Capítulo uno: La llegada

La siguiente historia de digimon será basada en el juego digimon masters online. La cual pertenece a la generación 5 de los dat's scuad. Sin embargo no saquen conclusiones apresuradas, ésta historia no será protagonizada por los miembros ya conocidos de la serie, sino por otros tamers con diversas aventuras por el mundo digital. Y después de haber abandonado la anterior historia sobre digimon, les traigo una nueva. Cualquier crítica bienvenida sea.

La sensación de estar lejos del suelo era persistente y las ganas de dormir eran enormes, pero la emoción de llegar a un nuevo país me mantenían despierto. Mi amigo junto con su familia habían ahorrado lo suficiente como para llevarnos a todos a un viaje a Japón como regalo de fin de año. Mi compañero de al lado no podía ya mantener sus ojos abiertos por la hora, después de todo un viaje de doce horas matarían de cansancio a cualquiera. Sin embargo mi insomnio no iba a desaparecer hasta que conociera por fin a la nación, y ciudad que solo he visto en animes y películas.

-¿No piensas dormir aunque sea un poco?- preguntó mi somnoliento amigo.

-No puedo- dije. -lo intento, pero no puedo.

-Bueno pero dime; ¿qué harás cuando lleguemos?

-Supongo que dependerá donde estaremos, pero quiero probar esos dulces japoneses de los que tanto veo cuando pueda.

-Pues no es mala idea, yo también creo que lo haré.

Seguimos conversando para no quedarnos dormidos, aunque de igual manera yo era incapaz de dormir de todos modos, pero mantuve a mi amigo despierto hablando sobre nuestros planes en el pueblo al que nos hospedaremos; la poco conocida ciudad de Yokohama.

A aproximadamente a las 11:00 am aterrizamos en el aeropuerto de la ciudad Yokohama, yo al final pude dormir un par de horas antes de que el aterrizaje me despertara bruscamente. Cuando el avión se detuvo por completo salimos camino a la terminal a buscar nuestro equipaje, luego de eso tomamos todos un bus para que nos lleve al hotel que sería nuestro hogar durante la semana, después iríamos supuestamente a la casa de un conocido de la madre de mi mejor amigo a donde pasaríamos el resto de las vacaciones. A mi me importaba poco en donde dormiríamos, mientras podamos tener un techo y nuestras tres comidas al día yo podría disfrutar de nuestro turismo por Japón.

Cuando el bus nos dejó en el hotel procedimos a desempacar nuestras maletas e ir directo a las habitaciones en las que dormiríamos, todos separados en parejas. Yo quería dejar lo importante en la habitación y partir de inmediato a ver la ciudad que solo pude ver un poco cuando pasamos con el bus anteriormente. Mi compañero no me detuvo ni se tardó, aparentemente quería conocer el lugar tanto como yo. Nuestros padres nos dejaron recorrer sin alejarnos demasiado del hotel y que volviésemos antes de que oscurezca.

A lo poco que pasamos fuera del hotel nos impresionamos con la cantidad de edificios altos, casi todos con una pantalla gigante que transmitía comerciales o tenía llamativas luces en su haber, aparte que siendo de día no resplandecían tanto como de noche, igual se notaba que eran un gran espectáculo. Claro que al principio nos costó trabajo orientarnos, pero poco a poco fuimos entendiendo lo que significaba cada señal, cada letrero y demás.

-¿No ves nada que te interese?- pregunté.

Él se encogió de hombros -si todo está decorado con caras kawai y colores brillantes, en realidad me va costar decidir.

-¿Y que tal a la tienda de videojuegos?

–Es que… me parecía bastante obvio.

–¿Qué importa? Vayamos.

Buscamos hasta encontrar la más llamativa que pudiera haber, una vez adentro nos encontramos con motivos decorativos y variados juegos de diferentes anime sin mencionar a una considerable cantidad de jóvenes de nuestra edad o posiblemente de diferente, jugando y comprando todo lo que encontraban de esas franquicias.

–Que genial…– dije absordo de lo demás.

–Si… oye mira allá- me señaló.

