Aprovechando de que un pariente mío no usaba su maquina de escribir, decidí usarla yo para entretenerme un poco. Y justamente me inspiré demasiado, y surgió el siguiente Fanfiction. Léanlo, y espero que lo disfruten como lo disfruté yo…
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CAPITULO UNO:
1.1: En algún lado de Station Square:
El sol estaba lanzando sus mejores rayos desde lo más alto del cielo, y los pajarillos cantaban gozosamente, dándole al ambiente un toque alegre y risueño que era capaz de hacer sonreír hasta al más amargado sobre la faz del planeta. Justo en esos momentos alguien caminaba por uno de los tantos callejones del futuro Station Square con calma y sin apresuramientos. Se trataba de un erizo color plata en cuya cara se formaba un gesto de tranquilidad extrema, como el de un monje ermitaño en plena meditación. En una de sus manos llevaba una especie de pequeño estuche color púrpura, y de la otra llevaba lo que parecía ser… ¿Una delicada rosa? De verdad, esa hermosa flor contrastaba con la apariencia de ese singular erizo, y ahora este andaba ocupado oliendo su deliciosa fragancia mientras cerraba los ojos complacido.
-Espero que ella le guste-dijo el chico al mismo tiempo que veía el diminuto estuche que sostenía a su diestra. Se desconocía sobre su contenido, pero seguramente era algo de gran valor, pues el erizo lo cargaba con extremo cuidado, escondiéndolo para que ningún ladrón se lo arrebatara.
Siguió con su camino, hasta llegar a una carretera por donde transitaba un sinfín de autos futuristas de distinta marcas. Vio a su alrededor, caminó a la esquina más cercana, y esperó a que la luz se pusiera en verde junto a los demás peatones que aguardaban allí. Podía irse con más rapidez hacia su destino utilizando sus poderes sobrenaturales, pero detestaba eso, pues no quería que nadie se diera cuenta de los dotes extraordinarios que la naturaleza le había otorgado al nacer. Además, prefería tomarlo todo con calma, y más en esos momentos, pues llevaba más de media hora de adelanto al respecto de lo que había acordado con su cita.
-Eh, disculpe-le dijo a un señor que estaba cerca de él para cerciorarse de esto último-¿Qué hora tiene?
-Déjeme ver-le contestó el buen hombre mientras sacaba a luz su reloj de bolsillo. Luego vio la posición de las manecillas, y finalmente contestó-Son las cuatro y media, joven…
"Perfecto" pensó el erizo, e inmediatamente agradeció tal muestra de cortesía. Después cruzó la calle cuando se le indicó que era permitido, y se dirigió con el mismo paso de siempre hacia otro callejón, pues sabía sobre otro atajo para llegar sin demora hacia su destino.
-¿Como estas?-dijo de pronto, sin previo aviso. Eso era incomprensible si no se explicara que ahora él andaba practicando la forma en que saludaría a su amiga. Luego se dijo a sí mismo un "Muy bien gracias, ¿Y tú?" para después responderse en una extraña conversación "¡De maravilla! como nunca"
¿Y por qué hacia toda esto? Pues ha de saberse de que este erizo se sentía un poco nervioso cada vez que la persona que le gustaba se le acercaba. Experimentaba un repentino cambio de sensaciones, y había veces en que quería decir mucho con pocas palabras, lo cual, por lógica, era imposible. Sin embargo, esta vez todo iba a ser diferente, ya que había decidido que sus poderes lo ayudarían en todos los planes que iba a llevar a cabo ese día. Tal vez haría una entrada fascinante, capaz de dejar boquiabierto a cualquiera, o simplemente se limitaría a utilizarlos para impresionar un poco a su pareja. Cualquiera de las dos opciones anteriores era válida.
Tras caminar cinco minutos por las calles de la ciudad, llegó por fin al sitio en donde su cita y él habían acordado encontrarse. Se trataba de un enorme parque en donde un sinnúmero de niños de distintas edades jugaban alegremente, y varias parejas de novios compartían un rato entre sí. El chico vio a estos últimos con interés, y sin querer, se imaginó sentado junto a su amiga con las manos entrelazadas. "Es un sueño difícil" pensó decidido, poniendo una cara de convicción "Pero no imposible de realizar" Enseguida se sentó en una de las tantas bancas instaladas allí, y puso el preciado estuche púrpura a su lado. Luego, con un leve movimiento de ojos, hizo que este empezara a levantarse lentamente, y quedara flotando en el aire, como si tuviera aeropropulsores invisibles.
