Prologo.

"La Leyenda del hilo rojo habla sobre, un hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancia. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper".

Leía una chica sentada en una banca cerca del muelle, justo donde se sentía la fría brisa del mar acariciando su blanca piel, ruborizando sus mejillas que se disponía a cubrir con una bufanda roja que llevaba bajo su nariz, se levantó y metió el libro en la bolsa de su saco.

-bueno, creo que sería hora de volver a casa.

Dijo la chica mientras caminaba lentamente por el muelle disfrutando la vista que le ofrecía las costas de florida, todo era muy tranquilo normal, pero de un momento a otro un fuerte viento empezó a soplar, hasta tal punto que la bufanda que llevaba salió volando. Ella corrió tras ella ya pero cuando pensó que ya la había perdido, un chico que estaba ahí, parado frente a el muro que dividía el océano y la tierra.

Era alto, su cabello era rubio un poco más largo de lo que un chico normalmente llevaba, piel blanca y una mirada que irradiaba algo de tristeza en ese entonces, miro mi bufanda y levanto la mirada y me dijo.

-¿esto es tuyo?-La levanto y estiro hacia ella, mirándola algo confundido, la tomo lentamente y me dijo.

-sí, muchísimas gracias por rescatar mi bufanda.-dijo mientras enredaba la bufanda en su cuello para cubrirse del fuerte frio.

-Y por qué has venido aquí en una temporada tan fría? con cierta preocupación por la pequeña chica.

-Vine por su libro en forma de respuesta, señalando una librería que se encontraba un poco cerca.-No pude aguantar y quise sentarme a leer un ío tiernamente la chica algo emocionada por su libro.-creo que perdí la noción del tiempo y se hizo algo tarde.

-ya veo, si gustas te puedo acompañar a la calle principal, para que no corras peligro.-dijo el chico mientras tomaba camino a la calle principal.

-sí, muchas gracias. –la chica lo siguió hasta llegar a la calle principal donde se despidió de el.-de nuevo, gracias por lo de hace un momento, me gustaría invitarte un café como forma de agradecerte.-dijo señalando una cafetería que estaba enfrente.

-no hace falta, además estoy seguro que mueres por volver y leer tu libro.-dijo con una mirada burlona y una sonrisa de par a par.

-en otras circunstancias insistiría en invitarlo… pero la verdad es que si quiero leerlo.-dijo riendo y dando unos pequeños pasos a atrás.

-bueno, que pases buena noche.-el chico se despidió y siguió su camino.

-buenas noches. –Dijo ella caminando en dirección contraria, antes de darse cuenta de que ni siquiera pregunto su nombre, miro a atrás de ella para buscarlo pero no logro verlo.-diablos, debí preguntar.-se quejó y siguió su camino.-igual, supongo que no la volveré a ver.

Pasaron unas cuantas semanas desde que eso pasó, terminaron las vacaciones de invierno y comenzaron las clases. La chica volvió a sus clases normales en la universidad de florida, al entrar ella otra chica la miro y se abalanzo a ella.

-¡Catherine!.-exclamo la chica mientras la abrazaba fuertemente.

-¿Cómo has estado Olivia?-pregunto correspondiendo el abrazo con la que la habían sorprendido.

-te extrañe mucho, tienes idea de lo aburrido que fueron las vacaciones sin ti.-decía la chica mientras todos las miraban.

-ya, entiendo solo no me aprietes tanto.-decía mientras reía y la alejaba lentamente.

-cuéntame todo Cat, ¿Qué hiciste en tus vacaciones?.-hablaban mientras caminaban a sus asientos en la aula.

-no mucho, solo leí un poco durante el tiempo que te fuiste.-dijo mientras sonreía.

-me lo imagine, siempre estás leyendo, si sigues así nunca conseguirás un novio. –dijo Olivia mientras reía.

-sabes que eso no me interesa por ahora Olivia, por ahora solo quiero terminar la carrera, además con el trabajo y la escuela no tendré tiempo para eso.

En ese momento entro el maestro de mercadotecnia, era la clase favorita de Catherine siempre en clases ella estaba muy atenta, todo transcurría como un día normal en la universidad, al final de la clase de publicidad, el maestro me abordo y me dijo.

-señorita Catherine podría hacerme el favor de llevar estos papeles a la sala de maestros.-pregunto el maestro extendiendo sus manos a ella para que los tomara.

-de acuerdo.-tomo los papeles y se dirigió a la sala de maestros, pareciera que ya era más tarde de lo que pensaba, miraba a todos lados y no había nadie, mentiría ella si dijese que no le asustaba un poco.

De pronto sintió una mano en la parte de atrás de su hombro y una voz que la tomo de sorpresa haciendo que saltara del susto.

-oye ¿no quieres un poco de ayuda?.-pregunto la voz desconocida.

-¡haaa! –grito la chica tirando los papeles por todos lados.

-tranquila no te are daño.-la chica se calmó un poco y cuando se tranquilizó miro adelante para ver quién era el dueño de esa voz.

-perdona, me tomaste por sorpresa.-dijo ella que estaba en el suelo ya que había resbalado y callo.

-perdón también, debí anunciarme un poco antes, déjame ayudarte un poco. –empezó a levantar los papeles que estaban a su alcance y cuando terminaron el tomo la mitad y le ayudo a ir con todo a la sala de maestros.

-de nuevo muchas gracias.-miro mejor al chico y noto algo peculiar en él, algo que no había visto desde hace un tiempo, el chico tenía un cabello largo y dorado.

-no es nada, me alegro de serte de ayuda… ¿cuál es tu nombre?.-pregunto el chico estirando la mano para estrecharla con ella.

- Catherine, me llamo Catherine.-dijo ella estrechando su mano.

-mucho gusto Catherine, mi nombre es Andrew.-el solo se dispuso a sonreír y al terminar el saludo se despidió.-bueno, tengo unos asuntos con un profesor, espero volverte a ver Catherine.-el chico se fue y ella se quedó pensando.

-se parece a… no, no creo que pueda ser él.-fue a su salón por su bolso y se dispuso a ir a camino a su casa.