Aviso: Ouran no me pertenece; pertenece a Bisco Hatori. Cogeré algunas cosas prestadas del anime/manga al principio, y después le añadiré mi propio giro.

Tampoco me pertenece la idea original que está detrás de esta historia; en concreto, los Elementales de Ouran. Estoy en gran deuda con Star-of-Seraph por dejarme utilizar su artwork. Le ofrezco mi más humilde gratitud por su generosidad. Si no habéis visto su trabajo, por favor, visitadla en su página de Deviant Art.

Calificación: T, por las palabrotas que aparecerán más adelante (y posiblemente por temas más maduros).

Notas de la Autora: Voy a emplear la costumbre japonesa de llamar a la gente primero por su apellido y luego por su nombre, así como la aplicación de los honoríficos. En principio no iba a hacer esto, pero los honoríficos son útiles para expresar las relaciones (y su evolución) entre los personajes. De cualquier forma, no utilizaré demasiadas frases en japonés; hablaba en serio cuando decía que esta historia ya era lo suficientemente compleja sin añadirle otro idioma. También voy a utilizar el sistema escolar japonés, y Ouran abarca desde preescolar hasta bachillerato. La historia comienza en Abril.

Traducido al español por Sambucivox


Capítulo 1

-¿Es demasiado pedir un maldito lugar para estudiar? –le gritó a la fuente del patio, extremadamente perdida y sin preocuparse de quién pudiera oir su estallido de cólera.

El ruido del agua que llovía dentro de la palangana fue la única respuesta que recibió. Aunque hubiese estado bien quedarse fuera y jugar en la fuente, giró sobre sus talones y regresó al interior del edificio dando fuertes pisotones. La obligación antes que la distracción; ese era el lema por el que Haruhi vivía religiosamente.

Pero no es algo que todo el mundo cumpla, pensó con el ceño oscuro, porque las cuatro bibliotecas han sido ocupadas por críos cotillas con nada mejor que hacer que pasar de curso en curso por inercia. Tiene que estar bien ser rico.

No es que les odiara de verdad por lo que tenían, o por lo que a ella le faltaba, pero la profunda despreocupación que la mayor parte de los estudiantes de este lugar sentían por las muy generosas y altamente cuidadas facilidades de la escuela le molestaba muchísimo. Había trabajado duro para llegar hasta aquí, maldita sea, y hubiera deseado que comprendiesen lo que era obtener algo porque se lo habían ganado, no porque se les había ofrecido en una bandeja de oro.

Se detuvo a media zancada, percatándose de golpe de que los ruidos de las charlas y la vitalidad adolescente se habían desvanecido hacía ya tiempo. A juzgar por el número de escaleras que había subido y por la vista a través de las gigantescas ventanas, Haruhi supuso que probablemente se encontraba en la torre central, en algún lugar del tercer piso. Miró a su alrededor, buscando alguna señal familiar, y descubrió una serie de tres símbolos en lo alto de la puerta de doble batiente más cercana.

Tercera Sala de Elemancia

De repente, Haruhi sintió que su ánimo se elevaba esperanzado. Las salas de magia no sólo estaban repletas de todas las cosas que necesitaba para trabajar, sino que también estaban bien custodiadas y protegidas de las influencias del exterior. Incluso las paredes interiores tenían hechizos anti-elemancia para evitar que se escapara cualquier energía peligrosa. Podría practicar todo lo que deseara, sin preocuparse por destruir accidentalmente los muebles ni por herir a alguien si algo se escapaba fuera de control. Las otras dos salas que había hallado habían estado llenas a rebosar de estudiantes que hacían cualquier cosa excepto elemancia, pero este pasillo parecía tan desierto que esperaba que nadie estuviera en su interior.

Llamó dos veces, sólo un rastro de duda antes de abrir la puerta.

-¿Hola?

Y casi fue derribada por la visión que se alzó ante ella.

- ¡Bienvenida!

Allí de pie había seis estudiantes... varones. Extremadamente varoniles, cada uno de ellos tan atractivo como para cortar el aliento y parar el corazón. Los seis vestían el caro uniforme masculino tejido con sedas cargadas de energía elemental que reaccionaban a la magia del portador. En ese momento todos los uniformes se componían de una chaqueta añil, una camisa blanca y unos pantalones negros; nadie estaba empleando su talento. Era un estilo simple, pero los hombres que estaban delante de ella lo lucían con seductor aplomo. Eran imágenes de la perfección que iluminaban la sala con su presencia.

Ella, por otro lado, llevaba puesta una vieja sudadera y unos vaqueros espantosamente anchos. Sus gafas habían llegado a la cumbre de la moda hacía más de cien años y su pelo era una maraña cortada a lo chico de un marrón descuidado. No era nada que mereciera la pena mirar.

Y sin embargo ellos la estaban mirando con una concentración que no había recibido en toda su vida, y el aire zumbaba con la tensión.

