Buscando "Un Árbol y tres Bambalinas"

Contest FFAD: Una Navidad Perfecta

Edward Claus

Escrito por: Valentina Shaday (Bellisimaw)

Disclamer: Los personajes no son míos, la historia es de Edward Claus.

Esta Historia Contiene: Escenas Fuertes, sexuales y lenguaje soez, si no te gusta, abstente de leerla.

Música Recomendada: It's True- Lenne Marlin.

Beteado por Monz Pollen. Beta FFAD ( www . facebook groups / betasffaddiction/)


—Capítulo1—

Isabella SwanEstaba buscando un libro.

Sí, 1 de diciembre y ella estaba buscando un libro.

Las calles de Forks estaban atestadas de gente; llenas de luces de colores; árboles de navidad; bambalinas, y muchos jodidos, asquerosos villancicos.

¿Mencioné que para Isabella la navidad es una época horrible donde no puedes caminar en las calles con libertad y donde miles de monjas se meten a tu casa a hablarte del estúpido nacimiento de Jesús?

¿Qué la impulsa a salir de su cálido hogar a comprar un libro?

No es cualquier libro, según New York Times es un Best-Seller digno de ser leído, y ella estudiante de literatura, tiene que leerlo, así muera en el intento de comprarlo.

Y oh, incluso en Forks la navidad es asquerosamente cliché.

Llena de gente sonriendo, ¿Por qué sonríen? ¿Les pagan por hacerlo?

Le dan Nauseas.

Entró a un café/librería, era nuevo, la nueva sensación en Forks. Estaba atestado de gente… ¡Rayos! La gente no iba a dejar que se acercara a la vitrina.

¡Humanidad acaso no entienden que tengo que comprar un libro!, ¡Dios mío! Pensó Isabella.

Que personas tan molestas, incluso pidiendo permiso replican.

¡Llegué!, ¡Gracias Buda por oírme!, pero toda su mierda mental se detuvo al verlo.

El mismo chico de siempre… hermoso, sonrojado, ojos verdes, cabello color cobrizo, fuerte, con una sonrisa de infarto y una actitud tímida que la hacía suspirar.

Era Edward C., lo sabía por su placa en su camisa, ¡Edward que nombre más hermoso! Ella había venido varias veces a la librería, era un ambiente agradable, era un lugar tranquilo donde se podía disfrutar de un buen libro sin ser molestado, excepto en navidad, claro está; Además ahí se encontraba el mejor café moka de todo Forks y sus alrededores.

Siempre lo veía distante, tímido y recatado, totalmente bajo perfil, pero la mitad de la población femenina que frecuentaba esa librería iba solo para verlo absorto en su burbuja.

— ¿En qué puedo ayudarla? —preguntó con su hermosa sonrisa blanca, parecía que era un discurso ensayado, se notaba a leguas su nerviosismo aunque intentara disimularlo. Ella se sonrojó, ¡Parecía una niña de quince años!, y era una mujer de veinte y un años.

—Estoy buscando un libro —susurró tartamudeando, él la miró con la ceja alzada, ¡Bravo Bella acabas de cagar la oportunidad de un acercamiento con el cobrizo!, ¿Qué otra cosa pudieses buscar en una jodida librería? Dijo su Bella interior que se burlaba de ella y su estupidez.

— ¿Qué libro en específico? —preguntó conteniendo la risa en un sonrojo.

—Un árbol y tres bambalinas —contestó absorta en sus ojos, ocultos por unas gafas negras, ¡Como amaría quitárselas en una situación comprometedora!

—Estás de suerte, solo queda un ejemplar, se los llevaron casi todos ayer —dijo sacando el libro de pasta dura color verde bosque de una caja detrás de él.

—Perfecto, ¿Cuánto es? —preguntó Bella sacando su billetera, ¡Hacia Frío!, traía puesta una sudadera blanca, unos jeans gruesos, unas botas bastas y un conjunto de bufanda, gorro y guantes color azul, ¡Y aun así tenía frío!

—Treinta dólares y cinco centavos —contestó marcando el monto en la caja registradora.

