Disclaimer: Los personajes y el maravilloso mundo de Harry Potter pertenecen a la genialidad de J.K. Rowling. Yo solo me adjudico la trama que nace de mi desequilibrio mental y esos deseos locos en donde todos los "y sí…" son posibles. Obviamente no me hago responsable por la inestabilidad y delirios que pueda provocar en los lectores, tendrán que costearse solos su medicación y leer bajo su responsabilidad, mis queridos.

Summary: El amor todo lo puede y no sabe de tiempo, decían los muggles. A Hermione esa frase nunca la convenció, menos ahora. Había salvado a Sirius Black en más de una ocasión y aún en tiempos de guerra todo comenzaba a tomar forma para ellos y darles una luz de esperanza. ¿Podría mantener esa luz en otro tiempo sin perder su felicidad por transformarse en la heroína que todos deseaban y pocos necesitaban?

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas…

Capítulo I

El cuerpo de Hermione se balanceaba distraídamente en la silla sobre la que se encontraba sentada en el despacho del director, pero sin perder el equilibrio. Lo último que le faltaba era agregar otro golpe a su ya de por sí maltratada anatomía.

–… ¿Señorita Granger, me escucha?

Hermione paró en seco su balanceo y apoyó sus pies sobre el suelo. La voz de Dumbledore la sacó de su absorto estado mental y pasó ambas manos sobre su rostro en un gesto de cansancio, para luego posarlas sobre sus rodillas y tras un momento de mantener su mirada fija en sus gastadas botas, mirar directo a los ojos al anciano hombre que descansaba relajado frente a ella en su propia silla. Estaba agotado, ella lo veía.

–Quizá quiera seguir después ultimando los detalles, y no la culparía, querida –dijo con un tono travieso Dumbledore –¡Ah! Después de todo olvidé cuándo fue la última vez que dormí más de tres horas seguidas. –Terminó con una sonrisa a la chica.

Ella lo miró seria, aun así le sonrío de vuelta.

–Prefiero terminar con esto de una vez, Profesor. –Respondió decidida – ¿Nunca ha pensado que nos pide demasiado? ¿Qué quizá las cosas están bien así y todo debe seguir su curso natural sin alterar nada?

Soltó todo de golpe y para Dumbledore no pasó inadvertido el tono de histeria y el cambio en el rumbo de la conversación.

–Claro que lo he pensado –respondió calmado el hombre –, pero son tiempos difíciles y muy pocos en quien confiar.

Hermione se relajó y dio por vencida. El llanto amenazaba con llegar, se resistía a doblegar su carácter en ese momento.

–Disculpe, –dijo por fin la castaña pasando una vez más sus manos por su rostro – he sido injusta. Usted nunca nos ha obligado a nada, hasta cierto punto hemos sido unos temerarios. –Ambos rieron y tras una pausa ella continuó – Es solo que… temo perder lo que tengo, y a veces se me olvida que estando en guerra eso puede pasar en cualquier minuto. Soy egoísta porque aunque otros lo han perdido todo, yo no.

El anciano profesor la miró con entendimiento y le dio una sonrisa triste.

–Usted no es egoísta, mi querida señorita. –Se inclinó sobre su escritorio como si fuese a contarle un secreto. – Solo está enamorada.

Hermione soltó el aire que tenía atorado en los pulmones y agachó la cabeza.

Era cierto, estaba enamorada.

Tenía miedo de sacrificar la escasa felicidad que había logrado conseguir en tiempos tan difíciles por ir a una misión suicida, porque es lo que era.

Cerró los ojos y trató de recordar por qué debía hacerlo.

Fuera de esas murallas del seguro despacho del director, se estaba librando una batalla más de las cientos que habían disputado en los últimos meses Aurores contra Mortífagos. Desde la vuelta de Voldemort hacía ya tres años, todo había sido caos y aquellos que parecían estar en el lado correcto, se habían dejado corromper. Él jugaba sucio.