Entonces, su interés se desvaneció en cuanto le hubieron echado un buen vistazo. Dos de ellos –espera, esos dos tienen que ser gemelos- fruncieron el ceño, decepcionados y dijeron:

- Es un chico.

El hombre rubio situado en el centro les lanzó una mirada de desdén por encima del hombro.

- Los hombres también son clientes importantes, así que vigilad vuestra lengua.

Entonces se acercó a ella, prácticamente deslizándose a través del aire, y le ofreció su mano.

- ¡Fujioka Haruhi! –dijo, su voz un tañido de tenor en la sala casi vacía.- ¡Tú, mi querido, brillante niño, eres una rara y prodigiosa criatura que deambula por el interior de estos pasillos santificados! Bienvenido al Club de Hosts de Ouran.

Haruhi dejó escapar un aullidito de terror.

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Muy pocos en el mundo son Elementales; gente con la habilidad innata para manipular mágicamente los elementos del mundo que les rodea. Hay un instituto que es particularmente famoso por educar a los mejores y más brillantes jóvenes talentos, pero sus puertas no están abiertas a todo el mundo. En el Instituto Elemental Ouran, el linaje habla y el dinero sonríe. Sólo a aquellos con ambas cosas se les ofrece la oportunidad de aprender de los Elementales más respetados del mundo, para más adelante ganarse el derecho de controlar corporaciones y llevar las coronas de la nobleza.

Haruhi no tenía asociadas a su nombre ni riqueza ni fama, y los seis hombres que estaban de pie delante de ella parecían extrañamente familiarizados con ese hecho.

- La mejor puntación en elemancia en tu instituto de secundaria; digno de la beca que ofrece esta escuela, pero más pobre que el barro bajo tus zapatos. Un chico de clase obrera desafiando a la selva de la pobreza, luchando con corazón de oro y coraje contra todo aquello que quiera detenerte.- dijo el rubio, llenándose la cabeza de vapores. Mientras hablaba en tonos melodramáticos, apoyando la mano en su hombro con compasión de hermano mayor, Haruhi observaba con impasibilidad cómo su ropa cambiaba de color.

Definitivamente un Elemental de Luz, pensó cuando su chaqueta y sus pantalones empezaron a resplandecer con energía blanca platino mientras él cacareaba sin parar. Incluso su camiseta interior se volvió dorada, un efecto que estaba así de cerca del histrionismo ciego. Estaba, literalmente, chispeando, dejando caer pedacitos de luz de su ropa como una rosa se desprende de sus pétalos. Sólo un Luminoso sería así de teatrero. Que alguien me dispare.

- También he oído el rumor de que eres gay.

Su cabeza se giró tan rápido que casi se hizo daño.

- ¿QUÉ?

- No te preocupes. –declamó él, demasiado aplacador, con sus ojos azul violáceo irradiando (lo que el creía que era) benevolencia y algo que Haruhi interpretó como paternalismo – No estamos aquí para juzgar. Sólo dinos lo que prefieres. ¿Fuerte y silencioso¿Amantes prohibidos? O quizás...- y deslizó una mano bajo su barbilla, empujando su rostro hacia el suyo- ¿...preferirías a alguien como yo?

Estaba lo bastante cerca como para ver el tatuaje iluminándose en su piel. Brillaba con todos los tonos concebibles del blanco, trazando la espiral de una estrella fugaz sobre su ojo y mejilla derechos. Todos los que tenían la más mínima huella de elemancia en su sangre nacían con la marca mágica, que les identificaba como "diferentes" ante el resto del mundo. Permanecía invisible hasta que el Elemental usaba sus poderes, o hasta que sus emociones se escapaban de su control.

Haruhi estaba sorprendida de que el tatuaje de este tipo no fuese una visión omnipresente, y hubiera sido algo magnético de no haber estado ella tan espantada.

Se apartó rápidamente.

- ¿De qué diablos estás hablando?

- Para eso existe el Club de Hosts –dijo el que parecía ser el miembro más joven. Era unos ocho centímetros más bajo que su propio metro cincuenta y cinco, y se había agarrado fuertemente a su manga. De alguna manera, la inocencia de su cara le puso más nerviosa que el teatral rubio - ¿No quieres pasar el rato con nosotros?

- ¡No! –replicó vehementemente, recuperando su brazo– Yo sólo necesitaba un lugar para estudiar¡eso es todo¡No tenía pensado venir aquí! Así que si me disculpáis, me iré...

Su retirada sorprendió a todos, incluso a Haruhi. Se movió tan rápido que cuando sintió el choque contra el pedestal ya no pudo detenerse. Se dio la vuelta con tiempo apenas suficiente para ver cómo un gran jarrón basculaba en el aire y, al igual que en una película a cámara lenta, se estrellaba contra el suelo.

Eso ya hubiera sido bastante malo, pero entonces vió que el jarrón había estado lleno de bolas de cristal, cada una del tamaño de un melón pequeño. Algunas de ellas rodaron fuera del jarrón, otras volaron por el aire, pero todas golpearon el suelo con una dolorosa fuerza percusiva. De entre los restos, un remolino de energía giró en el aire, removió su pelo y tironeó de su ropa con enfado y desapareció en la nada.

