Fic

Cuando te Conocí

Por Mayra Exitosa

Capítulo 1

Albert al Rescate

Ser mujer es maravilloso, tener que cuidar un hogar es un sueño para Candy, pero desde niña esa oportunidad no la veía cercana, su primer novio, solo quería sexo, el segundo unión libre, el tercero obligarla y definitivamente tenía problema para quitarse de encima a los hombres, todos se adueñaban de ella, al verla pequeña o creerla frágil.

- Tom, no voy a volver contigo, no me gustas y no estoy dispuesta a lo que me pides.

- Crees que esos tipos que te quieren, te siguen por tu cara bonita, quieren tu trasero, Candy, solo eso.

- ¿Y tu no? Hasta donde recuerdo solo se te pierden las manos cada que puedes y me canse de decirte que no te deseo. Si no te queda claro, búscate otra que te aguante.

Candy salía molesta desde que Tom se le había declarado, algo no le gustaba, había andado con varias chicas, después de dejarla a ella por un tiempo en paz, se hizo novio de su amiga Fleming, quien quedo destrozada porque solo se sentía utilizada, lo peor es que habían perdido su amistad, si un hombre hace que pierdas a tus amigas, no es un buen hombre.

Niel era otro de los hombres que había conocido en su trabajo, al principio ni siquiera había notado que ella le era atractiva, su forma fuerte y agresiva, la disimulaba muy bien con una mirada de no romper ni un plato. Un día se le declaró y con tal de no tener a Tom tras ella, acepto darle una oportunidad, a la semana le llevo flores y cuando menos lo esperaba, ya estaba encima de ella queriendo quitarle el vestido. Pero así no deseaba ella que fuera.

- ¡No Niel! ¡Detente!

- Eres una calienta hue…

Candy no lo dejaba terminar y le daba una patada en la entre pierna que dejo doblado del dolor a su novio, salía de la sala y agregaba,

- ¡Hemos terminado, Niel!

Habían pasado meses, un chico agradable por fin la frecuentaba, elegante, distinguido, pero notaba algo en él que no le daba confianza, y esa sensación en su interior se fue haciendo mayor conforme los días. Cuando le pidió una cita, le dijo que no podía que estaba ocupada, agradeciéndole el detalle, el joven la siguió esperando ver a su acompañante, esta vio que la seguía hasta su casa. Al día siguiente insistió comentando que si no tenía compromiso podían ir a comer a algún lugar, pero la insistencia no la sentía tan agradable, así que se negaba, el nervioso insistía, eso se ponía peor, cuando la seguía de nuevo a su hogar se topaba con Tom.

Deteniéndose en seco, giro para verlo y le dijo

- Lo ves, mira no puedo acompañarte, mi novio se molesta. Tom se puso al frente mirándolo con cara de pocos amigos, acompañaba a Candy queriendo entrar y esta se negaba,

- Solo me utilizas, Candy.

- Si, me lo debes. Gracias. Adiós.

En otro lugar, un hombre con seguridad y mucho conocimiento sobre chicas, salía de un dormitorio con tranquilidad, la chica corría tras él, este le comentaba,

- No estamos saliendo, fue sin compromiso y ya está claro, no hay una próxima vez.

- Por favor, no te vayas, quédate esta noche.

- No. Lo siento, tengo otro compromiso. Con frustración la mujer se quedaba molesta y Albert se marchaba.

Los días pasaron, Albert iba por la banqueta y notaba como una joven caminaba asustada rápido, mientras otro hombre la perseguía, este lo detenía,

- Deja en paz a la señorita.

- ¡No te metas, imbécil!

Candy al escuchar la voz del ultimo pretendiente insultando a alguien, giro para ver como alguien le daba de golpes y lo detenía, ella se metía a un local de zapatos, en espera de ver lo que sucedía, pero los hombres seguían en golpe tras golpe, hasta que Michael, ya no se paraba del suelo. Albert se sacudía la ropa y continuaba su camino, ella se ponía frente a él y le agradecía,

- Gracias, muchas gracias, señor. Lleva varios días molestando, iré a la policía y pondré una orden de restricción.

- ¿Trabajas por aquí?

- Si, en el hospital Stamford.

- Trabajo en ese edificio, quieres tomar un poco de agua, mi secretaria puede atenderte mientras desaparece ese hombre.

- Si, gracias.

Ambos se fueron, ella se apretaba las manos, él la observaba de reojo, la mirada inocente de una mujer, sus ropas bajo las rodillas, su cabello recogido con la cofia, sin maquillaje y sin insinuaciones, definitivamente era una mujer decente, por eso se aprovechaban de ella.

