A la luz de las velas
Recuerda el momento exacto en el que comenzó a pensar en ella como algo más que una amiga, hermana, camarada. Tenía quince años, y ella trece : el bromista residente, el orgullo de la Orden.
Era casi media noche y había estado merodeando por los pasillos de los dormitorios femeninos, esperando atrapar algún trozo de piel descubierta, cuando notó el suave resplandor de una vela encendida , titilando a través de una rendija en cierta puerta.
Se movió con sigilo para observar a través de la abertura y aquello que vio le impactó. Rinalí, sentada al alfeizar de su ventana, mirando las velas que titilaban, a pesar de que el cielo nocturno estaba lleno de brillantes estrellas, contenidas todas tras el vidrio.
La luz de los candiles danzaba sobre su piel suave, jugando con el contorno de su rostro, iluminado su cabello seda negra, que fluía sobre su espalda y hombros como una cascada, haciéndola más hermosa que la luna misma en lo alto del cielo oscuro.
Sus ojos eran más brillantes que la misma llama de las velas por ella encendidas. La observó con admiración reverente, en tanto alargaba uno de sus delgados brazos para encender vela tras vela.
-Los candiles guardan mucho parecido con la esperanza¿No lo crees así, Rabi? Puede titilar y desfallecer, pero siempre regresa para iluminar nuestras vidas.
Balbuceó una réplica incongruente a modo de respuesta, tan estupefacto como estaba, al ser descubierto con tanta facilidad. Lo hizo reír, y ese sonido fue como el soplar del viento , algo que ciertamente adoraba.
-Vi tu reflejo por mi ventana.-Explicó, a su manera.
-Oh.-Respondió Rabi.
Le hizo un ademán, indicándole que se le uniera frente a la vista y se sentaron juntos, a observar cómo danzaban las velas, hasta que la noche se desvaneció en mañana y todo lo que quedó de ellas fue una pila de cera.
Observándola ahora (que su piel está gris, no sólo pálida, sus labios resecos y azules, con el cabello endurecido por la sangre) aprieta su mano más fuerte y anhela regresar en el tiempo hacia el momento en el que estaba bien acurrucarse juntos y mirar los candiles hasta que salía sol y ahogaba la luz de las flamas.
Ella le sonríe, casi como si acabara de leer su mente. Le devuelve el agarre más firmemente, y luego él también le responde otra vez.
-Creo que me enamoré de ti, en aquel entonces.-Le dice ella ahora. Suave su voz, como lluvia en verano. Las lágrimas que corren por sus mejillas son tan pesadas como una tormenta de invierno.
-Yo también lo hice.-Respondió Rabi.
Vio que la luz en sus hermosos ojos violáceos titilaba y se extinguía, al igual que las velas que tanto le gustaban. Le dedicó su última sonrisa, antes de dejar que el aire se escapara de sus pulmones por última vez. Sus labios se congelaron en una pequeña sonrisa, sólo para él.
El agarre que tuvo sobre las manos de Rabi, disminuyó, hasta que nadie más que él quedó sosteniéndolas.
Cutterscita cree que últimamente traduce demasiado. Bloqueo monumental.El autor original es Haverstock y me hizo llorar. u.uU
