—¿Te gustaría ser mi novio?—preguntó Bridgette, antes diciéndole que le gustaba y mucho.

Félix alzó la ceja. Sorprendido de la rapidez de su confesión.

—¿Quieres que sea tu novio? —cuestionó Félix, repitiendo sus palabras. Ella asintió—Nunca.

—¿Por qué?—preguntó Bridgette. Parpadeó no comprendiendo el desplante tan rápido.

Aún no la conocía y llegarla a conocer, quizás le haría cambiar de parecer. ¿Le gustaba alguien mas?

—Primero —inició—No me gustas—declaró—Segundo—siguió—No tenemos nada en común.

—Eso aún no lo sabes—arremetió enseguida, Bridgette—Cuando me conozcas bien, quizás tengamos muchas cosas en común.

—Es imposible.

Ya en un principio eran tan diferentes como el invierno y verano. Siendo invierno Félix, al ser frió, estoico, circunspecto. En cambio, Bridgette era como el verano, al ser radiante, positiva, alegre.

—Ahora mismo, tenemos muchas cosas en común —se apresuro a decir, la chica.

Félix la miró con atención.

—¿Lo crees?—ella asintió rápidamente—Dime, ¿Cuáles?

—Los dos vamos a la misma escuela —contando con su dedo— Estamos en el mismo salón—usando el otro dedo— Vivimos en París—agregó con efusividad.

Félix la miraba como si fuera una mala broma.

—Los dos somos humanos —añadió el chico. Bridgette lo apuntó con el dedo y asintió, dándole la razón —Félix entrecerró los ojos—Cuando dije cosas en común, me refería cosas que encuentras en el interior de la persona.

—¿El interior?

—Aja.

Sus gustos eran completamente diferentes. A Félix le fascinaba la lectura de libros interesantes, de temas investigados. Al contrario de Bridgette, que dudaba que tomara un libro si no era por obligación.

Sabía que no tenía que juzgar una persona sin conocerla, pero la actitud de Bridgette, solo le hacía pensar y considerar que era una tonta, que unicamente tenía en su cabeza amor. Y alguien de su coeficiente intelectual no se podía juntar con su tipo de persona. Ella era tan nefelibata, ingenua y torpe.

—¿Tienes huesos?

Esa pregunta lo desconcertó y lo saco de sus pensamientos ¿Seguía ahí?, la miró, mandándole una mirada, expresando: ¿De enserio? Igualmente contestó, afirmativamente. Todos los humanos tenían huesos. Definitivamente, ella era una idiota.

¿Qué mierda pensaba con esa interrogante?

—Entonces, tenemos doscientos seis cosas en común —mencionó alegre la chica—¡Los huesos están en el interior!—exclamó sonriente—Ahora sí, ¿Quieres ser mi novio?

Félix quedó sorprendido de sobremanera. Y así el chico ya no estaba seguro, si Bridgette era idiota o inteligente.