Sacó el dinero y se lo entregó, una electricidad magnética les atacó al contacto, fue increíble, Bella jadeó.

—Gracias —contestó Bella, tomando la bolsa con el libro, el chico se sonrojó más, ¡Era adorable!, ¡Sensualmente adorable!

—Eh señorita…—dijo confundido.

—Isabella, Isabella Swan, pero puedes decirme Bella si quieres —contestó sonriendo coquetamente.

—Bella, mañana habrá una fiesta aquí en la noche, quizás me preguntaba si vendrías —dijo apoyándose del mostrador, Bella se relamió los labios, ¿Leer o venir a la fiesta del sexy vendedor?

— ¿Invitas a todas tus compradoras a fiestas? —preguntó Bella divirtiéndose a costa del tímido chico.

—No… no a todas —contestó sonriendo.

—Vale, ¿A qué hora es? —preguntó Bella devolviéndole la sonrisa.

—A las siete —contestó.

—Aquí estaré…—dijo fingiendo que no sabía su nombre.

Bella salió de la tienda feliz con el libro, pero recordó que debía comprarle un ponche de arándanos a Alice y su alegría desapareció, tendría que pasar al menos media hora caminando hasta la panadería.

Y tendría que atravesar a medio Forks con espíritu navideño.

.

.

— ¡Edward llegó el nuevo cargamento en la sección cinco anda a ordenarlos! —ordenó la gerente, Tanya, era bastante insinuante, rubia y molesta.

Edward Cullen tenía veinticinco años, era un chico bastante tranquilo, bajo perfil, sin mucho que contar. Había vivido toda su vida en este pueblo con sus padres, el doctor Cullen y Elizabeth Cullen, su madre. Su madre murió cuando él tenía diez años, entonces todo empeoró en su vida, se sintió perdido, sin una imagen que seguir.

Su padre lo llevó a miles de psicólogos para que lo ayudaran a superar el trauma de la pérdida, pero nada funcionó, entonces su padre empezó a resignarse y a centrar su atención en cosas más importantes, como por ejemplo: sustituir a su madre.

Y lo hizo, sí que lo hizo.

Se casó un año después, con una mujer de cabellos color caoba muy típica americana, sumisa y agradable, muy agradable, una bazofia.

Extrañaba a su madre, siempre lo haría, y ninguna perra iba a sustituirla.

Y bueno, ahí se convirtió en el rechazado de toda la humanidad, solo se concentraba en estudiar, bueno en eso y en leer, la lectura fue toda su vida, eso lo ayudó a alejarse de cosas como drogas, sexo sin protección y otras patrañas de los adolescentes.

A los quince años se fue a Ohio, con su tío Aro, contra la voluntad de su padre pero se fue de todas maneras, ahí aprendió muchísimo más de la literatura, fue feliz ese año, entre libros, música clásica y montañas de conocimiento.

A los dieciséis años cuando volvió a casa la pesadilla comenzó, los reclamos y las burlas por preferir la literatura en vez de la medicina, y Carlisle empezó a negarlo como hijo.

Era todo un rechazado social, solo iba al colegio, se faltaba las clases estúpidas, iba a la librería de la esquina y se la pasaba toda la tarde ahí, leyendo.

Cuando se graduó del instituto a los diecisiete años, volvió a irse todo un año con su tío Aro, empezó a trabajar en el negocio familiar: La Editorial Vulturi, ese fue su sueño hecho realidad, libros, libros, letras, se sentía diferente, como si de verdad fuese feliz.

A sus diecinueve años regresó a casa, y se enfrentó con la cruda realidad: Su padre estaba enfermo, en sus últimos días, y Esme parecía no importarle.

Empezó a trabajar en la librería actual, se compró un departamento a los veinte y le dijo adiós a la patética vida que llevaba.

Ahí empezaron a entrar y salir mujeres de su habitación, cada noche, una mujer diferente, rubias, morenas, pelirrojas.

Trabajaba, pagaba la renta, el bus y algo de alcohol.

Lo demás iba para su biblioteca personal.

