Aquí les traigo una nueva historia. Espero que la disfruten.
PD: Como aclaración, esta historia es secuela de mi otro Fanfic "Recuerdos Que Me Atormentan". Así que si no la han leído les recomiendo (más no los obligo) a que la lean. Sin más, a leer y disfrutar.
El Dolor De Los Recuerdos.
Capítulo 01: Viejas Y Nuevas Heridas
Inicio POV Shadow
- Shadow, puedes ayudarme con mi vestido. – Me pedía ella, aquella eriza rubia con bellos ojos azules, mientras con un poco de esfuerzo trataba de alcanzar con su mano el cierre de la espalda de su vestido. Yo me acerqué a ella pero, en vez de ayudarla en lo que me pedía, yo le bajé con rapidez el vestido, dejándolo caer al suelo, encima de sus pies. Noté como giró un poco su cabeza, mostrándome en su mirada sorpresa por lo que acababa de hacer. Me moví, poniéndome frente a ella. El brillo de sus ojos me hipnotizó, a lo que no esperé más. La abracé, para luego comenzar a acariciar su cuerpo lentamente. Vi como su rostro sonrojaba, al mismo tiempo que trataba de disimular sus pequeños gemidos. Con una mano desabrochaba su brasier (sostén), y con la otra la pasaba por sus suaves muslos. – Shadow… te amo. – Expresó con sinceridad, acercando sus labios a los míos.
- Yo también te amo… María. – Afirmé, besándonos apasionadamente. Sin dejar de besarla, la cargué a la cama que compartíamos para hacer el am…
Desperté abruptamente. Una rabia recorrió mis venas, y no se trataba porque se terminó el sueño que tenía, ya que era todo lo contrario. Me dolía y me abrumaba pensar que, creyendo que había superado el haber recuperado parte de mis recuerdos, descubriendo una vida que jamás imaginé, y lo había dejado atrás. ¡Pero no! Esos malditos recuerdos seguían agobiándome en mis pesadillas. "Ella estaba muerta, pero mi subconsciente se negaba a admitirlo". Apreté mi puño con fuerza y, sin importarme las consecuencias, golpeé la pared, abriéndole un enorme agujero en él. Cuando los escombros cayeron, y el humo de polvo se disipó, pude observar como del otro lado del agujero se encontraba paralizada de miedo una chica, de especie bandicoot (o peramélidos para ser más exacto), de cabello rubio recogido en una cola de caballo, y de pelaje anaranjado excepto el que rodeaba su boca (hocico), ya que era de color beis. Su atuendo era una camiseta blanca con mangas azul oscuro con pantalones de estilo vaqueros, pero en vez de azules eran amarillos, con zapatos cafés.
- What? (¿Qué?) –Le pregunté al quedárseme viendo tanto tiempo.
- Heh…– Comenzó a titubear, notándosele un poco de miedo. – Lo que pasa es que requieren su presencia inmediatamente. – Me respondió al fin.
- Estaré en un minuto. – Le informé, a lo que se retiró con rapidez. Sentándome en la cama, suspiré un poco para calmarme. Listo para seguir, me dirigía a la sala que me habían dicho la noche anterior.
- Es bueno ver que al fin llegas. – Me informó un poco molesto el capitán a cargo, de raza humana, piel caucásica con color de iris grisáceo y portando su atuendo de combate estándar de G.U.N; viéndome fijamente. – Tienes menos 24 horas aquí y ya estas causando destrozos. El Comandante no se equivocaba con la advertencia. – Mencionó, al mismo tiempo que cogía una carpeta de informes.
- Yo no quería estar aquí, pero no me dieron muchas opciones. – Le dije entre los dientes, viendo cómo me miraba seriamente.
- Te mandaron aquí, a Australia, unos días para que tuvieras un "cambio de ambiente", luego de tu último altercado. – Comentó el capitán, provocando que apretara mis puños. No importara cuantos días pasaran, todos recordaban el momento en el que perdí la cordura y herí a mis "compañeros" en el propio cuartel de Westopolis. – Pero tranquilo, solo será esta misión y volverás a casa. – Dijo, sacándome de mis pensamientos y "alegrándome". Noté como la misma chica Bandicoot de antes oprimía unas teclas y una proyección aparecía en la pared, y las luces de la habitación se apagaban. – Gracias, Coco. – Le agradeció el capitán.
- De nada, señor. – Le devolvió su agradecimiento con cortesía.
