Esta historia está parcialmetne inspirada por una serie de dibujos por Liozxd llamada "Lemy has it rough" Pueden encontrar su trabajo aquí: search/liozxd. Algo que el escritor original (Flagg1991) quiere lograr es que la gente deje de odiar tanto a este chico (a Lemy, no a Liozxd). Como sea, disfruten la historia.
Canción: Ballroom Blitz por Krokus.
Cuando tienes nueve hermanas, hombre, a veces simplemente necesitas alejarte de todo, ir por una caminata, montar en bicicleta o algo. No era el ruido lo que molestaba a Lemy, fue la constante mierda de "papi, papi, papi". Sus hermanas, desde Loan hasta Leia, tenían esa maldita obsesión con su padre. Hombre, su padre ni siquiera podía atravesar la puerta sin el incesante acoso de sus hermanas. "Hola, papi; bienvenido a casa, papi; ¿quieres luchar, papi?". Le ponía los pelos de punta ver a sus hermanas arrimadas alrededor de él, recorriendo con sus manos el pecho de su padre, plantándole delicados y no-tan-delicados besos en sus mejillas, mordisqueando sus orejas, llevándolo de la mano escalera arriba y dándole miradas seductivas por encima de sus hombros.
¿Dónde me quedé…? Ah, sí, esa mierda se estaba volviendo molesta. Y cada que era hora de alimentar a las fieras en el zoológico, él desaparecía. Y por eso quiero decir que dejaba la maldita casa, porque aún en su cuarto con la música a todo volumen podía escuchar el crujir del colchón y los jadeos y los "¡Me vengo papi!". Eso lo hacía sentirse raro, como si su pecho se apretara y su estómago de verdad le pesara. Si escuchaba esa mierda por mucho tiempo, empezaba a sentirse… no sé, raro o lo que sea. Eso de verdad le molestaba, la manera en la que ellas actuaban alrededor de él, y la manera en la que él actuaba con ellas. ¿Piensas que su padre alguna vez quisiera pasar tiempo con él? Nope. Tienes que chupar un pene si quieres su atención. Y la última cosa en el mundo que Lemy iba a hacer era poner el pene de su viejo en su boca. Que se joda, quédate con tus preciosas hijas, pervertido.
Actualmente Lemy se encontraba caminando en la calle Pine con sus manos metidas en sus bolsillos. Era temprano en un día caluroso de Agosto, y vestía un chaleco color verde olivo sobre una playera negra y un pañuelo amarrado en la frente. Placas de identificación militares con el nombre de algún tipo muerto colgaban de su cuello; los tomó de los sobrantes del ejército hace unas semanas; cinco dólares por ellos, ¿Puedes creer eso? Prácticamente están regalando estas porquerías.
Se detuvo en la intersección y esperó a que la luz para los peatones cambiara de rojo a verde. Escuchó un sólido agudo a su izquierda y al voltear vio que se trataba de un grupo de niñas alrededor de su edad (o tal vez más jóvenes) caminando hacia él dando vueltas y jugando y esas cosas. Sus ojos instantáneamente voltearon hacia sus piernas. Era verano, ¿cierto?, así que ellas vestían faldas cortas. Empezaba a sentirse raro de nuevo, así que presionó el botón incesantemente. Vamos, vamos, tengo cosas que hacer. Ellas se acercaban más, y él tenía esa sensación de garganta seca y pesadez en el estómago que le daba cada que sus hermanas caminaban por la mañana vestidas únicamente con sus batas de dormir.
A él no le gustaba.
La luz cambió y se apresuró a caminar. Casi es atropellado por una gran Dodge azul. El conductor sonó el claxon y Lemy casi le grita, pero no lo hizo porque los tipos que conducen vehículos grandes tienen penes pequeños y no tendrían problemas en sacarle la mierda a un niño de doce años. Lemy no era tonto, sabía que no tenía ninguna maldita oportunidad contra un tipo enojado porque sólo tenía cuatro centímetros entre las piernas. Ignoró al tipo y siguió caminando.