A los veintidós años su padre muere a causa de su enfermedad, Esme se queda con la mayoría del dinero y las propiedades, a Edward le quedó su casa, en la cual vivía ella; la casa en Brasil, y cien mil dólares, que invirtió en un auto nuevo, remodelaciones, ropa, libros, muebles nuevos, y un celular decente.

A los veintitrés, Esme se volvió a casar con el viejo Weber, ahora tenía viviendo en su casa a una perra, un ingenuo y a la perra de su hija que lo único que hacía era ofrecerle ciertos favores los cuales denegaba.

Iba todos los domingos a almorzar y regresaba peor de lo que llegaba.

Su vida era, normal, chicas, sexo alcohol y libros.

Solo eso.

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Isabella Swan entraba al edificio donde vivía con pesadez, el día la había agotado, tenía trabajo atrasado por hacer, los parciales estaban encima de ella, y tenía que estudiar.

Pero aparte de eso tenía una vida social. Hoy estaba el compromiso con sus amigas, y mañana la fiesta de la librería, ¿Cuándo le quedaba tiempo para ella? Nunca.

Le toco la puerta a su vecina Alice Brandon una chica hermosa, muy servicial, su mejor amiga, estudiaba en la misma universidad pero en la facultad de derecho junto a su otra amiga, Rosalie Hale.

Alice abrió, estaba despeinada, y traía una graciosa pijama de Bob esponja.

—Hola Alice, ¿Qué estás haciendo? —preguntó Bella divertida.

—Decoro mi casa y vivo con alegría el espíritu navideño, tú deberías hacer lo mismo Swan —dijo recibiendo el ponche.

—Cuando me veas decorando un Árbol, mátame Alice, no me dejes seguir con vida —bromeó Bella ante la severa mirada de su amiga.

—De verdad no sé qué tienes con la navidad Isabella, ¡Lo que te hace falta es una buena follada al estilo navideño! —contestó Alice riendo a carcajadas y Bella le dio un codazo, ¿Cuándo había sido la última vez que había tenido sexo? Fue en el instituto hace casi dos años, que patético.

—Cállate Alice, me voy a casa a estudiar para el parcial, ¿Podemos cancelar la reunión de hoy? Estoy algo cansada y tengo que estudiar —le suplicó con pucheros.

—Está bien Isabella, lo dejamos para después, pero no te salvaras esta navidad de una buena borrachera —la señalo con su dedo acusador, asintió riendo y se fue a su departamento.

¿Acaso era la única que no decora navidad? Pues creo que sí.

Su pequeño departamento contaba de una pequeña sala de estar, una cocina, un baño al fondo, el estudio repleto de libros y su habitación, claro, era hermoso, acogedor, con un gran ventanal del tamaño de la pared donde podía ver todo el bosque.

Se tiró en el sofá y miro su libro nuevo, quizás lo leería mañana en la tarde, el vendedor sexy, nada más de pensar en él se retorcía, de verdad que necesitaba un buen revolcón.

Quizás lo obtuviese mañana.

Se levantó y puso a hervir el agua para cocinar la pasta y abrió la lata de la salsa napolitana, mientras tanto se fue a bañar.

El agua relajó sus músculos y su mente se puso a desvariar sobre su pasado.

Creció en este pueblo, sus padres, Charlie Swan y Rene Swan eran los mejores del mundo, hasta que su madre quedo embarazada, de su hermana, Kristen Swan, hermosa, segura de sí misma, repleta de atención, extrovertida, alegre y muy querida por todos.

Entonces Isabella quedó en las sombras de Kristen, marginada y aplastada por su hermana se refugió en la literatura, se hundió en los libros. Su hermana se burlaba de ella cada cosa que hacía era un chiste para su hermana.

Dio paso a la adolescencia, aún más invisibilidad, era una cucaracha en el instituto, mientras que su hermana era la reina del baile, nadie la quiso y todos se burlaban de ella y de sus libros, entonces lo conoció…

James Smith, Él era el chico que todas querían, el popular, el hermoso de ojos azules, nunca miró a Isabella hasta el último año de secundaria que empezó a salir con Kristen, y eso significo que fue a su casa, y posó su vista en la tímida hermana de su novia, ahí empezó su juego macabro.

