Disclamer: Ni Black Rock Shooter, ni Ao no Exorcist me pertenecen. Lo único mío es la trama de la historia.
N/A: Serie de capítulos cortos (drabbles y viñetas no pueden ser, porque me rebaso) acerca de una de mis tantas parejas favoritas con respecto al crossover. El ritmo de actualización será lento. Pero espero les agrade la historia.
Advertencias: OOC (Creo, ha pasado tiempo desde que termine de ver ambas series, y el manga de Ao no sale con una velocidad de tortuga, voy al día, no obstante odio esperar). Errores ortográficos.
Encuentro
Su primer encuentro fue una casualidad. Así, tan absurdo y corriente como suena. Probablemente el destino tuvo algo que ver, pero solo una pequeñísima parte.
No había sido planeado, al menos por parte de Rin, que los enviaran a todos a una misión de reconocimiento por los recientes reportes de extrañas actividades de naturaleza espiritual. Las cuales eran abstractas, pues los reportes eran vagos tanto en contenido como en escritura.
Yukio se quejo sobre eso, y sobre como Shura estaba tomando desvergonzadamente una cerveza en lata y coqueteando con algunos lugareños, enviando guiños y sonrisas, mientras movía las caderas; naturalmente bajo los efectos del alcohol (pero era Shura, y ella todo lo podía, ebria o sobria).
—Me aburro, Rin—confesó Kuro, saliendo del bolso del chico, y trepando hábilmente hasta el hombro izquierdo de este.
—Lo sé—y en parte lo entendía. Él también estaba aburrido. Miró por unos segundos a Yukio, quien inútilmente regañaba el comportamiento de la pelirroja—Ne, Yukio—le llamó. Su gemelo se dio la vuelta—Podemos dar una paseo…prometo no distraerme ni perderme.
—Sabes que no vinimos de turismo—recordó el chico de lunares. Todavía un poco irritado.
—Pero no es algo poco efectivo si me quedo aquí y no miramos más por ahí—debatió Rin.
Yukio pareció pensárselo por unos minutos. Tras un silencio expectante, el gemelo menor suspiro, rascándose la corinilla con la mano, elevando los lentes por el puente de la nariz.
—Solo no te vayas muy lejos, no conocemos esta ciudad—dijo resignado.
— ¡Como si fuera a perderme!—exclamó en tono ofendido el mayor—Tch, vámonos Kuro—masculló por lo bajo y con la mirada al frente, metiéndose las manos en los bolsillos.
— ¡Yeah! ¡Paseo!—articulo el familiar del Okumura. Moviendo la cola alegremente y con una sonrisa plantada su peluda cara. Procediendo a saltar del hombro del mitad demonio, tomando su propia dirección— ¡Por aquí, Rin!
— ¡Espera Kuro!—gritó Rin, corriendo detrás del felino.
Pero el gato no escucho ni una palabra, en lugar de eso, haciendo uso de sus ojos ambarinos, fijo la vista en diversos puntos a su alrededor. Quería ir a un lugar donde se estuviera plácidamente, pero también donde pudiera hacer algo más que estar escondido en el bolso de Rin, sufriendo por el calor.
— ¡Quítate!—
Kuro alzó sus orejas, curioso, mirando para su izquierda. A unos pocos metros de él, y bajando por lo que parecían una inclinación, una muchacha giro el manubrio de su bicicleta al último momento, provocando que por acto de reflejo, Kuro erizara todos sus cabellos, así como sus dos colas, y cerrara posteriormente los ojos, esperando el choque inevitable.
Los frenos siendo forzados fueron audibles para su buen oído, así como lo había sido el resbalar de las ruedas sobre el pavimento, y la caída de la bicicleta, así como de un cuerpo dando tumbos por la calle.
— ¿Hn?—inquirió el felino, abriendo los parpados, y pestañando repetidas veces. Se miro así mismo, tenía sus cuatro patas, sus orejas, sus dos colas…—Sigo vivo—afirmó, para luego suspirar con un alivio que abandono hasta su último pelo.