-Veamos-se dijo, examinando su entorno-¿Dónde te pondré?
Después de meditarlo un poco, decidió esconderlo en un arbusto cercano, para que cuando su amiga llegara y se sentara a su lado, pudiera hacerlo levitar de nuevo y mostrárselo así a ella, suspendido por falta de gravedad. Eso de seguro la impresionaría, y le daría un buen comienzo a su cita, además de hacer más interesante el encuentro.
"Perfecto" volvió a repetirse a sí mismo, halagado por su excesiva creatividad. Luego se acomodó lo mejor que pudo en su asiento, y se dedicó a seguir oliendo placenteramente de la rosa que llevaba en la mano. Pasaron unos cuantos minutos, antes de que una voz a sus espaldas le pusiera los pelos de punta.
-¡Silver!-le dijo alguien a quemarropa, mientras oía como una serie de pasos se le acercaban-¿eres tú?
El erizo quedó un rato como pasmado, pero giró la cabeza y se dio cuenta de que por fin su cita había llegado. La reconoció enseguida, y se paró como un soldado que había recibido una orden.
-Ehhh… ¡Hola!-saludó un poco exaltado por tremenda sorpresa que le habían dado.
-Hola-le saludó una voz atractiva y femenina. Silver la vio de pies a cabeza, y pensó que se encontraba enfrente de la persona equivocada, pues ella llevaba un vestido que casi nunca la había visto usar. Se veía preciosa, y decidió que ahora era el momento de entregarle la rosa que tanto había cuidado en el camino.
-¿Te encuentras bien?-le preguntó la misma voz aterciopelada que le había saludado-Te miro un poco nervioso…
-Si, estoy bien-se apresuró a responder Silver haciendo un nudo al corazón-Es que no me esperaba que vinieras tan temprano…
-Si, disculpa, pero no pude seguir esperando mas…-le comentó su cita esbozando una agradable sonrisa que hacia juego con el resto de su físico.
-¿En serio?-preguntó el erizo complacido al oír tal afirmación. Sin querer apretó el tallo de la rosa que llevaba en la mano, y tal fue su mala suerte, que se puyó un dedo y se sacó sangre.
-¡Oh, rayos!-exclamó adolorido, sin poder contenerse ante la presencia de su amada.
-¿Qué paso, Silver?-preguntó ella al percatarse de tan repentina reacción.
-¡Nada! Es que solo me rasguñé un dedo. No es nada importante…
-Veamos…
La chica le agarró confiadamente por la mano (lo cual le hizo sonrojarse un poco) y se la levantó para ver mejor el dedo herido. Al percatarse de que una gota de sangre manaba de él, su amiga se lo limpió, y sin previo aviso, hizo algo que provocó que Silver volviera a gemir del dolor. Había sentido una punzante sensación, como si le hubieran puesto una braza al rojo vivo en el área afectada.
-¡No fue para tanto, no te quejes!-le dijo ella al ver este pequeño drama.
-No, es que… ¿Qué has hecho?
-Te cautericé la herida. Así dejara de sangrar…
-Oh, gracias…-agradeció no muy convencido Silver. Sin embargo, recordó lo que planeaba hacer en esos precisos instantes, y le extendió a su pareja la tan delicada rosa que había reservado exclusivamente para ella. Sabía muy bien que su amiga no era muy dada a esas cursilerías, pero pensó que ese modesto regalo no le hacía mal a nadie, por lo que decidió probar suerte.
-¡Oh gracias, Silver!-le respondió para su sorpresa la chica sonriendo al mismo tiempo que recibía el obsequio. Después se lo llevó a la nariz, y comenzó a oler la rosa mientras cerraba los ojos, tal como había hecho el erizo plateado tiempo atrás. Este, por su parte, la vio en tal trance, y se sintió admirado por la belleza de su amor platónico. "Tú siempre eres así" pensó tratando de sonreír por lo bajo, al mismo tiempo que veía como ella seguía aspirando el grácil perfume de la flor "Tan encantadora" No obstante, recuperó la seriedad cuando se percató de que su acompañante volvía a verlo complacida.