- Como sabrán, la mayoría de ustedes, un grupo criminal ha estado robando implementos de alta gama en diferentes ubicaciones del país, además de otras en el mundo. Uno creería que solo roban por dinero, ya que el costo de tales implementos es alto, pero la recientes investigaciones afirman que los era peor de lo que pensábamos. – Explicaba con calma, y claridad, el capitán, viéndonos a todos los reunidos, siendo no más de 20 agentes y soldados. – Podemos mencionar equipos médicos, de investigación molecular y genético, además de armamentos experimentales. Por lo tanto, lo que…–
- ¿Quiénes son nuestros enemigos? – Interrumpí, sin importarme si fuera cortes o no, ya que no me importaban los detalles, solo quería un objetivo y ponerme en acción. Detallé como el capitán fruncía en ceño, al mismo tiempo que trataba de calmarse. Vi cómo le hizo una señal a la Bandicoot, quien volvió a teclear.
- Ellos son nuestros enemigos. – Expresó, señalando la imagen proyectada, atrayendo totalmente mi atención. "Eran humanos antropomorfos". No eran como nosotros, las criaturas antropomórficas que tomaban rasgos humanoides. Los rasgos que los complementaban eran de reptiles, en especial de serpientes. Ellos eran tres, y por todo su cuerpo se veían las escamas; en el primero que mostraron, su color de escama que rodeaba todo su cuerpo era negro, con varias líneas horizontales que abarcaban sus brazos y piernas de color amarillo al igual que sus ojos, y se denotaba que se trataba de una mujer por su figura. En el segundo, igualmente mujer, sus escamas eran de color café con líneas horizontales blancas, con bordes negros, en sus piernas y brazos, así como una mancha blanca en su abdomen que se delineaba con su figura. Para el tercero, el que se denotaba que era hombre, el color de sus escamas o piel era negro, pero las líneas eran blancas y tenía en su pecho varias manchas de color café. Luego de eso se mostró como ellos, en lo que parecía ser un laboratorio de investigación, atacaban y mataban a todos sin consideración alguna.
- ¿Quiénes son ellos? – Pregunté, notando como otros parecían igual de atentos en espera de la respuesta.
- Nosotros hemos decidido llamarlo en nombre clave: "Cobra Society (Sociedad Cobra)". Los llamamos así debido a que los venenos encontrados en los cadáveres solo eran de esa especie. – Respondió, cambiando las imágenes por un pequeño y corto video. En este, mostraba a tres humanos normales, de tez caucásica, quienes parecían caminar con rapidez una calle llena de gente asustada, mientras la policía y agentes de G.U.N trataban de dispersarlos. – Ellos son nuestros objetivos. – Comentó, dejándome a mí, y a los otros atónitos.
- Pero…– Escuché decir por parte de un agente.
- Entiendo muy bien lo que parece. Nosotros mismos hemos estado evitando que esta información salga a la luz a la comunidad, diciendo que se trataban de lunáticos disfrazados, pero no es así. Uno de los aparato que robaron tenía un segundo dispositivo GPS, el cual ellos no desactivaron, y viendo la hora y lugar por el que pasaron, y observando los diversas cámaras del lugar, nos muestra que ellos eran los causante del ataque y que escaparon en medio disturbio que se presentaba. – Explicaba, a lo que una imagen satelital apareció en medio de la presentación. – Los hemos ubicado. Se encuentra en esta vieja base de operaciones abandonada. Puede que parezca sencilla la misión, pero aún no sabemos a lo que nos enfrentamos. Son algo nuevo y necesitamos capturarlos vivos. – Terminó de decir, a lo que la se dejó de proyectar más imágenes y la luz de la habitación volvió. – En veinte minutos partimos, y estén listos. – Nos informó.
- Sí, capitán. – Dijeron todos, menos yo, quienes se paraban y cogían un informe de la mesa, leyéndolos con más calma.
La misión había comenzado. Nos trasportábamos en vehículos blindados hasta el lugar, recorriendo parte de una zona de tierra arrida y sin mucha vida, sintiendo los pequeños saltos que daba el vehículo por los baches del camino. Aun faltando unos minutos para llegar, vi a la bandicoot quien revisaba su arma, siendo un diseño raro y diferente que no había visto.