— ¡Kuro!—a lo lejos podía oírse la voz de Rin. Y hablando del chico, este había llegado a su lado, con el ceño fruncido— ¡Tonto, mira lo que hiciste!—bramó Rin.
Kuro estaba dispuesto a replicarle, pero entonces un gemido-de dolor, y frustración-llego a los oídos del pequeño gato, atrayendo su atención.
La bicicleta que había estado a punto de arrollarle y acabar con su vida (de cierta forma, él era un demonio, posiblemente que una bici le arrollara no sería problema, pero dolería), yacía en el suelo, y a un metro de esta, tratando de reincorporarse con ayuda de los brazos, estaba una chica.
Kuro la reconoció como la joven que le había advertido que se saliera del camino. Al parecer, la chica cambio el trayecto, terminando ella malherida en su lugar.
— ¡E-E-Espera ahí sí!—farfulló Rin, quitándose la correa de su mochila del hombro, y rebuscando en esta—El kit de primeros auxilios que Yukio me dio, ¿donde esta?—gruño el chico, hundiendo más la mano en el bolso, trotando hasta hincarse en una rodilla, delante de la muchacha— ¡Aquí esta!—una sonrisa se formo en las facciones pálidas del chico—¿D-D-D-Donde te lastimaste?—interrogo con suavidad, nervioso.
Después de todo era Yukio quien siempre curaba las heridas, él jamás había tocado un botiquín antes, mucho menos lo hubo usado.
La joven, por otro lado, se paso la mano por la cabeza, reprimiendo un quejido. Levantando la cabeza, y abriendo de a poco los ojos.
Eran azules, como los suyos.
— ¿Y?—preguntó ella con preocupación.
Rin parpadeo, saliendo del estupor causado por la mirada zafiro de aquellos ojos redondos y grandes. Sintiendo sus mejillas enrojecer un poco.
—T-T-Tienes un corte en la frente—la vacilación se fue tras completar la oración. Apretando los labios, sus hombros cayeron un poco. Se sentía algo culpable—Lo siento, fue mi culpa, el gato…—trato de explicarse.
— ¿Es tu gato?—la muchacha se movió hacia su derecha, tratando de ver más allá del hombro de él.
Rin movió el cuello en dirección contraria, notando como Kuro estaba con cara triste, rezagado enfrente de la calle, con la cabecita hacia abajo, y un par de lagrimitas. Tal vez, pensó entonces el chico, no debió haberle gritado. Fue accidente a fin de cuentas.
—Gatito—llamó la chica. Kuro levanto la cabeza—Ven, gatito, gatito…—llamó de nuevo. Rin reparo en que tenía el cabello negro, atado en dos pequeñas coletas altas.
Kuro se mostro dudoso de si aceptar o no el llamado de la afectada. Miró a Rin, enviando una pregunta silenciosa. Rin le sonrió, asintiendo con la cabeza. Kuro entonces abrió la boca, dejando salir un maullido, y corriendo a los brazos de la humana.
Rin, no obstante, se dedico a destapar la pequeña botella de alcohol etílico, y a sacar un poco de algodón. Yukio siempre le decía que lo mejor era desinfectar las heridas antes de cubrirlas, por más pequeñas que estas fueran.
—Esta bonito—comento la chica. Rin supo que se refería a Kuro, quien se veía realmente a gusto sobre las piernas de la chica, recibiendo sus mimos detrás de las orejas, ronroneando suavemente— ¿Cómo se llama?—preguntó ella.
—Aguanta—pidió Rin, al tiempo en que colocaba un trozo de algodón empapado con alcohol sobre la herida, limpiándola. Luego haciendo presión. Mato se quejo, lloriqueando un poco. Cuando Rin considero que fue suficiente, retiro el trozo de algodón ensangrentado, y lo dejo caer al suelo. Procediendo a sacar un trozo de gasa—Su nombre es Kuro—respondio, de buen ánimo al ver que no era tan malo para curaciones mínimas como esas.
