Notas del Fanfic:
Saludos a todas! :DD
Quiero decirles que este Two-shot es para mi querida autora Nolee Ramvel, la cual me ha enamorado y hecho adicta a su fic "El Titán Gentil" De hecho, podría asegurar que es uno de mis fics favoritos. Este regalo es por su cumpleaños, el cual fue en la semana de mis exámenes finales así que no pude escribirle nada D: Lo siento, de verdad; además me he demorado porque mi cerebro estaba seco xD Creo que son las secuelas del estrés, pero no quiero dar lata con eso, así que Nolee querida, me disculpo por el enorme atraso. Este Two-shot lo he escrito con todo mi amorsh de fan! Ojalá te guste y que pueda compensar mi atraso *-*
Así que, espero que a ustedes también le guste y lo disfruten! Es la primera vez que escribo un AU y bueno, eso me tiene bastante nerviosa xd Pero en lo personal me gustó bastante como quedó C:
Disclaimer: estos personajes no son de mi propiedad, pertenecen a Hajime Isayama, el cual no tuvo piedad con mi corazón al matar a Marco; y mi fic es sin fines de lucro.-
Pareja: Jean x Marco
Advertencias: Yaoi. Lemon. Lenguaje explícito. AU.
Notas del capítulo:
Este fic es un AU, por lo tanto puede que ciertas acciones de los personajes varíen, debido a su "estilo de vida", el cual se aclarará a medida que avance el capítulo.
Un poco extraño y vertiginoso en cuanto a sensaciones. Pero todo tiene su razón de ser.
En fin… no las aburro más… a leer!
Vidas Pasadas
I
A paso lento, un grupo de chicos camina por la fría calle de la cuidad. Oscura, salpicada de luces de colores provenientes de pubs, bares y discotecas. La música se funde entre risas y peleas, entre parejas que se esconden en callejones para darse un refregón nocturno, droga y robos. Ocultando a las bestias nocturnas.
Jean sube le cierre de su chaqueta de cuero negro, sus bototos del mismo color resuenan sobre el frío pavimento mientras Eren le da un choque con su hombro.
— ¿De verdad no quieres ir? —Pregunta haciendo que Jean lo mire nuevamente—. Podría apostar que si Mikasa va, tú también lo harás, baboso.
— ¡Eso paso hace años, Eren idiota! —Exclama el chico dándole un puñetazo en el brazo, a lo que Eren se lleva la mano para acariciar la zona herida y así mitigar el dolor—. Además, estoy cansado, ayer estuve en la fiesta que dio Reiner y Berth, no he dormido desde entonces.
— De acuerdo, tendré que ir con los tortolitos —dice Eren apuntando con el pulgar a sus espaldas y cuando se giran ven a Connie tomar el rostro de Sasha y darle un tierno beso.
Ambos chicos vuelven a su posición haciendo una mueca de fingido asco, para luego soltar una risita cómplice.
Al llegar a la esquina, los cuatro se detienen y Jean se despide de Connie, que tomado de la mano de Sasha avanzan para que Eren se acerque al castaño ceniza. Sus manos se enlazan y chocan sus hombros para darse unos golpes en la espalda. Eren se mete las manos a los bolsillos de su pantalón, cuando la voz de Jean lo interrumpe haciendo que se gire a instantes de cruzar la calle.
— A propósito, Annie te mandó muchos besitos.
Eren abre los ojos, el verde oscuro parece brillar con aquello, contrastando con el sonrojo de su piel morena que se hace notorio bajo la tenue luz de luna. Sabe que Jean está siendo sarcástico, pero eso no evita que su corazón comience a latir desbocado.
— ¡Jean, maricón! —Exclama alzando el dedo corazón, para luego cruzar la calle de manera definitiva.
El castaño ceniza suelta una carajada audible y sacudiendo la cabeza retoma su rumbo, caminando calle abajo rumbo a su departamento. Realmente hace frío, lo cual odia. Se estremece con las manos en los bolsillos de su chaqueta, soltando un par de improperios entre dientes. Cuando pasa frente a la puerta de un bar, siente su pecho encogerse, quitándole el aire. Jean se gira casi por impulso, sus ojos se pierden en esas puertas barnizadas, mirando más allá.