Mi amigo había señalado un puesto de juego libre en una sección de la tienda. Nos quedamos ahí jugando a un juego de pelea por lo que pareció una hora, aunque perfectamente pudo ser más. Cuando nos aburrimos de jugar salimos a buscar donde comer algo, aunque sea algo pequeño, había distintos puestos para comer comidas típicas, pero yo al final terminé comiendo un simple ramen. Al caer la tarde mi amigo y yo decidimos regresar tomando el camino largo, no teníamos ninguna prisa en volver. Además encontramos una simpática plaza en el camino, ésta tenía una fuente y espesos árboles de los que no hay en nuestro país.

-Vaya, este es un bello lugar- dije en voz baja.

–¿Cómo dices?

—Eh… nada, no dije nada.

Me quedé un momento apreciando el atardecer pensando en lo mucho que me gustaría traer a alguien especial a verlo, claro que yo iba con un buen amigo mío, pero él no es el tipo de compañía que querría en ese momento.

—Oye… ¿Qué ocurre ahí?

Mis pensamientos se apartaron de mi cabeza en cuanto mi amigo señaló algo a la cercanía. No supe como describir lo que vi, porque antes de que me diera cuenta una extraña manada de criaturas pequeñas venía hacia nosotros.

—¿Pero qué es eso?- dije.

—¡Ayuda! ¡Por favor ayúdennos!— gritaron las misteriosas criaturas que se dirigían a nosotros.

Los pequeños seres se ocultaron detrás de nosotros amontonándose en una pequeña pila sin separarse de ellos mismos, parecían estar asustados.

—Por favor señor tiene que ayudarnos- dijo el que estaba más cerca de mí. El pequeño era anaranjado con un tono más claro en el rostro y con un muy llamativo cuerno negro en su cabeza, y como todos los que lo acompañaban era redondo y sin extremidades.

—¿Pero de quien?

En ese mismo instante salió de unos arbustos una figura alta (no más alta que nosotros, solamente un poco más que los pequeños que se escondían), era muy parecido a un perro Dobermon pero de una apariencia demoníaca y con un collar de pinchos, él dirigió su mirada a nosotros no mostrándose muy contento.

–Ajá… con que ahí están— dijo el perro mientras se acercaba.

Las pequeñas criaturas que suplicaban nuestra ayuda empezaron a temblar en cuanto vieron al can venir hacia ellos.

—¿Pero que esta pasando? ¿Cómo es que este perro puede hablar?- dije totalmente confundido.

—N-No lo sé…—respondió mi amigo.

–¿A quien le dices perro, humano? ¡Yo soy Dobermon! ¡Y es mejor que se hagan a un lado si quieren terminar calcinados!

–¿Pero que dice? No puede estar hablando en serio– añadí con nervio.

–Oh no… es él de nuevo…– dijo uno de los pequeños.

–¿Qué? ¿De él estaban huyendo ustedes?– añadió mi amigo.

–Así es, él es un digimon muy malo. Solo nos usaba para que le lleváramos comida y para que fuéramos sus sirvientes, pero solo somos niños.

–Eso es una crueldad ¿Cómo te atreves tú?

–¿Digimon? ¿Qué se supone que es eso?– añadió mi igualmente desorientado amigo.

–Un digimon es lo que soy es lo que son ellos y no esperaría que unos débiles humanos lo comprenda. Ahora ¡FUERA DE MI CAMINO O SUFRIRAN LAS CONSECUENCIAS!

Aquel cánido demonio escupió de su boca unas ráfagas de fuego que por poco nos alcanzan, pero intentó que fuera solo de advertencia, así que no nos dio directamente. Aún así a mí todavía me costaba creer lo que estaba pasando, es decir, yo quería ayudar a esos indefensos pequeños, pero ese supuesto digimon parecía muy peligroso para nosotros.

–Oye… salgamos de aquí, ¿Qué podemos hacer nosotros?—sugirió

–¿¡Qué dices!? ¿Y quieres dejarlos a ellos a su suerte?– respondí.

–¡Es un perro monstruoso! ¡Míralo!

–¿¡COMO ME LLAMASTE!? ¡Los iba a dejar ir, pero ahora los mataré por insultarme!– declaró Dobermon ofendido de nuestro descuido.