— ¡Oh!—la chica, tomo a Kuro por debajo de vientre, alzándolo luego— ¡Tu nombre es como mi apellido!—una risa broto de los labios de la chica. Kuro movió ambas colas.
— ¿Tú apellido es Kuro?—pregunto con interés Rin, procediendo a colocar el trozo de gasa por sobre la herida.
—De hecho es Kuroi, pero si le quitas la "i". Es igual ¿no te parece?—comentó, para luego fijar sus ojos azul oscuro sobre los amarillos del nekomata. Kuro sintió el roce de la nariz de la chica con la suya, más pequeña. Le hacía cosquillas— ¡Eres un gato lindo! ¡Muy lindo!—afirmo con dulzura la chica, frotando todavía su nariz con la del familiar.
El exorcista evoco una leve sonrisa. Kuro lucia feliz, y la muchacha no parecía enfadada por el accidente. Su piel resplandecía con la luz del sol, acentuando su palidez, y con ello dotando de más brillo a sus iris cobalto.
Que ahora le miraban.
— ¿Pasa algo?—preguntó, con una sonrisa Kuroi.
Rin enrojeció, negando rápidamente con la cabeza.
—N-N-N-No es nada—tartamudeo él— ¿Puedes levantarte?—en un intento de buscar una salida, se irguió del suelo, inclinándose un poco hacia abajo, extendiendo su mano.
Kuroi miro la palma ofrecida, sonriendo en el proceso, mientras asía sus dedos a la mano del chico. Rin envolvió sus dedos con los de ella.
Mientras tiraba de ella, la morena sintió algo palpitar. Una chispa, un escalofrió que atravesó su sistema nervioso al completo.
—G-G-gracias—agradeció despacio, con la cabeza hacia abajo. Sus mejillas se sentían calientes. Desviando la mirada, percibió que en un brazo, aún sostenía al gato— ¿Y que hacen aquí?—quiso saber, mirando el cabello de rin, pero no sus ojos. Por un extraño motivo, no creía poder escuchar si lo veía directamente a la cara.
—Bueno…vinimos de paseo—no era una mentira, del todo.
Pero Rin estaba seguro que pudo habérsele ocurrido una mejor excusa que esa.
Por otro lado, Kuroi parecía encantada.
—Hoy no tengo clases, y dado que casi mato a esta lindura—su voz se torno un poco avergonzada y culpable al decirlo. Sostuvo a Kuro por sobre su cabeza, atrayéndolo a su rostro, y besando su nariz reseca— y tú me sanaste, ¡Los guiare! ¡Conozco esta ciudad muy bien!—propuso la joven, con entusiasmo, mirando finalmente a la cara a Rin.
— ¿Enserio?—Rin no se percato de lo ansiosa y eufórica que sonaba su voz—Eso sería…—iba a aceptar, pero, entonces, el sonido de su celular-y su vibración, tres segundos después-en el bolsillo de su pantalón corto el dialogo. A regañadientes, y con una sonrisa algo torpe de disculpa, que Kuroi acepto, el mayor de los Okumura se digno a contestar el teléfono— ¿Si?—Rin frunció el ceño, y parecía dispuesto a protestar— ¡¿Ya?! ¡Pero si llegamos aquí solo hace tres horas!—gritó, enfadado— ¡Ese payaso!—escupió Rin, entornando los ojos— ¡Ya entendí, ya entendí! ¿Dónde? —Pausa—En la plaza…de los durazneros—dijo más calmo, tratando de procesar la información—Bueno, ya voy—concluyó, con un suspiro resignado. Terminando la llamada. Miro algo preocupado en dirección a la joven.
Kuroi, pese a todo, le sonrió aunque podía notarse su desanimo.
— Se tienen que ir—afirmo ella.
—Sí, perdón por eso—se disculpo Rin.
—Bueno, nada puede hacerse. Supongo…—la chica de cabellos negros callo por unos momentos, mirando a Kuro, quien maullaba. Al parecer el gato le había cogido cierto cariño—Lo siento Kuro, ya te tienes que ir—comunico con pena la chica, depositando al gato en el suelo—por cierto, antes de irte… ¿Cuál es tu nombre?—interrogó la chica, mirando al joven.
Rin parpadeo, rascándose la cabeza. Tonto de él, había olvidado presentarse.
—Mi nombre es Okumura Rin.
Ella estiro los labios, sonriendo ampliamente. Estiro el brazo, con la mano delante.
—Y el mío es Kuroi Mato.
—Mato…—susurró Rin, memorizando cada silaba y letra. Tomo la mano de la chica, estrechándola.
Kuro miró a ambos con interés. Después de todo, era raro, desde su perspectiva, ver a dos personas tomándose la mano, a modo de saludo, verse fijamente, casi de manera escudriñarse por tanto tiempo.
La sonrisa de Mato se borro, quedando ahora solo una cara con unos labios a la deriva den un océano de oraciones inconexas y sin exteriorizar. Lamiéndose los labios, Mato aparto su mano, como si el tener contacto con la piel del chico quemase.
—Lo siento, te estoy retrasando—Mato rio nerviosamente, desviando la mirada.
—N-No…esta bien, no te preocupes—declaró Rin con amabilidad. Kuro no podía dejar de percatarse del rubor en las mejillas de su amo—Umm, de cualquier forma, ¿podrías decirme donde queda la plaza de los durazneros? —si era sincero consigo mismo, Rin había perseguido a Kuro sin fijarse las calles.
Por lo que, ahora, se encontraba perdido.
Mato asintió. Dándose la vuelta, y elevando el brazo
—Sube por ahí—informó, señalando con el dedo la inclinación que ella había bajado a tropel, encima de su bicicleta, antes del accidente—luego sigue recto y gira a la derecha. Hay un cartel, no te perderás.
—Gracias, cuida el corte de acuerdo—dijo Rin con una inclinación rápida, echándose a correr— ¡Vamos Kuro!—ordeno el exorcista a su familiar.
Kuro, se encorvo ligeramente, para luego echarse a correr. Frenando a unos pocos metros de Rin, calculando la distancia y saltando. Mato vio todo con gran detalle, sintiéndose impresionada por los reflejos del mínimo. Sin embargo, sus ojos también captaron como una de las patas de Kuro, de semi enredo con una correa de celular, de la cual el animal logro liberarse. Pero dejando caer el móvil en el proceso.
Mato abrió la boca, gritando, tratando de comunicar lo ocurrido. Pero Rin ya habría subido gran parte de la inclinación, Mato apretó los labios, echándose a correr y arrodillándose para coger el celular. Emprendio nuevamente carrera con todas sus fuerzas, sin respirar, cuando por fin había terminado de subir, y pretendía doblar la esquina, se dio cuenta de que Rin ya debería haberse reunido con la persona que le telefoneo hace unos minutos atrás. Y muy probablemente, ya se había ido.
Podría, se dijo, seguirle, pero su madre la había enviado de compras. Compras que, volviendo la cabeza hacia atrás, se habían echado a perder (bueno solo los huevos). No podía abandonar los víveres, ni tampoco su bicicleta. Lo único que faltaba es que la robasen.
— ¿Por qué yo?—pregunto a nadie en especial, mirando el celular entre sus manos. Sus labios se torcieron un poco, al recordar el tacto de su piel con la del chico. Derrotada, Mato guardo el móvil en su bolsillo.
Ya pensaría luego en como podría devolverlo.
N/A: Y así comienza esta historia. Ya saben, reviews y comentarios constructivos en la ventanita de abajo.
