Lo que les pasa a otros
Capítulo 1: Tonks
Rating: PG-13. Esta es la versión recortada; la completa contiene una escena de sexo. Está en www. livejournal. com /users /nimph /9341. htm ...Acordaos de borrar los especios de la dirección, eso sí.
Notas: Supongo que a nadie le importará que haya algún personaje homosexual, ¿verdad?
Spoilers: HP5
Disclaimer: Nadie ni nada es mío, y yo no gano dinero con esto. Incluso el plot está lleno de tópicos.
¿Azul? ¿Rojo, para ir a juego? ¿Rosa otra vez? Claro que él no me ha visto de rosa chicle... pero creo que no me pega con la capa. Ay, por Circe, qué tonta estoy.
Porque verde oscuro... o magenta... violeta no, pero quizás un turquesa... ¿y si me lo dejo más largo? ¿El azul marino os parece un color bonito?
- ...¿Tonks? -dice una conocida voz grave a mis espaldas, y yo levanto los ojos en el reflejo del escaparate de Diagon Alley. Oh, una bonita mirada de incertidumbre de mi Weasley favorito. Charlie.
Claro que quizás él sigue odiándome.
No debería haber venido.
Y encima, con este frío, seguro que tengo la nariz roja.
- Cha-charlie -consigo decir, atolondrada por su presencia (¡ha vuelto!) y por su mirada confusa. Céntrate, Tonks, céntrate. Me doy la vuelta y le dirijo una sonrisa algo insegura.- Me han enviado por... por lo de tu padre. Bill está trabajando y Molly está con... los niños y a mí me han enviado a buscarte -respira, Tonks, respira.- Arthur está bien. Perdona, debería haberlo dicho lo primero. En unos días ya estará en casa.
Se relaja bastante, y yo lo leo claramente en su cara. No hay engaños con Charlie: se le nota todo a la legua. Yo, por lo menos, sí se lo noto, y me angustia que eso no haya cambiado. Porque parezco tonta, clavada aquí como siempre, siempre esperando algo que no viene e imaginando cómo sería. Cómo fue, aunque no fue exactamente...
Echa un lío, vamos.
- ¿Y ese pelo? - dice al fin. Uy, el pelo, que me lo he dejado verde... no le gusta. Agh.
- Sí. Es que... es que últimamente me ha dado por cambiarle el color... pero nada más. -Me mira y no dice nada.- ¿Te gusta así? Kingsley... Kingsley dice que estoy mejor rubia, pero... ya sabes. Hombres.
Agggggh. ¡Pero qué demonios estoy haciendo! Llega Charlie después de años sin verle ¿y qué tema saco? Cambios de imagen. Cambios de imagen, por el amor de Circe, como si quisiera recordarle lo de Eliza.
¿Y que por qué menciono a Kingsley? Vete a saber, será instinto defensivo. Es como decirle sutilmente que hay otros hombres en mi vida. Claro, porque él no sabe que Kingsley es gay y va tras Snape.
Aunque, con lo cazurro que puede llegar a ser Charlie, no sé por qué me molesto.
- Creo que te prefiero como antes -dice, sonriendo tan campante.
- ¿Como antes? -repito como una boba. Seguro que me he sonrojado, seguro, porque me ha descolocado. ¿Eso va con segundas? ¿Me lo está echando en cara?
- Morena, quiero decir. Como en Hogwarts -me aclara. Y menos mal, porque ya me estaba estresando.
Ah. Ah, bueno. Ah, pero qué mono es, ¡me prefiere al natural! Pues toma, Tonks morena y con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Quieres... quieres ir a San Mungo ahora o pasamos por casa primero?
- Me gustaría ver a mi padre primero, para ver que está bien, y luego... luego a los cuarteles. No hace falta que...
- ...que te acompañe. Ya lo sé, pero Moody insiste. Ya sabes... no, tú no sabes cómo es, pero en cuanto lo veas lo sabrás. ¡Vigilancia constante! -termino, con una imitación perfecta de la voz de Ojoloco.
Empezamos a andar, sin comentar nada, hacia el Caldero Chorreante, porque ya me han avisado de que Charlie no tiene el permiso de Aparición al día en Inglaterra, así que tendremos que ir por Floo. Y, mientras andamos, aprovecho para mirarlo bien mirado. Está más alto, no mucho, pero bueno, para ser él... eso sí, es más alto que yo. Y qué hombros. No me mira, pero como mínimo no me ha escupido al verme. Es más, me ha sonreído...