Comenzó a coquetearle descaradamente, su hermana no parecía notarlo, pero sin quererlo Bella se fue enamorando del rebelde novio de Kristen.

Hasta que obtuvo lo que quiso, Bella tuvo su primera relación sexual con él. Después de que lo hicieron el perdió todo el interés en ella, y Bella calló todo para ella sola, se volvió a sumergir en sus libros, mientras que su hermana alardeaba de su flamante novio.

Y entonces llegó la universidad, y con eso nuevas personas. Bella viaja a Seattle todos los días, fue un mundo nuevo, donde ella no tenía una hermana que la aplastara solo era Isabella Swan, en un universo paralelo.

Ahí conoció a Garrett Bennett, un chico de infarto, sexy, seductor, sin compromisos, hermoso, sincero, y se hicieron los mejores amigos, él fue su apoyo durante el primer año de la universidad. Entre borracheras y fiestas ambos tuvieron una noche loca de pasión desenfrenada, fue hermoso, tierno, duro a la vez, fue simplemente Garrett, y empezaron una relación.

Garrett y Bella estaban felices, comiendo perdices, pero él se tuvo que ir a Italia con su tío a manejar la empresa familiar, se volvió a sumergir en una depresión espantosa. El amor no estaba hecho para ella.

Y esa había sido su corta e escasa vida amorosa, un asco, pero así era Bella, su mejor amante era un buen libro.

Cuando salió de la ducha estaba un poco más calmada, cenó, lavó los platos y se puso a ver un poco de televisión.

Pero nada era de su agrado, no quería dormir temprano, no tenía sueño, y recordar su adolescencia la había afectado.

Entonces miró la portátil y comenzó a escribir en un documento en blanco, comenzó con dos palabras.

Maldita Soledad.

Es cierto, yo misma me la busqué, huyendo de todo y de todos, pero tengo suficientes razones para hacerlo, el simple hecho de quedarme en esa casa significaba seguir siendo la sombra de mi hermana, y seguir llorando por una ilusión que jamás debió suceder.

Evolucioné, superé las heridas e hice una vida lejos, donde nadie podía juzgarme o condenarme, donde solo yo era dueña de mis decisiones, donde era una mujer distinta.

¿Entonces porque me siento así ahora? Cuando se supone que todo marcha bien en mi vida, ¿Será la melancolía navideña que me ha afectado? O es el hecho de acostarme y levantarme en las mismas condiciones.

En la misma soledad.

Me miento a mí misma a diario, repito como un mantra una frase "Todo está bien" aunque yo sé que nada está bien, nada, en absoluto está en orden.

Toda yo está en Caos.

Ardo en fuego y lágrimas que ya no se derraman, quema, te va arrancando la piel centímetro a centímetro, hasta que solo quede sangre y polvo, hasta que eres parte del aire, hasta que eres nada.

Mueres siendo nada.

Y he ahí el ciclo de la vida, nacer vivir llorar y morir, y volvemos a empezar.

¿Entonces porque no puedo aceptarlo?

Es verdad soy patética, pero ¿Por qué no puedo simplemente resignarme?

El fondo de mi alma lo sabe, ¿Cómo perder una batalla que ni siquiera he empezado?

¿Cómo luchar contra la vida si no tienes una?

Es un caso perdido, Yo soy un caso perdido.

Y ahí Fue donde Isabella se quedó dormida frente al portátil, acurrucada en su sofá frente a todo Forks y las luces navideñas, esperando con ansias un nuevo día.

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Edward Cullen estaba ayudando con la decoración de la librería, la cual hoy permanecería cerrada hasta la fiesta.

Llevaba y traía cajas; arreglaba las mesas; las sillas, ayudaba con el sonido, limpiaba el piso, todo a la vez.

Entonces para mejorar su patético día, la Hija del viejo Weber, Angela, decidió aparecer.

—Hola Eddy —dijo con voz nasal. Él solo gruñó y siguió ordenando cajas.

