Bueno, Jotaká decidió matar a Voldemort en un día como hoy, hace trece años, pero un día como hoy a fin de cuentas, y, para variar (y como no he publicado nada desde hace... bastante) quería declarar día de duelo (¿?)

Harry Potter y compañía son propiedad de J. K. Rowling (A.K.A. Jotaká) y, desgraciadamente, de Warner Bros. Sigo sin explicarme como han podido alterar tanto las cosas para convertirlas en películas.


La escena era extraña; Un hombre estaba mirando asombrado, asustado, a un pequeño grupo de niños que jugaban en un aún más pequeño parque. Para ser más exactos, miraba a un niño un tanto bajito que estaba agachado mirando algo que parecía lo suficientemente interesante como para que se mantuviera rezagado del resto.

Sería solamente "extraño", si no se tenía en cuenta que el hombre era alguien llamado Harry Potter y que a éste le parecía que el niño tenía un parecido tremendo con un tal Tom Riddle, o por lo menos, a Tom Riddle cuando era un infante.

Harry, que hasta antes de ver al niño tenía bastantes deseos de pasarse por un McDonald's antes de Aparecerse en su casa, se había quedado de una sola pieza y escrutaba con algo bastante semejante al pánico en su cara cada movimiento del pequeño.

El niño, por su lado, pareció perder interés en lo que fuera que había visto en el suelo, y se levantó con verdadero entusiasmo sumándose alegremente al griterío que sus compañeros montaban. Se balanceó en los columpios, rodó por el piso en un par de ocasiones y reía con ganas ante los juegos.

Murmurando cosas por lo bajo y reprendiéndose por caer en un bastante vergonzoso momento de paranoia, Harry Potter decidió que ese niño no era Tom Riddle, en primer lugar porque éste figuraba como oficialmente muerto desde hacía veinte años y, además, porque nadie parecía sorprendido de que ese niño se comportara como cualquier chiquillo de su edad haría.

Así que Harry Potter decidió que a la final aún tenía muchas ganas de comer una hamburguesa, y que definitivamente no se preocuparía más por el chico, ya que, venidos al caso, como jefe de Aurores tenía cosas más importantes en las que pensar que en niños que se parecían a magos oscuros.

En el parque, el pequeño que Harry había estado mirando con tanta atención se paraba después de su cuarta caída desde uno de los juegos infantiles. Cuando lo logró, con una clara expresión de fastidio pintada en su rostro, dirigió la mirada a la espalda de un hombre de desaliñado pelo negro que se alejaba despreocupadamente; Lo siguió con los ojos entrecerrados hasta que pudo observar como desaparecía en un paseo comercial cercano y dejó correr unos minutos antes de relajarse por completo.

Miró a las cuidadoras, que parecían más ocupadas comentando algún chisme que prestándoles atención, y a los niños, que en algún momento se habían mezclado con los que ya estaban presentes en el parque y tampoco le prestaban mucho cuidado a lo que él hiciera.

Con un suspiro hastiado dio media vuelta y se dirigió a zancadas al sitio donde estaba antes de que la presencia de Harry Potter le hubiera obligado a comportarse como uno más de los mocosos del orfanato.

– Menos mal que la edad no siempre concede astucia –pensó en voz alta mientras se sentaba.

– ¿De quién hablas?

– Nadie, no es importante.

– ¿Seguro? Empezaste a actuar muy extraño.

– No te preocupes.

La serpiente alzó la cabeza apenas unos centímetros por encima de la hierba y miró alrededor, por si lograba ver todavía al causante de todo aquello, y el niño volvió a susurrarle palabras tranquilizadoras mientras le acariciaba la cabeza.

– En serio, no es nada importante.


No se de donde salió esto, en serio, lo juro, sólo tengo seguro que lo escribí el sábado a eso de las dos de la mañana. Y que luego no le quise cambiar nada.

Tal vez por eso se me hace tan raro.