PASADO
Kakashi estaba recostado en una cama de hospital, miraba atentamente por la ventana mientras trataba de concentrarse en cualquier cosa, cualquier cosa que fuera común porque su mente últimamente vagaba demasiado, se detenía a pensar en cosas del pasado, cosas que ya no tenían solución.
-¿Cómo se siente, sensei?- preguntó su rubio alumno entrando en su habitación, lo visitaba cada día sin falta.
-Estoy bien, Naruto, debería salir hoy del hospital- estaba casi completamente sano, así se sentía y sólo quería dejar esa cama, volver a su rutina y olvidarse de esa misión tan personal que tuvo que enfrentar.
-Me alegra escucharlo, sensei, las misiones no son lo mismo sin usted- declaró con las manos detrás de la cabeza y con una gran y sincera sonrisa.
-No molestes a Kakashi-sensei, Naruto- le advirtió la ninja apenas entrando a la habitación. Kakashi se detuvo un momento a observarlos, habían salvado su vida, se habían arriesgado para ir tras él, habían sacrificado mucho solamente por su viejo sensei, algo debió haber hecho bien para contar con dos ninjas tan leales.
-No lo estoy haciendo, Sakura-chan- argumentó Naruto seguro de nunca estar de sobra en nada –Además le dan de alta hoy- la joven torció el gesto y supo que algo no andaba bien, seguramente serían más días en esa cama.
-Naruto, Tsunade-sama te necesita- le avisó la ninja, pero Kakashi estaba seguro de que sólo era una excusa –Creo que se trata de una nueva misión-
-¿Una nueva misión?- preguntó emocionado –Iré de inmediato- esa fue su despedida, salió de rápidamente y los dejó solos.
-¿Qué pasa, Sakura?- interrogó desanimado, no esperaba escuchar buenas noticias. La joven se acercó cautelosamente hasta él.
-¿Cómo se ha sentido, sensei?- esa pregunta lo sorprendió y no pudo responderla de inmediato, por su mente pasaban muchas cosas -¿Lo ve?, aún no está totalmente recuperado-
-Son cosas sin importancia- se encogió de hombros y trató de mostrarle una sonrisa.
-No lo creo, desde que regresamos de la misión usted parece diferente- no esperaba que su pequeña alumna notara su cambio, nadie lo había hecho –Fue una misión dura para todos, pero ya está de vuelta, no tiene sentido pensar de más- ella lo veía directo a los ojos, tenía una expresión realmente preocupada en su joven rostro.
-¿Tendré que quedarme en el hospital porque piensas que estoy nostálgico?- no había querido sonar así de brusco, pero no le gustaba que nadie intentara indagar en él, en sus miedos y tristezas.
-No es sólo eso, sensei- la joven rodó los ojos un poco frustrada –Sus ojos no se han recuperado completamente-
-¿Mis ojos?-
-Sí, el sello que contenía el Sharingan parece haber dañado su vista, ¿no ha tenido ningún problema?- preguntó extrañada de que él no hubiera hablado sobre ese problema, pero él sí que lo había anotado, su vista estaba borrosa la mayor parte del tiempo, claro que eso jamás lo diría si significaban más días en el hospital, así que se negó a responderle, ella sabría que le estaba mintiendo.
-¿Cuántos días más estaré aquí?- ahora estaba resignado.
-Los que hagan falta para que sane completamente- declaró ella sin darle opción alguna.
-Como sea- ahora estaba molesto, sabía que la última persona que tenía que pagar el precio de sus riñas era su alumna.
-Será mejor que descanse- la joven volvió a rodar los ojos, normalmente le tenía mucha paciencia, pero había días, como ese, que la sacaba de quicio. Su falta de cuidado era desesperante, la falta de interés que demostraba hacia él mismo la molestaba porque ella se había arriesgado para salvarlo y era como si él apenas notara lo importante que era.
Salió de la habitación y trató de relajarse, la Hokage había dicho que necesitarían más pruebas y aunque no parecía nada de gravedad la joven sentía que algo no andaba bien, no solo con la salud física de su sensei, sino también con él y su actitud más desinteresada de lo usual. La ninja había notado miradas nostálgicas en él, silencios más prolongados de lo habitual y sonrisas menos duraderas, sus ojos estaban invadidos de una melancolía que la asustaba; sabía que no debía meterse en cosas que no le importaban pero él sí le importaba.
-Sakura-chan, la Abuela dijo que no me necesitaba- le reclamó Naruto apartándola de sus pensamientos.
-¿De verdad?- preguntó inocentemente.
-De veras- dijo él no muy seguro de creerle.