- ¿Tú hiciste esa arma? – Le pregunté, a lo que ella asintió con una sonrisa. – Sorprendente. – Le dije sin mucho ánimo, notando como parecía entristecerse. Sabía que yo podía ser frio, alo que debía de alguna manera avivar el ambiente. – No me he presentado aún: Soy Shadow the Hedgehog ¿y tú eres..? – Le pregunté, notando como se quedaba sorprendida. – Se lo que dicen de mi los informes, pero mi psicólogo me sugirió que al menos tratara de fingir interés en los demás. – Dije, a lo que sentí que se enojaría o le parecería descortés, pero ella solo soltó una pequeña risa.
- Mi nombre es Coco. Coco Bandicoot. – Se presentó alargando la mano para saludarme. Yo acepté el saludo cortésmente. En ese momento, se sintió como el auto golpeó un bache y, por el pequeño salto, le vi cómo se le salió una billetera a ella. Yo la tomé y, al abrirla sin querer, vi una foto. En esta una pequeña Coco, con pantalones azules de tirantes, una camisa blanca, una flor en su cabello y zapatos rosados, sostenía una fruta que parecía haber sido tomada de un árbol y se la mostraba a quien parecía ser su hermano u algún familiar, quien la cargaba en sus hombros, y este le mostraba una sonrisa enorme. Rápidamente le entregué la billetera, a lo que se quedó callada y trató de no verme fijamente.
- ¿Quién es él? – Le pregunté. Vi como suspiraba un poco antes de verme fijamente.
- Él es mi hermano Crash. – Me respondió sin mucho ánimo, con tristeza para ser exacto.
- ¿Le pasó algo él? – Pregunté, debido a que la curiosidad de su actitud me había atrapado.
- Mi hermano siempre comentaba que sería grande y que lograría grandes cosas. Nos divertíamos explorando toda el área en el que vivíamos, como si fuera una expedición. Luego de que papá nos abandonara, él decidió irse para lograr su sueño, prometiéndome que al volver nuestra vida cambiaria, y que mamá y yo no tendríamos que preocuparnos por nada. Pero pasó el tiempo… y él no volvió. – Noté como sus ojos se ponían llorosos. – Supongo que no logró su meta al final, y tenía miedo de volver y decírnoslo personalmente, decepcionándonos. – Se detuvo un segundo antes de proseguir. – Mamá recibe postales por parte de él, con un poco dinero, pero ella como yo solo deseábamos que volviera a nuestro lado. – Terminó de responderme, con unas cuantas lágrimas en sus ojos.
- ¿Cómo te uniste a G.U.N? – Pregunté, a lo que se secó sus lágrimas y sonrió.
- Soy una genio creando máquinas, y experta en algunas artes marciales, a lo que creo que eso no pasa desapercibida por esta organización. Me ofrecieron trabajar con ellos. Yo acepté, aunque significaba que tenía que dejar a mi mamá; y he trabajado para ellos por tres años. Después de todo… mi hermano había tomado una decisión y yo debía tomar la mía. – Expresó.
- Espero que algún día tu hermano logre darse cuenta de sus errores y volver a como lo recuerdas. – Le dije, viendo como su confianza y ánimo aumentaban.
- Bueno, señoritas. Dentro de un minuto llegamos, así que cierren sus bocas. – Informó el conductor, a lo que nos alistamos y nos pusimos serios.
El convoy se detuvo, y uno a uno salimos de los vehículos, poniéndonos en nuestras posiciones. Lo que se sabía del complejo abandonado es que además de los cuatro pisos superiores que lo conformaba a simple vista, había 5 pisos subterráneos. Según los informes del aparato de rastreo, la profundidad a la que se encontraba nos daba a entender que yacía en el último nivel de los pisos subterráneos. Me dispuse a ir primero, ya que era él miembro más fuerte entre todos los reunidos, pero me obligaron a ir acompañado. Quién primero pidió ser mi compañero fue Coco, acercándose a mi lado. A mí no me importaba si me acompañaba hasta un elefante, mientras no estorbara mi camino. Sin perder tiempo, entramos al complejo y, con ayuda de una lámpara, caminábamos en busca de las escaleras. Al llegar a estas, notamos a la distancia un ascensor. Esto nos perturbo ya que a diferencia de todo el lugar que parecía viejo y sucio, este ascensor estaba como nuevo, o con poco uso.