-Esta linda-comentó finalmente la chica, seguramente para hacerle notar lo precioso que era su obsequio. El erizo plateado simplemente se s sonrojó, y le contesto con un "No es nada"
Pasaron unos segundos de total silencio, antes de que ella para retomar la conversación preguntara:
-¿Quieres ir por un helado? Yo tengo ganas de comerme uno…
-Bueno, pues esta bien-respondió Silver indeciso. Eso modificaba levemente los planes que había ideado para esa cita, pero considero que era algo sin importancia. "¿Qué es un helado?" se dijo convencido "Al fin y al cabo tenemos el resto del día para divertirnos…"
Así sin mas, ella le tomó otra vez por la mano (algo muy confiado de su parte, he de recalcar) y se dirigió junto a él hacia uno de los tantos carritos de helados que abundaban por allí. Cada uno compró un helado de diferente sabor (él de limón y ella de chocolate con una cubierta de maní) y después fueron a sentarse a la misma banca mientras lameaban tranquilamente sus conos.
-¿Ahora que planeas que hagamos, Silver?-preguntó de pronto la chica mientras se relamía los labios llenos de residuos de maní.
-Bueno, pues pensaba llevarte a la feria-contestó el erizo limpiándose los dedos embarrados con chocolate derretido-¿Quieres ir?
Blaze parecía un poco interesada en esto. Por eso, dijo con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro:
-Esta bien. Seguro que nos vamos a divertir…
Silver también esbozó una sonrisa, y dijo:
-Si, seguro…
Su compañera se levantó súbitamente al oír esto, y con un gesto confiado, finalizo diciendo mientras se preparaba para una gran carrera:
-¿Y que esperamos entonces? ¡A ver si me alcanzas!
Silver oyó este reto, y poniéndose también de pie, exclamó sonriendo:
-¿Me desafías? Entonces, ¡Prepárate Blaze, que voy por ti!
Y entre risas, ambos se dirigieron velozmente hacia una dirección desconocida, zigzagueando entre la gente que paseaba en el parque. Pero no había por que preocuparse, pues en pocas horas los dos se encontrarían gozando de lo lindo en la feria central de Station Square, un enorme complejo lleno de risas, juegos y algodones de azúcar…
1.2 En la feria central de Station Square…
Silver caminaba en dirección a una de las tantas bancas que se habían instalado en la feria mientras sostenía con ambas manos un par de algodones de azúcar. Lo hacía con cuidado, pues la gente que se había reunido en ese lugar le estorbaba en su trayecto. "Consumismo ¿Quién te entiende?" se dijo resignado. Siguió desplazándose delicadamente por entre la multitud, y llegó a dicha banca, en donde estaba sentada su amiga, Blaze.
-¿Por qué tardaste demasiado?-preguntó esta ultima frunciendo el ceño. Silver, al oír esto, contestó:
-Es que la fila era bastante larga, y además el que atendía no encontraba cambio para un billete de a diez…
Blaze desvió la vista con un gesto de fastidio, pero al final dejó escapar una agradable sonrisa por sus delgados labios. Luego, se hizo a un lado, y le indicó a su amigo que se sentara junto a ella para hacerle compañía.
-Ten-le dijo Silver al mismo tiempo que le entregaba el algodón de azúcar. Blaze lo recibió, y comió tan solo un poco, pues no le interesaba terminárselo apresuradamente. Ambos comenzaron a ver las personas que se divertían al igual que ellos en la feria, y eso les generó el descanso que necesitaban, pues se habían subido a varios juegos que les hizo sudar bastante. Entre esos entretenimientos estaba la rueda de la fortuna, el "disco loco" (no sé si en realidad se llamará así), la montaña rusa y los carritos chocones, solo por mencionar algunos. Incluso Silver había accedido en acompañar a su amiga en el carrusel, aun sabiendo que eso no era bien visto en un muchacho de su edad. Sin embargo, lo único que le importaba era pasar bien el rato, y divertir a su querida lo mejor posible.