- Cómo está Diagon, ¿eh?
Oooh, ¡y saca temas de conversación y todo!
- Es por las compras navideñas... todos las hacen en el último momento.
- No me digas que te has superado y ya tienes todos tus regalos... porque no me lo creo -bromea, mirándome de soslayo.
- Qué va, si estoy igual de vaga que siempre. Seguro que acabo yendo el veinticuatro por la tarde y termino mis días apisonada, plana como un pergamino, por culpa de las masas histéricas.
- Como mínimo no tienes que comprar muchos regalos...
Pero qué diablos se ha creído, ¿que no tengo vida social? Bueno, vale, sentimental no tengo, pero es que estoy muy ocupada y tengo otras cosas en la cabeza. Que estamos en guerra, hombre. De todas maneras, si cree que no tengo amigos, está MUY equivocado.
- Bueno, a ver: mis padres, mi abuela, mi tía Remmy, Sirius y Remus, Hestia, tus padres, er... -¡Tiene que haber alguien más! ¡Esto es muy penoso!- y... Kingsley, claro.
Ahora que lo pienso, sería un detalle regalarle algo al bueno de King.
- ¿Y ese Kingsley...? -empieza Charlie.
Mira, igual me lo han espabilado un poco en Rumanía.
- Mi compañero -, le explico. Que no se vaya a pensar cosas que no son... -Era ese chaval negro de Slytherin que estaba en séptimo cuando nosotros entramos... defendía a los de primer año. A los Slytherin de primer año, pero algo es algo.
- Ah. Vaya. Quiero decir... nunca pensé que estarías con un Slytherin.
- Sí, mira, no todos son malos. -¿Qué se cree, que mi compi es mortífago, o qué? -Cuando entré en el Cuerpo de Aurors, Kingsley me echó una mano y...
- Ah, ¿es Auror?
Creo que me he perdido. Si no ha pillado que trabajamos juntos...
Ay, no.
Me voy a hacer el Avada.
- Sí, y está con nosotros, ya me entiendes -contesto, con la voz algo ahogada.
- Vaya, felicidades, Tonks. Qué buen partido.
Y tú qué capullo eres, que entiendes cosas que no son. Imbécil.
Pero mira, el lado positivo es que así no me voy a comer el tarro. Charlie se va dentro de nada, tiene su vida y seguramente su pareja, posiblemente aún me guarde rencor... y lo mejor es que yo sepa que él no me ve accesible. Es complicado, pero si yo sé que él cree que estoy ocupada, pensaré menos en él. O eso espero.
En nada llegamos al Caldero, y al cabo de un poco de hollín y un par de minutos, ya estamos en San Mungo.
Me alegro de verdad de que Arthur esté bien. Es decir, que le tengo mucho aprecio. A veces me da miedo dejarme afectar por toda esta mierda, olvidarme de que hay gente a la que querer que es más importante que la gente a quien derrotar, y eso.
Sé que suena un poco tonto, así dicho en frío, pero... mirad a Ojoloco, por ejemplo. Tiene, según mi opinión, graves problemas; no sólo por ser un paranoico enfermizo (que a veces ayuda, en nuestra profesión), sino porque está obsesionado con los enemigos, más que preocupado por la gente de su alrededor. Más preocupado por la serpiente que por la salud de Arthur, más pendiente de Voldemort que del pobre Harry. Por cierto, que es un crío un poco rarito. Me lo imaginaba, no sé, más guay, pero ya supongo que, teniendo en cuenta las hormonas y el criarse entre imbéciles, el niño aún ha salido majete.
- ¿Quieres entrar? -pregunta Charlie, y me doy cuenta de que iba absolutamente empanada de la vida.
- No, no, yo ya lo vi ayer.
- Venga, seguro que debe de estar muy aburrido -insiste.
La verdad, entrar ahí con Charlie es lo último que quiero hacer. Arthur y Molly siguen convencidísimos de que Charlie y yo vamos a acabar casados y tendremos nueve hijos en cuanto él recupere el juicio y vuelva a Inglaterra. Y mira que no me quejaría si esto ocurriera (aunque preferiría quedarme en tres niños, la verdad), pero la cosa está en que no va a ocurrir, porque la única vez en que Charlie se fijó en mí, yo no era yo.
- No, mejor no. Mejor no le menciones que estoy aquí.