- Es por allí. – Le señalé, caminando sin afán. Al entrar, pude ver en su comunicador como los demás agentes entraban y se dirigían a los respectivos lugares que le tocaban. – ¿Preparada? – Ante mi pregunta, Coco asintió apretando el puño y mostrándome el pulgar. Oprimí el único botón del panel y el ascensor comenzó a descender con rapidez. Cuando se detuvo, las puertas se abrieron, unas puertas grandes a unos cuantos metros del ascensor.
- ¿Qué crees que haya del otro lado? – Preguntó ella, sosteniendo con fuerza su arma.
- No lo sé. Pero, sea lo que sea, es mi objetivo. – Expresé seriamente oprimiendo el botón rojo del panel de la pared, y observando como las puertas se abrían automáticamente. Del otro lado solo había oscuridad. Todas las luces estaban apagadas, pero en el aire había una sensación de inseguridad. Sin dudar, entramos a enfrentar a nuestro enemigo. Tan solo con dar unos cuantos pasos, las puertas detrás de nosotros se cerraron de golpe. Con cuidado, usando nuevamente la lámpara que tenía Coco, caminamos pero, con rapidez, las luces se encendieron, cegándonos momentáneamente. Antes de que abriera mis párpados, escuché como Coco vomitaba, y al abrirlo observé el porqué. Había cadáveres de distintas especies por todas partes, los cuales estaban en perfecta conservación. La mayoría de ellos estaban mutilados, dentro de tubos con alguna especie de líquido. Otros estaban colgados, y me sorprendió que se trataran de las especies de la armada de Black Doom. Estaban unos Black Warrios, criaturas de piel verde oscura en su cuerpo, roja desde sus codos hasta sus manos y en sus dedos tenían garras filosas; unos Black Oak, iguales a los anteriores pero más grandes y feroces; y por ultimo solo había dos Black Hawks, de color negro, excepto por su cabeza que era roja y sus alas tenían una franja delantera de este mismo color. Sin perder tiempo en ese lugar de morbosidad, y de quien sabe que experimentos, seguimos la ubicación del GPS.
- Está cerca. – Mencionó ella en voz baja, dándome indicaciones a que entráramos en otra habitación. Al hacerlo, las puertas automáticas nuevamente se cerraron tras de nosotros. La habitación era más grande de lo común, y eso que aun las luces del fondo no se habían encendido por completo, ya que solo había oscuridad en ese lugar. Además, parecía raro que no para una habitación tan grande no hubiera tantas mesas, las cuales se encontraban al lado, casi pegadas, de las paredes.
- Se siente raro. – Me dije a mí mismo.
- Lo encontré. – Dijo en un tono de miedo. Giré y vi como sostenía un micro Chip, y su cuerpo temblaba.
- Es…– Pronuncié, pero no pude terminar la frase.
- ¿Una trampa? Sí, lo es. – Escuchamos decir procedente de la parte oscura de la habitación, donde inmediatamente unas luces se encendieron. Eran la luz de muchas pantallas de los monitores, mostrándonos una escena dantesca. Observábamos como uno a uno a uno caían los muchos agentes que estaban vinculados a esta misión, siendo despedazados con facilidad por las dos muchachas antes vistas en el informe, al mismo tiempo que veíamos como la figura de una persona, que estaba frente a los monitores, caminaba hacia nosotros. Coco a apuntó fijamente su arma hacia él, pero la sonrisa que nos manifestaba no desaparecía.
- Deja de sonreír. – Le ordené, pero a él no le importó mis palabras.
- ¿Por qué lo haría? Dentro de poco voy a despedazar sus cuerpos, así como lo hicieron mi hermana y mi novia con los agentes. – Nos expresó con morbosidad. Con el rabillo del ojo, pude darme cuenta de la rabia que brotaba por parte de Coco.
- ¡Maldito! – Gritó como una fiera, apretando muchas veces el gatillo de su arma, disparando sin discreción hacia él. Al impactar las balas contra él una estela de fuego lo rodeó completamente. Escuchamos unos gritos fuertes, mientras corría de una lado hacia otro y se tiraba al suelo. Cuando el fuego se apagó, solo vi su cuerpo calcinado.
- "Fue muy fácil… demasiado". – Pensé, acercándome poco a poco a él. Oí los pasos veloces de la Bandicoot en dirección a la puerta. Ella quería salvar a quien aún estuviera vivo.
- ¡Ábrete maldita puerta! – Gritaba, oprimiendo los botones del panel izquierdo. Sin preverlo, detrás de mí, escuché un movimiento. Antes de poder ver, sentí como me daban una patada, siendo lanzado contra la puerta. Rápidamente me levanté y me sorprendió como ese muchacho estaba en pié, sonriéndonos.