–Oh no…, esto no me gusta nada.

Como pronta respuesta Dobermon inició una carrera hacia nosotros con la boca envuelta en llamas. Estaba claro de que su enojo ya lo impulsó a atacar a matar.

–¡Alto detente!– gritó una voz.

Dobermon se detuvo cuando estaba a unos centímetros de alcanzarnos. Podía sentirse el calor de las llamas en sus fauces. Después exhaló humo de su boca y volteó su cabeza a ver quien lo había detenido.

–¿Uh? ¿Quién osa…?

–¡Dije alto!– dijo otra criatura difícil de identificar.

Apareció detrás de Dobermon otro digimon pequeño sin extremidades como los que estaban a nuestra espalda, pero este curiosamente era no solo parecido sino idéntico al Tsunomon que teníamos detrás ¿Quién era y a que vino?

Dobermon se rió al verlo. –Hehehe y dime enano ¿Qué crees que puedes hacer? – se burló.

–¡Yo..y-yo voy a-a derrotarte!–exclamó.

–¡No lo hagas hermano! ¡Te dije que escaparas!– dijo el otro Tsunomon

–No iba a dejarlos solos mientras pueda ayudarlos!

–¡Corre! ¡Hazlo mientras puedas!

–Creo que si el pequeño quiere intentarlo hay que darle la oportunidad. No es como si pudiera hacer mucho por sus amigos– alardeó Dobermon.

–¡Dobermon déjalos ir!

–¡Hahaha! uy que miedo– Dobermon se carcajeaba arrogante.

Tsunomon parecía darse cuenta de la desventaja en que se estaba involucrando, y las cosas que le decía Dobermon le estaban comenzando a afectar, incluso se podía notar que estaba temblando y no lo culpo yo también estaría nervioso si estuviera en su lugar, pero eso no evitaba que me sintiera impotente para hacer algo.

–¿Qué pasa? ¿te da miedo atacarme?– Dobermon continuaba indiferente ante cualquiera de nosotros.

Tsunomon tenía la mirada baja y permanecía inmóvil sin siquiera verse agresivo, solo asustado. O eso creí hasta que de pronto comenzó a correr en dirección a Dobermon con intención de embestirlo. Por supuesto que Dobermon lo doblaba en fuerza y tamaño y al acercarse solo consiguió que lo golpeara alejándolo varios pies de distancia. A eso el otro Tsunomon corre a su ayuda siendo detenido en el mismo digimon canino.

–¡Apartate!– exclamó el Tsunomon que no había sido atacado.

–¿o qué? ¿Me golpearás?– Dobermon se burló.

A este punto me estaba consumiendo el coraje que me daba ver ese tipo de abuso de fuerza contra los débiles. Y aún que tuviera el temor de salir lastimado, me atormentaba más el ver esa injusticia. Así que sin pensarlo bien di un paso en frente apretando los puños.

–¡OYE!

Lógicamente llamé la atención de Dobermon quien miró disgustado por mi repentino grito.

–¿Qué quieres? ¡Les dije que no se metieran en mis asuntos!– contestó molesto.

–¡Dejalos ya!

–Por favor si ustedes son más débiles que estos pequeños…– inmediatamente su voz se corta por el fuerte golpe de una roca en su cabeza que por cierto fue lanzada por mi.

–¡Vete a molestar a otro lado, desgraciado!

–¡Como se atreven! ¡Iba a dejarlos ir pero ahora los mataré!– gritó Dobermon totalmente colérico.

–Ni lo pienses– contestó mi compañero lanzándole otra roca para que se fuera.

Los demás digimon pequeños solo nos observaron asombrados mientras nos atrevíamos a encarar a su bravucón. Los Tsunomon aprovecharon de reunirse mientras manteníamos a Dobermon en la distancia con los constantes lanzamientos de piedras que podíamos mantener.

Por supuesto no íbamos a ahuyentarlo a palos y piedras y desde luego que su paciencia se había gastado desde hace varios lanzamientos y ahora estaba jadeante con los colmillos visibles y el hocico envuelto en llamas.

–¡Alto! ¡Solo lo hacen enojar!– gritó Tsunomon.