Se siente desorientado, como si aquel lugar lo estuviera llamando. Sin poder resistirse, avanza para empujar la puerta y entrar. El lugar parece animado, con parejas y grupos de amigos sentados en las mesas de alrededor. La madera parece el tema decorativo, con troncos en las esquinas sirviendo de pilares, el lugar parece ¿elegante? Como típico bar alemán. Y sólo con eso, Jean se pregunta qué mierda está haciendo alguien como él allí.
Sus ojos danzan por la decoración, ya son las cuatro de la mañana y el debería estar en su departamento, acurrucado entre las pesadas mantas y durmiendo, para recuperar el sueño que le fue arrebatado en las fiestas del fin de semana. Pero no, está allí, avanzando entre las mesas hasta llegar a la barra, donde se acomoda en el banquillo esperando a ser atendido, ¿Por qué eso es lo que espera, no?
Y en ese instante, sus ojos lo ven…
Siente como si el suelo se deshiciera bajo sus pies, hecho de arenas movedizas, hundiéndolo en una sensación de vértigo. El corazón golpetea con fuerza dentro de su pecho viendo a aquel chico aparecer tras la barra, secándose las manos con un paño de color blanco. Jean se siente aturdido, no sabe qué le está pasando, pero sus ojos no se pueden despegar de aquel muchacho.
— Buenas noches. —Y su voz es tan amable que lo hace estremecer, siente el calor en su estómago, subiendo espeso por su garganta—. ¿Qué quieres para beber?
Tu boca.
Ese pensamiento cruza por su mente y Jean se sonroja violentamente al darse cuenta. No es como si nunca se hubiese involucrado con un chico, de hecho, ha probado de los dos sexos por igual, pero éste muchacho en particular despierta todos sus instintos, poniéndolos en alerta y adormeciéndolos al mismo tiempo.
Jean se da cuenta de que la expresión de él cambia, lo mira alzando una ceja, pero su semblante parece preocupado. Agita la cabeza para despejar su mente y tragando duro intenta recuperar la compostura.
— Un Wiskcola [1] —pide acomodándose mejor en el banco, con clara incomodidad.
El moreno asiente y se gira para sacar una botella de whisky de la estantería de atrás, la agita de un lado a otro, pasándola bajo su brazo con una pirueta asombrosa, para luego recibirlo con la otra mano. Toma un vaso y vierte el líquido cobrizo que se esparce sobre el hielo. Sus movimientos son precios y Jean se deleita con la elegancia que toma las botellas que brillan contra la luz cuando las agita en el aire y sirve el alcohol.
Su cabello negro parece suave, agitándose con cada movimiento por parte del barman. Sus ojos dorados examinan ese cuerpo masculino, es alto y de piernas largas. Viste un pantalón negro de tela y un chaleco de color blanco, que es holgado y de cuello abierto hasta la mitad de sus hombros. Con las mangas recogidas y un delatan en la cintura, de color negro también. Sin duda se ve muy sexy pero formal a la vez.
Jean no se da cuenta, cuando el vaso se detiene frente a él, el hielo resuena al chocar contra el vidrio y parpadeando lo toma para llevárselo a la boca.
— Gracias —dice Jean, recibiendo una sonrisa por respuesta.
El gesto lo aturde momentáneamente y no sabe por qué, pero tiene ganas de llorar. De acuerdo, ahí está pasando algo muy extraño, pero no tiene tiempo de procesarlo y agradece que el chico frente a él relaje la expresión, acomodándose en frente para secar vasos.
— Y dime, ¿vienes solo? —Pregunta el moreno dejando el vaso bajo la mesa de la barra—. Oh, lo siento, ni siquiera me he presentado, soy Marco Bodt.
Jean observa esa mano extenderse hasta él y una sonrisa se instala ahora en su propio rostro.
— Jean… —dice correspondiendo al gesto y aquel contacto produce una corriente eléctrica, cálida, que recorre ambos cuerpos. Se miran, Jean lo hace intensamente, mientras que el chico frunce el ceño confundido—. Jean Kirschtein, y sí, vengo solo.