Silencio, durante un puñado de latidos.

Los gemelos se aproximaron y uno de ellos se agachó para estudiar los fragmentos.

- Bueno... ese jarrón iba a ser vendido en la subasta de la escuela por ochenta de los grandes, pero tengo la impresión de que ahora no podrá ser.

Haruhi casi se murió; en realidad notó cómo le daba un vuelco el corazón al oir el daño que acababa de infligir. El otro gemelo se inclinó hacia ella con falso compañerismo, mechones rojizos rozándole la oreja.

- No te preocupes por el jarrón. Había sido llenado con cincuenta globos de hechizos. Ahora, en cualquier caso, parece que están bastante rotos e inutilizados. Una pena¿no te parece?

Esta vez sintió de verdad cómo se trastabillaba, y tuvo que reclinarse contra el ahora vacío pedestal en busca de apoyo. Los globos de hechizos eran esferas de cristal repletas de la magia de un Elemental, destinadas a un propósito específico. Incluso los no-Elementales podían tener unas cuantas (para darle más energía a sus coches o para controlar la temperatura dentro de sus casas), pero eran extremadamente caras. Costaba mucho tiempo y energía hacer una y sólo los muy ricos podían permitirse tener más de un puñado durante toda su vida. El hecho de que el jarrón hubiera estado colmado con ellas, en contenedores de cristal casi el doble de grandes que el globo de hechizos "medio", hablaba mejor que ninguna otra cosa de la riqueza de Ouran.

¡Y yo los he roto!

- ¡Lo siento! – casi gimió, haciendoles una profunda reverencia - ¡Os pagaré por todo!

- No hay duda de que lo harás¿pero cómo? – preguntó un gemelo, y su hermano continuó- Ni siquiera puedes permitirte el uniforme.

La boca de Haruhi se abrió y se cerró, pero ningún sonido salió de ella. Estoy jodida. Estoy jodida. Estoy tan jodida que debería poner una condonería.

- Bueno, Tamaki¿tú qué piensas? –preguntó otro host, acariciando perezosamente un fragmento de globo. Éste era todo ángulos y sombras, e incluso sin ver su talento supo que era un Oscuro.

El rubio de antes –Tamaki- soltó un suspiro enorme y dramático.

- Bien, supongo que no tenemos elección. Fujioka¿conoces la frase "por dinero baila el perro"?

Entonces sonrió, con nada de afecto y todo de amenaza.

- Espero que sí, porque a partir de ahora... serás el chico de los recados del Club de Hosts.

Haruhi se enorgullecía de tener autocontrol y una característica carencia de dramatismo femenino. Le gustaba pensar que era tan equilibrada, y más sensata, que la vasta mayoría de la población mundial. Aún así, cuando fue informada de que ahora tendría que ser una esclava para el Club de Hosts, sobre el cual no sabía ni de que iba ni tenía interés alguno en descubrirlo, para pagar una deuda de 80.000 dólares, hizo lo impensable.

Se desmayó.


Nota de la autora (24-VI-2007):

Voy a decirlo ahora: esta historia tiene lugar en la era contemporánea a pesar de los aspectos fantásticos. Incluso aunque algunas personas tienen poderes mágicos, no todo el mundo los poseé. Por eso, algunos avances tecnológicos han aparecido para mejorar a la clase "plebeya" (como los móviles, los coches, etc). Es decir, este universo es al mismo tiempo mágico y tecnológico.

Avanzaré relativamente rápido, ya que doy por sentado que todo el mundo está familiarizado con los personajes. Sé que una de las grandes preguntas serás "¿Con quién terminará Haruhi?". Creo que Haruhi amará a quien ella quiera. Por eso no he escogido la pareja para esta historia por el momento. Eso no quiere decir que no vaya a cambiar en el futuro, sino que tengo la mente abierta a todas las posibilidades.

En cualquier caso¡gracias por leerme!

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Nota de la traductora (23-VIII-2007): Ha sido muy, muy divertido traducir el primer capítulo. A Kryssa todavía le quedan muchos ases en la manga, y casi me dais envidia los que estáis leyendo esto por primera vez.

Kryssa's Flute me ha pedido que explique cómo estoy haciendo la traducción. Bien. Copio y pego su texto en una hoja del Word, y voy traduciendo párrafo a párrafo. Para las palabras difíciles y los sinónimos empleo una página web maravillosa, llamada Logos Dictionnary; merece la pena echarle un vistazo. Para los juegos de palabras y las expresiones coloquiales, a veces tengo que comerme la cabeza –y comérsela a los que me rodean; muchas gracias a Naleeh por echarme un cable con la frase de la ferretería (je je je).

¡Y dejadle muchas críticas! Yo me encargaré de traducírselas, así que no dudéis en escribir en español.