Te he visto, mas veces de las que puedo recordar. Llorando, sonriendo, sufriendo, riendo. Lo vi todo. No hay nada que desconozca en lo que a ti respecta. Tus miedos e inseguridades, me las se de memoria; incluso podría anotarlos en un papel con los ojos cerrados.
Vi tu pasado, vi tus sueños, vi tus esperanzas y como estas eran aplastadas sin misericordia. Día tras día me dediqué a observarte. Cuando despertabas, yo despertaba. Cuando dormías, yo desaparecía para volver a aparecer con el reinicio de tu rutina. Trabajas desde que puedes hacerlo, cambiando viejas piezas de metal por comida, si es que esas escasas raciones de alimentos embolsados podría considerarse como tal.
Morías de hambre, de sed, de frío y calor. Pero, mas aún, morías por la espera.
Siempre esperando, aguardando el momento en que alguien venga por ti. Mantenías esa fe pese a que sabías que no volverían.
Porque si, lo sabías. Siempre lo supiste.
Pero ¿Qué importaba? "La fe es lo último que se pierde" te repetías.
Pobre niña ingenua.
Años de espera injustificada. Solo para motivarte. Solo para mantenerte con vida un día más. Porque esa era tu vía de escape. Pensar que te buscaban con desesperación. Creer que algún día volverían. Sentirte querida. Sentirte amada. Sentirte importante. Por más que sea solo una mentira.
Pero, en el fondo, estabas sola.
Y ese motor que te impulsaba eran solo gruesas cadenas.
Que patético.
Ni siquiera fuiste capaz de salir de ahí por voluntad propia. A menos que huir por tu vida tratando de ayudar a un droide y un "rebelde" contara.
Si. Todo se volvió complicado a partir de ese punto.
Jedi, cazafortunas, la Primera Orden, la Resistencia.
La Fuerza.
Definitivamente nadie pudo haber predecido el inesperado giro de los hechos.
Era maravilloso. una carroñera volando junto a Han Solo y Chewbacca, leyendas vivientes. Ver tantas cosas hermosas en tan poco tiempo te parecía sencillamente imposible. El verde en los árboles, la lluvia, comida digna de ser comida. Pero, aun así, querías volver. Al parecer la parte más masoquista de ti misma quería seguir esperando.
Solo cuando el dueño del Halcón te ofreció ser su aprendiz empezaste a dudar. La idea de tener un lugar al que pertenecer te hizo flaquear. Estabas a gusto en aquellas instalaciones con tan extraña compañía. Pensaste que podrías tener una familia.
Y ¡Oh! !Sorpresa!
Todo se fue al diablo.
Lagrimas cayeron de tus ojos al ver a ese astuto hombre al que habías llegado a apreciar morir delante tuyo. Sin poder hacer nada para remediarlo.
La escena era tan vivida, tan chocante, que parecía haberse grabado en tus retinas.
El caminando hacia la figura de negro con los brazos abiertos buscando ayudarle. Un cálido abrazo, una sonrisa brillante, una mirada de orgullo y una luz carmesí perforando su carne. El frío cuerpo cayendo hacia el vacío, con la mirada vaga pero fija en su asesino. Y el orgullo devorado por la tristeza.
La evocación de ese recuerdo aun te hiela y hierve tu sangre. Y en lo único que puedes pensar es darle ese mismo destino a aquella sombría figura.
Su hijo, Ben Solo.
El monstruo, conocido como Kylo Ren.
El que asesinó a su propio padre, seguidor de Snoke, caballero de Ren.
El mismo al que le rebanaste la cara con el sable de Luke. El mismo que dejaste tirado en la fría nieve.
¿Y qué más? ¡A si! El mismo que veías a diario aun a planetas de distancia. Tan impredecibles. Tan ilógicos que ni siquiera los entendías. Lo sentías ahí, su presencia estaba explícita ante tus ojos. Junto a ti.
Y odiabas cada uno de sus "encuentros".
Porque, aunque el odio aún seguía latente en tus venas, su compañía dejó de ser un fastidio.
¿Lo recuerdas Rey?
Esos ojos onix enfocándote solo a ti, la postura erguida y elegante digna de soldado.
La calidez de su mano.
Fueron breves instantes, apenas sus yemas pero fue el contacto más sincero e intimo que has tenido en tu vida. Quizá por el hecho de nunca haberte sentido tan vulnerable, quizá por no querer estar sola o solo porque sí. ¿Quién sabe? Nunca sentiste nada igual.
Y fue tan solo un instante pero un montón de imágenes volaron por tu mente en segundos tan rápidos que no pudiste contar.
Él siendo perdonado por la resistencia, abrazando a su madre quien derramaba lagrimas de alegría. Ambos combatiendo juntos a la Primera Orden.
El monstruo convirtiéndose en héroe.
Y lo creíste.
Creíste más que nada en esa posibilidad.
Que la luz aún era fuerte en él.
Y lo hiciste. ¡Claro que lo hiciste!
En el momento en que la luz cortó la carne podrida de Snoke, tuviste una esperanza. Pensabas que no estabas tan loca por creer que aún podía ser una buena persona.
Pero si eso hubiera pasado yo no estaría hablando de esto. ¿Verdad?
Lo viste en sus ojos, el carbón ardía por el deseo de poder. El anhelo de ser él quien se siente en aquel trono vacío. Tener a la galaxia en sus manos.
Supiste que lo perdiste.