Entonces sus manos se separan y Marco traga con fuerza, sin saber qué es lo que acaba de pasar. Vuelve a retomar su tarea de secar vasos. Sus ojos se fijan en el chico frente a él, de aspecto huraño, con una chaqueta con tachas en los hombros y un aro adornando su ceja con dos esferas plateadas, una debajo de la otra. Parece de cuidado, pero al hablar con él se muestra amigable y aunque solo han sido un par de palabras, Marco siente que ya lo conoce de alguna parte.
Su pelo es de color ceniza pero más oscuro en la parte de abajo. Rapado a los costados y atrás, dejándolo largo arriba, donde el cabello es más largo y cae desordenado hasta su frente. Marco desvía la mirada hacia el vaso que seca, para volver a acomodarlo junto a los otros. Esos ojos dorados se clavan en él de vez en cuando, puede sentirlo, es intenso y lo pone muy ansioso.
— Ésta es la primera vez que te veo por aquí, ¿te ha gustado el bar? —Pregunta Marco, con la extraña necesidad de mantener una conversación con aquel desconocido.
— Algo así, es tranquilo —responde bebiendo otro sorbo de aquel líquido, dejándolo rozar su lengua para luego caer caliente por su garganta—. ¿Y tú? ¿Trabajas aquí desde hace mucho?
— No mucho, la verdad, desde hace 8 meses más o menos —Explica el azabache terminando de secar los vasos y dejando el paño al lado de los mismos, para luego apoyar sus manos sobre la barra—. Necesito el dinero para correr con mis gastos personales ya que estoy estudiando, y bueno, este es el horario que más me acomoda.
Jean asiente, no se explica el por qué se siente tan atraído hacia el azabache, quiere oír todo lo que tiene para decir, sobre su vida, con quién vive, sus sueños, lo que le gusta, si tiene novia…
De nuevo su mente se ha dejado llevar, divaga en esos pensamientos, que según Jean, son extraños y vergonzosos, pero tampoco puede detenerlos.
— ¿Entonces, que estás estudiando? —Pregunta Jean, dándole otro sorbo a su vaso con lentitud, en tiempos prolongados, para alargar la conversación.
Marco lo mira, él suele ser amistoso con los clientes, pero al mismo tiempo conserva su cautela para no hablar más de lo debido y menos con un extraño. Aun así, siente como si lo conociera desde antes, "de otra vida". Así que sigue conversando, interesado también en el otro.
— Estudio sicología, es mi segundo año —responde el moreno y Jean asiente sorprendido por la carrera, la cual le parece algo compleja—, ¿y tú?
— ¿Yo? Bueno… me estoy tomando mi tiempo. Quiero estudiar artes, pero es difícil decidirme —responde, nunca antes le ha contado eso a nadie. Siempre dice que está disfrutando de su vida, pero no es así, en parte. Porque sí la disfruta, pero también sabe que está haciendo tiempo antes de decidir la carrera que tanto le gusta—. Vivo en un departamento a cuatro cuadras de aquí, desde hace un año y allí pinto algunas cosas.
— Ya veo, yo vivo con una compañera de trabajo y su novia, también cerca de aquí, mientras busco un lugar para independizarme. Lo que espero sea pronto, no es fácil para un soltero ver tanta miel cada mañana —comenta riendo.
Pero aquella broma hace que a Jean le dé vuelta el estómago. La risa de Marco le parece realmente bella, pero pegajosa y él mismo ríe, pero también lo hace al saber que el chico está soltero. Es una felicidad efervescente, con dejes de ¿esperanza? Sí, eso es, y aunque no se explica qué es lo que sucede, decide rendirse ante aquello.
Marco realmente se siente extraño, pero a gusto. No quiere seguir pensando en lo que le pasa con Jean, al que apenas acaba de conocer, tampoco es como si pudiese darle muchas vueltas al asunto, eso se lo deja a su amigo Armin, el chico analítico y que es número uno en la clase. Lo más probable es que cuando le cuente aquello, el chico le hará preguntas sobre detalles que realmente olvidará, porque sus ojos están clavados en los gestos que hace Jean frente a él, distrayéndolo de todo a su alrededor.
