Capítulo 1: Somnolencia.
Su cabeza se agitaba al ritmo de la música, mientras su atención estaba parcialmente en el celular rosa en sus manos, ajena a todo.
Cuando el metro se detuvo en la estación se levantó del asiento junto a la puerta y bajo.
Todos la miraban, al pasar pues ella vestia completamente de negro dando la impresión de estar de luto. Llevaba una minifalda negra con medias a juego y con zapatos de tacón corrido además de una blusa de gasa negra manga corta.
Su cabello ligeramente corto caía suavemente sobre uno de sus hombros y era sostenido solo por un par de pasadores también negros.
Tras sus anteojos de marco azul marino se podían ver algunas ojeras patéticamente escondidas tras varias capas de rímel y delineador negro.
Sus labios color carmín hicieron una mueca al percibir como un sujeto al pasar le guiñó un ojo.
No es como si le gustara ir así, pero era su uniforme después de todo ella tan solo era una joven vendedora de joyería.
Subió un poco más el volumen de la música mientras caminaba ligeramente más rápido para tomar otra línea del metro que la llevaría a su destino.
Odiaba ese camino era muy largo, sin mencionar que por lo tarde que ya era y al ser fin de semana estaba casi vacío a excepción de un par de personas que iban por delante de ella.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal y sin evitarlo se detuvo de golpe, se quitó un audífono y se giró lentamente. Sus ojos se entrecerraron mientras barría con la mirada su entorno, encontrando absolutamente nada.
De nuevo esa sensación, aquella de que no estaba sola, aquella sensacion de que algo o alguien la seguía.
No sabía explicarlo, era incómodo y quizás espeluznante; sacudió la cabeza de nuevo estaba siendo paranoica.
Retomó su camino, y un segundo después una silueta masculina escondida estratégicamente tras unas escaleras continuó con su misión, no podía perder de vista a la chica.
oOoOo
Lanzó su bolso al sillón más cercano mientras detenía la música y se quitaba los audífonos.
De igual forma se quitó los zapatos quedando descalza, se dirigió al refrigerador de donde sacó una jarra de agua natural de mango, tomó un vaso y tras poner unos hielos lo lleno hasta el tope dando un buen trago.
Inmediatamente sus dientes capturaron un cúbito e impulsivamente comenzó a masticarlo sintiendo el frío inundar su boca.
Regreso a la sala y se dejó caer en el sofá, torpemente buscó el control remoto y prendió la pantalla, por varios minutos hizo zapping hasta detenerse en un programa policiaco.
Sin evitarlo sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente hasta quedarse profundamente dormida, de su mano poco a poco comenzó a resbalar el vaso de cristal y cuando estaba por estrellarse estrepitosamente contra el suelo una ágil mano lo detuvo en el aire para colocarlo en una mesa.
El cual se giró y miró la figura femenina completamente dormida, ajena a todo.
Suspiro y tras apagar la televisión suavemente la cargo en sus brazos, provocando que el dije que ella llevaba en el cuello chocara contra él y produciera un suave tintineo al golpear contra su oscura armadura.
Otra persona también masculina apareció frente a él y miró a la chica que llevaba con una ceja enarcada, para inmediatamente encogerse de hombros y abrir la puerta a unos metros de él mostrando una sencilla habitación con una cama en el centro.
El ingresó y retiró las cobijas para que el primero la colocara suavemente e inmediatamente fuera arropada.
Al sentir la comodidad, inconscientemente ella se hizo una ovillo aferrando con sus manos las cobijas violetas.
- Esta exhausta.- Exclamó el primer sujeto, a su lado el otro asintió.
- ¿Cuando crees que...?
-No lo se- Lo interrumpió el otro mientras fruncía el ceño.- La señora Pandora dijo que falta poco, no es tiempo para ella, Athena acaba de enfrentar a la sacerdotisa de Odin y esta un poco débil, pero gracias a su trato con Zeus ella de nueva cuenta tiene a toda su guardia completa. Además las oráculos dicen que Poseidon es el siguiente que hará su movimiento, el se detuvo sólo porque los dorados fueron revividos.
El otro lo fulmino con la mirada.
-Nuesta orden también está completa- exclamó indignado.- Ademas sabes bien que somos más fuertes.
- Quizás, pero eso no ha evitado que ella haya ganado por los últimos milenios- susurró con impotencia.
-Esta vez no será igual, lo sé. Ganaremos, lo haremos porque es lo que desea.
- Lo se, todos estamos listos para que en cuanto ella lo ordene, todo comience, pero sabes también cómo yo que si nos apresuramos todo sera nuevamente en vano, el lo dijo hace tiempo. Que haría todo con calma, es por eso que esta vez la reencarnación es diferente. Además solo falta que Minos recupere sus poderes al cien por ciento, cuando lo haga será el momento.
-Más le vale que se apresure Radamanthys.
-No es tan fácil Aiacos y lo sabes, la última guerra fue complicada. También a nosotros nos llevó décadas recuperarnos, el que el haya sido sellado lo perjudicó más.
Aiacos apretó los puños con impotencia al saber que su compañero tenía razón, pero eso no significaba que le gustara.
Ambos hicieron una reverencia a la fémina dormida para desaparecer en un flash de luz.
Tras ellos afuera de la habitación y distribuidos en las entradas y ventanas aparecieron media docena de soldados rasos custodiando el lugar para que su joven ama tuviera un placido sueño.
