-Dentro del oscuro y espeso bosque que rodea nuestro pueblo, existe una criatura digna de ser llamada hija del diablo, una bestia de enorme tamaño de ojos rojizos como la misma sangre, sus colmillos enormes son capases de destruir arboles, sedienta de sangre a atormentado nuestro hogar, asesinando sin piedad alguna a jóvenes inocentes, jugando un macabro juego cacería donde nosotros somos las victimas- la anciana ensancho su sonrisa mientras miraba como el pelinegro se encogía con miedo.

-¡Basta!- exclamo el ojiverde molesto, estaba cansada de oír siempre la misma historia cada vez que su abuela los visitaba, Ike le miro con ojos llorosos y el bufo.

-comprendo la situación pero, simplemente deberías decirnos de una vez por todas que, ni siquiera se nos ocurra entrar al bosque, evitando asustarnos de esa manera abuela- explico volviendo a su libro, la señora sonrió de nuevo levantándose con paso lento.

-mi adorable nieto… la mejor manera de evitar algo, es temiéndole- acaricio sus cabellos rojizos con parsimonia, Kyle alzo una ceja- la principal atención de dicho lobo son los jóvenes de belleza única, inteligentes, valientes y decididos, tu querido nieto seriase una presa perfecta…- continuo con voz gélida, el ojiverde trago nervioso ¿Por qué diría eso?

-¡Madre detente!- la señora le riño visiblemente molesta.

La anciana se alejo sonriendo alegremente, la mujer se acerco hincándose al lado de su hijo mayor, mirándolo con preocupación.

-¿estás bien?- pregunto, a lo que este asistió extrañado.

La mujer frunció el seño mirando de reojo a su madre, levantándose se retiro del lugar arrastrando a la anciana, quien mirando a su nieto sonrió.

-pronto vendrá a por ti…- susurro.

Abrió los ojos sorprendido, miro como la mujer desaparecía de su vista y giro hasta su hermano.

-¿ha dicho lo que yo creo?- pregunto el pelinegro preocupado.

-sabes cómo son los adultos con este asunto del lobo, no te preocupes son solo tonterías- intento tranquilizarlo.

Ambos hermanos se levantaron para salir a dar una vuelta por el pueblo, estaba atardeciendo y se aburrían en su casa.

-no hables con extraños, no salgas del camino, no entres en el bosque por nada del mundo, vuelve antes de las 6…- la mujer le miraba con preocupación latente mientras daba las intrusiones al mayor de los hermanos quien ya se había aprendido estas de memoria.

Luego de terminar, este se arreglo su larga capa roja, cortesía de su abuela, la cual nunca se quitaba debido a lo importante que era para la mujer de cabellos blanquecinos, ambos comenzaron su camino por el pueblo, observando cómo las tiendas se encontraban vacías , las personas iban y venían, algunas sonriendo y otras con rostros preocupados, temerosos.

Ambos se detuvieron frente a una multitud de personas quienes miraban con horror el cuerpo inerte de una joven rubia, Bebe, la conocía debido a que ambos estaban en el mismo salón, una hermosa adolescente que gustaba de divertirse, considerada una de las más bella del pueblo, ahora solo era un frio cadáver, la sangre escurría alrededor de su cuerpo manchando la blanca nieve.

-Kyle…- la voz casi inaudible del pelinegro le saco de su shock, apresurándose a tapar los ojos de este, evitando así que siguiera observando la horrible escena.

-¡Ya son 4 esta semana!- exclamo un hombre con frustración mientras tapaba el rostro de la joven.

Empujando a su hermano continuaron con su camino, no era una sorpresa encontrarse con el cuerpo inerte de sus amigos, compañeros, vecinos o familiares, como tampoco lo era el culpable, el temible Lobo que vivía en lo más profundo del bosque, muchos decían que era un hombre de día y una bestia de noche.

Este se había encargado de exterminar a muchas jóvenes del pueblo, incluso chicos, usualmente las víctimas eran personas hermosas, dulces y valientes, nadie que lo hubiese visto había vivido para contarlo, también era la razón por la cual entrar al bosque estaba prohibido.

-¿Por qué lo hace?- pregunto Ike sin dirigirle la mirada.

-no lo sé, no es humano, no tiene sentimientos- aseguro con firmeza al menor quien asintió pensativo.

Ambos llegaron a un pequeño parque donde sus amigos le recibieron alegres, había sido una especie de costumbre reunirse en ese lugar todos, si alguno faltaba era debido a que no estaba con vida, por lo cual observarse era alentador.

-es una mierda que el judío este con vida otra vez- insulto Eric con un mueca en el rostro, este simplemente frunció el seño molesto.

-¡Cállate, bola de grasa!- le grito haciendo que el de pelo castaño le mirara desafiante.

-¡no estoy gordo! ¡Soy de huesos anchos!- exclamo molesto por el insulto.

-no comiencen de nuevo por favor…- hablo Stanley acercándose al pelirrojo para abrazarlo con alivio, le alegraba tanto verle- me alegra que estés bien- confeso sonrojándose, Kyle sonrió correspondiendo el abrazo.

-a mi igual…- respondió.

-bien, estamos todos ¿no?- hablo Token mirando a los alrededores.

-no… falta…- comenzó Wendy buscando desesperadamente a su mejor amiga, Kyle sintió su corazón estrujarse ante esto.

-Bebe- completo la frase atrayendo la miraba de todos, tomo aire para continuar- está muerta…- su voz fue baja pero audible para todos, quienes bajaron la cabeza afectados por la perdida.