De pronto una chica aparece tras la barra, tomando a Marco por sorpresa.
— No deberías estar filtreando en el trabajo, Marco —dice ella colocándose el mismo delantal que lleva puesto el azabache.
El sonrojo azota sus mejillas y Jean se delita con la linda imagen del chico. Marco está tan rojo que podría brillar (según Jean) y mira a la castaña que acaba de llegar con la boca abierta, haciendo que el "chico rudo" suelte una risita, pero eso no quita que esté igual de avergonzado.
— ¡Ymir!
— ¡Marco! —Exclama la chica usando el mismo tono que él, ganándose otra carcajada por parte de Jean.
Marco se lleva una mano al rostro, en un burdo intento de tapar su rostro ¿cómo es que su amiga puede ser tan desubicada? Jean es un desconocido, uno que le atrae mucho y eso lo hace el doble de vergonzoso. Ya no sabe ni siquiera como lo mirará, y sin darse cuenta ya lo está haciendo. Jean parece nervioso, pero divertido con la situación, aunque el sonrojo en sus pómulos no pasa desapercibido para él.
Todo eso le parece muy extraño y nuevo, porque a Marco nunca antes le ha llamado la atención alguien del sexo opuesto y aunque solo ha tenido una novia, jamás imaginó que alguna vez un chico, que además tiene una apariencia ruda, contrastando completamente con él, le atraería de una manera tan avasalladora.
— Comienza mi turno, Marco —dice Ymir interrumpiendo su choque de miradas—, así que ya puedes irte con tu noviecito a divertirte.
Marco no puede creer que ella incluso esté moviendo sus cejas, sí, de arriba a abajo de manera rápida. Con esa sonrisa insinuante y el tono de voz coqueto. ¿Pero qué pretende? ¿Hacer que Marco se ponga tan rojo como para desmayarse por la acumulación de sangre? Sí, un asesinato rápido para que por fin ella pueda tener privacidad con Christa.
El azabache mira a Jean, que termina de beberse el líquido restante de una sola vez, seguramente se irá y al pensar eso, Marco se siente repentinamente triste, no quiere que lo deje, quiere hablar con él un poco más. Pero nada sale de su boca mientras mira los gestos de aquel desconocido.
— Bueno, ¿qué te parece si caminamos juntos? —Pregunta Jean de pronto, haciendo que Marco se exalte levemente ante la sorpresa—, digo, ya sabes, es muy tarde y bueno, me agradas y…
— De acuerdo, gracias.
Jean se pierde en esos ojos por milésima vez en la noche, cafés y líquidos como el chocolate derretido. Siente mariposas en el estómago, ¿enserio? ¿Eso no pasa solo en las películas? O puede ser producto del alcohol. Pero lo duda, él ha estado bebiendo durante tanto tiempo que prácticamente se ha hecho inmune a la borrachera, y las competencias con Eren de "quién bebe más" contribuyeron con ello.
— Iré a cambiarme, espérame aquí, por favor —le indica Marco, girándose mientras desabrocha su delantal de color negro.
Jean lo ve alejarse por el final del pasillo, atravesando una puerta en el costado de la barra, donde ya no puede verlo. Suelta un suspiro, por fin se siente un poco más tranquilo y más ansioso al mismo tiempo. Las sensaciones que se atiborran en su mente son muchas, una mezcla de matices emocionales que no puede descifrar. Se siente atraído, a gusto, como si ellos se conocieran "de toda la vida". Esa frase resuena por su mente, buscando una explicación lógica, la cual no existe.
Pero no tiene mucho tiempo para pensar en aquello, porque la chica de antes ha apoyado el codo en el mesón quedando frente a frente con Jean.
— Escúchame bien, chico rudo —dice Ymir con la mirada filosa, amenazante, como su tono de voz—, si le haces algo, te cortaré las bolas con una botella rota, para luego hacértelas comer ¿me has oído?
Jean frunce el ceño, y sostienen su mirada unos momentos, hasta que Marco aparece al otro lado de la barra parándose a su lado. Entonces ambos miran al chico que sonríe amablemente.
— Me agradas, Jean, procura que siga siendo así —dice Ymir con una sonrisa filosa, provocando un escalofrío en él.