-¿Sabes una cosa, Silver?-dijo de pronto Blaze mientras seguía comiéndose lentamente su algodón-Creo que esta es la primera vez que disfruto la feria en compañía de alguien…
A Silver se le iluminaron los ojos. Eso, en verdad, le había halagado en sobremanera.
-¿A si?-preguntó masticando el azúcar que rellenaba su boca.
-Si, creo que si-le confirmó la chica dándole vueltas al palillo de su golosina. Y después agregó con un sarcasmo que casi se le hacía característico-Y creo que es también la primera vez que me gano un premio haciendo trampa…
Silver comprendió a lo que se refería, y trago saliva con dificultad "Pensé que no lo había notado…" se dijo, tratando de fingir no haber oído tal comentario. Resulta que cuando ambos llegaron a un puesto en donde metías un aro en el cuello de una botella y te ganabas un premio, a Blaze se le ocurrió concursar en esto, y así adquirir un peluche que le había inspirado una ternura incondicional. Por eso compró el derecho de un par de intentos, y con los aros ya en la mano, los lanzó contra el objetivo con la inquebrantable meta de conseguir a ese adorable conejo de felpa sentado en el mostrador. Sin embargo, y para su desgracia, se dio cuenta de que su puntería en blancos tan pequeños y difíciles era bastante deficiente.
-¿Quiere volverlo a intentar, señorita?-preguntó el hombre que atendía al ver esa serie de fracasos.
-No gracias-respondió un poco melancólica Blaze mientras se preparaba para irse-lo volveré a echar a perder…
Silver, al notar esta reacción, sintió pena por ella, y quiso ayudar en algo. Al principio se preguntó si era lo correcto, pero era una cosa tan pequeña que nadie se iba a dar cuenta. Por eso, hizo un pequeño movimiento con los ojos, y como efecto en cadena…
-¡Oiga señorita! ¡Espere!-dijo de pronto el señor que atendía el local como picado-¡Se ha ganado un premio, se ha ganado un premio!
La chica se volvió sorprendida, y efectivamente, el aro de su último intento se encontraba bien prensado en el cuello de una de las botellas. No comprendió lo que pasaba, pero aparentemente no le importó, ya que recibió gustosamente el conejo de peluche con que se le premiaba. Sin embargo, ahora Blaze había deducido de que su amigo la había ayudado junto a sus habilidades telequineticas, y por eso, consideraba "trampa" lo que originalmente fue un "favor piadoso"
-¡Nada de eso! Tú tienes una puntería mucho mejor que la mía-se apresuró a decir Silver cuando notó que había sido descubierto-Eso es seguro…
-¡No te hagas el loco! Yo sé muy bien que me ayudaste poniendo intencionalmente el aro en su lugar-le dijo Blaze con un gesto de sospecha, pero con una sonrisa a la vez.
Silver miró a otro lado para evitar más palabras que lo comprometieran. No obstante su amiga, para ponerlo a prueba, dejó caer su algodón de azúcar mientras fingía haber cometido un terrible error.
-¡Ay no, mi algodón!-dijo, con un talento solo comparado con el de una actriz profesional.
El erizo plateado, viendo ese desastre en potencia, extendió la mano, y de repente el algodón quedó suspendido en el aire, tal como había pasado con el estuche anteriormente.
-¡Vaya! Eso estuvo cerca-dijo, levantando con una señal la golosina de azúcar. Sin embargo, Blaze consideró esto prueba suficiente del "pecado" de su amigo, y por eso dijo con veneno en cada palabra:
-¿Ves? Te importa demasiado que yo no cometa errores…
-No es eso, es que…-respondió Silver sin bajar aun la mano. No quería reconocer que efectivamente odiaba que su amiga se equivocara, y después de pensarlo un poco, finalizó diciendo-Es que me costó bastante dinero y no quiero desperdiciarlo…
Blaze, al oír tan ridícula mentira, únicamente soltó una carcajada, y siguió riéndose por un rato más. Silver, para no seguirle la contraria, rio también, y así ambos se divirtieron ante esa ocurrencia de efecto pasajero.
