De coronas y amor

Disclaimer: Todo pertenece a George R. R. Martin.

Esta historia participa en el reto La danza de los dragones del foro Alas negras, palabras negras.

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Va a casarse. VA a casarse y no quiere. No quiere casarse con un desconocido al que su padre ha elegido para ella. Ella quiere a otro hombre, pero quiere más la corona y ha hecho una elección. No puede dejar que su madrastra se salga con la suya, que la vea desheredada. No va a darle esa satisfacción. Así que acepta aunque le duele, y le duele. Se siente humillada, usada. Tiene que hacer algo para dejar de sentirse así. Se quita la ropa y se envuelve en una gruesa capa. Sale de la torre y lo va a buscar. Llevan mucho tiempo jugando el uno con el otro y ahora está decidida a dar un paso más en su juego.

Se quita la capa y le muestra su desnudez. Es un gesto teatral, sí, pero siente que debe ser así. Él se niega. Ella le suplica. No quiere suplicar, pero lo quiere a él. Él permanece impasible. Le dice que no la desea, pero ella sabe que no es así. Ella le pregunta qué le ocurre, si son sus votos, el honor o el miedo a las represalias lo que lo frena. Él no contesta. Ella le insulta, menosprecia su hombría para ver si así logra hacerlo reaccionar. Finalmente él no puede más y habla.

Él la desea y la ama, sobre todo la ama. Él no quiere ser su amante. Él quiere ser su esposo. Él no quiere solo sexo. Él quiere una vida juntos. Ella se la promete y él niega. No quiere la vida de un amante. Él le propone escapar, marcharse lejos y empezar una nueva vida. Ella se niega. No quiere. Lo quiere a él, pero no la vida que podría llevar si decide seguirlo en su plan. Ella quiere ser reina de Poniente, no la esposa de un mercenario en una ciudad libre cualquiera.

Ahora es él quien suplica, pero ella no cede. No está dispuesta a renunciar a su corona. Le pide que lo entienda, pero él no lo entiende. Hay gritos, hay reproches e insultos. Finalmente ella se pone la capa de nuevo y se marcha, mas no a su habitación.

Ella busca otro caballero porque ha decidido que no llegará virgen a su boda pase lo que pase. Quiere que él lo sepa. Quiere que él sufra pensando en lo que pudo haber tenido y que ahora tendrá otro.

Y el otro la hará disfrutar, el otro no le pedirá nada. El otro no querrá ser su esposo. Al otro le bastará con ser su campeón, con estar a su lado, como a él debió bastarle. Ella lo amará, sí, acabará olvidándolo a él y enamorándose del otro.

Él, sin embargo, nunca podrá olvidarla. Él pasará sus días preguntándose qué hubiera pasado si esa noche él hubiera dicho que sí o si lo hubiera dicho ella y finalmente su amor se transformará en rencor y odio y tomará una decisión: él le quitaría aquello a lo que ella no estuvo dispuesta a renunciar por él. Así le cueste la vida o le cueste el honor, él le arrebatará la corona a ella.