Descargo de responsabilidades: Los personajes no me pertenecen, pero la trama sí y los OC son míos.

Sinopsis: Alguna vez, cuando era pequeño, escuchó sobre las almas gemelas. En el aquel momento creyó que quizás era cierto, que en alguna parte del mundo existía su otra mitad, ésa que lo haría sentirse completo. Yuuri Katsuki nunca creyó que a él le sucedería. Mucho menos que esa persona fuera alguien a quien admiraba profundamente.

¡Hola! Aquí vengo con una historia que tengo terminada hace un tiempo, así que espero no demorarme mucho en subirla. Espero que les guste. 3

Y, ¡disfruten de la lectura!

-Summer.


PRÓLOGO

Recuerdos dolorosos

"Dos almas que nacieron para estar unidas, volverían a unirse para ser una."


Sentía la humedad fría que se deslizaba por sus mejillas, el sabor a sal era persistente en sus labios al igual que los temblores que atacaban su cuerpo. Sus sollozos resonaban entre las cuatro paredes blanquecinas, mordiéndose el labio inferior intentó retenerlos pero la tristeza en su corazón era aún mayor. La frialdad de la habitación no ayudaba hacerlo sentir cómodo, al contrario, la oscuridad que albergaba el cuarto lo sumía aun estado de soledad que no quería volver a sentir.

Una carta se hallaba delante él como si se burlase de su miseria. Yuuri no la abrió enseguida cuando la encontró, sino que se quedó mirándola con un semblante de tristeza absoluta. Su corazón estaba hecho trizas, podía sentir como éste latía desbocado por la desolación y la furia que de a poco comenzaba a sentir. Se preguntó por qué le sucedía esto. El que creyó sería un nuevo comienzo, no fue más que la caída de su vida.

Él quería odiarlo por romper su promesa, aún recordaba las palabras que salieron de sus labios después de que ganara la medalla de oro. Sintió como nuevas lágrimas desfilaban por sus mejillas. Ya no quería llorar pero no se podía detener, era desesperante saber que había sido un iluso, creyendo en palabras llenas de mentiras; y, aún más, después del beso que él le había dado delante del todo el mundo.

Yuuri ya no daba más. Primero fue su horrorosa presentación en el Grand Prix Final quedando en sexto lugar, aquella derrota fue un duro golpe para él. Sintió como su mundo se desmoronaba a su alrededor como si todo estuviera hecho de cartas.

Pasó meses sumiéndose en una depresión y con la ansiedad pisándole los talones. Subió de peso, pero sacó fuerzas para recuperarse. Le aburrió sentir lástima hacia sí mismo, así que dio por terminada su temporada de tristeza y decidió sumergirse en lo que más amaba. El patinaje.

Yuuri volvió a Hasetsu con su familia para así poder ayudarlos como se debía, aunque el principal motivo de su regreso, era olvidar lo que había vivido. Sintió paz al volver a sus raíces, sentir la brisa marina chocar contra su rostro, pero por sobre todo volver a patinar en la pista que lo vio nacer. El sentimiento fue indescriptible al realizar por completo el programa que había usado su ídolo para ganar el oro. Aunque nunca previó que ese sería su ascenso y también su caída.

Cuando creyó que ya nada le podía sorprender, apareció la figura que más admiraba. Viktor Nikiforov. Él aun no creía que su ídolo hubiera realizado semejante viaje solo para entrenarlo y prometiéndole que ganaría el oro. Y le creyó. Al principio le costó acostumbrarse a sus constantes muestras de cariño, pero después de un tiempo solo se dejó ser. Y quizás ese fue su error, aunque en aquel momento él no sabía de las circunstancias que provocaría eso.

Las competencias dieron inicio con el enfrentamiento contra Yuri Plisetsky y terminaron con su triunfo en su segunda aparición en el Grand Prix. Oro. Yuuri había ganado el oro y no podía ser más feliz por ello.

Su familia lo felicitó, Minako-sensei estaba orgullosa de él y Viktor... Viktor le dijo que estaba orgulloso de su trabajo, que todo su esfuerzo rindió frutos y eso se demostró en la pista. Sus dos programas le habían salido a la perfección, ninguna caída e incluso maravilló al público con las emociones que desbordaban sus presentaciones.

Yuuri estaba feliz, pero todo lo bueno siempre venía acompañado de todo lo malo.

Después de unos días de celebraciones, felicitaciones y de una inmensa felicidad, llegó la tormenta que desequilibraría su mundo. Aquel día se había levantado temprano decidido al fin hablar con Viktor sobre su relación y de aquellas palabras que se dedicaron en Barcelona frente a la basílica. Se hallaba nervioso, con el corazón latiendo a mil por horas.

Estuvo noches pensando en cómo abarcaría el tema, en cómo decirle que lo amaba con todo su ser. Lo buscó por toda la posada, por el pueblo y el Ice Castle, pero no lo encontró. Estaba nervioso y temeroso por la situación, no lo había encontrado por ningún lugar y eso le asustaba sobremanera. Fue junto a su familia para preguntarles si habían visto al albino, pero cuando vio las miradas de lástima lo único que quería hacer era huir.

Le dijeron lo impensable. Él se había ido. Lo abandonó. Lo dejó sin ninguna explicación más que un sobre. Huyó a su habitación para que nadie lo viera llorar cual magdalena. Dolía como el infierno al saber que su primer amor, aquel quién le confió todo, lo abandonara de esa manera.

Y esa fue su segunda caída, pero esa fue la peor. Su corazón estaba roto, él ya no quería ver más nada con el amor. No volvió a patinar ni tampoco a sonreír.

Yuuri estaba en un abismo del cual si no salía pronto, lo consumiría. Y él, lo sabía con exactitud, pero estaba demasiado dolido por la situación. Yuuri sabía que no era débil, tampoco se dejaría vencer así como así, saldría a brillar de nuevo y a dejarle en claro al mundo que no era cómo ellos creían. Volvería al mundo del patinaje a ganar para demostrarles a todos que no era alguien con quién se podía jugar.

Volvería a forjar una nueva reputación, sería un nuevo Yuuri, alguien fuerte que sin importar si algo o alguien, se interpusiera en su camino, se levantaría con dignidad y la frente en alto. Que era digno de los más eufóricos aplausos. Le demostraría a Viktor lo que había perdido. Sí, aun lo amaba, pero no por ello lo perdonaría así de fácil. Quizás… solo quizás, lo haría sufrir un poco antes de tomar una decisión.

Él no sabía cómo funcionaba el destino, ni tampoco contaba con los motivos inexplicables de tal acto, pero si en algún momento sus almas se volvieran a reunir, él aceptaría con gusto. Porque a pesar de todo seguía amando aquel hombre de hermosos ojos zafiros.

Pero no le dejaría el camino tan fácil, de eso estaba seguro. Un poco de sufrimiento le haría saber que con él nadie se podría meter sin salir victorioso. Y esperaba que su plan funcionase. Un nuevo comienzo se daría inicio ese día, uno que quizás, haría historia.

Yuuri estaba decidido, ya había sufrido lo suficiente.

Se levantó de su cama secándose con ímpetu las lágrimas. Sus ojos ardían, podía sentir el escozor en ellos, pero aun así prendió la luz a pesar de la punzaba que lo embargó. Fue a su escritorio para guardar aquel sobre, en algún momento lo leería pero ese día no sería hoy. Se dio una ducha, se enfundó en su pijama y durmió.

Mañana sería un nuevo día, un nuevo semblante portaría y nuevas miradas posarían sobre él.

Mañana comenzaría a escribir una nueva historia. Su historia.