-Bueno, quizá cambió de opinión- su compañero le dedicó una mirada incrédula pero al final sólo se encogió de hombros y se dispuso a entrar de nuevo a la habitación de sus sensei.
-Espera Naruto, no creo que sea una buena idea- lo detuvo –Es mejor que lo dejes descansar. Tendrá que quedarse un par de días más aquí así que tendrás otra oportunidad para visitarlo-
-¿Todo está bien con Kakashi-sensei?- preguntó inquieto su compañero.
-Sí, es sólo para estar seguros- no tenía caso preocupar a Naruto porque ni ella misma estaba segura de que fuera algo grave, quizá para mañana estaría mejor. La joven suspiró pesadamente, todo sería más fácil si su sensei fuera honesto en cuanto a su estado de salud, siempre había que sacarle la información y eso complicaba todo.
-Sakura-chan, la Abuela quiere hablar contigo, dijo que te esperaría en su oficina- recordó su amigo con una sonrisa de disculpa, la joven le devolvió la sonrisa y se marchó apresurando sus pasos.
-Adelante- pidió la Hokage cuando Sakura llamó a su puerta.
-¿Quería verme Tsunade-sama?-
-¿Cómo está Kakashi?- preguntó de inmediato, tenía las manos cruzadas a la altura de la boca y esperaba con el ceño un poco fruncido.
-Tenía razón, Tsunade-sama, tiene problemas con la vista, él mismo lo confirmó- la Godaime chasqueó la lengua disgustada.
-Tengo una solución, pero es un poco drástica y sólo será aplicada si después de dos días su vista aún no mejora- la joven se moría por preguntar de qué se trataba, pero cuando la Hokage quería que ella lo supiera se lo decía, así que tendría que esperar.
-Seguiré vigilando su avance- era lo único que podía hacer.
-No, a partir de hoy alguien más se hará cargo- declaró para sorpresa de la joven.
-Pero…- se quedó muda, no tenía un argumento válido para quedarse al cuidado de su sensei, nada más que su propia preocupación por él y quizá ese era el verdadero problema –Entiendo- aceptó por fin, quizá lo mejor era poner un poco de distancia entre su sensei y ella. Durante los últimos meses se había preocupado de más por él y lo mejor sería no tomárselo tan personal. Seguir el ejemplo de Naruto y visitarlo solamente durante el día algunos minutos. Ser su médico particular requería una intimidad entre ambos que no era conveniente aunque fueran sensei y alumna.
Kakashi seguía con la vista perdida en la ventana, durante el resto de la tarde Sakura no había vuelto, ella era la encargada de cuidar de él y aunque su conversación de la mañana no había terminado del todo bien esperaba verla de nuevo. Algo en su alumna le recordaba a Rin, pensaba mucho en ella últimamente, deseó haber actuado de otra forma. Su vida sería muy diferente si ella estuviera viva, quizá él no sería el ninja reservado y desinteresado que era. Rin tenía el poder para cambiarlo, ella había sido la última persona que había tratado de proteger y que mal había salido todo. Su vista se nubló más de lo usual, pensó que sería su problema agravándose pero cuando sintió que algo húmedo se deslizaba por su mejilla supo que estaba hundiéndose demasiado en su propia miseria. Secó esa fugaz lágrima justo antes de que la puerta se abriera.
-¿Necesita algo, Kakashi?- preguntó una enfermera apenas dirigiéndole una rápida mirada.
-No- la enfermera no se despidió y cerró la puerta. ¿Dónde estaba Sakura?, seguramente tenía algo más importante que hacer, quizá se había cansado de cuidarlo y ahora tendría que estar a cargo de enfermeras extrañas. Era mejor así, se estaba acostumbrado mucho a su alumna y sus cuidados y nada bueno saldría de allí. Además ella parecía comenzar a conocerlo, había notado un par de cosas que antes le pasaban inadvertidas y eso no estaba bien.
Pasó el resto de la noche pensando, su pasado parecía quererlo arrastrar de nuevo a la miseria, había luchado durante el transcurso de los años para bloquear esos recuerdos dolorosos, las pesadillas habían dejado de perseguirlo con el tiempo, pero ahora le asustaba cerrar los ojos y ver los rostro del pasado.
Sakura había evitado la tentación de visitar a su sensei, el día anterior había querido ser ella quien le dijera que no podía cuidar más de él, pero después de pensarlo desistió de la idea, no era algo tan importante y seguramente su sensei ni siquiera notaría que no era ella quien lo cuidaba.
