El cuerpo pálido se estremeció al contacto con el agua tibia. Le había dicho Kabuto que necesitaba reponer sus músculos después de la dura pelea con Sarutobbi, y ahí con el agua cubriendole la desnudez, el tiempo se detuvo y sólo la recordó a ella.
Cuerpo firme, piernas hermosas, pechos suaves...
Cerró los ojos ámbar y mordió sus labios.
Esos besos en el cuello, aquellas mordidas salvajes a sus labios...
Bajó su mano hasta la entrepierna, acarició su miembro con suavidad y sonrió ladinamente al encontrarse tan duro.
El disfrute de su ombligo, la suavidad de sus muslos, el sabor de sus jugos...
La felación ya era intensa para cuando sus pensamientos llegaron hasta ese recuerdo.
Sus ojos de niña, su sonrisa inocente, su boca tragandolo todo...
Subía y bajaba la mano, acariciando con rudeza toda la longitud.
El semen que escurria por las comisuras de sus labios, la forma en que lo relamió como gato...
Y estalló.
El orgasmo lo alcanzó con la imagen mental que siempre lo derretía. Derramó su semilla en el agua y soltó un suspiro ahogado.
Maldita seas, Mitarashi Anko Susurró.