Se preguntaba, no por primera vez, ¿Cómo podía levarse con chicos de su edad? Todos sus amigos decían que les medía 25 o 27 centímetros, él tenía suerte si le medía 15. Algo le decía que hablaban pura mierda, pero cada vez que él veía uno (cuando encontraba a su papá y una de sus hermanas mirando pornografía) era grande, no lo sabía, tal vez más grande que el suyo. Papi tenía unos buenos 25 centímetros, Lemy sabía eso de primera mano: Él ha visto esa maldita cosa más veces de las que ha visto la suya: Ha estado sentado en el sofá con Lupa, y lo siguiente que ve es que ella y papá están como animales mientras él está ahí sentado, sonrojado y tratando de no ver. Odiándose a él mismo porque estaba un poco-
Su pie izquierdo golpeó algo y empezó a perder el balance. Con suerte alcanzó a mover sus brazos hacia la izquierda y recuperó el equilibrio. Se enojó e iba a patear lo que sea casi lo mata, pero se detuvo cuando vio lo que era. –Oh mierda- dijo.
Un antiguo reproductor de audio, al parecer de los setentas o algo así. Era color gris, liso y brillante con muchos botones, perillas y palancas. El tocadiscos en la parte superior protegido por una placa de plástico transparente.
Lemy amaba este tipo de mierda, tenía en casa un par de radios de la vieja escuela que compró en ventas de garaje. Su favorito era el Patrolman-9 que encontró en la tienda de ahorro en la calle Elk donde su madre lo llevó para comprar ropa para la escuela. Era cromado y portátil y, hombre, lo tenía todo: AM, FM, VHF, SW. Logró encender ese chico malo una vez más lo usaba para escuchar policías, operadores de radio HAM y camioneros lanzándose mierda entre ellos. Jajajaja, esos tipos estaban locos.
Se agachó en una rodilla y examinó lo que encontró: No sólo reproducía AM/FM sino que también tenía ocho canales y reproducía cassettes. Buscó la marca fabricante y la encontró en la parte del frente: Zenith, la Z estilizada para que pareciera un rayo. Zenith es lo que te viene a la mente si de hacer sistemas de audio de calidad se trata.
¿Alguien en verdad iba a deshacerse de esto? Estaba junto a un cubo de basura al final de la banqueta, así que… sí, eso iban a hacer.
Pffff, ¿aún tenía el cable? Sip, ahí estaba. En ese caso, podría poner esa belleza a sonar en cuestión de nada… Si es que aún funcionaba. Oh, ¿papi está muerto? Tiremos su Zenith en perfectas condiciones a la basura.
Idiotas.
Se levantó, miro alrededor para asegurarse de que nadie lo viera, entonces lo recogió y se largó de ahí. Nos vemos luego.
Para cuando llegó a su hogar en la avenida Franklin veinte minutos después, sus brazos temblaban y el sudor bajaba por su cara. Diez cuadras atrás esta cosa pesaba dos kilos, ahora pesaba dos mil y apenas podía levantar sus pies del suelo. No iba a dejar que sus hermanas se enteraran de eso, empezarían a meterse con su masculinidad, y no hay nada peor que las chicas se burlen de tu masculinidad. Especialmente cuando lo que quieres es impresionarlas.
Ya en la puerta descansó un momento y recuperó el aliento. –Amigo, más vale que lo valgas- dijo a su nuevo radio. El radio no respondió. Eso es bueno, si lo hiciera habría un problema.
Cuando estaba seguro de que no se veía tan jodido, tocó la puerta y esperó a que alguien le abriera. Podía oír la televisión encendida, así que alguien debía estar en la sala. Dejar la televisión encendida y salir de la habitación no era bueno en ese lugar. La electricidad, como que, no crece en los árboles, ¿sabes? Decía la tía Leni. No, no lo hace, gracias por darte cuenta.
Tocó la puerta de nuevo. -¡Hey!- gritó.
Unos sonidos de pisadas se escuchaban, su espalda estaba encorvada y sus piernas temblaban. ¿Puedes ir más lento?
La puerta se abrió y frente a él estaba Liena. Vestía su overol verde favorito. Sonrió cálidamente a él, y sus ojos voltearon a ver al radio que tenía Lemy en sus manos, lo miró con confusión. –Uh… Ese es un gran radio.