—Hola Angela, te agradecería que no me digas Eddy, creo que te lo he dicho un millón de veces, me llamo Edward Anthony Cullen, por favor —dijo algo cansado, se limpió el sudor de su frente.

— ¡Uy! Pero que gruñón, ¿Qué haces? —dijo afincándose de la mesa, Edward rió.

—Mmm pues nada, tomando té con la reina Isabel, ¿Tú qué crees que hago? —dijo sarcástico. Realmente le molestaba, ella era la única persona que hacía que saliera de sus casillas, era ilegal que hubiera personas tan molestas en el mundo.

Y así paso su mañana aguantando a la insoportable de Angela, trabajando e intentando calmarse, esperando la noche y a la hermosa chica de ojos marrones.

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Eran pasadas las seis, ¡Demonios llegaría tarde! Pensó Isabella saliendo desnuda, acabada de bañar, tomó el vestido negro del baño, era ceñido al cuerpo manga larga, con brillos, corto, un cinturón en la cintura de cuero y unos tacones de aguja.

Se hizo una cola alta y bien arreglada, maquilló su rostro perfectamente, se concentró en resaltar sus ojos, perfume y estaba lista.

Su bolso, llaves teléfono y se marchó a las siete de su departamento.

La fiesta estaba completamente encendida, todo Forks estaba en esa librería, bailando y tomando, divirtiéndose. Edward Cullen, traía puesto unos jeans roídos una camisa elegante negra y unos tenis. La fiesta se hacía con la finalidad de celebrar el comienzo de la Navidad. ¡Y una mierda!, pensó Bella.

Edward esperaba a la chica de ojos café, a Isabella…

Entonces la vio, entro al local, hermosa, enigmática y muy sensual. Edward sonrió para sí mismo, era perfecta.

Se acercó a ella con paso lento cuando estuvieron frente a frente Edward le besó las mejillas, y sintió su dulce sonrojó.

—Hola Isabella, que bueno que hayas venido —dijo Edward sonriendo, ella le devolvió la sonrisa.

—Dime Bella, gracias por la invitación —dijo ella, él la tomó de la mano y ambos se fueron a unas mesas alejadas. Bella esperó mientras Edward volvía con un trago de vodka.

—Ha sido un placer, estás muy hermosa por cierto —dijo sonrojado, el chico era adorable, por momentos parecía ser todo un don Juan, pero segundos después se volvía tímido y se sonrojaba. Definitivamente esa era una combinación que intrigaba a Bella.

—Cuéntame Isabella, ¿Naciste aquí? —preguntó.

—Sí, y tú.

—Oh sí, he vivido toda la vida en este pueblo, quizás me recuerdes Bella, estudiábamos en el mismo instituto.

— ¿Enserio?

—Sí, yo era primo de James Smith, ¿Sabes? El antiguo novio de tu hermana Kristen —dijo y todo el mundo y las barreras que Bella había construido tambalearon.

Recordó, oh sí que lo hizo.

Al joven de cabello cobrizo y lentes de pasta, que iba siembre detrás de James, asustado y escurridizo, el joven del cual todos se aprovechaban en matemáticas y que casi nunca hablaba con nadie.

—Oh ya recuerdo —susurró Bella sonrojada.

—Sí, bueno no fue mi mejor época —admitió.

—Tampoco la mía, creo que tenemos varias cosas en común, pero ahora gracias a dios todo es diferente —dijo Bella animada por el alcohol, perdida en la mirada del cobrizo.

—Sí, ahora todo está como debe estar, ¿Y Bella, bailas? —preguntó ofreciendo su mano, ella la acepto gustosa.

Ambos se tomaron dos cervezas más antes de ir a bailar, sonaba una canción de Rihanna muy animada, las luces de colores ambientaban el local, se perdieron entre la gente y formaron una burbuja propia, sin embargo, la noche apenas comenzaba.


¿Que dicen Niñas merecemos Reviews? :D un beso grande, nos vemos en el proximo.. desde CualquierLugarEnElMundo, EdwardClaus.