Charlie va para adentro, algo extrañado. En cuanto Arthur le pregunte si me ha visto y si no es verdad que me estoy poniendo muy guapa (qué más querría yo), lo entenderá. Y mientras espero a que salga, lo mejor será que explique lo de Eliza, antes de que os volváis locos.
Conocí a Charlie en primero, y recuerdo que desde siempre lo admiré muchísimo. Bueno, es que Charlie siempre me protegía. Íbamos al mismo curso, pero yo iba a Ravenclaw y él era Gryffindor.
Yo tenía que ir a Slytherin, pero dije que nanay. Mamá me había dicho que ni se me ocurriera (ella sabrá lo que se decía, al fin y al cabo fue Slytherin. Y papá, Ravenclaw). Bueno, pues yo era una chiquilla muy obediente, tan obediente que el sombrero ni se planteó ponerme en Gryffindor, y un poco retorcidilla, con lo que sí se planteó meterme en el nido de serpientes. Por suerte, era una cría muy espabilada y me salí con la mía.
Supongo que si hubiera estado en Slytherin me hubiera hecho fuerte antes, pero la cuestión es que en Ravenclaw estaba bien, con Hestia y los demás sabihondos. Ser sabihondo es genial. Excepto que los Slyths se metían conmigo porque, bueno, muy grácil no soy, y además tartamudeaba y a veces el pelo se me rizaba solo en clase si no vigilaba. El pelo es lo más difícil de controlar.
No me miréis así, ya sé, estoy dando muchas vueltas. Es que no soporto recordar lo de Eliza. Fui TAN estúpida.
Bueno, nada, que Charlie y yo nos llevábamos de maravilla, y en cuanto aprendí a dominar mis poderes extra y me aburrí de tantas clases, empezamos a liarla mucho. Sobre todo nos metíamos con los Slytherin cafres que en primer año tiraban tinta encima de mis deberes. Les tirábamos bombas fétidas, o me hacía pasar por uno y le confesaba al otro estar enamorado de él... esas cosas.
Llegó quinto año, las hormonas, la pubertad... y yo caí a los pies del Capitán de Quidditch de Gryffindor, Charlie Weasley. Pero él no se daba cuenta, y es lo que pasa si tienes a alguien a tus pies, que, si te mueves sin ir con cuidado, los pisas.
Y Charlie pisaba mucho, porque claro, yo era su mejor amiga y me quería mucho, y confiaba en mí y ¿crees que Sally querrá ir conmigo a Hogsmeade, Tonks? Porque claro, me hacía caso, pero sólo para lo que a él le interesaba, que no lo que me interesaba a mí. No sé si me explico.
Total, que llegó séptimo año y no me aguanté más. iTenía/i que saber cómo era estar con Charlie, que me abrazara con esos bíceps que tiene y pensara en mí. Lo había intentado todo, todo: las indirectas, las directas, las minifaldas, agrandarme los pechos... aunque recordemos que en el fondo soy una cobardica, así que ni me planteé declararme a la cara.
En realidad, ya sabía que hubiera dicho que no. Por favor, si a veces me llamaba "hermanita". Hermanita, por el amor de Circe. Será burro.
Creedme, no lo habría hecho de haber pensado que tenía otra opción. Necesitaba desesperadamente que Charlie me viera de otra manera, y ¿qué mejor manera de hacerlo que siendo de otra manera?
Así que, cuando llegué a la conclusión de que él jamás pensaría en mí de otro modo que una amiga-para-todo-los-usos (menos los que yo quería), decidí que había llegado el momento de tomar decisiones drásticas.
Y creé a Eliza. Bueno, me transformé en ella.
Ya lo sé, soy gilipollas.
Eliza era mucho más guapa que yo, se comportaba de una manera mucho más fina y femenina, llevaba la ropa que mi madre me compraba y yo no hubiera llevado nunca de haber estado en mis cabales, era igual de patosa que yo, eso sí, porque hay cosas que nunca cambian, pero lo más importante era que a Charlie le gustaba Eliza. Porque le hinchaba el ego. Y porque llevaba escote, no como otras.
Era yo, Eliza era yo, pero hacía cosas que yo nunca me hubiera atrevido a hacer. Y, sobre todo, partía con la ventaja de que Charlie no la conocía de antemano, y desde luego no pensaba en ella como en una hermana.