-Está bien. Si no quieres que lo desperdicie, me lo voy a comer-dijo después Blaze sin dejar de sonreír. Acto seguido, agarró un pedazo del algodón (que aun flotaba en el aire) y se lo comenzó a comer con suma tranquilidad, aparentando no darse cuenta de los esfuerzos de su amigo por evitar que la golosina cayera al suelo. Sin embargo, Silver se dio cuenta de esto, y agarrando el palillo suyo (pues ya se había terminado su algodón de azúcar) lo metió por debajo del algodón que aun levitaba en el aire, y se lo entregó a su amiga con cortesía.
-Por si no lo sabías, eso de hacer volar las cosas sin motivo aparentemente y por largo tiempo hace que me duelan los brazos-comentó el chico mientras se tronaba los nudillos.
-Te pido disculpas entonces-respondió su amiga guiñándole pícaramente un ojo-Te devolveré el favor algún día…
Después de esto, ambos guardaron silencio por un rato, mientras veía como la rueda de la fortuna giraba rápidamente para divertir (y a veces marear) a sus tripulantes de diferentes edades.
La noche estaba hermosa, y en lo alto del cielo una luna llena comandaba un grupo de estrellas que parecían no moverse nunca de su lugar. En verdad, todo parecía tranquilo, y si no fuera por el ruido de los juegos mecánicos, de seguro el silencio le daría un toque místico al ambiente, perfecto para que un par de enamorados se declararan en mutuo amor.
Sin embargo, Silver no se sentía aun preparado para tan especial ocasión "Debo ser mas paciente…" se dijo convencido. Además, estaba un poco agotado por lo que había pasado toda esa tarde, y dedujo que su compañera debía sentir lo mismo. Por eso preguntó:
-¿Quieres que vayamos a casa, Blaze?
Ella giró a verlo, y comiéndose el último pedazo de su algodón de azúcar, respondió:
-Está bien. Vámonos…
Y sin más, ambos se levantaron de la banca y se dirigieron con paso lento hacia la salida, teniendo cuidado de no tropezar con la gente que un transitaba por allí. Sin embargo, cuando ya subían las gradas (pues la feria estaba instalada a un nivel bajo al respecto de la altura de la calle) Blaze dejó caer accidentalmente el conejo de felpa que se había ganado, y este comenzó a rodar cuesta abajo.
-No te preocupes, Blaze. Ahora voy por él…-le dijo el erizo plateado preparándose para bajar.
-¿Y por qué tienes que hacer eso? Solo necesitas hacer un movimiento de ojos para traerlo de vuelta-preguntó extrañada su compañera.
-Es que aquí hay mucha gente, y no quiero hacer eso público. De todos modos, solo será un momento…
Acto seguido, el chico descendió por el graderío, y tomó ágilmente el muñeco de peluche agachándose un poco. No obstante, y cuando ya se disponía a regresar al lado de Blaze, vio a la lejanía una figura que se le hizo bastante familiar. Era enorme, y parecía estar viéndolo con un par de malignos ojos.
-¿Sera "él"?-se preguntó Silver observando a ese extraño tipo que no se movía de su lugar. Este, de pronto, se dio la media vuelta, y caminó tranquilamente para alejarse de allí. Silver frunció el ceño, pero una voz a sus espaldas lo hizo volver a la realidad.
-¿Qué pasa, Silver?-preguntó Blaze al ver que su amigo no se apresuraba.
-¡Nada Blaze!-respondió él volviéndose a serenar. Sin embargo, le dedicó un último vistazo al lugar en donde había visto al sujeto, y después comenzó a subir las gradas.
-¿Estas bien?-preguntó su amiga cuando llegó a su lado.
-Si, estoy bien. Solo me distraje un rato-le contestó el chico formando una sonrisa tranquilizadora en su rostro.
-Mhh… Es que te vi totalmente quieto mientras veías a alguien, o a algo…
-No, no es nada. Me pareció ver a un viejo amigo, pero después me di cuenta de que no era así…
Silver no dejó de sonreír mientras decía lo anterior, lo que hizo que Blaze se lo olvidara de todo eso al instante. Sin embargo, y al subir a la estación de buses, el erizo plateado volvió a quedarse como petrificado, poniéndosele los ojos blancos por una extraña razón.