Harry, Ron y ella habían vivido en carne propia las consecuencias de la guerra, la perdida de compañeros, amigos y familia, todos excelentes magos y brujas que no merecían tan injusto final.

Luego Harry y Dumbledore comenzaron la búsqueda de Horrocruxes y su destrucción, pero no lo lograban del todo, y sumada a la ardua lucha de la Orden del Fénix, debían redoblar siempre sus esfuerzos porque Voldemort no daba tregua y cada vez estaba más sanguinario en sus acciones.

Todos los días moría gente inocente y el mundo mágico se veía sumido en la desesperación y quedaban a merced de los Mortífagos.

Debían acabar con Voldemort.

Por todas estas razones ella había aceptado llevar a cabo la tarea que Dumbledore le había encomendado hacía ya dos años, para la cual la comenzó a preparar con pequeños viajes a través de un Giratiempo que atesoraba como la pieza incalculable que era desde que todos habían sido destruidos en un ataque al Ministerio. Además había tenido clases particulares en donde su querido Profesor le enseñó distintos hechizos y artes consideradas oscuras, pero que según él mismo, eran necesarias de ser transmitidas a la persona correcta en tiempos difíciles. Y esa persona era ella.

Hermione tomó su responsabilidad con honor y entusiasmo, claro… hasta que Sirius Black apareció en su vida.

Ya conocía al padrino de su mejor amigo, por su puesto, si ella lo rescató cuando estaban en su tercer curso. Pero todo dio un giro cuando estando en su quinto año en Hogwarts la mente de Harry fue manipulada a pensar que Voldemort tenía en el Ministerio a Sirius y lo estaba torturando. Se desató una batalla campal en el Departamento de Misterios, y justo cuando Bellatrix pretendía dar el golpe final a Sirius, ella se interpuso con un hechizo protector y evitó que el hombre fuese atraído por el velo de la muerte.

Desde ese momento Sirius Black demostró una mayor simpatía por la amiga de su sobrino y comenzaron a compartir mucho más, además había sido declarado inocente por el Ministerio de todo lo que se le había inculpado en el pasado. Salían todos juntos, se juntaban en el 12 de Grimmauld Place a celebrar ciertos eventos importantes y cuando estaban a solas en la biblioteca, lejos del bullicio de la Orden, Sirius y Hermione practicaban Oclumancia y Legeremancia, artes en las que al ser un Black, era un experto.

Al principio era compañerismo y agradecimiento, pero poco a poco para ambos se fue transformando en un cariño recíproco del cual si bien no se decían nada, era palpable.

Todo se dio de forma natural y estando en guerra, cada minuto era apreciado como si fuese el último, por lo que Hermione por primera vez en su vida dejó de ser racional y se permitió amar con todo su corazón a Sirius Black.

Cuando cayó en la cuenta de sus sentimientos comenzó a mostrarse reacia a cumplir con su labor, la cual el día de inicio se aproximaba a pasos agigantados.

Ella por primera vez estaba enamorada, de un hombre que sin decírselo aún, sabía sentía lo mismo. Es verdad que estaban en guerra, pero tenía una pequeña luz de esperanza cuando todo acabara, podrían ser felices y tener una vida juntos.

Y en ese momento todo caía, porque no tenía la certeza de que la guerra acabaría, o cuántas bajas más tendrían. ¿Y si le pasaba algo a Sirius o a ella en la batalla? Ya no habría un felices para siempre. La Orden estaba debilitada, Dumbledore ya no era el mismo después de cargar con el Horrocrux en su mano, la maldición lo consumía día a día, y ya no sabías en quién confiar.

Ya no se trataba solo de una misión suicida, era por ella, por sus amigos, por todos.

Abrió los ojos y miró a su profesor que la miraba con gesto tranquilo, dándole tiempo.

Debía hacerlo, por un futuro en donde sí existiese la posibilidad de una felicidad verdadera y completa.

–Tengo miedo de perderlo, Profesor. –Confeso ella en un susurro.