En la oficina, Candy notaba que había muchas chicas y todas lo miraban con atención, algunas con coqueteo y otras hasta con suspiros, al parecer era todo un caballero porque a ninguna le hacía el mas mínimo seguimiento, lo cierto es que era muy alto, muy grande y muy fuerte. Ya estaba comprobado que sin conocerla la había defendido, eso si es un caballero.

Hizo una seña a una señorita y agregó

- Claudia, atiende a la señorita… al no decir su nombre ella respondía,

- Candice White. Gracias. La joven tarjo un vaso de agua, Candy se tomaba el asiento frente a la secretaria, después de unos minutos, agradecía el gesto y se despedía de la señorita,

- Dígale al señor…

- Andrew, el es William Andrew, señorita.

- Si, dígale que muchas gracias, ya me retiro.

- ¿No la acompañará?

- No, solo deseaba un poco de agua. Candy se retiraba y el salía de su oficina, cuando iba a subir el elevador, este corría para alcanzarla.

- ¿Ya se va, señorita?

- Si, muchas gracias.

- Porque no me espera un par de minutos y la acompaño.

- No es necesario, ya le quite mucho tiempo, además usted hizo lo que jamás nadie había hecho por mí.

- Y lo haría mil veces, si alguien la molestará.

- Espero que no sea así.

- Por favor, permítame llevarla. Candy asintió apenada y espero a verlo salir de su oficina, casi corriendo notando los rostros de varias señoritas molestas, a lo que ella subía al elevador junto a él, viendo hacia donde todas giraban los rostros, observándolos.

- Sé ve que lo celan mucho.

- Ah si, no lo note.

- ¿En serio? Si casi me comen con la mirada, ¿alguna ha sido su novia?

- Nada formal, jamás.

- Oh. Candy se quedaba pensativa ante la respuesta sin añadir nada. Al llegar al estacionamiento, la llevaba en su auto, lo que nunca se imaginó pues, como lo había visto caminando, pensaba que solo la acompañaría a tomar el autobús.

Albert se sentía feliz, era la primera chica, que no se le insinuaba, como era posible que la molestaran, si no daba pie, pero esa mirada, esa sonrisa y esas caderas, definitivamente también la seguiría si ella quisiera.

Al llegar a su casa, era sencilla, le abría la puerta y le daba la mano, Candy se sentía incomoda, no sabía cómo agradecerle, si invitarle a pasar o simplemente despedirlo, pero el al ver que se iba a despedir, le abría la puerta de su casa, y le hacía una caravana para que entrara, haciéndola sentir una reina.

- Albert ya no sé como agradecerle, no creo que desee pasar…

- Me encantaría. Albert no la dejaba terminar e interrumpía de inmediato al ver que ya le iba a decir adiós, pero la conversar, se auto invitaba notando que al frente de la casa un hombre los observaba. – Y dígame Candy, ¿a usted también se la come con la mirada su vecino?

Candy bajaba el rostro avergonzada, negaba varias ocasiones, logrando la atención de él, quien ya le agradaba más con cada detalle, ella caminaba hacia la cocina y preparaba limonada y aperitivos para ofrecer, no veía ni un vino ni las ostentaciones y coqueteo que hacían otras chicas con él. Por el contrario, Candy se sentaba bastante lejos y le colocaba las cosas para que las tomara cuando quisiera.

- El hombre que me seguía conoce mi trabajo, me pidió una cita, pero me dio un mal presentimiento, me he negado en todas las ocasiones, realmente me siento muy agradecida que me haya defendido.

- Merece la pena… defenderla, Candy.

El se levantaba del sillón, se iba a su lado y conversaba junto a ella, apenada se separaba un poco notando que no era coqueta. No se había cambiado el uniforme y esperaba a que el se fuera para continuar con su rutina, realmente la estaba comprometiendo, así que al ver que no obtendría nada de ella, le ofrecía su amistad.

-Si me permite Candy, puedo traerla cuando salga del trabajo, pasaría por usted, me queda camino a mi casa.

- Oh no, no me gustaría molestar, me alejare de los problemas, haré una orden de restricción por acoso, es solo que… no se me los datos del hombre y…

- Si voy por usted, no la molestará más, y no es molestia, Candy, me gustaría ser su amigo.

- ¿Mi amigo?

- Si.

- Pero si no tenemos, nada en común.

- ¿Cómo lo sabe? Apenas nos estamos conociendo. Albert se levantaba para marcharse y al ir a despedirlo, le tomaba el rostro para darle un pequeño beso en la mejilla, dejándola sorprendida, a lo que agregaba, - ¿Paso por ti a las seis?


Gracias por comentar, un fic chiquito y diferente, el carácter de los personajes puede varias, pero deseando sea de su agrado, continuamos ante el reto de subir fics. Me disculpo por los errores ortográficos y de redacción, no soy experta, ni soy... escritor ;)

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa