Solo quiero dormir hasta sentirme mejor...
1 - Collegamento
La vida es cruel, una afirmación hecha por cualquiera que ha sufrido y este resulta ser su caso por desgracia. Hace un buen tiempo que, aunque no rendido si había encontrado aquel ácido y amargo a lo que es vivir, habiendo rozado el cielo por la alegría y siendo tirado casi a los pocos segundos de su felicidad suprema. La muerte, por otro lado, suponía era mucho más gentil, menos dolorosa pues fiel a su creencia propia, aquellos que abandonaron este mundo cuidan y vigilan los pasos de quienes dejaron atrás.
Un año y medio más o menos transcurrió, entre hospitales, procesos legales y finalizando en el velatorio del esposo que apenas pudo disfrutar de tener ahí, de amarlo y ser correspondido. Explicar con palabras su estado se podría tomar como su tarea más complicada, pues existían tantas palabras que engloban su sentir, desde dolor hasta ira, viajando por la culpa y por sobre todo el dolor, imaginando el futuro que nunca alcanzo a vivir a su lado y aunque era uno tan ridículo y fantasioso, capaz de no ser la mayor posibilidad... ¿Por qué arrebatarle de manera tan cruel al italiano de los brazos?
Todo lo que pensó jamás extrañar lo hacía, que hablara en Tercera persona, su egocentrismo, la insistencia en lo bien que sería verlo con el cabello aún más largo, intentar tonterías a la hora de hacer el amor... Cosas que ya no volvería a escuchar y anhelaba con la mayor de las fuerzas poderlo hacer más allá de su zona imaginaria o del recuerdo.
Compró un perro, caniche mini toy de pelaje blanco y ojos negros, llamado Niko que llevaba de un lado para otro, al que dejaba subirse a su cama a dormir. Necesitaba calor corporal, cariño de otro ser vivo que, aunque no se parecía en lo más mínimo podía alejar los pensamientos siempre fúnebres de su cabeza. Sabía que debía dejarlo ir, atarse a un muerto solo te convierte en uno, pero... Lo que no sabía es como hacerlo, mucho menos solo...
Derrotado era una buena manera de denominarlo, sencillamente derrotado. Lo intentaba, realmente lo intentaba, pero el dolor era más fuerte que sus intentos por superarlo. Muchos lo habían querido apoyar, los aparto queriendo estar solo y a la vez no, harto de que hicieran la misma maldita pregunta que sabían de sobre como respondería.
¿Estás bien?
No estaba bien, no podía estarlo aún, era como si aquella bala hubiera impactado contra él y no Francesco. Ahora aislado de lo que se consideraba parte de su mundo, dejando sus amigos preocupados, pero sinceramente... No quería saber de ellos ahora, su burbuja existencial era lo único que le interesaba de momento.
Rió levemente al notar a Niko saltando tras unas mariposas, importándole poco o nada la correa. Su perro era arisco con casi todo el mundo, ladraba a cada persona que intentara acariciarlo, gruñía a los niños, apenas podía escuchar el llanto de los bebes y mirar a otro perro sin querer lanzarse a matarlo -al menos eso debía pasar por su cabecita-, el cachorro era un gruñón huraño de mucho cuidado, tal vez se lo contagio.
—Niko, espera, calmate —ordeno al notarlo más inquieto, queriendo salir huyendo y lográndolo al zafarse de modo misterioso de su correa —. NIKO —quisquillo persiguiéndolo tan rápido como podía. Chocando de golpe muy doloroso con alguien más y tirándolo al suelo —. Lo siento... ¡NIKO! —grito a modo de regaño al perro que ni caso le hizo.
—Tranquilo, no es nada. —miro a quién derribo, tendiéndole la mano para ayudarlo a despertarse. — ¿Cachorro?
—Más tonto que de costumbre. —bufo molesto, colocó la correa de nuevo, percatándose de que estaba oliendo y saltando alrededor de otro perro. —Qué raro...
— ¿Pasa algo? —preguntó con tono divertido.
—Es solo que... jamás lo había visto jugar con otro perro. —explicó ladeando la cabeza, notando a Niko chocando su cabeza contra el enorme caniche marrón. —Es extraño.
—algunas veces los perros se sienten mejor con compañeros de raza ¿Es caniche cierto?
—Mini toy... Como sea, lo siento por derribarlo, no vi que tenía alguien delante.
—No importa, estoy acostumbrado a que no me noten—ironizo. —Viktor Nikiforov, un gusto conocerlo.
—Lightning McQueen, igualmente. —devolvió el saludo de mano, al fijarse de nuevo en su perro pues. —NO—chillo tirando de la correa y cargándolo, con las mejillas algo rojas.
—Ahora la rareza es para mí, Makkachin nunca había hecho eso... Al menos no con otro macho. —lo alzo en dos patas. —Es un poco travieso.
—Se nota. —sonrió penoso. — ¿Quiere un café? Un helado... lo que sea por el golpe.
—No hace falta en realidad.
—Si no acepta me sentiré peor. —amenazo suavemente, siendo unos buenos diez centímetros más bajo que el ruso peli plata. Este sonrió divertido por lo dicho, dejando a Makkachin en el suelo de nuevo.
—Un café estará bien. —sonrió a modo de corazón para susto de Lightning ¿Cómo se podía hacer algo así?
...
—Oooohh... Así que tú eres ese corredor, sabía que había visto en otro lado, solo que con... cabello rojo y corto. —dio un largo trago al café de Starbucks, la única cafetería que se encontró cerca y en la cual podría comprar un muffin.
—Eso fue ya hace dos años, estas un tanto atrasado —bromeo muy suavemente, dando un buen mordisco al muffin y dejando un pedazo en el suelo, siendo casi instantáneamente devorado por el perro —. pero si, campeón de la Copa Pistón por ocho años seguidos, you know.
—Asombroso... no soy alguien que acostumbre ver carreras, pero siendo algo un poco más azaroso estimo mucho a quienes lo practican—relato con una sonrisa en el rostro—. Aunque asumo que su truco tendrá.
—Es cuestión de saber cómo hacerlo. Difícil para algunos y otros no —termino su muffin —. Desde hace un tiempo he tenido curiosidad por el patinaje artístico masculino... ¿No les molesta lo que digan sobre ustedes? —preguntó con interés al respecto.
—Ah~ siempre dicen de todo, esas opiniones resbalan —su sonrisa en forma de Corazón dejo a Lightning un poco asustado ¿Como era posible algo así? —. Amargarnos por eso solo logra que perdamos la concentración. —termino su café y Lightning suspiró.
—Supongo. No sabía que estaba casado. —comento al percatarse del anillo dorado en el dedo de Viktor.
—Apenas llevamos un año y la prensa no deja de acosarnos, intentamos tenerlo un poco escondido por temas de trabajo.
—No comprendo que tiene que ver una cosa con la otra.
—Practicamos en Rusia, digamos que las parejas o peor, los matrimonios con gente como nosotros no son del todo bien visto. —explico escueto y notoriamente incomodo al respecto, Lightning terminó su muffin.
— ¿Gay?
—Aja.
—Oh... Ya, en casi cualquier lugar es incómodo tener un matrimonio así, solo que allá son capaces de asesinarte solo por desagrado —jugueteaba con la servilleta —. Últimamente estoy un poco desinformado ¿Tu esposo es Alguien conocido?
—Yuuri Katsuki, un lindo tazón de cerdo. —de nuevo esa particular sonrisa de corazón, si no fuera porque causaba pequeños escalofríos preguntaría como es capaz de hacer algo así con la boca.
—Creo saber quién es, pero no estoy seguro... Ya está oscureciendo, mejor me voy a casa —sacó su billetera y un par de billetes dejándolos en la mesa —. De nuevo, lamento lo de tumbarte al piso.
—No importa de verdad, ha sido un gusto conocerte, espero coincidamos de nuevo.
—Pues a menos que no lo paseé se vuelve una bola de pelos obesa, así que vengo casi todos los días, quizá sea más pronto de lo esperado —sonrió penoso —. Adiós, hasta otro día.
—Do svidaniya~ —despide con la mano, viendo al rubio alejarse con el cachorro saltando a su alrededor inquieto y contento, ladeo la cabeza, quizás era una exageración decir que no le parecía una persona normal... en el sentido de estado.
Se podría deber a capacidad de analizar tan profundamente a las personas, llegaba a sentir al rubio tan... Destruido, como si algo lo hubiese roto por completo y lo que ve no son más que los trozos intentando mantenerse en pie y de la misma manera, unirse lentamente aun si las grietas quedaban por las uniones.
Salió de su ensoñación al momento en que Makkachin ladró para hacerlo reaccionar. Con una sonrisa dio media vuelta para tomar camino a su hogar temporal en lo que él y su adorable esposo permanecen en este país, en el que al menos tiene la tranquilidad de andar por la calle tomado de la mano con el japonés sin el riesgo de que los ofendan en el camino.
— Amooooore~ ¿Qué tal si salimos un rato?
—Salimos prácticamente cada día y también pasamos de un país a otro casi cada día... ¿Tan complicado es permanecer solo en casa? No me importaría quedarme así lo que resta de semana.
El italiano suelta una pequeña risita ante la posición exageradamente encaramada del pelirrojo ojos azules echado en su regazo, simulando que está leyendo el libro entre sus manos que en su portada mostraba a una chica de cabellos naranjas. Las puntas estaban algo dobladas y gastadas, no hacía falta entrar en demasiados detalles mirándolo para saber que lo ha leído tantas veces que podría perfectamente saberlo de memoria.
—Me encantaría si no estuvieras prestando más atención a un libro con un hombre obsesionado por el perfume, que a tu esposo que debes mantener cuidado y feliz. —Baja el libro y lo miro desde el borde de este, ocultando la risita.
—¿Celoso de hojas amarillentas? Que frágil puede llegar a ser la autoestima de Francesco Bernoulli. —mofa y el italiano hace un pequeño puchero, tras poner un marca libro deja el objeto a un lado, tomando asiento y jalando las mejillas del hombre de piel apenas más oscura que la suya.
—Francesco necesita mucha, mucha atención de Amore para ser un hombre saludable... Y menos apretón de mejillas, mi cara perfecta puede deformarse—esto solo logro que el americano diera más tironeos—. Lightning por favor.
—Pensándolo mejor, si vamos a salir un rato, quiero cenar comida china hoy. —ríe saltando de donde está sentado para evitar que el italiano lo agarre con su cara de enfurruñado, Francesco lo miro con la cabeza recostada en el espaldar del sofá, a la inversa y detallando el cuerpo de su esposo con esmero.
Delgado, firme, torneado... Esas malditas entradas que se mantenían a pesar de toda la porquería que comía, aunque según Lightning, él también las mantenía sin necesidad de ir al gimnasio, pero prefería no arriesgarse. La camisa grande por lo vieja que es permite ver el hombro con indicios de tatuaje, el cabello alborotado y escurriéndose del hombro descubierto.
—Lightning—llama y este voltea antes de perderse en el pasillo camino a la habitación en el piso de arriba, rascándose la cabeza y despeinándose un poco más de lo que ya está –que siendo sinceros igual no se nota tanto-. Francesco guardo un extenso silencio hasta abrir los labios de nuevo en señal de habla—: ¿Me amas?
—Creo que esa pregunta viene unos...—con los dedos empieza a contar—. O sí, dos meses tarde, tengo esto en el dedo más allá de un adorno. —especifica haciendo notar el anillo de oro blanco, tan igual al de Francesco que podrían confundirlos.
A menos que notaran el pequeño grabado en forma de rayo y estrella en el interior de cada uno.
—¿Por qué la pregunta tan extraña si eres tan amable de explicármelo...?
—No, nada en especial... Solo me hace entristecer—sonríe, Lightning dio unos cuantos pasos hacía él, alzando una ceja extrañado ante aquel sentimiento que siente su pareja —. Como no pensé que podría hacerlo jamás siendo sincero.
—Pero... No te entiendo, por qué estarías triste por una cosa como-
—Porque te deje solo, igual a como lo hizo Hudson, tu padre, como todos los hombres importantes de tu vida y... Llego a pensar que hubiera sido mejor no querernos jamás, tal vez así ahora...
—Muy bien, me estas asustando, deja de decir cosas tan extrañas y vamos para poder comprar... la...—Francesco se había aproximado, vistiendo aquella misma ropa que sin dudas no concordaba para estar en casa, sino para viajar, sucia, llena de rupturas—. Frances...co...
—Lo siento mucho, de verdad lo siento Amore. —sonríe finalmente a la vista del americano que ve aquello que solo lo hace temblar hasta llevar las manos a su rostro, gritando y derramando lágrimas en sus sollozos desenfrenados.
Los ladridos en la casa hacen eco junto a sus jadeos, se deja caer en la cama de nuevo, tomando una almohada y gritando a esta ¿Tan complicado es ser feliz en sus sueños...? Su bello y perfecto mundo paradisíaco donde podría olvidarse de su realidad marcada por el negro luto capaz de derrumbarlo. Niko se metió como pudo entre los brazos de su dueño, bajo la almohada y lamiendo las saladas lágrimas.
—Perdón por despertarte, estoy bien. —sonríe al pequeño animal de compañía, respirando profundo y sin intención de rememorar el final de su sueño, sino el inicio, la jovial interacción que mantenía con su esposo...
Con su ausente e inolvidable esposo...
Por un momento cruzó por su mente la conversación que tuvo con el ruso por la tarde, fue un momento muy agradable, un contacto con otro ser humano y mejor aún, uno que no está enterado en lo absoluto de lo que pasó en su terroríficamente desastrosa vida. Esperaba tener más conversaciones así, verdaderamente es la primera vez en mucho tiempo que tiene un sueño medianamente bueno...
Sí, contacto social debía ser la solución a su problema de depresión.
—Asumo que un poco de interacción no nos hace daño. —murmura acariciando al adormilado perro, la hora de reventar su burbuja estaba próxima, solo tal vez.
—Muy bien... Eso es muy extraño ¿Te interesan las carreras? Por qué nunca me dijiste que te gustaba esa clase de cosas. —pregunta con creciente decaimiento en cómico dramatismo inconsciente de parte del japonés, que con unos ganchos mantiene el cabello fuera de su rostro.
—No me llaman la atención en realidad, pero debo admitir que hablar con un corredor fue bastante entretenido—su sonrisa corazón no tardo en hacer aparición—. En fin, te lo cuento porque creo que sería buena idea que lo conozcas tú también, es un hombre muy simpático.
—Acabaría aburriéndolo seguramente. —opina con rostro ensombrecido y sonrisa tensa.
—¿Por qué? Nadie podía ser indiferente a mi bello príncipe. —da un ligero beso en los labios del contrario, cuyas mejillas se colorean de un suave rosa, a pesar del tiempo que llevan juntos Yuuri no logra evitar avergonzarse ante los gestos de afectos que Viktor dedica de vez en cuando.
La conversación murió en ese momento, cambiando de tema al instante y a saber cuántas cosas discutieron esa noche sin volver a siquiera mencionar la nueva y superficial amistad que había hecho Viktor el día de hoy. A Yuuri le causaba mucha curiosidad ese hecho, pues Viktor no es alguien precisamente sociable, encontraba la manera de fugarse a cualquier clase de compromiso por culpa...
Esto lo hace pensar que sin dudas algo del corredor americano intereso a la leyenda viviente, de otro modo, lo podría haber olvidado por completo a lo largo de lo que quedo de día. El problema venía a que ahora, quería conocer al hombre, muchas veces ha escuchado que es alguien bastante amigable y para los conocedores de carreras es casi lo que Viktor es en el patinaje.
Una leyenda...
Aunque joder, como no sorprenderse de que lo vean así si sobrevivió a un atentado en Japón, Italia e Inglaterra, pudiendo haber explotado por los aires; acompaño a su amigo que desvelo toda una conspiración... ¡Es como el personaje de una película! Ya ni siquiera sabe que rasgo puede admirar la gente de él, si ser más difícil de matar que el hambre, ser un corredor que sobrevive al paso del tiempo o...
En realidad, es muy lindo, casi andrógino, hace que recuerde a un modelo ruso que conoce de hace tiempo...
O que por definición es la encarnación de la belleza... Maldita sea, dio demasiadas vueltas al tema en lugar de dormirse, aunque viendo la cara de Viktor con esa sonrisa no es precisamente la mejor imagen para entrar al mundo de los sueños siendo sincero consigo mismo. Con un largo suspiro da unos cuantos toques a la mejilla de Viktor para que cambie de mueca, acabando abrazado y casi asfixiado...
—Buenas noches. —despidió con una débil sonrisa, dejando los lentes en la mesa de noche, mejor lo seguiría considerando el asunto mañana, comiendo el Katsudon fuera de dieta que tenía permitido cada tres semanas.
—No quiero sonar como una persona ingrata, odiosa o... Lo que sea, pero no pensé que se tomaría tan literal lo de volver a encontrarnos pronto. —suspira mirando a otro lado con el cachorro en sus brazos.
Aun con la advertencia sono terriblemente mal su comentario, pero realmente ¿Quién pensaría que se lo iba a cruzar justo al día siguiente casi de la misma tonta manera? Solo que, al inverso, pues esta vez Makkachin es quien casi se lleva en medio al americano. Viktor tenía esa sonrisa plasmada en su cara, como si este hubiera sido su objetivo.
—Tranquilo, entiendo—afirma sin ninguna clase de resquemor—. Por otro lado, y ya que estamos todos...
—¿Todos...? —murmura confuso, alzando una ceja, preguntándose quienes son todos.
—Pues...
—No entiendo la forma en que hablan por aquí, suena demasiado confuso y creo que la señora que atendía se confundió en cuanto a lo que...—Lightning fijo su atención en el hombre que venía, su acento lo hacía saber, claramente oriental—. Ho-hola, soy Yuuri Katsuki, un gusto conocerlo. —se presenta rápidamente antes de que su timidez saliera a flote, considerando que lo primero que el rubio había visto de su persona son quejas por no entender inglés.
—Un gusto, Lightning McQueen. —saluda con amable sonrisa, apenas fijándose de soslayo en la sortija que lleva el pelinegro en su dedo anular.
—Ya que estamos aquí podemos caminar un rato, parecer seres sociales más allá de usar Instagram. —siguiere con ánimo, Makkachin mueve la cola animado por presentir un paseo mucho más largo de lo usual.
—A-aunque si estas ocupado no pasa nada. —se apresura a decir el japonés, con nervios de verse en situaciones incomodas por no saber qué hablar con el apenas conocido hombre, el cual...
Si es tan jodidamente perfecto físicamente como lo recordaba de haberlo visto en televisión de vez en cuando...
—No tengo nada que hacer, por algo paseo a mi perro—acota ese pequeño detalle que ciertamente hace saber que no tiene ocupación alguna—. Aunque podemos ir a comer, caminar es un tanto molesto considerando que a no puedo verlos a la cara.
Lightning podía llegar a ser un quisquilloso cuando quería y a la hora de hablar hasta por los codos, lo era. Yuuri hizo una pequeña mueca por la cual Viktor rio divertido. Ambos perros veían a sus dueños esperando que se decidieran, empezaran a caminar o, por el contrario, les diesen de comer.
...
—¿Mate? Sí, es un loco, pero así lo quiero y es mi mejor amigo, digamos que evito que todos en Inglaterra fuéramos carne a la parrilla volando por los aires. —lleva un poco del postre a su boca, saboreándolo con pecaminoso gusto, tendría que ir al gimnasio a quemar todo lo que devora.
En un café distinto al del día anterior se encuentran el trio de amigos o apenas conocidos. Yuuri apenas podía beber café frio y babear por saborear interiormente todo lo que el rubio pedía para comer; Viktor silba, había preguntado por el hombre que supuestamente desmantelo todo aquel show terrorista en el Prix mundial donde Lightning participó.
—Debe ser genial tener un amigo espía. —comenta Yuuri.
—En realidad no lo es, su novia si, también McMissile... Se puede decir que en caso de alguna desgracia tendré siempre respaldo. —ríe sin ganas ante su propio dicho. Por unos instantes acabó silencio viendo a otro lado, en específico a la avenida que se logra ver por sobre la baranda del muro.
—No pareces muy contento por sus ocupaciones.
—Imagínate, de por si no tengo tiempo, ellos tampoco, las veces en que alcanzamos a vernos son tan pocas que temo el día en que me digan que alguna misión salió mal—da un trago a su malteada de fresa—. Aunque últimamente estoy libre, cuando trabajo apenas me dejan respirar.
—Entiendo cómo se siente, yo en realidad no tengo tiempo para comer. —la expresión en su rostro trajo gracia a Lightning que no reprimió la risita, ladea la cabeza, jugando un poco con la cereza en el pequeño plato de porcelana.
—¿Engordas por comer mucho?
—Se vuelve un adorable cerdito que tiene prohibida cualquier clase de comida. —ahora la sonrisa de Viktor se le antoja maligna, apenas comprendió que el peli plata era también el entrenador del japonés.
Compañeros, rivales, amantes, esposos, entrenador-pupilo... ¿¡Que tanto podían ser esos dos!?
—Hacer una dieta es un dolor en el alma, es simple tan solo continuar con cierta disminución y considerable ejercicio, no creo que sea un problema para ustedes dos —comenta sin darse cuenta de ello—. Nunca he estado gordo por ser casi obseso al gimnasio y devoro cuanto quiero.
—Con Yuuri no funciona así, engorda a la más mínima recaída a la rutina del Katsudon. —mofa Viktor y Yuuri hace un puchero, dando un pequeño y suave codazo al ruso.
—No te burles, mi metabolismo es lento. —se excusa con dolor.
—Un minuto de silencio por tener una vida marcada por la dieta en consecuencia de la ocupación. —alza su vaso con dramatismo.
—Salud. —choca el vaso y Viktor no se aguanta la carcajada.
—Hablar de esto me antojo ir al salón, con mucha suerte aun podre usarlo sin que me quieran cobrar por cada cinco minutos de uso—suspira con cierto fastidio—. Algunas bailarinas son unas estafadoras de primera clase.
—¿Bailas? —Yuuri pregunta incrédulo.
Lo primero que piensa si le dicen algo sobre corredores de autos, es que deben ser igual de rígidos que un tronco y casi repelentes a la danza, al menos la que se puede considerar así y no la de discoteca cuando estas ebrio hasta las cejas. Lightning hizo un pequeño gesto juguetón, como si no supiera como decirlo con exactitud.
—Mi pasado es oscuro y lleno de tutús, pero si, se bailar, principalmente ballet y jugar muy bien al Just Dance, me doy por satisfecho con ese currículum. —se burla de sí mismo en aquel pequeño aspecto, Yuuri deja ir un atisbo de risa también.