–Todos tenemos miedo, Hermione. –Su voz era pausada y tranquila. –Pero tenemos una opción, una en donde no tendremos que salir todos los días varita en mano no sabiendo si volveremos a ver a nuestros amigos, familia.

Ella volvió a suspirar, ya le estaba haciendo costumbre y asintió.

–Pensé que se oponía a interferir en el tiempo. –Lo dejo más a modo curioso, a lo que Dumbledore río.

–Tiempos difíciles, querida. Además lo haremos hasta cierto punto.

Se paró y acercó hasta la silla de Hermione con paso quedo.

–Quiero que esté consciente de lo que va a pasar de ahora en más, ¿está segura de querer hacerlo?

La castaña lo miró y recordó cuando recién se lo dijo. Su respuesta fue clara y sin dudar. Tragó en seco y respondió.

–Sí, Profesor.

Dumbledore asintió y la tomó por los hombros. Sus brillantes ojos azules penetraron su mirada color chocolate.

–No habrá un giratiempo de por medio, señorita Granger. No serán horas, todo lo que conoce hasta aquí han sido juegos de niño, entrenamiento nada más. –Ella asintió con atención. – Esto será mucho más grande, una combinación de hechizos que la llevarán casi veinte años en el pasado. Será agotador y peligroso. Deberá estar unos años en ese que se transformará en su presente. Y una vez que atraviese la dimensión, la realidad que nosotros conocemos desaparecerá, –Hermione volvió a asentir – nosotros lo haremos, y solo conoceremos la historia que se forme a partir de los cambios y consecuencias que se generen gracias a su intervención.

Dumbledore soltó los hombros de la muchacha y se giró hacia su ventana.

–Si todo sale bien, todo debería seguir su curso hasta llegar a este punto que todos conocemos. Repetir la historia pero con ciertos cambios. –Nuevamente se giró hacia ella y la miró expectante. –Recuerde que únicamente debemos interferir en ciertos asuntos que ya hemos hablado antes.

Hermione asintió y enumeró mentalmente. Regulus Black. El maldito de Pettigrew. El Fidelio de los Potter. Snape. Voldemort.

–La profecía sobre Voldemort y Harry Potter se cumplirá de todas formas, señorita Granger, pero esos pequeños cambios en la historia que conocemos, –se acercó a ella velozmente – pueden ser trascendentales para que llegado el punto, la victoria sea nuestra y no de Voldemort. Y de paso… evitaremos la perdida e injusticia de unos cuantos inocentes.

–Lo comprendo, Profesor. –La voz de Hermione sonó áspera, había pasado mucho tiempo sin hablar, procesando una vez más el plan. Lo llevaba escuchando por dos años, pero cada vez era como la primera, no se le podía escapar nada. – ¿Cuándo será? Usted dijo que sería en el momento en que estuviese seguro que todo estaba perdido.

–Hoy. –Respondió Dumbledore sin mirarla.

A Hermione se le heló la sangre.

–Pero… –No fue capaz de decir nada.

Sabía que estaban débiles en comparación a Voldemort, pero no que ya no hubiese esperanza.

–Creo que hemos estado mucho tiempo encerrados en estas cuatro paredes, –sonrió el Director – y nos hemos olvidado que fuera se libra una guerra.

Hermione no dijo nada. No quería sentir. Tendría que partir y dejar todo atrás, no sabiendo qué resultados traería su presencia en el pasado. Era un viaje incierto y un futuro mucho más.

–Voldemort ya entró al Bosque Prohibido, y si no me equivoco, tratará por todos los medios de luchar contra el señor Potter, quien irá tras él y las consecuencias pueden ser desastrosas.

–Los conoce bien, a ambos, –Dijo Hermione– pero está la posibilidad de que Harry gane.

Trató por todos los medios de luchar contra la imagen de Harry y sus amigos más cercanos muertos.

–Yo también lo creo, señorita Granger, pero aun cuando eso pasara… todos merecen una historia distinta. No es necesario ni justo arriesgarnos de esa forma cuando tenemos una opción. –Se giró desde su escritorio y la miró de lleno. – ¿Trajo todo?

–Sí.

Hermione miró una vez más su bolsita de cuentas, tenía todo dentro con un hechizo ampliador. Su varita. Una túnica que le daba aspecto de Auror, aun teniendo solo diecisiete años.

–Perfecto. –El hombre se acercó hasta ella y le tendió un pergamino con su sello y una cajita con frascos que tenían dentro pequeñas fibras que se movían lentamente. Ella lo miró intrigada. –Hace veinte años mi moral era muy distinta a la actual, señorita Granger. Quiero que en cuanto llegue me busque y me entregue esto. Explíqueme la situación y la ayudaré.

–¿Está seguro que no pensará que estoy loca y me enviará a St. Mungo? –Preguntó ceñuda.

–Por supuesto que no, siempre me apasionaron las cosas diferentes, –dijo con gracia el Profesor –además eso será suficiente.

Metió su mano en su propia túnica y le tendió a Hermione su Desiluminador. La chica lo tomó y sintió la magia fluyendo por su cuerpo.

–Cuando sea el momento, acciónelo. –Dijo sin más explicaciones su Profesor.

–¿Momento de qué? –Preguntó desconfiada.

–De volver, por supuesto. –Y la miró con una tierna sonrisa –Eso solo usted lo sabrá. Es un hechizo poderoso, pero debe elegir el momento exacto, ni antes ni después.

–¿Y si no quiero volver? –Preguntó alarmada Hermione –¿Qué pasará cuando vuelva?

–Debe volver, recuerde que ese no es su presente, lo será por un tiempo, pero llegado el momento y cumplida la misión es imperante que regrese. Sabrá el momento exacto, confío en usted. El pasado debe ser cambiado hasta cierto punto. –Dijo solemne. – Y así como nuestro presente desaparecerá en cuanto se vaya y se comenzará a forjar la nueva historia gracias a sus acciones, cuando usted vuelva… se encontrará con un futuro muy distinto. Nadie recordará el futuro que usted está viviendo ahora como su presente, todos vivirán el ahora que modifique. Pero usted Hermione, tendrá estos recuerdos, más los que viva de ahora en adelante en el pasado y yo le ayudaré con los nuevos recuerdos que nunca vivió.

–Pero volveré a nacer. –Se cuestionó la chica.

–Exacto, exacto, – afirmó Dumbledore – y no debe acercarse a su familia. Cuando vuelva lo hará en el cuerpo de una chica que para ese entonces y si todo sale bien, será una Hermione con vivencias muy distintas a las suyas, pero será usted, solo que con dos realidades y con un período de diecisiete años que no recordará. Pero le ayudaré, por eso en cuanto llegue debe contarme todo. Seré su aliado.

Hermione asintió algo mareada y preguntó.

–¿Debería confiar en alguien más?

Dumbledore lo pensó un momento.

–Todo a su tiempo.

Asintió no satisfecha.

–Como ya lo hablamos, solo quienes conjuraremos en hechizo lo sabremos y no habrá despedidas. Después de todo no seremos más que recuerdos ahora en su memoria.

Con esto Dumbledore salió del despacho y dejó sola a Hermione. Sola con sus pensamientos.

No vería a sus amigos, a Harry y Ron. Pero debía ser así, no sacaba nada con contarles, ellos serían recuerdos y en un momento dejarían de existir y ella ayudaría para formar un nuevo futuro en donde las cosas serían diferentes, mejor. Guardo lo que Dumbledore le dio y se levantó para acomodar su ropa.

En eso la gran puerta del despacho del Director se abrió y Sirius Black entró con toda la desfachatez posible y con el entrecejo fruncido. Se movía con gracias y elegancia hasta Hermione, quien miró a sus hermosos ojos grises y le sonrió con tristeza.

Él acortó la distancia y la abrazó como si la vida se le fuese en ello. Ella ahogó un sollozo y lo apretó fuerte contra su pecho.