Wendy se dejo caer mientras lloraba con desconsuelo, los chicos se acercaron a consolarla un poco pero era inútil, la comprendía si alguien le dijese que Stan ya no estaba no sabría como reaccionaria, era su mejor amigo.

Si bien habían crecido con la latente advertencia sobre evitar a toda costa encariñarse con las personas, pues la muerte estaba en todas partes, era inevitable hacerlo.

-tu podrás elegir el juego de hoy Wendy- Clyde sonrió alentándola, la chica asintió un poco desanimada calmándose un poco.

En un lugar donde la muerte era rutina diaria no había tiempo para llorar hasta deprimirse, habían aprendido que la vida sigue, y si se tiene suerte podrían llegar a ancianos, con hijos y nietos por los cuales preocuparse en el futuro, era una maldición.

-juguemos a las escondidas- informo levantándose y tratando de reponerse, su amiga una vez le había hablado sobre, si alguna de las dos muriesen se mantendrían fuertes y alegres, pues no soportarían ver a la otra triste, y debía cumplir su promesa.

Todos asintieron para comenzar a jugar, esta, comenzó a contar con voz fuerte para que todos saliesen a esconderse a los alrededores, el ojiverde corrió observando los lugares donde podía meterse pero todos estaban ocupados por sus amigos, sin saberlo y completamente concentrado en su carrera termino frente a la entrada del bosque, se detuvo de inmediato mirando el letrero que decía con letras rojas, "no entrar".

-¡Kyle! ¡E visto a Ike entrar al bosque!- Eric se acerco con rostro preocupado, le miro sin creerle su hermano no era tan tonto- no ha visto el letrero porque estaba corriendo- explico, si bien, conocía a su hermano y este se despistaba mucho al estar jugando, con preocupación latente corrió dentro del bosque.

-¡Kyle!- grito Eric preocupado- mierda- susurro mirando el lugar por el cual el ojiverde había entrado.

-¿Eric que haces tan cerca del bosque?- pregunto Wendy junto a Stan, Token e Ike.

-Kyle, entro al bosque… le dije que Ike había entrado… solo estaba bromeando no pensé que entraría- confeso con voz lenta, jamás pensó que su broma llegara tan lejos.

-¡Que hiciste que!- grito Ike molesto y preocupado.

-¡tenemos que buscar a un adulto!- razono Wendy obteniendo el asentimiento de Token.

-¡maldito culón!- grito Stan golpeando en el rostro al castaño, molesto.

El pelirrojo corrió con fuerzas intentado alcanzar a su hermano antes de que se alejara demasiado, sin embargo fue inútil, se detuvo jadeante recuperando el aire notando con temor que se había perdido, ¿Cuánto había corrido?

Regresando sobre sus pasos no pudo evitar reírse, que tonto había sido, era imposible que Ike hubiese entrado al bosque, gracias a su abuela, el menor tenia pánico a este lugar, además nunca le vio correr hacia ese lado.

-maldición- susurro mientras caminaba sin rumbo alguno, sus piernas flaqueaban y sus pies estaban hinchados, alzo su mirada hacia el cielo comprobando con temor como la luna llena se alzaba sobre él.

Sintió su corazón paralizarse del miedo al escuchar los suaves pasos de un animal acercarse hacia él, giro su rostro asustado encontrándose con un hermoso tigre, quien le miraba con sus fríos ojos.

No era el lobo, pero, igualmente corría el mismo peligro, sin pensarlo comenzó a correr huyendo del animal quien gruñendo le perseguía, corrió lo más fuerte que pudo, su capa se atoro en un árbol logrando así que se desprendiera de su cuello y provocando que este tropezara y callera.

Se quejo al sentir su antebrazo arder debido a la caída, este sangraba pero era lo de menos, el pánico se apodero de el al observar como el animal se disponía a atacar, cerró los ojos esperando su final, pero un gruñido lastimero fue lo único que se escucho en el lugar, con el miedo a flor de piel abrió los ojos mirando lo que muchos habían visto, pero ninguno lograba contar.

Con sus enormes colmillos enterrados en el cuello del felino, le lanzo lejos, cruzando sus atemorizantes ojos rojos, con su imponente tamaño se cernió sobre él, su pelaje negro como la misma noche le caracterizaba.

Se arrastro hasta chocar con el roble de un árbol la temible bestia tomo con su boca la capa roja para luego lanzársela, con el corazón a punto de explotar tomo la capa mirando con extrañes al animal quien acercándose a él deslizo su caliente lengua sobre la herida, causándole un sorprendente alivio.

Jadeo, el miedo y la confusión dominaban su mente, ¿Por qué? Pensaba al observar como el lobo se recostaba a su lado sin dejar de mirarle, el miedo disminuyo un poco al notar que lejos de su aspecto terrorífico el animal era realmente hermoso.

-¿Por qué has entrado en mi territorio?- la gruesa voz llego a sus oídos, devolviéndole el miedo que antes se había ido.

-Tú…tú… ¿hablaste?- sin formular bien las palabras se alejo lo mas que pudo.

-¿no puedo hacerlo?- respondió levantándose.

No respondió temblando ante la su figura.

-los humanos no llegan hasta este punto del bosque, te llevare donde puedan encontrarte, sube- ordeno acostándose en la nieve para que este se pudiese subir.

Con el miedo aun en su cuerpo el ojiverde se coloco su capa subiéndose sobre el lomo del animal, sintió bajo su cuerpo el suave pelaje, no pudo evitar acariciarlo un poco antes de sujetarse, el de ojos rojos comenzó a correr entre los árboles, sintiendo frio se recostó sobre el suave pelaje, el cual emanaba un reconfortante calor le adormeció completamente.

¿Por qué no lo había asesinado?

Continuara…