Se "conocieron" y se encontraban en Hogsmeade, los días en que salíamos. Charlie quería presentarnos, pero yo siempre tenía otros planes, o me ponía enferma, o Eliza lo convencía para estar solos.
Yo adoraba esos momentos; su timidez al principio, la humedad de su palma la primera vez que me tomó de la mano. El primer beso, tan extraño, tan patoso... Las conversaciones sobre tonterías y seriedades, sentados en una acera, en primavera, mientras él me acariciaba la cintura.
Luego, las semanas siguientes, me desesperaba. Estaba enamorado de otra que era iyo/i. Hestia, la pobre, era mi única confesora, y siempre me pidió que se lo dijera. Yo cada vez quería que Eliza lo dejara en la siguiente salida, pero entonces, ¿qué?¿Qué pasaría con lo que me ayudaba a superar la tortura de tenerlo cerca sin tocarlo, de abrazarlo sin llegarle realmente? ¿Cómo iba a apartarme y dejar que otra se lo llevara?
Y, obviamente, me pilló.
Fue en la última salida a Hogsmeade, en mayo. Debió de ser la camisa floreada semitransparente. Fuera lo que fuese, fue bonito mientras duró.
Estábamos echados en la hierba de las afueras, bajo un árbol; no había nadie a la vista. Sus brazos me rodeaban el talle, el sol me cosquilleaba en los ojos. Me giré para darle un beso y él me lo devolvió largo, largo, con la boca cada vez más abierta. Me acariciaba la espalda con las manos abiertas, sus manos grandes, calientes, algo encallecidas.
Me di la vuelta para que me besara el cuello, guiando su cabeza rizada con las pequeñas manos de Eliza hacia mi yugular, y me senté sobre una de sus pantorrillas, una rodilla a cada lado. Notaba su lengua en mi clavícula, sus manos apretando mis hombros, un calor excitante cerca de mi rodilla, entre sus piernas.
Me apreté contra él, su pecho contra el mío, y poco a poco terminó por echarse en la hierba, mientras una de sus manos se enredaba mi pelo y la otra bajaba por mi cadera. Le besé la cara, las pecas de la nariz, la barbilla áspera. Bajé por la nuez del cuello y le desabroché la camisa para seguir bajando.
Era su calor, su respiración entrecortada, sus manos ansiosas en mis caderas. Charlie me ideseaba/i, aunque fuera como Eliza. Era lo que yo hacía, lo que yo decía, mis labios en los labios de Eliza en los pezones de Charlie.
Y acabó pasando lo que tenía que pasar. Y yotoqué las estrellas.
Al volver, respirando hondo, poco a poco, con la cara escondida en su cuello, mientras trataba de no pensar, se me encendió la alarma. Él se enderezó de golpe, sin respirar y noté que me tocaba el cabello. Mi media melena oscura, no el sedoso cabello castaño de Eliza.
- ¿...Tonks? -dijo.
El cabello es lo más difícil de dominar, ya os lo he dicho.
Y, bueno, salí corriendo, abrochándome la blusa cursi. Qué vergüenza, por favor, ¿y cómo había llegado yo al extremo de liarme con un tío que creía que yo era otra? Que era él, sí, pero ¿en qué estaba pensando? Además, que era Charlie, que se suponía que era mi mejor amigo, y qué putada le había hecho, en realidad. De verdad que mi mayor preocupación era, aparte de que me dejara de hablar, que lo pasara mal.
Previsiblemente, pasaron ambas cosas. A los demás les dijo que habían cortado, y que él y yo habíamos tenido un pique. Qué bueno fue, ¿verdad? De habérmelo hecho él a mí, me hubiera asegurado que nadie volviera a hablarle. Pero en fin, tenía que demostrar hasta el final lo bueno que es (sobre todo comparado conmigo).
Lo pasé tan mal que se me pasó el miedo a sufrir, porque simplemente no podía ser peor que eso. De hecho, se me pasó el miedo a muchas cosas, y al final decidí intentar cumplir mi sueño (o pesadilla, depende del punto de vista): ser Auror. Incluso esto se lo debo a Charlie, así de penosa soy.
Y ahora, tras todos estos años... claro, porque él se fue a Rumanía, yo me metí en la Academia... he tenido un par de novios, creí que lo había superado, no sé, que ya sólo me dolía haberle hecho daño a un amigo...
Pero joder, es que me lanzaría a sus brazos ahora mismo. Es que me derrito, y no puede ser...