— Bueno, ¿nos vamos? —Pregunta Marco sin captar la tensión entre esos dos.
Jean asiente, levantándose y dándole una última mirada a la chica, que ya está limpiando el mesón sin siquiera volver a tomarlos en cuenta.
Cuando salen a la calle, el aire frío provoca un gruñido en Jean, que se mete las manos a los bolsillos de manera brusca, a lo que Marco suelta una risita divertida por la reacción del chico.
— Tú amiga da miedo, lo juro.
— ¿Ymir? —Pregunta Marco, y Jean lo mira como diciendo ¿eso no es malditamente obvio? Para luego volver su vista al frente—. Puede que sí, pero ella es muy amable a su manera.
Dicho eso, el brazo de Marco se desliza entre el de Jean. El contacto provoca que se estremezca, con el nerviosismo floreciendo por su estómago, haciéndolo temblar. Traga con fuerza y el silencio se instala entre ellos. No es incómodo, es mero nerviosismo ante lo que está sucediendo entre ellos.
Caminan unas cuadras más, cuando Marco se detiene parándose frente a Jean con una sonrisa amable.
— Yo sigo por aquí —dice Marco señalando la calle en dirección contraria a la del chico—. Gracias por acompañarme, Jean.
Su voz lo envuelve, masculina y amable. Su sonrisa, maldita sea, es tan bella, y ahora puede ver sus ojos cafés brillar bajo la luz de la luna, lejos de los faroles. Jean traga con fuerza, su cuerpo hormiguea por completo. Con la cercanía del azabache puede notar sus pecas, miles de puntitos unos tonos más oscuros que su piel adornando sus pómulos, las cuales le fascinan.
Quiere besarlo…
Necesita, besarlo…
Avanza sacando sus manos de los bolsillos y tomando el rostro de Marco para atraerlo hacia el suyo. Jean siente su respiración cuando se acerca, tibia, incitándolo, invitándolo a tocar esa boca, y sin poder resistirlo, sus labios hacen contacto. Se separa de inmediato, soltando un gruñido, impresionado por lo suave que se siente. Pero no pierde tiempo, y abriendo más su boca vuelve a succionar su labio inferior mientras Marco lo hace con el superior de manera tímida. Sus bocas resuenan haciendo que el azabache se ponga aún más rojo.
Se besan lento, suave, descubriéndose y saboreándose por primera vez. Mitigando una necesidad desconocida y aterradora.
La lengua de Jean se desliza entre sus labios pero no ahonda más, sintiendo la tibieza de esa cavidad abrumar todos sus sentidos.
El cosquilleo se extiende por ambos cuerpos, despertando antiguas sensaciones de añoranza, que ellos desconocen y comparten al mismo tiempo. Las manos de Marco se sujetan a la chaqueta de cuero de Jean, es fría y suave al mismo tiempo. No quiere abrir los ojos, el beso se siente demasiado bien, profundo y perfecto. Marco no tiene idea de por qué está haciendo algo como eso, pero su cuerpo parece ignorar a su mente cuando ésa boca acaricia la suya.
De pronto Jean se aleja jadeando y sus miradas chocan con intensidad.
— Vamos a mi departamento, Marco.
Su voz ronca, su mirada firme pero temerosa al mismo tiempo, sus manos que tiemblan aún apoyadas en sus mejillas. Todo se siente sublime, y aunque Marco está algo asustado, asiente sin pensarlo dos veces.
1. Wiskcola: es una mezcla entre whisky y bebida cola, con hielo y se sirve de inmediato.
Notas finales:
¿Qué es lo que sucederá ahora?
Sinceramente, imaginé el tono de voz de Jean con un cierto tinte de desesperación. Lo cual me llegó hasta el fondo del alma.
Ojalá les haya gustado, sobre todo a mi adorada Nolee (nena, el capítulo 10 de tu fic fue tan genial que aún estoy delirando) y espero sus lindos reviews con ansias, vamos que esta pareja se puede hacer mucho más masiva (/._.)/
Nos leemos el próximo miércoles (si es que este regreso a clases no me asesina en el proceso ¬¬)
Saludos y besos pegosos
