Disclaimer: Ningún personaje es mío, todos son de Hoshino Kastura.
Título: Zwischen lebenden und toten
Resumen: Y Lavi amaba esa cosa, no, espera, amaba la otra… no, ¿Aquella? Quizás la de allá, no, ayer ya no quería a la de allá. Entonces… tal vez quiera a esa, empero…
Personaje principal: Lavi.
Reto: «Mes de apreciación: Febrero 2017- "El antaño vuelve"».
Foro: «Resurgiendo entre las cenizas».
Rated: K (plus)
Advertencia: En los siguientes capítulos puede haber un contenido que no es para cualquiera. Partes fuertes que quizás no deseen leer.
Palabras: 500 (Según Word).
Libro.
Al besar los labios fríos y secos comenzó todo. Era una simple acción que al realizarla se sintió temblar. Al principio lento y cauteloso. Con el tiempo más confiado y rápido.
Su mano pasó por la piel blanca, muy blanca, y la sensación fría le gustó. Le pareció linda. Sonrió un poco ante eso, pero nadie más le vio. Esto era un secreto, uno que no debía compartir con nadie.
Y en el frío y solitario lugar, Lavi, cometió un pecado.
Pero, ese no es el comienzo.
Pues comenzó con un lindo libro que era la única cosa que le agrada en el mundo. Su único amigo. A pesar de no saber leer, el niño pelirrojo agarraba ese libro por todos lados. De ahí, para allá. Tenía memorizado cada dibujo, cada esquiva y sabía dónde el tiempo jugó en su contra. Lo sabía todo.
Un día su libro le pareció… aburrido. Ya sabía todo de él —todo lo que un niño sin leer podía saber—. Entonces lo tiró a un lado y consiguió uno nuevo. Ese era más grande, con menos dibujos y nada estaba roto. Le encantó y por eso lo robó de un viejo extranjero.
Se lo llevó a su casa —una desierta— y comenzó a pasar las páginas. Cada una de ellas le encantó. Luego de un rato ese viejo extranjero lo encontró.
—Devuélveme el libro, niño.
Tenía las arrugas más profundizadas por el ceño fruncido, pero el pequeño pelirrojo abrazó el libro. Negándose a entregarlo.
—Pero sí es mío. Déjame en paz viejo chocho.
—Es mío. Deja de juegos y devuélvelo.
—Es mío. Yo sé todo de él. En la primera página está en blanco, pero al reverso tiene un garabato negro. Luego… después hay un dibujo, sí, uno de unas personas con armas en sus manos. Están caminando por un campo. También hay otras personas, pero con trajes diferentes. Ellos igual llevan armas. Parecen molestos, pues sus caras están… así, como la tuya. Y…
Pero no pudo continuar, pues el viejo extranjero levantó una ceja y pareció interesado en la memoria del pequeño.
—Tienes buena memoria, chico.
—Tal vez. Pero eso significa que es mío.
—Y también mientes bien.
—Yo no miento.
El viejo pareció tan interesado en él, que el niño deseo agarrar su libro nuevo y correr muy lejos de ahí. Le dio cierto miedo. Pero algo en sí le dijo que debía quedarse, pues también le interesó ese anciano. Así que el viejo al final le preguntó:
—¿Y qué dice en el libro?
Titubeó. No quería admitir que no sabía leer, pues ahí de seguro que le quitaría el libro argumentado que era suyo, ya muchas veces había pasado, así que por unos momentos no respondió y quedó varado en su sitio.
—No… sé. Yo no sé leer.
Viendo una huida rápida, habló. Ya deseaba correr e irse de ahí para seguir apreciando las páginas de ese libro.
—¿Y quieres aprender?
Sus ojos se iluminaron y sintió.
Y así, todo comenzó.
