-Una figura paternal-

****DBZ&MLP****

Después de todo lo sucedido con Sombra, el castillo y el resto del reino hecho de cristales estaba logrando recuperarse de toda la catástrofe que había concurrido en el lugar, a unas semanas de haber extinguido por completo la amenaza entre la oscuridad, gracias al príncipe de los saiyajin, todo volvía a la normalidad, ahora se planeaba construir una segunda escultura de cristal en memoria al príncipe de los saiyajin, pero este, después de hablarlo brevemente con la alicornio del amor, se negó rotundamente a semejante acto tan ridículo, entonces la yegua del amor recibió una pequeña lección por parte del guerrero acerca de que ellos no tomaban orgullo en regalos materiales ni nada por el estilo, su gusto y placer radicaba en su fuerza, y en el saber que se mantenían en la cima indisputables, justo como él le había demostrado a ese equino ridículo quién mandaba en ese lugar. La alicornio de pelaje rosado no tocó mas el tema, quedando satisfecha con la explicación y la manera tan violenta en la que ellos decidían basar tu estilo de vida no terminaba de asombrarle. Los días seguían transcurriendo normalmente, amanecía y anochecía, los nativos del lugar iban y venían, caminando alegres y contentos de nuevo en un ambiente de seguridad, más ahora que sabían que el salvador de Equestria era su vecino y estaba al pendiente de cualquier amenaza, como fue explicado por el príncipe Shinning Armor.

En el castillo, las cosas no eran muy diferentes de como solían serlo antes de la estadía del príncipe ahí, cualquiera podría decir que este siquiera pasaba apercibido por los trabajadores del lugar, pasaba todo su tiempo en una de las puntas del castillo de la torre mas alta, sentado en pose de loto con los ojos cerrados, meditando como una estatua inmóvil todo el día, las únicas veces que se podía percibir visualmente era cuando la alicornio de pelaje rosado iba en su busca para anunciarle de que la comida ya estaba lista, o que, de forma terca e insistente le pedía que se retirara a dormir. Vegeta no podía mentir acerca de esta situación, le irritaba a más no poder, y más con esa poni tonta de buen corazón que siempre estaba buscándolo y preguntándole si todo estaba bien, sin mencionar a su hija que era el triple de irritante, siempre invadiendo su espacio personal, definitivamente le ponía los nervios de punta. Pero lo que también sabía, y por más que quería negarlo, muy en el fondo entendía que esas yeguas tontas y sensibles se habían ganado un lugar muy especial en él, y eso le irritaba bastante.

En este dia, el guerrero decidió salir a entrenar un poco a algún lugar despoblado donde fuera seguro desatar un poco su poder, pues no quería arriesgar la vida de ninguno de esos equinos tan chillones y coloridos. Era de mañana, el sol se encontraba saliendo por el horizonte, gracias a Celestia, aún no se hacía a la idea de que alguien tan débil pudiera controlar una estrella a su voluntad. Se levantó de su cama para después salir de su cuarto, estirando sus extremidades y devolviéndoles la vida, se mojó rápidamente la cara en el baño y después comenzó su andar hasta la cocina real, donde como era de esperar, los equinos lo estaban esperando con sonrisas crecientes y ojos esperanzados, suspiró levemente, dejando caer sus hombros con pesadez, aún no podía acostumbrarse totalmente a esta rutina, pronto vendría esa bebé a molestarlo.

¡ZAAS!. Sintió como un pequeño bulto cayó sobre su cabeza, abriendo su cabellera a los lados por consecuencia, suspiró nuevamente al escuchar la risita dulce y alegre de la pequeña alicornio de pelaje blanco, abrió de nuevo los ojos para encontrarse con el rostro nervioso del semental de melena azul con diferentes degradados. Giró levemente su mirada para toparse con la alicornio de pelaje rosado, quien lo miraba con una sonrisa alegre y ojos llenos de calidez.