-Si- dijo Lemy. –Y también es pesado.
Ella asintió, y entendió lo que quiso decir su hermano. –Genial, ¿dónde lo conseguiste?
Lemy veía hacia los lados tratando de encontrar una respuesta. –Internet- dijo. -¿Puedo pasar?
-Claro- dijo Liena haciéndose a un lado.
-Gracias- dijo él entrando a la casa. Loan estaba en el sofá jugando uno de esos RPG's de dispara-a-todo-lo-que-veas. Esos juegos le gustaban mucho, y Lizzy miraba con curiosidad mientras los mounstros aparecían en la pantalla. Lemy agarró con fuerza el radio y subió por las escaleras. Subía los escalones inclinándose hacia adelanta para no perder el equilibrio y caer hacia atrás como ese tipo en la película Psicosis. Ya sabes, el que es apuñalado en la cara. Oh, no sabes de que hablo, pero está bien, nadie sabe.
En el segundo piso, se detuvo a recuperar el aliento. Maldita sea, es la última vez que recojo un radio de la acera. En su habitación (Un closet de blancos, ¿Pueden creerlo?) Se dejó caer en la cama y se recargó en sus rodillas con un suspiro de alivio. Sí, no volvería a hacer eso jamás.
Levantándose con esfuerzo, puso el radio en la mesa y levantó la tapa –Ahora sí, veamos que tenemos a…
-Oye-
Lemy se puso tenso al oír la monótona voz de su hermana. Ella lo tomó con la guardia baja. El usualmente sabía cada que ella se acercaba por el olor a cigarro que siempre tenía pegado, de la misma manera en la que Leia se le pegaba a Papi cada que ella venía de la escuela. Podías olerla a una milla de distancia. El a veces la llamaba Camel Joe, ya sabes, por la mascota de los cigarrillos Camel. A ella no le gustaba, y en venganza, una vez hizo tropezar a Lemy. Y adivinen quién consiguió de regalo de cumpleaños un encendedor que daba toques eléctricos.
-Hola- dijo Lemy y miró sobre su hombro. Ella estaba recargada en el marco de la puerta, sus manos estaban dentro de las grandes bolsas de su sudadera negra, su cabello blanco casi tocaba sus hombros, y su cara llena de pecas tenía un leve comienzo de espinillas. Ella tenía trece, un año más que Lemy, y tenía una maldita actitud punk/gótica que Lemy no sabía describir. El la molestaba por ello, pero muy dentro de él le gustaba, ¿saben? Aparte de Lyra, ella era la única hermana con la que sentía que tenía algo en común. A ambos les gustaban algunas bandas, algunos estilos musicales, y… oh si, las películas de horror, algunas de ellas, bueno, solo las mejores, no esas películas gays clase B tipo Puedo ver el cierre en la espalda del mounstro y los hilos que sostienen a los murciélagos que le gustaban tanto a Lizy.
El también creía que ella era un poco… Ya saben.
Empezaba a sentirse raro de nuevo. Mierda.
-¿Qué es eso?- preguntó señalando el radio.
-Es mi nuevo Zenith- dijo con una sonrisa –Lo encontré camino a casa- puso sus manos en la tapa de plástico y lo miró con un orgullo paternal. –¿Puedes creer que alguien se iba a deshacer de esto?
Lupa miró el artefacto. Estaba cubierto de polvo, la placa donde estaban los botones estaba rota y tenía golpes en toda la carcasa. –Si.
La sonrisa de Lemy desapareció y su ceño se frunció. -¿No tienes otro lugar a donde ir?
Ella lo pensó por un minuto. –Si, de hecho papá…
Lemy miró hacia el piso enojado.
-¿Estás bien?
-Si- dijo mientras volvía su atención al radio. –Ve a jugar con papi- dijo mientras le indicaba que se fuera sacudiendo su mano.
-¿Jugar con papi?
-Si, vete, no querrás perderte la hora de papi.