- Gracias por el bronceado, niñita, pero me temo que tendré que quitármelo. – Expresó. Con sus manos, comenzó a quitarse toda la piel calcinada, mostrándonos sus escamas negras con líneas blancas y manchas cafés en su pecho, dándonos algo de asco ver esta escena. Queriendo vengarme por lo que me acababa de hacer, corrí hacia él, salté y le un puñetazo en su pecho. Sin embargo, no le hice ningún daño. Ni siquiera fui capaz de moverlo de su lugar, y podía describir que acababa de darle un golpe a una viga de titanio por lo duro que sentí sus escamas. Retrocedí unos pasos, y volví a saltar para dar un puño en su cara; pero su agilidad fue tal, que agarró mi brazo, me alzó y me lazó contra el piso una y otra vez, quebrando las baldosas del suelo.
- Shoot! (¡Dispara!) – Le ordené Coco, aun estando sostenido en su mano. Ella disparó varias veces, pero él, colocando su brazo como escudo, recibió los impactos. Todo su brazo estaba en llamas, pero en suaves movimientos el fuego se apagó, mostrándonos que estaba ileso. Viéndome a los ojos, me agarró de mi cabeza y me precipitó contra el suelo. Me soltó y escuché como sus pasos iba en dirección a la Bandicoot. – Do not stop shooting! (¡No dejes de disparar!) – Le ordenaba, para que él no le hiciera daño. Levanté una poco mi cabeza, viendo como ella disparaba una y otra vez, pero él ni se inmutaba para nada, hasta que se quedó sin munición. Tiró su arma a un lado, y de un bolsillo sacó un cuchillo de combate y se precipitó a atacarlo. Ante su mirada, vio como la hoja del cuchillo se partió en dos tan solo impactando en su piel. Él la agarró y la abrazó, estrujándola (comprimiéndola) lentamente. Los pocos gritos de dolor de Coco solo eran silenciados por la risa de ese tipo, quien disfrutaba de lo que hacía.
- Ere fuerte. Otros en tu posición ya se habían desmayado, o pedido piedad. – Le comentó, pero se detuvo por un segundo y la olfateó. – ¿Sabes? Es una lástima que una chica como tú no haya estado íntimamente con ningún hombre. – Dijo, dejándola pasmada. Ella comenzó a balbucear, pero ninguna palabra entendible salió de ella. – ¿Qué cómo sé eso? Sencillo. El olor de un macho en una hembra jamás desaparece, y mi olfato es bueno. – Respondió su propia pregunta, a lo que volvió a estrujarla con más fuerza.
- ¡Cobarde! – Le grité, a lo que se detuvo. Lentamente caminó a hacia mí, soltando a Coco a mitad de camino. Frente a mí, me levantó con una de sus manos. Sin pronunciar ni una palabra, comenzó a correr y chochó mi cuerpo una y otra vez contra las pantallas de los monitores.
- ¡Shadow! – Escuché él grito proveniente por parte de la Bandicoot.
- Wait a minute! (¡Espera un minuto!) – Dijo al detenerse. – ¿Tú eres Shadow the Hedgehog? – Preguntó con asombro.
- Eso importa. – Le respondí sin emoción.
- Of Course! (¡Por supuesto!) – Gritó con mucho ánimo y entusiasmo. – Especialmente si al fin veo al erizo del que tanto hablaba María. – Cuando pronunció este nombre yo quedé en shock.
- Ella murió hace mucho tiempo. – Comenté entre los dientes.
- ¿Realmente crees que María murió hace 50 años en el A.R.K? Qué pena. Si supieras la verdad. – Dijo, dejándome sin palabras.
- ¿Cuál es esa verdad? – Pregunté tratando de aguantar la rabia.
- Que hubo muchos más sobrevivientes de la masacre en el A.R.K; pero, digámoslo de manera suave, muchos de ellos no volvieron a ver la luz del sol. – Respondió mis palabras con su sonrisa hipócrita. – Las habilidades que tengo solo de ser las debo agradecer a tu amada amiga. –
- No sé a lo que te refieres. – Comenté al no entender esto.