-Hola, Sakura-chan- su rubio amigo la saludaba animadamente y con una gran sonrisa –Iba a visitar a Kakashi-sensei, ¿vienes?-
-Tengo que visitar algunos pacientes, te alcanzaré más tarde- declinó la propuesta. Su compañero se despidió tranquilamente y dejó a la ninja para que terminara sus deberes. Realmente tenía que revisar algunos pacientes y no tenía tiempo más que para una corta visita. Más tarde le preguntaría a Naruto sobre la salud de su sensei, también, como médico que era, podía echarle un vistazo a los informes médico del ninja y averiguar su situación. Le inquietaba la solución que tenía en mente la Hokage.
Pasó el resto de la tarde en sus rondas, concentrándose en su trabajo y nada más. No pensó más en su sensei hasta que una de las enfermeras que estaba a su cargo dejó su expediente a su alcance, la ninja no resistió la tentación y ojeó el historial de las últimas horas. No había cambio alguno, la vista de su sensei seguía deteriorándose ligeramente, había una nota al margen que decía: el paciente luce irritable, la ninja suspiró pesadamente y se dirigió hasta él.
-¿Cómo se siente, sensei?- preguntó dulcemente su alumna entrando tranquilamente a su habitación. No esperaba verla.
-Bien- contestó simplemente, su visión se había tornado más borrosa pero ella sabía que mentía, con una simple mirada supo que no podía engañarla –Sólo necesito descanso- la joven se acercó hasta él y terminó por sentarse en su cama.
-Lo sé, pero creo que usted aún no lo entiende- su alumna hablaba tan dulcemente que apenas parecía un regaño. Por más que tratara de verla como la médico que ahora era, su mente seguía recordando a la pequeña niña que alguna vez fue, no podía verla de otra forma y por eso mismo le era tan difícil aceptar que ella pudiera conocerlo, alguien tan joven, eso era imposible.
-Prefiero descansar en casa- aseguró intentando recuperar un poco de ánimo. No había tenido una buena noche, ni un buen día.
-Tsunade-sama sigue preocupada por sus ojos, sensei. Es un asunto que no debería tomarse a la ligera- el tono de su alumna seguía siendo cauteloso y tierno, como si temiese su reacción.
-No lo hago, honestamente no sé qué mas quieren, llevo aquí más de una semana, ¿no es suficiente?-
-Sólo tiene que ser completamente sincero en cuanto a su recuperación. Saldría más rápido si fuera honesto sobre su salud- le reprochó levantándose de la cama y mirando por la ventana, le daba la espalda completamente y se abrazaba a sí misma. Ella era diferente, sabía que Naruto se preocupaba por él, pero la forma en la que Sakura cuidaba y se preocupaba por todos era de cierta forma cautivadora.
-Sakura…- estaba a punto de explicarle los problemas que tenían sus ojos, su joven alumna merecía algo después de preocuparse tanto por él, pero la puerta se abrió y entró una enfermera.
-Kakashi, debe tomar esto- le entregó un par de pastillas que el ninja observó con desconfianza, había dos opciones, eran para solucionar la vista borrosa, ó, eran para dormir, no le apetecían en absoluto. Estaba planeando rechazarlas pero observó que su pequeña alumna le dirigía una mirada de súplica y terminó cediendo para sorpresa de todos.
-Será mejor que lo deje descansar, sensei- y con una sonrisa inocente salió del cuarto.
Resultó que las pastillas eran para dormir, por más que Kakashi luchó contra la sensación de sueño sus ojos terminaron por cerrarse. Había una buena razón por la que el ninja luchaba contra el sueño y eran las pesadillas, no las soportaba. Sus recuerdos se transformaban en pesadillas, recordaba cada detalle de su pasado pero el dolor era más fuerte ahora, no podía dejar de recordar a Rin, era a ella a quien debía sus peores pesadillas, no podía olvidar su inocente rostro, el amor puro que siempre le tuvo y que él nunca pudo corresponderle, ahora todo volvía en forma de pesadilla.
Las pastillas habían cumplido su propósito, había dormido toda la noche pero sin un solo minuto de descanso, así que por la mañana estaba agotado y no solo eso, su vista estaba aún peor, apenas podía ver con claridad, estaba hecho un desastre.
-¿Quería verme, Tsunade-sama?- preguntó la ninja entrando en la oficina Hokage.
-Kakashi no mejora, por el contrario, está con el paso de los días y de las horas, si eso es posible. Tenemos que actuar de inmediato- declaró la Hokage totalmente seria. La ninja instintivamente se tensó, la Godaime aún no le explicaba las medidas que se tomarían pero sin duda que serían de suma importancia.