-¿Qué pasa?-preguntó confundida Blaze mientras se detenía ella también.
No obstante, su pregunta quedó al aire, pues su amigo no se movía para nada. De pronto, él pareció volver a la realidad, y exclamó alarmado al mismo tiempo que la abrazaba y levantaba vuelo:
-¡Él está aquí!
Sin previo aviso, una enorme bola de fuego descendió rápidamente hacia el lugar en donde ellos habían estado, y se estrelló en el suelo, creando así una onda de poder que destruyó la acera y lanzó a un montón de carros a varios metros de allí. Silver y Blaze no tuvieron mejor suerte, pues la energía que generó tal catástrofe los empujó bruscamente hacia el terreno de un parque cercano. Ambos cayeron con violencia contra la sabana y permanecieron un rato allí como desorientados.
-¡Oh diablos!-dijo Silver mientras se intentaba levantar-¿Estas bien, Blaze?
-Creo que si-respondió esta con la voz entrecortada. En verdad, el tremendo somatón que había sufrido la había dejado con un terrible dolor de cabeza. Sin embargo, cuando el erizo terminaba de ayudarla a ponerse de pie, vio que una sombra sospechosa se deslizaba silenciosamente por la zona.
-Silver, hay alguien por aquí cerca-dijo ella, poniéndose alerta-lo puedo ver…
El erizo plateado, por su parte, parecía más preocupado aun, pues revisaba ansiosamente a su alrededor. "Maldito…" pensaba apretando los dientes enojado "¿Dónde te escondes?"
No obstante, su pregunta fue respondida, pues notó que el mismo tipo que había visto en la feria ahora lo observaba desde una esquina al extremo opuesto suyo. Inmediatamente se puso en guardia, y se preparó para elevarse por los aires, decidido a seguir a tal misterioso personaje que había intentado intentarlo matarlo junto con su amiga.
-Discúlpame Blaze, pero necesito irme-le dijo a su acompañante sin cambiar su gesto serio-Se que parece confuso, pero debo resolver algunas cuentas pendientes con un buen "amigo" mío…
-Pero Silver-le preguntó la chica, que efectivamente, estaba confundida-¿Quién era él?
-No vale la pena que lo sepas-contestó el erizo alzando vuelo-terminaré esto de una buena vez por todas…
Y después de despedirse con un leve movimiento de cabeza, Silver partió como un rayo hacia por donde había visto al desconocido irse velozmente. El atentado que había sufrido lo había dejado en verdad furioso, y ahora no le importaba nada que no fuera terminar con ese sujeto con sus propias manos. "Para cuando te atrape, querrás no haber nacido" pensó el furibundo muchacho aumentando la velocidad de su partida.
Blaze observó esta repentina persecución perpleja. "¿A quién se referirá él?" se preguntó frunciendo el entrecejo. Sin embargo, de repente sus extraordinarios sentidos mininos se activaron, y pudo percibir que a sus narices llegaba un olor que había conocido tiempo atrás. Enseguida, a su cabeza arribaron diferentes recuerdos que comenzaron a achacar su alma, y por consiguiente (pues esa era su naturaleza), la hicieron enfurecerse de la forma más intimidante que se haya podido ver.
-Es él-susurró al mismo tiempo que sus ojos se envolvían en llamas. Y tal era su furia que redujo a cenizas el conejo de peluche y la rosa que llevaba en las manos en solo cuestión de segundos. Inmediatamente apretó los puños, y tras un leve resoplido, el resto de su cuerpo fue consumido por un fuego impresionante que se elevó a varios metros del suelo.
-Ese tipo si que de verdad es persistente-pensó, con un tono de voz amenazador-Espero que este loco, porque solo así tendrá una excusa aceptable para recibir la paliza que Silver le dará…
En un cerrar y abrir de ojos una pequeña explosión resonó por el lugar, y una especie de esfera de fuego se dirigió con una velocidad impresionante hacia el bosque que circundaba Station Square. Y mientras pasaba esto, Blaze finalmente susurró:
-…O de la paliza que yo personalmente le daré.
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Vengo mas tarde con el capitulo dos. Espérenlo… (¡Ah, eso si! Si dejan un comentario también)