Lupa frunció el ceño. –Como sea- dijo y se dio vuelta para irse. Lemy la veía mientras se marchaba, sus ojos se deslizaban por su espalda hasta sus piernas. No caminaba de una manera femenina, pero su trasero se movía de todas formas, eso lo hacía sentirse aún más raro. ¿Saben qué resolverá eso?
Se levantó y cerró la puerta. Listo, mucho mejor. Ahora podría concentrarse en lo que de verdad importaba: Este radio. Lo tomó y lo puso en su escritorio. Hizo a un lado un montón de papeles, cables y herramientas. Se sentó en una silla, encendió la lámpara y la apunto hacia el radio. Lupa no estaba del todo equivocada, esta cosa estaba un poco golpeada. Eso añadía carácter. No era una cosa blanda, brillante y nueva recién salida de la caja, era un radio que de hecho usaron y disfrutaron hace mucho tiempo.
Si, la gruesa capa de polvo era un indicador, corrió su dedo a través de la agarradera y cuando lo miró estaba cubierto. Sip, se limpió su dedo con su playera, el paso número uno sería un baño. Los lectores de cinta tendrían que ser limpiados, la maldita-un momento. Tomó un lápiz y una hoja de papel y anotó limpiar el radio en su lista de cosas por hacer. Lo siguiente que hizo fue agarrar un destornillador Phillips. Cosas como estas hay que desarmarlas para limpiarlos, ¿cierto?
Retiró los tornillos que sostenían en su lugar la tapa, la retiró y la hizo a un lado. Cuando miró el interior, se llevó una sorpresa.
Había algo ahí.
Un objeto extraño si me lo permiten.
Tomó el radio y lo puso contra la poca luz del sol que entraba desde su ventana. Por un momento no sabía que era, hasta que lo vio bien. –A la mierda…
Era una bolsa tipo ziploc.
Una bolsa tipo ziploc llena de yerba.
Su cara hizo una sonrisa estúpida –Oh, wow…
Alguien en algún punto del pasado escondió su mercancía ahí y se olvidó completamente de ella. Él no sabía mucho acerca de la hierba (había fumado un par de veces en la casa de un amigo) pero sabía algo: Había suficiente en esa bolsa para alimentar una familia de hippies por un mes.
Miró con nervios sobre sus hombros (hermanas, ninguna de ellas respeta tu maldita privacidad, y al menos una de ellas *tos*Leia*tos* probablemente lo delataría). Estaba solo… por ahora. Colocó la bolsa en sus piernas, la abrió, y entonces respiró profundo. De nuevo, no era un experto, pero el olor era embriagante.
Hizo su cabeza hacia atrás y dio una carcajada. Hombre, ¿quién dijo que Lemy Loud no tenía buena suerte? Había obtenido un buen radio y una bolsa bien gorda de maría el mismo día.
Si, tenía muy buena suerte.
O tal vez no.
Era hora de la cena, la única hora del día donde toda la familia estaba en el mismo cuarto. Escucha esto: Nueve hermanas, un viejo, una mamá y nueve tías. Esas son veintiún malditas personas ¿Sabes lo que cuesta alimentar a tantas personas? Él no sabía, y no quería averiguarlo. Odiaba los frijoles y lo que sea que cocinara su padre, pero lo respetaba, ¿sabes? Cuando juegas a ser Gordon Ramsey para veintiún personas cada noche, tienes que cocinar bien.
Como sea. Como decía, la cena era la única hora en donde todos estaban en la misma habitación, así que a veces Lemy se sentía perdido entre la multitud. ¿Cómo no hacerlo? Últimamente era peor. Porque veía como sus hermanas veían a su padre. Cada una de ellas lo miraban con unos ojos de lujuria (excepto Lizy y Lulu, pero espera a que sean más grandes…) Se reían de sus bromas tontas, competían por su atención… y lo veían con esa mirada. Hombre, eso era lo peor de todo, porque cuando él las miraba, se sentía como un pedazo de mierda, ¿saben? ¿Por qué no lo miraban a él de la misma manera?
Digo, se siente genial ser notado por el sexo opuesto ¿cierto? Al menos saber Oye, hay chicas allá afuera que piensan que soy algo atractivo, genial. Él no lo entendía; papá sí, y Lemy se sentaba en el sofá a ver cómo ellas veían a papá. No sabía que era lo que estaba pagando para merecer eso. Celos, eran celos. Así de simple.