- Shadow… su sangre tenía una especie de mutación latente. Su abuelo puede que lo supiera, pero sea como sea, esta mutación era algo única. Si no hubiera sido por esa enfermedad del N.I.D.S (Neuro-Immune Deficiency Syndrome), tal vez ella hubiera desarrollado ciertas habilidades. –
- ¿Qué cosas le hicieron? – Ante mi pregunta, su sonrisa aumentó más.
- Ohh… lo que deberías preguntar es: ¿Qué no le hicimos? – Respondió con una nueva pregunta, riéndose. Lentamente se acercó a una de las mesas y tomó uno de los frascos. – Luego de muchos años ausentes, es hora de que nos alcemos y tomemos al mundo con nuestras propias manos. – Decía con jactancia, mezclando unos químicos. Con cuidado, me paré y traté de caminar sigilosamente hacia él. Sin creerlo, él se volteó con rapidez y me lanzó un matraz (frascos de vidrio), donde el líquido que yacía a dentro de este se evaporó en mi rostro. Sentí como respirar me era muy doloroso, a tal punto que parecía que me asfixiaba.
- ¿No has matado a esos dos? – Escuché preguntar con molestia cerca de la puerta. Levanté mi mirada un poco y noté que se trataba de una de las dos mujeres, las cuales ya estaban aquí. – Matamos a casi 40 agentes o soldados y tú pierdes el tiempo con esas insignificantes criaturas. – Le afirmó con enojo, siendo la que tenía el color de sus escamas de color café con líneas horizontales blancas, con bordes negros, en sus piernas y brazos, así como una mancha blanca en su abdomen que se delineaba con su figura. Se acercó a él y, acariciándole el pecho, lo miró con lujuria. – ¿Es que te estas ablandando? – Indagó, acercando sus labios a los de él, para luego besarlo.
- No es eso, Hydra. Lo que pasa es que nuestro invitado es nada menos que Shadow the Hedgehog. – Al pronunciar mi nombre, la sorpresa de las mujeres aumentó. – Viper, te dejo los honores. – Dijo.
- Gracias, Schmidt. Eres un buen hermano. – Le agradeció la mujer de pelaje de escamas negro como él. Con perversidad en su mirada, lentamente se acercó a mí. Vi cómo, de la punta de sus dedos, unas garras de 5 cm salieron. Con rapidez, comenzó a apuñalarme una y otra vez. Al detenerse, sentí como cada célula de mi cuerpo se retorcía de dolor. Mi cuerpo sangraba, y las heridas no se curaban como era debido.
- ¿Qué me hicieron? – Pregunté con exigencia. Schmidt se agachó y, colocando su puño sobre mi pecho, me miró fijamente a los ojos.
- Encontramos tu mortalidad. – Al finalizar la frase, sentí como algo se me clavó en mi pecho, atravesando mi esternón (hueso). Bajé la mirada y vi que del dorso de su mano una garra grande salía de esta, penetrándome. Él la retrajo, ocultándola dentro de su cuerpo.
- Esto no puede estar sucediendo. – Dije con voz poco audible. Me sorprendía que estos humanos hubieran logrado hacerme un daño físico tan grande como este. "Del Faker azul podía entenderlo, pero ellos…".
- Pero si está pasando. Vistes los cuerpos de los alienígenas. Su ADN nos aceleró el camino para lograr nuestras metas. Nuestras pieles son más fuertes y resistentes a las balas u otras armas. Y lo mejor es que todo te lo debemos a ti. – Esto lo dijo como si fuera un discurso de un genio maligno.
- Tantos años ocultándonos. Tanto tiempo de espera. 12 años en criogenización, esperando este momento. Otros se nos unirán, y no habrá nación que nos detengan.
- No se saldrán con la suya. – Le expresó Coco, con una voz agotada.
- Niña estúpida, madura. No soy un villano de tira cómica. Están vivos porque quiero. ¿Creen que no pensé que aún debe haber uno o dos agentes a las lejanías del lugar, esperando alguna señal para pedir refuerzos? – Dijo esto, siendo teóricamente verdad, ya un ajente se encontraba a la lejanía de todo esto. – Para cuando ellos lleguen nos habremos ido por un túnel que cavamos, y el lugar estallará en una bella explosión. – Explicaba con alegría. – Hydra, acaba con ella. – Le pidió a su novia o amante, quien sonrió con perversidad. Coco trató de arrastrarse hacia mí, mostrándome a través de sus ojos miedo por lo que estaba a punto de pasar. De improvisto, se escuchó como las puertas se abrieron y el sonido de un disparo hizo acto de presencia. Vi en esa dirección y se trataba del capitán, quien tenía todo su cuerpo cubierto de sangre, apuntando su rifle de asalto, siendo esta una AW50F de calibre 50 BMG o 12,7 mm, hacia quienes eran nuestros objetivos.
