitieron un pequeño grito de emoción.

-¡Oh Dios mío Bella!- chilló Rose -¡Tendrás tu fiesta y conocerás varios chicos guapos! Solo asegúrate de que tu futuro esposo sea un conde…- bromeó apuntándola con el dedo.

-Rose, ya sabes que no me dejo llevar por la posición social.- suspiró y se sentó en el pequeño banco del tocador. –Solo quiero que alguien me ame y yo amar a alguien.-

Rosalie sabía a lo que se refería, ella misma tenía un amor prohibido, su padre mataría al susodicho de saber quien era.

-Sé como te sientes, pequeña.- dijo un poco triste. –Solo trata de no sufrir por alguien que no puedas tener.-

Bella al ver una lágrima rodar por la blanca mejilla de su hermana, se apresuró a limpiarla y sentarse a su lado en la cama.

Tomó sus manos enfundadas en los guantes blancos y levantó la cara de Rosalie con su otra mano.

-No llores, por favor. Sabes que odio verte llorar, te prometo que solucionaremos todo para que Emmet y tú estén juntos por siempre y me den muchos, muchos sobrinitos.- dijo con tono juguetón.

Rose se sonrojó y golpeó levemente su hombro.

-¡Tonta! Como papá te oiga hablando así te deshereda.-

Bella se encogió de hombros y pronunció con la mayor tranquilidad del mundo.

-El dinero no lo es todo.-

Isabella sabía mucho, de muchos temas… Le podías preguntar cuales eran sus poemas favoritos y te los enumeraba, sus autores favoritos y los ordenaba en orden alfabético, el tema más atrevido que halla visto… Definitivamente el sexo, a veces en la soledad de su habitación, deseaba vivir en una época donde todos eran más liberales, donde hablar de sexo no fuese un tabú. Donde las mujeres podían tener su opinión y ser respetadas. Donde tuviera poder de elección para contraer matrimonio con quien ella quisiera. Pero era solo eso, un deseo que se perdía entre las páginas secas de sus libros.

Despidió a su hermana y se fue hasta sus aposentos a leer un poco.

Al entrar soltó un gran suspiro de resignación y se puso a pensar que si su padre a quería ver casada con un buen hombre, sería con un Lord, ahora… ¿Ella conocía a alguno?, solo se le venía a la mente el viejo Lord James Godierme y no creía que Charlie fuera capaz de obligarla a casarse con ese hombre asqueroso.

Un estremecimiento la recorrió y decidió olvidar ese tema para después, ahora la esperaba un mundo lleno de aventura, romances perfectos y emoción.

Acostada en su mullida cama, cogió su libro entre sus manos y se sumergió en esa maravillosa fantasía... Un poco después sus orbes chocolates estaban escondidos tras sus párpados blancos, vencida por el sueño, Isabella durmió plácidamente.

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¿Y bien, que les pareció?

Déjenme saber si les gustó por un Review.

Próximo capítulo: Él.