Tu voz ya no podía alcanzarle. No con el objeto de su deseo a su alcance. No con el Lado Oscuro susurrándole al oído: "Tómalo. Te pertenece"
No había nada que hacer.
Y el te lo había dejado claro. ¡Oh! ¡Claro que lo había hecho! No abandonaría ese objetivo.
Pero te quería con él.
Que gobernaran juntos.
No se guardó nada para sí. Te remarcó que no tenías hogar, que no tenías familia. Que no eras nadie. Que no eras nada. Y que aquel encuentro que esperabas no sucedería jamás. Y lo estúpida que eras al seguir aferrándote a todo, al pasado sádico que no hacía otra cosa que torturarte.
Era una debilidad.
Una flaqueza.
Y había que eliminarla.
Te extendió su mano. Te prometió el universo. Las lunas, las estrellas. Un lugar al que pertenecer. Todo estaría a tu disposición. Te querría a su lado, de eso no había duda. Lo sentías en todo su ser. Aunque no te lo dijera con palabras, el te rogaba que tomaras su mano.
Pero ya conoces las reglas de este juego, joven jedi. Lo haz jugado toda tu vida.
Siempre hay un precio que pagar.
Y el montón de cadáveres a tus pies y la sangre desbordándose por tus manos no era una opción. Porque ni en un millón de años te entregarías a la oscuridad.
Pero eres humana. El egoísmo esta implícito en su naturaleza.
Y los dos sabemos que no puedes engañarte. No a mi.
Por un instante dudaste. El deseo de tomar su mano, el sentir que eras valiosa para alguien. Sentir que eras necesaria. Era demasiado tentador.
Mas la decisión estaba hecha. Incluso antes de que el extendiera su mano.
Y tan rápido como fuiste capaz de pensar, llamaste el sable.
Y ¿Como no? El hizo lo mismo.
Ambos peleando por un mismo objeto. Sin titubear.
Porque ninguno de los dos iba a ceder.
Su determinación llego a rangos mayores, de tal manera que destruyeron todo a su alrededor.
Incluyendo el sable.
Huiste.
Él se quedó atrás.
Ayudaste a tus amigos y escapaste con lo que quedaba de la tan aclamada Resistencia.
Y lo viste. Solo a él. Y el te veía solo a ti.
Ambos en aquel espacio que no habían creado pero lo sentían tan propio como su fuera así.
Un encuentro completamente inevitable.
Sus ojos reflejaban ira, odio, dolor, angustia y, finalmente, decepción.
No podías culparlo. Sentías exactamente lo mismo.
¿Pero qué esperabas? ¿Qué él dejara todo por su madre? ¿Por su tío? ¿Por cimientos de su moral?
¿Por ti?
No lo haría. No tenías la menor duda de eso.
Pero aun así estaba ahí.
El dolor latente en tu cuerpo de no haber podido hacer más.
¿De que sirve engañarte? Los dos son fuerzas opuestas. Uno se dirigía a la luz y el otro la evitaba como si fuera la peste. Y se atraían con una fuerza casi inexplicable. Casi ridícula. Y se alejaban más por cada paso que se acercaban.
Era una situación tan absurda que daba gracia.
Y desesperante. Increíblemente desesperante.
Nada te dolía más que verlo allí sin poder alcanzarlo. Sabiendo que no podrías traer devuelta a aquel niño que alguna vez había sido.
Solo cerraste la puerta. Con la mirada aún clavada en él.
Y cortaste el hilo que los unía.
Ya no podías verlo.
Ya no podías sentirlo.
Su presencia se había desvanecido por completo.
"Era lo correcto" te repetías, tratando de que aquello sonara más coherente de lo que realmente era.
Ignorando que habías arrancado una parte muy importante de ti misma.
Estaba bien.
Todo estaba bien.
Ese era el camino que habías elegido. Ambos decidieron sus bandos y estás dispuesta a asumir tu papel en esta guerra.
Porque esto ya no se trata de tus deseos. El sentirte sola no importaba. Porque por lo que luchabas no tenía comparación.
Un futuro por el cual darías la vida.
Y, aunque el corazón se te destroce por la pena, no ibas a cambiar de opinión.
Eran enemigos.
Son enemigos.
Eso es todo.
No te queda más que aceptarlo. Porque ya no puedes darte el lujo de mantener esperanzas por él.
Porque era una batalla que no podías ganar.
Y estamos aquí, otra vez llevando una conversación conmigo. Me miras esperando que te de una respuesta y no soy capaz de decir ni una palabra. Porque mis labios, al igual que los tuyos, ni siquiera son capaces de mostrar una mueca.
También estoy dolida.
También estoy asustada.
Porque las dos sentimos lo mismo. Y no lo puedo evitar.
Créeme. No soy capaz de darte ni una palabra de consuelo.
Porque un reflejo es incapaz de algo que no sea copiar a su autor.
Porque ambas sabemos que es una batalla perdida.
...
...
...
¿O no?
Hola, personas que no conozco! Les agradezco mucho haber leído este fic y si se tomaron algunos segundos para leer esto, se los agradezco el doble.
La verdad este es un trabajo que llevo un par de días pensando. Prácticamente desde que vi la película. Y solo espero que estos días hayan valido la pena. Es uno de mis primeros fics y espero que les haya gustado.
Gracias por leer.
PD: Criticas de cualquier tipo, sugerencias y anotaciones son bienvenidas. Digan lo que piensen. Solo regulen sus tomatazos.
PD2: Estoy pensando en hacer otra parte con Kylo.