-Maldita sea ¿Por qué tenía que ser yo?. –Se preguntó en sus adentros el saiyajin, mientras sentía como la pequeña Flurry se revolcaba en su cabello como si este fuese un nido improvisado para ella. Tomó asiento a un lado de la princesa del amor, mientras miraba su plato de comida y comenzaba rápidamente sin esperar cualquier otra cosa.

-Hola, buenos días príncipe Vegeta. –Saludó jovialmente Cadance, como era rutinario todos los días, mientras se acercaba al guerrero y le daba un abrazo con sus cascos. –Espero que haya dormido bien. –Las mismas palabras de todos los días.

Vegeta solo gruñó suavemente bajo su aliento, asintiendo levemente para evitar que la bebé cayera de su cabeza, sin interrumpir su comida, Shinning armor se había relajado un poco en su asiento, al ver que este día el guerrero de sangre noble no había amanecido de mal humor, así es, había días peores donde no toleraba que nadie estuviera cerca de él mas que Cadance y Flurry.

El desayuno continuó como siempre, los príncipes del reino intercambiaban palabras de sus días y sus planes, mientras que Vegeta se mantenía en silencio devorando una gran cantidad de comida y Flurry parecía no cansarse de jugar con su cabello, su rostro, sus guantes y todo, no había parte que ese pequeño angel diabólico no había inspeccionado del guerrero, su curiosidad rebasada su tamaño con creces.

Eventualmente todos terminaron sus alimentos y se dispusieron a continuar con sus tareas del día, sorpresivamente, el día de la princesa Cadance estaba totalmente desocupado, no había reuniones, quejas y ni atenciones que sus súbditos necesitaban que fuesen atendidos por ella. Por lo que su día se veía exclusivamente comprometido a la atención de su hija, el príncipe se despidió de sus dos princesas y rápidamente hizo una reverencia ante el guerrero saiyajin, para después marcharse del lugar a realizar sus tareas de supervisión de seguridad. En el lugar solo quedaban las dos alicornios y el príncipe de la raza guerrera.

-Hmpf. –Bufó el saiyajin bajo su aliento, dejando la numerosa cantidad de platos sucios a un lado sobre la mesa y levantándose, dispuesto a desaparecer por el resto del día, como era de costumbre, tomó a la pequeña Flurry entre sus guantes blancos y la puso sobre los cascos de Cadance, quien aún se encontraba sentada en su trono, mirándolo con una sonrisa acogedora, pero ocultando una pequeña ansiedad y tristeza.

-¿Príncipe?.- La voz suave y dulce de la alicornio del amor detuvo en sus pasos al guerrero de cabellera erizada, quien giró levemente su cara para mirarla sobre su hombro.

-Qué es lo que deseas, Cadance. -Preguntó con ligera molestia, esperando a las palabras de la alicornio. La yegua de pelaje rosa sonrió nerviosamente, haciendo círculos con sus cascos delanteros sobre la mesa, mientras un pequeño rubor adornaba sus mejillas, y sus orejas se encontraban tiradas hacia atrás de su cabeza, Flurry miraba a su madre divertida, soltando pequeñas risitas.

-Bueno príncipe, verá… yo… Flurry y yo no tenemos nada que hacer y… me preguntaba… -Las siguientes palabras fueron murmuros muy bajos que el saiyajin no alcanzó a descifrar.

-Hmpf. -El guerrero bufó con molestia, girando nuevamente su vista hacia el frente, comenzando su andar nuevamente, ambas alicornios se percataron al instante de esto, obteniendo diferentes reacciones.