-Era la última medida que esperaba tomar, pero tendremos que…-
-¿Vendarme los ojos?- preguntó incrédulo Kakashi cuando la Godaime explicó la solución- ¡De ninguna manera!, sólo necesito descanso- no aceptaría, no perdería la poca vista que le quedaba.
-Es la mejor opción. Es más grave de lo que piensas, sino solucionamos pronto este problema podrías perder totalmente la vista- Sakura observaba toda la escena nerviosa, esperaba que sus sensei cediera por fin, tendría que hacerlo. La ninja notó que él la veía, como si pidiera su opinión, ella sonrió tranquilamente y asintió levemente.
-¿Cuánto tiempo tendría que usar ese vendaje?- la Hokage notó cómo el ninja cedía y supo perfectamente la razón para ese cambio.
-No deberías tardar mucho en recuperarte- ni ella misma estaba segura del tiempo que se llevaría así que lo mejor era no especular.
-De acuerdo- terminó por aceptar. Observó de nuevo a su alumna y asintió resignado.
Una enfermera se acercó a él con una venda y lo que parecía ser una pasta verde. El ninja observó con cara de desagrado y torció el gesto.
-Sakura, hazlo tú- pidió la Hokage sorprendiendo a todos. La ninja se acercó a la cama de su sensei, el cual se sentó al borde de la cama, esperando tranquilamente.
-Cierre los ojos, sensei- pidió la joven dedicándole la última sonrisa que vería en un tiempo. Sintió que algo fresco llegaba a sus párpados, debía ser esa pasta verde, le siguió un ligero masaje que relajó instantáneamente sus ojos. Después de eso todo se volvió oscuro, la luz del día no era capaz de penetrar las gruesas vendas. Los primeros instantes se sintió ligeramente perdido, pero bastó recordar dónde estaba para orientarse y con ayuda de unas suaves manos, que reconoció como las de su alumna, se recostó de nuevo.
-Alguien cuidará permanentemente de ti durante estos días, además tendrás un timbre por si llegaras a necesitar algo- le explicó la Hokage, el ninja sólo seguía el sonido de su voz –Sakura, tú serás la encargada- la ninja estaba sorprendida del cambio de actitud por parte de la Hokage, sabía que no era una pregunta pero aún así asintió ligeramente. Todos salieron de la habitación dejándolos solos.
-¿Necesita algo, Kakashi-sensei?- preguntó su alumna, no estaba muy seguro de su ubicación así que trató de seguir el sonido de su voz.
-Necesito distraerme pero sospecho que eso no será posible durante los siguientes días- su humor de los últimos días volvió.
-Trate de relajarse, todo se volverá más fácil si no se concentra…-
-¿En que estoy ciego?- completó desganado.
-No lo está haciendo más fácil, sensei- advirtió su alumna. Kakashi solo suspiró y trató de no arrepentirse de aceptar tal solución.
El resto de la tarde fue bastante tediosa para el ninja, ahora que no entraba nada de luz a sus ojos, no tenía ni la menor idea de la hora, así que cada que entraba Sakura a su habitación tenía que preguntarle. No era una situación fácil, no había nada que hacer y ahora no podía siquiera mirar por la ventana y distraerse, leer era imposible.
-Son las once de la noche, sensei- le avisó su alumna, ya era tarde y él seguía tan aburrido como ocho horas antes –Trate de dormir, volveré mañana-su voz parecía más cerca y su oído no lo engañó, la joven tomó su mano delicadamente y la soltó unos segundos después.
-Hasta mañana, Sakura- escuchó que la puerta se cerraba y el silencio reinó en la habitación. Tener los ojos vendados era lo mismo que intentar dormir, los recuerdos volvían dolorosamente a él, ahora que no podía distraerse mirando cualquier otra cosa su mente apenas le daba un respiro de su pasado.
Trató de enfocar su mente en otra cosa, pero con ochos horas privado de la vista le era un poco difícil y lo último que había logrado ver fue el rostro de su alumna, su delicada sonrisa y ojos jade que lo veían con cierta preocupación. Le era un poco difícil creer que su pequeña alumna no fuera tan pequeña ahora, para él seguía siendo una niña, aunque ahora fuera ella quien lo cuidara. Inconscientemente pensar en Sakura lo relajó, le hizo recordar buenos tiempos, no todo su pasado era tan malo y la prueba era que ahora, dos de sus alumnos se preocupaban sinceramente por él, un de ellos incluso se pasaba el día entero cuidándolo. Sakura era un buen sueño, no había pesadillas ahí.