Ah, ya vuelve. Recuperemos la compostura. Circe, qué hombros... Y Ginny dijo que le gustan las chaquetas de cuero... suerte que hoy no lleva una, o en vez de Tonks aquí habría un charquito de babas.
Y mira cómo sonríe, si es que es adorable. Ahora ya se ha quedado tranquilito, lo que quiere decir que seguía preocupado por Arthur y no tenso por estar conmigo. Supongo que lo ha superado. Qué bien.
...y que me ha superado a mí. Genial.
- Estaba bien. Sabía que venías conmigo, así que le he dicho que estabas en el baño y que teníamos que irnos deprisa porque habías quedado con Kingsley. ¿Por qué no has querido entrar?
- No, hombre, si quieres quedarte más rato ya entro... -empiezo, y luego mi cerebro me da una noticia muy mala:- ¿Que le has dicho qué de Kingsley?
Parpadea, confuso, y se le pone una cara de culpabilidad adorabilísima, estilo Fred y George.
- No me digas que lo lleváis en secreto... es que ha empezado a, bueno, a decirme que si tenía que invitarte un día a salir, ahora que estoy aquí y eso y... vaya, lo siento, no me he parado a pensar... Dice que felicidades -acaba, todo avergonzado.
Dónde está mi varita, que me hago el harakiri con ella.
- No te preocupes... -empiezo. Creo que me he quedado blanca. Es que soy idiota, tendría que haberle dicho que entre Kingsley y yo no hay nada, y esto no estaría pasando. Aunque bueno, no es tan grave, Arthur dudo que vaya cotilleando por ahí, ¿no?
- No, espera, que le pido que no se lo diga a nadie... -dice él, girándose hacia la habitación.
- ¡No! -siseo, agarrándolo del brazo- Que ahora puede pensar que es el único que no lo sabe, ¡pero, si cree que es una exclusiva, hay más probabilidades de que se lo diga a alguien!
Charlie parpadea, sorprendido por mi arrebato.
- Er... salió en el examen de Psicología Mágica -digo, sonrojándome.
Y me sonrojo más al darme cuenta de que sigo cogida a su brazo. Lo suelto inmediatamente.
- Bueno, como quieras... Papá dice que vayamos a casa de tu chaval ahora.
Mi chaval. Como si Kingsley no tuviera una pinta de boxeador que tira de espaldas.
- ¿Para qué? No, hombre. Ya lo conocerás otro día... -Cuando se lo haya contado y lo haya convencido para que me ayude, por supuesto. Me va a matar.
- No, porque vive cerca y como a Grimmauld por Floo sólo se puede llegar por nuestras chimeneas...
Joder. Las chimeneas. Socorro.
- Ah...¿seguro que no prefieres ir a mi casa, por Floo mismo? -empiezo, pero ya sé que es en balde. Se le ha metido en la cabeza conocerlo, seguro segurísimo.
- No, mujer, ¡con lo bonito que está Londres esta mañana! Además, me gustaría conocerlo, suena muy simpático.
Lo que os decía. Aparte de que Kingsley de simpático no tiene un pelo.
- De acuerdo... -acepto, aprovechando para tocarle el brazo sin que sospeche que lo hago para palpar sus musculitos. Porque para él soy una chica con novio, ¿no? Pues nada, a aprovechar la parte positiva.
Sólo espero que Kingsley no tenga un hombre desnudo en su casa.
- Bueno, Charlie, cuéntame, ¿cómo te va en Rumanía?
Y me cuenta, y si no os importa me voy a saltar esta parte porque total, objetivamente sé que no es muy interesante, aunque yo personalmente encuentre cada palabra infinitamente adorable y me ría con todas sus bromas.
Por si a alguien le interesa, diré que es verdad, tiene tres chaquetas de cuero y piel de dragón e incluso unos pantalones. Y las botas, claro, que me enseña levantándose los pantalones de pana. Lo que no consigo que me diga es si lleva ropa interior de piel, aunque por cómo se ríe, diría que no.
En diez minutos de nada estamos delante de la puerta del apartamento de Kingsley. Toco el timbre (¡es eléctrico muggle!) y rezo.
- Nena, ¿qué haces aquí? -saluda mi compi, con su mal humor matutino habitual. Lo tengo controlado, hasta eso de las dos del mediodía no es persona, es un monstruo con actitud de tío duro.
Deben de ser las diez y media. Debería haber contado con eso.