Cadence sintió como una pequeña parte de su corazón dolía bastante, como si la estuviesen aplastando, agachó completamente sus orejas, y con ella, su mirada, un gesto de tristeza comenzó a invadir su rostro lentamente, Flurry por otra parte, parecía mirar con confusión a su madre, como si pudiese sentir la tristeza que esta llegaba a transmitir. La alicornio del amor tenía una razón muy justificada para sentirse de esta manera, desde que el guerrero había estado con ellos y los había protegido en innumerables ocasiones, algo empezó a crecer dentro de ella hacia él, un sentimiento dulce, al principio fue profundo agradecimiento, pero después de salvarla a ella y a su hija tantas veces, ese agradecimiento trascendió a algo mucho más fuerte. En una de sus visitas con las hermanas de la realeza tocaron ese tema, Luna, quien era la que mejor entendía al príncipe, y quien, gracias a Celestia, conocía el pasado trágico y tormentoso de la alicornio del amor lo entendió todo rápidamente, su conjetura fue muy acertada, de eso hablaría después con Cadance a solas. Celestia solo sonreía y abrazaba a su sobrina con mucho cariño, feliz porque ella había formado un lazo con el príncipe de los saiyajin.

Después, habiendo platicado con la princesa de la noche entendió mejor todo lo que estaba pasando, e incluso se sintió muy tonta por no haberlo visto, todo el cariño que había comenzado a tener hacia el príncipe era transformado en amor, un tipo de amor muy especial.

El tipo de amor que una hija le tendría a su padre.

La alicornio, antes pegaso, abandonada a su suerte por malas jugadas del destino, hasta que fue encontraba por la benevolente princesa del día, jamás había experimentado esta clase de amor, no lo entendía del todo, pero de lo que si estaba segura, era que valía más que cualquier cosa en el mundo, y estaba decidida como princesa del amor, a que, como cualquier otro tipo de amor, cosechar este y hacerlo prosperar para siempre. Fue desde entonces que se vio más esmeraba por tratar de pasar más tiempo con el guerrero de traje azul marino, no podía mas que alegrarse enormemente al ver que ellas, refiriéndose también a su hija, eran las únicas que él dejaba que estuvieran cerca siempre.

El saiyajin continuó su andar por el pasillo recto que encaminaba al comedor real, todavía podía sentir la mirada afligida de la yegua en su espalda, sin embargo le restó importancia, tenía que ir a entrenar, su cuerpo se estaba entumeciendo por no hacer nada, la sangre se le estaba asentando, era una sensación desagradable para un guerrero como él.

¡POOF!. De pronto su visión se vio oscurecida por una bola de pelos blanca que tapó por completo su vista, lo tomó ligeramente sorprendido, no esperaba algo así en absoluto.

-¡Flurry!.- Escuchó el grito de la alicornio del amor detrás suyo, seguido de un rápido galopar. La pequeña bebé alicornio soltó una risita divertida, jugando con el rostro del saiyajin, quien tenía una vena marcada en la frente.

El guerrero de traje azul tomó a la poni del pañal y la apartó de su cara, mirándola con un semblante serio, cosa que la pequeña princesita ignoró por completo, Cadence se colocó al lado del saiyajin, tomando con su magia a su hija para ponerla en su lomo, rápidamente le dedicó una sonrisa nerviosa y de disculpas.

-Lo siento príncipe, ella se pone muy juguetona con los que aprecia. -Confesó Cadance, agachando las orejas por detrás de su cabeza. Sólo recibió un gruñido suave en respuesta. -Lo siento.

El guerrero resumió su andar, meditando un poco en el comportamiento de la alicornio del amor, no podía evitarlo, por mas que lo deseaba, qué diría su raza su estuviera viva. El príncipe de los saiyajin, poderoso y orgulloso, pensando en la situación de otro ser vivo que no fuese él, qué denigrante, y sobre todo, siendo ese ser vivo una yegua parlante con alas y cuernos, simplemente algo ridículamente increíble. Su mente viajó a dos días atrás, cuando fue visitado por la princesa de la noche en su balcón mientras se encontraba meditando.

Tiempo atrás.