Supe que esa advertencia era para no ignorar cuando aquel digimon canino empezó a correr hacia nosotros ignorando ya los piedrasos que recibía. El terror nos llegó a los dos y quisimos correr en vez de intentar enfrentarlo. Pero en ese momento algo inesperado ocurrió.

–¡No! ¡Dejalos en paz!– gritó uno de los Tsunomon corriendo hacia nosotros.

–¡Hermano no!– gritó el otro Tsunomon.

Repentinamente al acercarse para interceptar el golpe su cuerpo se empezó a cubrir de líneas azules que brillaban intensamente y su forma empezó a cambiar y a crecer. –Gabumon fue lo que dijo cuando el brillo cesó. Inmediatamente detuvo el ataque de Dobermon con las garras que ahora le habían aparecido.

–¿Pero qué?

–¡Dije que los dejes en paz! ¡Llama azul!– le gritó mientras un segundo después exhaló una ráfaga de fuego azul directo en la cara de Dobermon.

–¡Argh! ¡Maldito!– se quejó.

Mientras nuevamente los digimon pequeños observaban asombrados la nueva forma de su compañero, pero quizás el más sorprendido de todos era el otro Tsunomon, quien se veía maravillado por el evento.

–Eso no los salvará…, yo soy más fuerte– Dobermon respondió reincorporándose y contraatacando con un aliento de fuego.

Gabumon esquivó con facilidad el ataque y se acercaba para dar repetidos garrazos a Dobermon, parecía que no iba a poder ganarle por la diferencia de tamaño, pero ciertamente comenzó a agotar a Dobermon y a debilitarlo con tantos rasguños. Luego finalmente de varios golpes y saltos Dobermon cayó rendido al suelo. Los pequeños digimon se alegraron y corrieron hacia Gabumon felicitándolo por la hazaña.

–Guau Gabumon eres muy fuerte…– le dijo uno.

–lograste evolucionar… ¡eso fue asombraso!

Pronto el otro Tsunomon se acercó también para mostrar lo contento que estaba. Lo escuché decir que logró lo que él todavía no, pero que al parecer él podía adquirir esa forma también. Yo salí del shock que tuve después de casi recibir ese ataque que pudo ser mortal y me puse a pensar en lo sucedido. Los vi reír y hablar, entendiendo entonces que fuimos salvados por esas criaturas llamadas digimon y que tal vez no hubiéramos estado en peligro de no haberlas encontrado en primer lugar como tampoco hubiera habido quien nos salvara de un feroz agresor como Dobermon.

De repente uno de los pequeños se acercó a mi. –¿Señor se encuentra bien?–me preguntó mirándome desde el suelo.

Viendo sus enormes ojos mirándonos no supe que responder, seguía aturdido por el momento pero mi mente volvió a la tierra en cuanto me hizo la misma pregunta. Yo respondí que si, y su expresión se volvió más aliviada. Luego se volvió hacia sus amigos diciéndoles algo que no alcancé a escuchar. Pronto uno de los tsunomon se acercó nuevamente a nosotros.

—Señor gracias. Si no fuera por usted y su amigo no habría podido evolucionar y haber salvado a mi hermano.

—Vaya… ¿de verdad hice eso?

—Así es. Ninguno de nosotros había llegado a esa etapa hasta ahora. Nosotros los digimon somos seres que pueden transformarse en cierta etapa de sus vidas o si cumplen simples requisitos. Algunos incluso pueden hacerlo con la ayuda de los humanos cuando sentimos la necesidad de protegerlos.

¿Esto es posible? Apenas puedo creer que lo que pasó fue real. No sabía de dónde provenían estás criaturas llamadas digimon, pero es evidente que eran amistosos y de buenas intenciones. Espero al menos en que si los volvemos a ver no nos metan en problemas.

Ya sé que este primer capítulo de esta nueva historia la debí subir hace meses pero pasaron una inmensidad de cosas desde que hice este cap; me enfermé ; me sane; fue mi cumpleaños ; divague; jugué ; hice tareas de la universidad, etc. Pero aún así seguiré escribiendo estas historias porque es lo que quiero hacer. Sigo, con presiones pero sigo. Se despide torch hasta el siguiente cap.