- Mueran hijos de…– La última palabra de la frase fue por silenciada por el sonido de los disparos. Hydra se puso en medio, recibiendo la mayor parte de los disparos. A pesar de todo esto, caminó como si nada hacia el capitán, agarrándolo del cuello y tirando su arma a un lado.
- Lo admito, ocultarte en los cadáveres de tus compañeros fue muy astuto. – Le adulaba, pero entonces comenzó a estrangularlo. – Pero eso no te salvará ahora. Esos disparos me causaron molestia, y no le permito eso a nadie en mi vida. – Con esta última frase giró su cabeza, quebrándole su cuello. Vi como dejó caer su cuerpo, y en los ojos de este ya no había vida.
- Terminemos con esto de una vez. – Comentó Hydra. De ella, una garra brotó del dorso de su mano como en pasó con Schmidt, solo que más larga. Levantó su brazo, lista para matar a la Bandicoot.
- Shadow. – Pronunció mi nombre con temor. En ese instante, no sé por qué, su apariencia cambió. Ahora a quien veía en su lugar era a María Robotnik, en la misma pose en la que murió.
- ¡No! – Grité a todo pulmón, y con mi brazo izquierdo golpeé el suelo con todas mis fuerzas hasta que el anillo inhibidor se rompió en dos. Sentí como un gran poder de Chaos Energy se me trasmitía por todo mi cuerpo, además de que un aura de colores cambiantes de rojo, verde y azul me rodeaba. Hydra al notar esto trató de matar a Coco (quien ya no veía la imagen de María en ella) inmediatamente.
- Chaos… Control! – Grité, y el tiempo se ralentizó. Como en cámara lenta, vi como caía la garra de Hydra en dirección a la columna vertebral de la Bandicoot, cerca de su corazón. Me acerqué a Coco y la tomé, quitándola de en medio. Al hacerlo, el tiempo volvió a la normalidad. Observé como la garra de ella se clavaba con fuerza en el suelo, rompiendo la baldosa. Noté la mirada de sorpresa en Coco, quien no podía creer lo que pasaba. La recosté en una de las mesa y vi fijamente a los otros tres.
- Disfrutaré despedazándote. – Me amenazó Hydra, mostrando como una segunda garra salía del dorso de su otra mano, y corriendo hacia mí. Corrí hacia ella, salté y me aferré a su cuerpo.
- Chaos Blast! – Grité, y un aura roja nos rodeó. Con una explosión, que traté de controlar lo más posible, los pedazos del cuerpo de Hydra eran expedidos a todas las partes de la gran habitación. La cara de horror de Schmidt y Viper, al ver lo que quedó del cuerpo de su amante y amiga, cambió a odio absoluto.
- ¡Chaos Spear! – Pronuncié muchas veces, lanzando con mi mano izquierda haz de Chaos Energy que tomaban la forma de puntas de flechas e impactaban contra ellos dos (especialmente Viper). Mientras yacían de rodillas en el suelo, tratando de recuperar el aliento, yo acumulaba energía en mi mano izquierda, formando la apariencia de una lanza. – ¡Chaos Spear! – Volví a pronunciar, lanzando la lanza apenas vi como Viper se paró, impactándole y atravesando su pecho y corazón. Su cuerpo cayó, y la luz de sus ojos se apagó por siempre. Miré hacia Schmidt y en sus ojos se denotaba absorto, tratando de huir de la realidad que le rodeaba, en especial su derrota. Me acerqué a él y, con mis puños cerrados, comencé a golpearlo uno y otra, y otra vez, sintiendo como los huesos de su cuerpo se rompían.
- Viper… Hydra. – Pronunció los nombres de sus seres queridos, con lágrimas brotando de sus ojos y escupiendo sangre de su boca.
- Tú y yo nunca seremos iguales, pero al menos sabes lo que yo sentí hace 50 años. – Le comenté. Sin embargo, me miró a los ojos y me mostró una sonrisa.