–Viejo loco, no me impedirá despedirme. –Soltó como un ladrido.

–No digas eso…

Hermione había comenzado pero él la interrumpió.

–Hermione, ya sé que lo hablamos, y no tienes que hacerlo. –Ella iba a hablar y él puso su mano en la boca de la chica. –Cállate. –Sentenció y siguió. – Solo… yo era diferente en ese tiempo, pero en esencia el mismo Sirius Black que conoces ahora.

–¿Crees que seremos amigos allá? –Preguntó ella con dificultad quitando la mano del apuesto hombre frente a ella.

–Sería un idiota si no… –Sonrío él. – Solo prométeme algo, ¿quieres?

–Lo que sea. –Afirmó la chica.

–Házmelo saber. –Tragó para continuar y sus ojos se humedecieron. – Puede que sea otro tiempo, pero tengo la certeza que las personas que están destinadas lo harán en cualquier época. Yo te ayudaré si me lo haces saber. No te calles como lo has hecho hasta ahora.

Hermione entendía a lo que se refería.

–No te preocupes. Te diré lo mucho que te amo, Sirius Black.

Ambos se sonrieron y por primera vez desde que se dieron cuenta de sus sentimientos, se fundieron en un tierno beso que no duró mucho, ya que la puerta se volvió a abrir. Sirius gruñó y besó el dorso de la mano de la chica que le quitaba el sueño.

Pronto la sala se llenó. Albus Dumbledore venía seguido de un maltrecho Remus, un ceñudo Moody por el beso que acababa de ver, Minerva en su habitual postura rígida y Snape asqueado.

Todos ellos incluido Sirius, formaron un círculo alrededor de Hermione, quien no quitó los ojos de este último y le dio una pequeña sonrisa tranquilizadora.

Presionó su varita y la bolsa de cuentas contra su cuerpo y se quedó muy quieta, despejando su mente.

–Recuerde todo lo que ha aprendió, Hermione. –Susurró Albus con una pequeña sonrisa.

Los hechizos se escuchaban estallar fuera y las luces entraban por las ventanas del despacho. Gritos y lamentos que pronto dejaría atrás.

Todos los presentes levantaron sus varitas hacia ella y el último en hablar fue Albus.

–Buen viaje y éxito. Confiamos en usted.

Lo próximo que sintió fueron decenas de hechizos que cada uno de ellos tenía que lanzar en un orden determinado y que la atravesaron como cientos de cuchillas. Un Crucio dolía, y ella sabía lo que se le venía encima, pero nadie la preparó para tanto dolor. Dio un grito y un último rayo dio directo en su pecho, el cual hizo que todo se comenzara a difuminar y un tirón en su estómago la hiciera desaparecer.

Todo fue silencio.

Pasaron minutos, horas, días o quizá semanas. Hermione no sentía nada. De pronto sintió humedad contra su espalda, extendió sus manos y tocó hojas mojadas por el rocío. La luna iluminaba los árboles.

Trató de enfocar sus ojos pero se sentía mareada.

Poco a poco se fue poniendo en pie y quedó sentada en la cama de hojas.

Estaba en el Bosque Prohibido.

A lo lejos vio el castillo, intacto, no había muestras de que una batalla se estuviese librando.

Se dejó caer nuevamente y cerró los ojos con cansancio y con su cuerpo adolorido.

Definitivamente estaba de vuelta en 1977.

Travesura realizada…

Nota de Autora: Y bueno… he aquí el primer capítulo. La verdad me encanta la temática de los viajes en el tiempo y tengo la idea bien formada para ir enhebrando algo diferente. La pareja de Sirius y Hermione me encanta en este ámbito, creo que es la única no canon que me gusta realmente. Háganme saber qué les pareció, opiniones, críticas, tomates, chocolates, miren que estoy abierta a opciones.

Besos y nos vemos en el siguiente capítulo. ¡Buen inicio de semana!