Por otro lado, nos ha venido a abrir con un cigarrillo en la mano y en pantalones de pijama de seda (¡con el frío que hace!), así que como mínimo fardo de novio cachas y chulillo.
- Buenos días, cariño -contesto, guiñándole un ojo disimuladamente mientras entro en su casa por mi cara bonita, arrastrando a Charlie detrás. De camino, le doy un efusivo beso en la mejilla.
- ¿Qué...?
- Este es Charlie, ya sabes -empiezo, de espaldas al pelirrojo y haciendo una mueca muy significativa. Kingsley se limita a parecer resacoso y mirarme con cara de póker. Se ha dado cuenta de que algo pasa seguro, el problema es que no sabe qué. Estoy convencida de que, detrás de mí, Charlie sonríe campechanamente.
Le dedico una mirada rápida por encima del hombro. Bingo.
- Encantado -dice.
- Sí -contesta Kingsley, lacónico. Lo que os decía, que no es exactamente la simpatía personificada.- ¿Queréis café?
Bueno, como mínimo está bien educado.
- No iría mal, si no es molestia -contesta Charlie, todo desparpajo.
- Claro. Cariño -me dice a mí, con un tono que no me gusta nada-, no te estés ahí parada. Siéntate.
Me siento. Kingsley desaparece por la puerta de la cocina y Charlie se queda paradito en medio del salón. La verdad es que Kingsley tiene un apartamento muy bonito, aunque sobrio. Con muebles de madera negra sobre paredes blancas, jarrones chinos y eso. Pero volviendo al tema, Charlie parece un poco incómodo, así que me compadezco de él y rápidamente le señalo el sillón cómodo con una sonrisa.
- Es un poco seco por las mañanas, bueno, y por supuesto no te conoce -le susurro, y luego, para Kingsley, más alto:- Perdona que te molestemos, cielo, venimos a usar la red Floo... Charlie quería conocerte antes de ir para Grimmauld.
Kingsley contesta desde la cocina, sin sacar la cabeza:
- Tú nunca molestas. ¿Dónde has puesto el café esta mañana?
¿Esta mañana? No tiene morro ni nada.
- ¡Voy! - digo, y le sonrío un momento a Charlie antes de reunirme con mi inteligente compañero, que ya ha pillado de qué va esto y seguramente va a matarme.
- ¿Cómo has podido decirle que soy tu pareja? -me sisea, furioso. Voy a morir.
- ¡No! ¡Lo ha entendido él solito!
- ¿Y no le has dicho que ni de coña? - No, en serio, que cuando se pone así me da más miedo que un boggart.
- ¡No pensaba que te íbamos a ver! ¡Lo siento mucho!
En vez de contestar, se gira y prepara el café. Desde donde estoy puedo notar su mal karma.
Jo.
- Me debes un favor ENORME -me susurra al final, y sale de la cocina con una bandeja de café.
Bien por el encanto Tonks.
- Solucionado -le digo a Charlie con mi mejor sonrisa, sentándome en el sofá. Kingsley se sienta a mi lado y me pasa el brazo por los hombros.
¿La verdad? Ojalá tuviera a un Charlie semidesnudo medio abrazándome y a Kingsley sentadito en el sillón.
- Charlie, ¿verdad? Sí, tu madre habla de ti a veces -dice Kingsley. Gran manera de hacer que se sienta cómodo, comentando lo que su madre haya dicho de él.- Parece creer que Tonks y tú...
- ¿Cómo quieres el café, Charlie?- salto yo, aprovechando que he dado un bote de alarma para inclinarme hacia la bandeja y pisarle el pie al asqueroso de mi colega.- Uy, perdona, cariño.
- Solo, gracias. ¿Que Tonks y yo...? Sí, lo cree.- Uy, Charlie, qué seco. Aunque tal como se está portando Kingsley, no me extraña.
- Me gustaría que no hablarais de mí como si no estuviera -me quejo, recogiendo la cucharilla que me ha caído por el suelo. Tengo las manos de mantequilla, pero desde luego esto no es una novedad.
- Mientras no te lo creas tú... Tonks es mi compañera, ¿queda claro?
Ja ja ja, Kingsley, qué bonito enredo me estás montando.
- Es problema de Tonks, no mío -contesta Charlie gélidamente. Si las miradas mataran... Se va a creer que tengo un novio celoso y posesivo. La verdad es que no me importaría, porque al menos tendría novio, ¿no?
- Ya vale, Kingsley. Va a pensar que me maltratas o algo -le digo, palmeándole la rodilla.
- Sólo bromeábamos, palomita. Verdad, ¿Charlie?
Él sí que se lo está pasando bien, el muy asqueroso. Palomita, pffft.
- Por supuesto. Los novios de todas mis amigas me dicen eso cuando me conocen. Es culpa de mi atractivo inherente -dice Charlie, aún un poco tenso, mientras coge el café que le ofrezco.
No me extraña que parezca incómodo, a mí me monta esta escena la novia de alguien y le arranco los ojos, hombre.
- Por cierto, jilguerillo. ¿Has comprado el regalo de Navidad para mis padres? -pregunto a traición, y Kingsley me mira, sorprendido.- Ah, muy bien, ¿y se puede saber cuándo vas a hacerlo?
Sólo quiero avergonzarlo un poco para que deje de avergonzarme a mí.
- Claro, ardillita, ¿qué te parece el jarrón que vimos? Ahora que lo dices, ¿la ropa interior que dejaste aquí ayer te la lavo en frío o en caliente?
Cabrón. Lo fusilo con la mirada.
- ¿Tienes que hablar de mis... cosas delante de Charlie?
- Seguro que no le importa.
- Sólo quiere fardar de que lava la ropa -le digo al pelirrojo, que se está poniendo colorado. Pobre.
- Y de que mi novia lleva bragas rojas.
- ¡Kingsley! -chillo, accidentalmente derramando un poco de azúcar por el suelo.
Y en ese mismo momento, bendita sea, aparece Molly en la chimenea. Gracias, Molly, gracias.
- ¿Kingsley?
- Sí, señora Weasley, diga -contesta él, solícito, acercándose a la chimenea.
La susodicha se sonroja un poco al ver los bonitos pectorales de mi compañero. Si es que parece Supermán, pero en oscuro.
- ¿Nadie ha ido a recoger a mi Charlie?
- Estamos aquí, mamá, perdona -dice su Charlie, acercando la cabeza a la chimenea.
- ¡Ay, hijo! ¡Como no llegabas y he visto a Kingsley tan... desarreglado...! ¡Ay, Nym... Tonks, no te había visto!
- He ido yo a buscarlo, Molly -le explico.
Sí, bueno, tenía que ir Kingsley, pero dado que no lo conoce y no es una persona mañanera y me dejé convencer de que tenía que verle... le cambié el turno. Ejem.
La cosa es que a Molly le cambia la cara de repente.
- ¡Qué bien! Hacía tiempo que no os veíais, ¿verdad?
- Bastante, sí.
- Bueno, bueno, venid y dejad que Kingsley se acabe de vestir.
Charlie le agradece el café a Kingsley y pasa primero con su maletita.
- Gracias, idiota -le digo yo, en cuanto mi Weasley ha pasado.
- Que no se esparza el rumor o vas a espantar a mi presa -gruñe él.
Le saco la lengua antes de saltar. Sí, claro, como si Snape fuera gay y se estuviera planteando enrollarse con mi compañero. En el fondo es que es un optimista.
Y llegamos a Grimmauld. Yo tengo una reunión con Remus y Charlie está siendo achuchado por sus hermanos. Supongo que tendré que rezar para encontrármelo al salir. Y para cruzarme con él otro día, o que haya una reunión. Eso sí que estaría bien, dos horas enteras en la misma habitación...
- Eh, Tonks, espera... -oigo a mi espaldas. Es Charlie, todo alborotado y adorable y un poco sonrojado.
- ¿Sí? -Creo que se me ha escapado un gallo.
- Esto, que te he echado de menos en Rumanía.
Sonrío. El estómago se me ha evaporado de golpe.
- Y yo a ti. Yo... quiero decir que lo de... yo no quería que...
- Lo sé. Lo leí.
Se lo conté todo por carta. Lo leyó. Me ha echado de menos.
Por supuesto, en el fondo sé que nada volverá a ser como antes.
- Ya nos veremos -dice, al final.- Yo también tengo regalos por comprar.
Y se vuelve por donde ha venido.
N/A: ¡FELIZ 2005! (Y la rima ya la sabéis, ¿verdad?)
Fic de Reyes dedicado a mis lectores abandonados y a mi flist.
Agradecimientos:
Lali, Pattyvg, Marian y Llad, musas y culpables del fic.
Rakshah y Polymnia, rescatadoras y betas competentes hasta la muerte.