- "Shadow, por favor, ayúdame. Ya no quiero que me sigan lastimando. Ya no quiero que me abran, sacando mis órganos frente a mis ojos. Ya no quiero sufrir más. Sálvame". – Dijo con burla, imitando la voz de María Robotnik, causando que una ira en mi cuerpo aumentara y lo volviera a golpear y escuchar sus gemidos de dolor. Me dispuse a darle el golpe definitivo… pero no pude. Por algún motivo, que no se explicar, no podía darle el golpe final, para acabar con su vida. A pesar de estar con el puño en alto, en posición de ataque, sentía como si una mano cálida evitara atacarlo. Giré muchas veces mi cabeza creyendo que se trataba de Coco, pero ella reposaba desmayada en la mesa en la que la dejé. Vi de nuevo a Schmidt y este también se había desmayado, dentro del charco de su propia sangre. Pensando con lógica decidí tomar y cargar afuera de este macabro lugar a Coco, no sin antes tomar dos cosas: los pedazos que quedaron de mi anillo inhibidor izquierdo, el cual traté de arreglarlo con una cinta que había allí para ponérmelo, y evitar que toda mi energía vital se perdiera; y uno de los matraz que contenía el líquido que me lanzó Schmidt a la cara y me debilitó a un ser débil y sin fuerzas. Este último lo hice desaparecer, poniéndolo en un estado de reposo, y caminé con la Bandicoot en mis brazos. Al salir del elevador, la escena que vi me dejó pasmado por unos segundos, antes de seguir caminando a la salida. Por el mismo pasillo por el que caminamos, para llegar al ascensor que nos llevó al último piso subterráneo, charcos y cuerpos despedazados se encontraban en formas de las que no quiero narrar. Al salir, un soldado nos apuntó momentáneamente con su arma, hasta que la bajó y tomó en sus brazos a Coco.
- Recibí una llamada de emergencia a los pocos minutos de iniciada la misión. Llamé inmediatamente a la basa por ayuda. – Informaba el soldado, quien sacaba unas vendas, y químicos esterilizantes, y comenzaba a curarla. Con respiraciones agitadas, comencé a alejarme del vehículo blindado. – ¿A dónde vas? – Me preguntó el soldado, pero yo no le respondí.
- Chaos… CONTROL! – Grité, sintiendo como como todo a mí alrededor desaparecía por breves segundos, siendo remplazados por un paisaje de noche, con una lluvia suave cayendo del cielo. Di unos pasos antes de caer, sintiendo el césped húmedo. Me arrastré unos metros, hasta que me detuve y me volteé, mirando el cielo negro. Alargué mi mano y toqué una piedra gruesa y alta. Sin necesitar ver, sabía dónde estaba. "Estaba en la tumba de María, la eriza que amé… y que olvidé".
- Shadow… te amo. – Escuché decir con dulzura a mi lado. Giré mi cabeza y la vi. Vi a María, con una apariencia trasparente y fantasmal. Giré mi cabeza a otros lados y noté que todo estaba desapareciendo. Sabía que mi anillo inhibidor estaba dañado y creí que solo estaba teniendo ilusiones al drenarse mi fuerza vital. Cerré mis párpados para tratar de desaparecer su silueta, pero al hacerlo un haz de luz hacía presencia; a tal punto que no importaba si parpados estaban abiertos o cerrados, el brillo de la luz se mantenía. Sabía que algo pasaría a continuación, así que solo deseé que terminara pronto.
- María… yo también te amo. – Pronuncié con una sonrisa sin saber por qué, pero de algún modo con felicidad en mi corazón.
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- Bueno chicos, espero que les haya gustado este capítulo. No olviden dejar sus Reviews, y como información…– En medio de las palabras del autor, un disparo se oyó de fondo. El felino se volteó y notó que se trataba de Shadow.
- Te mataré. – Le amenazaba recargando la pistola y apuntándole.
- No sabes lo que tengo planeado, así que no puedes hacer nada hasta que lo veas. – Le comentaba, tratando de calmarlo. El erizo negro con mechones y franjas rojas pensó las palabras escuchadas, a lo que se retiró.
- Continuando, les comento que, debido a algunos detalles y escenas planeadas para el siguiente capítulo, lo más posible es que pase esta historia de clasificación T a M, donde se verá más Shadaria. Sin más, me despido. Que todos tengan un buen día y…– En eso, él se detiene mostrando un rostro temor. – ¡SHADOW, DEJA DE APUNTAR ESA BAZOOCA HACIA MÍ! – Le exigía Malorum55 a Shadow, quien parecía disfrutar de cada disparo.
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Hasta la próxima y No olviden los Reviews ;D