—Eso me recuerda... ¿Como piensas practicar si Minako no está aquí? Ella es la que te ayuda con las rutinas. —Yuuri escupió de la manera más escandalosa posible su café, Lightning se había hecho a un lado justo a tiempo, recibiendo apenas un par de gotas en su jean.
—¡¿POR QUÉ NO ME DIJISTE ESO ANTES!? CUANDO PODÍA LLAMARLA E INTENTAR CONVENCERLA DE QUE VINIERA. —chilla, Lightning miro a Niko que se había pegado a su pierna por el susto.
—Es que se me había olvidado hasta que mencionamos esto del Ballet, sabes que no es precisamente mi actividad favorita, es la de Yuri. —resalta y el japonés sin mayor miramiento golpea su cabeza contra la mesa.
—Estoy acabado... no podre ganare el Grand Prix...
—Wow, menudo bajón de ánimos—se atreve a decir examinando la escena—. ¿No puedes entrenar con nadie más? digo... Esa mujer no debe tener super poderes o algo por el estilo para ser irremplazable o algo del estilo.
—Ella me enseña ballet desde que tengo uso de razón. —responde con la cara pegada a la mesa aún.
—No querrá venirse de Japón, está en plena temporada de lecciones y no podemos volver ahora que ya pagamos todo para quedarnos más de dos meses. —bufa Viktor, antes de que a Yuuri se le ocurriera decir que debían ir a Japón.
—¿Entonces qué hago
—Disculpen por interrumpir y ser mal tercio en asunto marital, pero... ¿A qué viene la necesidad de tener una maestra? Ya eres profesional, sabes todo lo necesario y un poco más.
—Es que... Viktor es muy complicado haciendo coreografías y si no lo hago primero en un salón, menos en la pista. —explica su pequeño dilema.
—Puedo practicarlo contigo si no te molesta, tengo tiempo, demasiado y cambiar mi rutina no creo que me venga mal... Fui instructor el corto periodo de tiempo que no estuve en las carreras. —ofrece comiendo la cereza por fin, Yuuri inflo los mofletes.
El problema no venía a ser tanto la práctica, sino la necesidad de correcciones en lo que hiciera, aparte de todo le daba una vergüenza horrible cometer algún fallo frente a un desconocido prácticamente. Por otro lado, había algo en Lightning que inspira confianza y puesto que de un segundo a otro se volvió una situación desesperada...
—Está bien. —suspira rendido. Lightning sonríe, jugando con uno de los mechones de su cabello rubio. Saco el celular de su bolsillo.
—Entonces voy a necesitar sus números de teléfono, el mio es...
Viktor pudo observar por el rabillo del ojo la foto que tenía Lightning de fondo, él con un hombre de cabello castaño y sonrisa coqueta pero amplia, mostrando sus manos con anillos de compromiso, ese que Lightning carga en su dedo índice, como si en el anular quedase grande.
Era muy extraño, Lightning no menciono en ningún momento estar casado y de no ser por la foto, pensaría que el anillo es uno común y corriente; ¿estaría huyendo de su esposo? explicaría el semblante levemente ido y lúgubre que tiene... aunque pensándolo con más lógica, tampoco tiene sentido, debería estar alerta, no deprimido.
Quizás cuando tuvieran más confianza podría preguntar, lo que se puede sacar en limpio ahora es que le contenta saber que tienen a un conocido en el lugar y que, de surgir una verdadera amistad, seria sincera y no llevada por el interés, uno de los mayores temores para su persona.
—Te dije que era simpático. —comento terminando su postre y Yuuri se sonrojó, no tenía por qué decir eso frente a Lightning.
Colgó la llamada entrante del celular, no estaba de humor para hablar, había empezado a caer una tormenta de camino a casa y lo único que logro fue arruinar el buen humor que había traído hablar con gente y no con su perro. Dejando la ropa tirada en el suelo a medida que camina se dirige al baño, esperando con solo bóxers puestos a que la tina se llene.l
Hace mucho que no bailaba en realidad, hace como... un año y medio si no lleva mal la cuenta, practicaría un poco a solas para no hacer el ridículo frente al japonés, fue impulsivo ofrecerse de esa manera tan arbitraria. Despojándose de su última prenda entro al agua, tomando el champú y lavando su cabello al instante.
Se quedo viendo la espuma que se mueve por el agua, sin hacer movimiento alguno y apenas respirando con un recuerdo muy vivido en su mente.
—Por el amor de dios, a este paso no vamos a salir nunca. —se ríe por lo extraño que se hace el italiano alzándose el cabello en un copete gracias al champú.
—Tranquilo Amore, lo bueno siempre se hace esperar.
—Lo bueno esta vez no es el centro de la fiesta así que o llegamos pronto o nos quedaremos sin lugar y comida. —chapotea el agua de forma infantil, logrando que el peinado improvisado del otro caiga y cubra hasta la nariz con la melena café.
—Francesco se siente ofendido por la destrucción de su Opus Magna...
—Solo era un peinado.
—Era el peinado de Francesco... —continua con tono ofendido, apartando el cabello con un dedo—. Francesco a de vengarse por tal blasfemia en su contra.
—¿Ah? Que- ¡No! ¡Ya te dije que nos tenemos que ir! —estuvo a poco de golpearse contra la orilla de la bañera.
—Mu~y triste, pero tardaremos en llegar, debo vengarme como se debe. —da pequeños y traviesos besos al cuello blanco del hombre al cual sostiene
—Francesco no era puntual... ponerse a jugar de esa manera...—murmura con una vaga sonrisa en sus labios, Niko salto dentro de la bañera por sentir malas vibras en el interior del baño, sacudiéndose poco después—. Ay Niko, ahora voy a quedar oliendo a perro mojado.
Para el can, oler a perro mojado era mejor que el olor de la tristeza que tenía por momentos, su deber era alejar de su dueño ese olor fuera como fuera.
...
—Qué raro, no recuerdo haber escuchado noticia alguna sobre que está casado ¿Por qué lo piensas así?
—solo es una corazonada—se encoge de hombros—. Su voz y miradas son tan... tristes...
No hacía falta ser un analista para notarlo, al menos en su caso que sabe cómo se siente y ve estar metido en un hoyo de asfixiante soledad. Después de mucho pensarlo y dar vueltas al asunto, se percató de que Lightning era igual a él hasta hace poco, antes de conocer a Yuuri para ser más exactos.
Puede notar su mirada vacía en la espera de algo que lo salve, que lo ilumine y funja como inspiración para continuar con el mismo ímpetu que hasta hace nada en el tiempo tuvo. Esto podía ser una razón bastante buena para justificar que pensara en él con ahínco y sintiera la necesidad de acercarse.
Por otro lado, su esposo se notaba también sorprendido por la curiosidad que tenía Viktor por el americano, sin embargo, en el fondo no lo culpaba pues se sentía igual. Hay algo que no concuerda con él, su forma de actuar jocosa y animada en contraparte con lo que inspira, una depresión profunda y vacío existencial...
Una contraposición rotunda y absoluta.
Se sentiría terriblemente chismoso y mal de preguntar directamente, con el tiempo Lightning tal vez acabe contando que ocurre si es que logran ser amigos, por ahora, se quedaría con la duda y las ganas de que sea jueves para ver como el americano danza, eso sí que lo necesita pronto.
Y así, es como el acto en solitario inicia con la danza junto y para el espectro, mientras a la distancia tan lejos que el individual es incapaz de apreciar, se desarrolla el espectáculo en dúo que con paulatino ritmo se acercan y percatan de la existencia de un tercero sin compañero...
Ahora sin más queda ver si estos actos sinfónicos son capaces de armonizarse o destruirse en el momento de su inevitable unión.
Actualizacion cada dos semanas Espero que les haya gustado :3