-Necesito concentrarme más, debo obtener el perfecto control del ki si quiero trascender mas allá de mi poder. -Pensó el saiyajin de traje azul, sentado en pose de loto frente al balcón del castillo de cristal, donde las estrellas de la noche y la luna eran sus espectadores. -Por qué es tan difícil. -Continuó debatiendo en sus adentros. De pronto sintió como una ligera presión cambió la velocidad del viento frente a él, sus tímpanos pudieron captar el sonido del cambio del aire, aunque fue casi imperceptible, su gesto sereno de concentración se vio afectado en lo más mínimo por esto.

-Qué quieres Luna. -Preguntó con voz neutral, sin perder su pose ni su gesto. La alicornio, dueña de ese nombre, quien se encontraba parada sobre el barandal del balcón sonrió suavemente, dejando caer sus párpados pintados de azul claro ligeramente.

-No me sorprende que me haya sentido llegar, príncipe, después de todo sus sentidos son los más finos que he conocido, ni siquiera mi hermana me puede percibir cuando me lo propongo. -Comentó, dando un salto al balcón, cayendo de forma agraciada en sus cuatro cascos, caminó un poco hasta sentarse a un lado del saiyajin, mirando al frente.

-No respondiste mi pregunta. -Insistió Vegeta.

-Sólo vine a pasar un tiempo con un… amigo. -Sonrió de forma nerviosa, mientras un sonrojo enorme se formaba en sus mejillas, ella bien sabía que el saiyajin era más que eso en su corazón. El saiyajin no respondió, decidió quedarse en silencio. -Su amigo, Kakarotto, le envía saludos, y dice que está ansioso por ver qué tan fuerte se ha vuelto en este tiempo que no se han visto. -Comentó, y vio que eso le sacó una sonrisa al saiyajin.

-Lamentará haber deseado eso. -Comentó Vegeta, abriendo los ojos, entendiendo que le sería imposible meditar en esos momentos, más aún porque a Luna no le paraba la boca cuando se encontraba cerca. -Cuando termine la reconstrucción de este lugar iré allá para retarlo a una pelea.

-Hmm, entiendo, esa es su manera de divertirse ¿no es asi? Los saiyajin son creaturas interesantes. -Comentó Luna, sonriendo de forma cálida, al ver que esta era una de esas conversaciones donde raramente el príncipe participaba. -¿Qué tal esta todo aquí?.

-Puedes verlo por ti misma, después de acabar con ese gusano y sus lacayos que aún permanecían escondidos ya nada es interesante. -Comentó Vegeta, cruzándose de brazos.

-Eso puedo verlo, príncipe. -Respondió Luna, alzando su vista ligeramente al cielo. -Los sueños de Shinning Armor, Mi amore Cadenza y demás habitantes del reino han sido de lo más pacíficos durante su estadía aquí, es como si sintieran que un protector está vigilando que nada malo les pase. -Colocó un casco sobre la mano del saiyajin, conectando su sandalia plateada con el guante blanco del guerrero. -Es algo de lo que estoy profundamente agradecida con usted. -Confesó, mientras su corazón se agitaba rápidamente al sentir el contacto con el ser bípedo de traje azul.

-No necesitas agradecérmelo, fue parte de mi promesa como saiyajin. -Comentó Vegeta, serenando un poco su mirada.

-Hablando de esto, había algo importante que quería comentarle, príncipe. -Prosiguió Luna, apartando su extremidad tímidamente del saiyajin. -Es sobre Cadance, ella ha tenido sueños… muy interesantes últimamente. -Vegeta arqueó una ceja, invitándole a que continuara con su explicación. -Verá, estos se tornan como la imagen perfecta de una familia, una familia muy interesante.

-¿Qué tiene que ver eso conmigo? ¿Por qué debería de importarme?. -Preguntó el saiyajin, alzando su mirada a las estrellas.

-Bueno, discúlpeme si esto le incomoda o le molesta. -Advirtió Luna. – Cadance es una poni muy especial, tiende a ser muy expresiva con sus sentimientos, es… cómo decirlo, una carta abierta hacia todos, mi hermana me contó sobre ella, y después yo la conocí personalmente comprobando estas descripciones. -Observó como la mirada del saiyajin se afiló ligeramente, señal de que se estaba impacientando. -Sus sueños tienden a ser como es ella, muy expresivos y llenos de emociones, es por eso que me llama la atención, que al soñar con una familia, usted representa uno de sus pilares más importantes.

-Qué tonterías son e… -Vegeta fue interrumpido por Luna.

-Vegeta, en el sueño usted representa a su padre, el padre de Cadance, la figura paternal que ella nunca tuvo. -Confesó, haciendo que el saiyajin abriera ligeramente los ojos con impresión, y que quedara inmediatamente en silencio, reacción que la princesa nos esperaba venir. -Sí, a mi también me costó trabajo digerirlo, pero después de una charla que tuve con ella todo quedó mas claro para mi, ella te ve como un padre, Vegeta. -Finalizó, con una mezcla de temor y felicidad en su rostro, esperando cualquier reacción del saiyajin, la cual tardó varios segundos en aparecer.

-No me interesa lo que sienta esa yegua tonta. -Masculló el príncipe, frunciendo ligeramente el ceño y tensando un poco los músculos, realmente esa confesión lo tomó por sorpresa. -Puede pensar lo que quiera, a mi no me importa.

-¡Vegeta!. -Exclamó Luna indignada por la frialdad del saiyajin, mirándolo con un gesto de agobio y furia mezclada. -Ella ha hecho tanto como yo y Celestia por este reino, sus sacrificios han traído al reino de cristal hasta este punto ¡no le niegues ese sentimiento! ¡ella merece ser feliz!. -Exclamó, para después calmarse un poco, suspirar y recobrar su compostura rápidamente, muy para su impresión. -Lo siento, es solo que… no me gustaría verla sufrir, aunque no sea de mi sangre ella es parte de nuestra familia, y como cualquier miembro me preocupo por ella y su bienestar, al igual que Celestia. -Explicó, soltando un suspiro de agobio que retenía en sus pulmones. -Por favor, solo te pido que seas paciente con ella, tenle un poco de consideración. -Se alzó del suelo colocándose en sus cuatro cascos, mirando de reojo al saiyajin, quien permanecía inexpresivo viendo hacia el cielo. – Si vieras lo que yo he visto, entenderías mejor el enorme cariño y aprecio que esa yegua te tiene, ni se diga su hija.

-Si tú eres su familia pues tú encárgate de ella y sus sentimientos. -Vociferó el guerrero, con un tono extrañamente tranquilo. -A mi no me interesan esas estupideces en lo más mínimo. -Concluyó. Luna sintió como una parte de su corazón se estrujaba al escuchar las palabras tan hirientes y frías del guerrero, sabía que él era así, pero costaba trabajo comprenderlo.

-Mi hermana me contó que la encontró fuera de un burdel ¿sabes lo que es eso?. -Preguntó Luna, pero al ver que el saiyajin parecía una estatua, prosiguió. -Ella iba a una ceremonia de iniciación en Ponyhattan cuando eso sucedió, quería dar un paseo por las calles antes de hacer su presentación. Fue entonces que pasó por ese lugar y la vio ahí, una pequeña potrilla pegaso, su pelaje sucio, duro y mugroso, quizás no había recibido un baño en semanas. -Los ojos de la yegua de la noche comenzaron a perlarse con lágrimas. -Me es increíble que hoy en día en esta sociedad mi hermana y yo no podamos combatir por completo la pobreza.

-Es algo que no me interesa. -Volvió a comentar el saiyajin, muy para la furia creciente de Luna.

-Se acerco a ella entonces, y le preguntó qué hacía en un lugar como ese. -Mencionó la yegua de la noche. -la pequeña contestó que su madre le había ordenado que la esperara ahí, que entraría al lugar a hablar con unos ponis que las ayudarían. Su inocencia no le permitió ver que, horas después, algunos guardias sacaban el cadáver de su madre, quien había sido asesinada por dos delincuentes dentro de una habitación, ella pensó que eran bolsas de basura, por lo cual permaneció esperando en ese mismo lugar, por 3 días seguidos. -A este punto Luna estaba derramando lágrimas de forma incontrolable, el saiyajin, muy para la impresión de la princesa, había suavizado sus facciones de forma impresionante, optando un gesto sereno y meditativo. -Cadance fue rescatada, alimentada y atendida por mi hermana, me contó que al tomarla entre sus cascos podía sentir las costillas de la pequeña, no necesité estar presente para saber lo horrible que eso fue. -Concluyó la yegua, alzando las alas de sus costados y limpiándose algunas lágrimas que permanecían en sus ojos. -Príncipe, se lo pediré una vez más, Cadance es una yegua muy especial, solo trate de considerarla un poco.

-Hmpf. -El saiyajin bufó ligeramente en señal de respuesta, la princesa de la noche sonrió ligeramente.

-Bueno, falta poco para que el sol ascienda, fue un gusto verlo como siempre, príncipe. -Luna abrió sus alas, lista para salir volando pero fue interrumpida por la repentina aparición de Goku gracias a la teletransportación.

¡TUITUUU!. El rostro del saiyajin de gi rojo se veía algo somnoliento.

-Señor Goku, que sorpresa. -Saludó Luna, curiosa por la repentina aparición del guerrero.

-Si… tu hermana me pidió que volvieras pronto al castillo, era un asunto urgente. -Comentó de forma somnolienta el saiyajin. -Rayos, no puedo creer que me despertara por esto. -Murmuró, con los ojos cerrados.

-Insecto, prepárate, dentro de pronto tendremos nuestro combate. -Advirtió Vegeta a su rival, quien parecía estar más dormido que despierto.

-Si si, Vegeta. -Murmuró el otro guerrero.

-Bueno, nos veremos pronto, príncipe. -Se despidió Luna, moviéndose ágilmente hacia él para darle un abrazo y un beso en la mejilla que lo tomó totalmente descuidado. -Listo Goku. -Anunció la yegua, sin darle tiempo de respuesta al otro guerrero, quien aún se encontraba en shock.

El saiyajin de cabellera alborotada asintió, faltando poco para caer dormido en el suelo, colocó una mano en el lomo de la yegua y ambos desaparecieron en la nada.

Tiempo presente.

El saiyajin detuvo su andar lentamente, mirando por encima de su hombro a la alicornio de pelaje rosa junto a su hija, ambas con una mirada algo afligida. Cadance tenía las orejas caídas por detrás de su cabeza, tratando de enmascarar su tristeza para que su hija no lo notara, pero la bebé era más inteligente que eso, podía ver los sentimientos de su madre.

-Cadance. -La voz del saiyajin atrajo rápidamente la atención de la yegua en cuestión, quien alzó la mirada y sus orejas casi al instante, Flurry de igual forma observó al saiyajin, este suspiró pesadamente, sabiendo que se arrepentiría de haber tomado esta decisión. -Iré a entrenar al bosque ¿Quieren venir con-… -

No terminó de preguntar porque sintió como dos masas colisionaban con su espalda casi al instante, una más grande que otra, no tardó mucho en deducir que se trataba de Cadance y Flurry, se dio rápidamente la vuelta, observando como ambas yeguas se aferraban a él en un abrazo de cariñoso de alas y cascos, mientras ambas rascaban su cara en su pecho.

Rayos, ahora estaba totalmente arrepentido de su decisión. No bastaba con ser el protector de estas creaturas, ahora tendría que ser abuelo y padre postizo, las cosas no podían ir para peor. De pronto sintió una presencia y una mirada sobre él, giró su rostro levemente hacia un ventanal donde en la lejanía podía verse el castillo de Canterlot, casi como una figura borrosa, podía jurar que escuchó una risa suave acompañado de un "gracias".

Sí, definitivamente las cosas podían ponerse peor.