Bueno, bueno, bueno… la verdad es que desde que comencé a leer Cazadores de Sombras, hace como tres años, decidí que mi personaje favorito era Jace, pero que después le seguía Valentine. Por desgracia no pude terminar de leer la saga en ese momento, pero hace poco la reanudé y estoy a punto de terminar el tercer libro :D fue cuando me di cuenta de que mi tercer personaje favorito era Sebastian! ¿Será que los personajes con tendencias sociópatas me intrigan demasiado? Quizás, quizás… De acuerdo, sí :D !
Para esta historia tuve que hacer un par de cambios; que Jace y Sebastian tengan 15 en lugar de 17 y que Sebastian no haya asesinado a ya saben quién (por si alguien no lo lee aún), sino que sólo haya dejado incnsciente a Isabelle y huído de allí, dejando la casa totalmente desprotegida.
Última cosa, les pido por favor que no me mencionen al actor que representa a Jace en la película ): No es por nada, igual y a muchos sí les gusta cómo actuó, pero personalmente creo que no tiene nada que ver con el personaje, y cada vez que leo "Jace" en el libro o lo escribo en la historia, trato con toda mi fuerza de voluntad de pensar en el chico que describe la autora, Cassandra Clare, no en quien lo actúa.
Ojalá les guste la historia y por favor dejen Review o PM haciéndome saber qué opinan (:
-¡Contempla el ejército de Valentine!-
Pero su voz se quedó ahogada por el sonido del fuerte viento, junto con los alaridos, aullidos y gruñidos de los cientos de demonios que salían a montones de los restos de estalagmita, elevándose por el cielo nocturno.
Parecía algún tipo de aterradora escena del libro bíblico apocalipsis, sólo que leerlo no era para nada presenciarlo. Jace sintió asco, más que nada porque aunque cerrara los ojos- lo cuál por cierto no pudo hacer- el olor era penetrante y apestaba a azufre. Irrumpía irremediablemente por sus fosas nasales y llegaba al instante hasta sus pulmones, sin que hubiese modo de ignorarlo. Sentía como si fuese a vomitar en cualquier momento.
Justo cuando se encontraba a punto de perder la conciencia, un fuerte dolor en el costado lo hizo volver en sí. Alguien lo había pateado con la suficiente fuerza para astillarle más de una costilla a la vez. Levantó la mirada y allí estaba él: Sebastian, empuñando su espada con una expresión malévola.
-Ya me aburriste-
"Oh, ¡Por el ángel! Discúlpame, trataré que mi sufrimiento sea más entretenido, a ver si así se te hace más llevadero todo", pensó con sarcasmo el cazador de sombras, sólo que no tuvo las energías suficientes para articular sus palabras en voz alta.
-¿Qué te parece si contamos historias? Cuando te sientas mejor, te soltaré y podremos tener un combate decente, porque así como estás no me diviertes en lo absoluto- gruñó- Aunque tendrás que perdonarme, lo más parecido que tengo a una fogata es este cráter al infierno- se mofó de Jace, pero no se tomó mucho tiempo para ello, sino que con toda la calma del mundo fue y se sentó en una roca cercana.
-¡Ah, ya sé!- exclamó de pronto, fingiendo una sonrisa- Conozco una muy buena acerca de un patético mocoso que creía que era hijo de Valentine Morgenstern…-
"Perfecto", pensaba con satisfacción el Nephilim, acercándose cada vez más al lago, cuando de pronto un ave tan obscura como la noche se posó en su hombro. A su parecer, los cuervos eran las mascotas perfectas; no eran muy ruidosas, no requerían cariño, si no las alimentabas buscaban su propia comida, podías entrenarlos… si eso no era sumamente ideal, entonces no sabía qué lo fuera.
Sin embargo, en su rostro apareció repentinamente una mueca apenas perceptible de profundo disgusto. Las noticias que llevaba Hugo no eran nada placenteras. Para empezar, pasó lo que ya debería de haber sabido: Jonathan había liberado ya a su ejército de demonios. Como si aquello no alterara ya demasiado el plan, Jonathan, el otro, Jace, se había aparecido allí en el valle con la temeraria y estúpida intención de detenerlos. Se abstuvo de soltar un grito de frustración y obligó a su caballo a dar vuelta y cabalgar con rapidez de vuelta a la caverna de donde se acababa de marchar hace no más de una hora. Si algo había aprendido del acontecimiento del barco era a no dejar ningún cabo suelto, pues cualquier detalle subestimado podría hacer la diferencia entre la victoria y la derrota.
No paró de maldecir mentalmente en todo el camino, sintiéndose un completo tonto. ¡Pero qué iluso había sido de su parte el creer que las cosas serían tan sencillas! No, nunca nada tan valioso era sencillo.
Al aproximarse a la cueva se bajó del caballo, completamente furioso. Se encargó de que Hugo le avisase a alguien para que fuese por el animal y llegó él solo a pie. Desde la entrada pudo ver cómo ambos jóvenes desperdiciaban tiempo y energías inútilmente; uno debería de estar invocando de vuelta a los demonios que imprudentemente dejó salir antes de tiempo y el otro muchacho ni siquiera tenía por qué estar ahí. Por el ángel, ¿ninguno de ellos podía desarrollar aunque fuese un poco de intelecto?
Se acercó con paso seguro, dispuesto a terminar con ese ridículo espectáculo de una vez por todas. La hora se acercaba y él debería de estar ya en el lago.
Llegó hasta ellos, pero los adolescentes no parecieron ni notar su presencia.
-¡Dejen de actuar como completos imbéciles!- Vociferó, furioso. Su expresión era la de un psicópata y si los chicos le hubiesen prestado aunque fuese la mínima atención, ambos hubiesen muerto de miedo ahí mismo. Nunca antes había sentido tanta ira en sus treinta y tres años, pero al parecer esos mocosos idiotas trataban de retar sus límites.
No obstante, ninguno lo escuchó, ya que ambos estaban demasiado concentrados en no dejar que el otro venciera.
Valentine se acercó velozmente hasta donde estaba Sebastian y lo tomó del hombro con fuerza, utilizando para ello su brazo izquierdo. Le dio la vuelta para quedar cara a cara y entonces le propinó un potente rodillazo en la boca del estómago, haciendo que éste cayera al suelo debido al dolor y a la falta de oxígeno. Todo eso lo hizo tan rápido que Jace no había tenido no tiempo de reaccionar y el puñetazo que le iba a lanzar a el otro joven, Valentine lo atrapó en el aire, deteniéndolo con la mano izquierda y golpeándolo con el puño derecho en la boca del estómago también, con lo que el nephilim cayó de rodillas al igual que su oponente.
No fue así como Valentine se imaginaba que sería la primera vez que él y sus dos hijos varones estuviesen reunidos, pero justo en ese instante no podría importarle menos. Tomó a ambos por la parte delantera de la camisa (o lo que quedaba de ella, en el caso de Jace) y los levantó sin piedad alguna, de modo que estuvieran al nivel de sus ojos.
-¿Quiere decirme alguno de ustedes, estúpidos imprudentes, qué se supone que estaban haciendo?- articuló, con una voz tan obscura e iracunda como nunca antes lo habían escuchado ninguno de ellos- ¡¿Y BIEN?!- exigió, arrojándolos al suelo con brusquedad.
Jace había perdido toda esperanza. No había modo de que peleara decentemente en el estado en el que se encontraba. Ni aun durmiendo todo un día se recuperaría lo suficiente como para combatir contra Valentine, no con tantas lesiones en el cuerpo.
Sebastian se quedó cabizbajo. Ahora sí que no tenía ninguna excusa para haber liberado a los demonios. Sí, era cierto que a veces prefería pedir perdón que pedir permiso, pero….. ¿realmente se atrevería alguien a decir "Lo siento" a su padre cuando tenía esa mirada homicida en los ojos? Quizás no había sido la mejor idea después de todo…
-No puedo creer que yo mismo haya criado tanta inutilidad- masculló entre dientes, con desdén sincero en sus palabras. A la vez que decía esto, le propinó a cada uno una patada en el estómago, haciéndolos caer de espaldas.
Estaba tan molesto que ni siquiera notó a la extraña creatura escabulléndose por los obscuros rincones de la caverna. Ni siquiera tuvo tiempo de sorprenderse al darse cuenta de que nunca había visto nada de aquél tipo, cuando el demonio por fin se mostró.
No tuvo tiempo ni de reaccionar, cuando la cegadora luz los cubrió y los aturdió con tal poder que provocó que los tres Morgenstern perdiesen la conciencia.