La noche no era fácil tampoco, pero no se preocupen, vamos a llegar a eso, siempre lo hacemos.
Pero sí, le daba celos que papá tuviera toda la atención. ¿Acaso soy feo o algo? ¿No importo? ¿Al menos pueden hacer un cumplido sobre mis malditos zapatos o algo así? No, no había sobras para él porque papi… Pff. Una, solo una. Sólo quería que una lo mirara hambrienta y como si él estuviera en el menú. Hombre, si Leia volteara sus grandes ojos azules hacia él y mordiera su labio inferior como lo hacía con papá… Hermano, oh hermano, no quería pensar en eso porque lo hacía sentirse raro, en formas que podía explicar, y en formas en las que no. Era como… ya saben, un dolor, un dolor en el pecho. Eso le dolía.
Es un poco raro cuando lo digieres, pero no importa, su viejo lo hacía con sus hermanas a diestra y siniestra. Se había vuelto normal a este punto. Si, normal. Totalmente normal.
Lo hacía sentir como una basura el tener que expresar sus sentimientos, incluso para él mismo. ¿Saben qué? Él estaba interesado en las chicas, estaba rodeado por ellas; su cabello largo, sus hermosas sonrisas, cuerpos sensuales, y ninguna de ellas lo notaría a él. Patético. Lo sé. Pequeño marica quejumbroso, pero aun así eso le molestaba si pensaba mucho en ello, porque… hombre, él quería una chica en su cama, quería besar a Lyra o a Liena o a quien fuera, y el no ser capaz de hacerlo y escuchar que su papá lo hacía cada noche… lo volvía loco, de verdad. Lo hacía temblar y lo ponía tenso.
Leia era su favorita. Amaba la manera en la que llevaba sus coletas, ¿y ese uniforme escolar? Por dios. Liby era parecida a ella. Cuando estaba solo en la noche, se imaginaba poniendo sus manos en sus piernas, acariciándolas lentamente, quitándole su falda, sintiendo su piel blanca y suave y…
Empezaba a ponerse erecto.
Ok, suficiente. Estoy bien, no me afecta, solo… eso. Tomó un bocado con su tenedor y lo llevó a su boca. Masticó lentamente y trató con todo lo que tenía de no mirar a ninguna de sus hermanas – ellas no lo querían de todas maneras, ellas quería a papi. En lugar de eso, miró los senos de la tía Lucy. Vestía un sueter negro pegado a su figura que los hacía resaltar hermosamente. No eran muy grandes, pero a él no le importaba, le gustaban pequeños. Pecho plano, copa A, copa B… Lacy una vez estaba enojada porque sus senos no estaban creciendo y él le dijo que estaban bien así. Ya saben, totalmente casual. Maldición, para él eran perfectos, quería desesperadamente jugar con ellos, tanto que dolía. Sobar sus pezones con sus pulgares, hacerla respirar rápido, nublar su vista...
-¿Lemy?
Lemy dio un pequeño sobresalto, no estaba mirando nada. Su padre lo miraba con una ceja levantada como un policía que espera a que un criminal suelte la sopa. -¿Pasó algo interesante hoy?
Si, encontré una maldita tonelada de hierba en la radio vieja que encontré. Quemaré un poco más tarde… y tal vez venda algo. –Encontré un asombroso radio en la banqueta- dijo en alto.
-¿En serio?- dijo su padre levantando su cabeza como si estuviera genuinamente interesado. No lo estaba. Ahora, si Lemy tuviera una vagina…
-Si- dijo Lemy esperando a que la conversación se acabara tan pronto como fuera posible. –Sí, es genial.
-¿Funciona?
Vamos viejo, déjame en paz. –El radio funciona pero tengo que arreglar algunos detalles- dijo tomando los frijoles con su tenedor y llevándolos a su boca. Papá asintió y volteó a mirar a Lyra. Lemy no escuchó lo que dijo porque la verdad no le importaba. Cuando acabó, levantó su plato y lo llevó al fregadero, lo dejó ahí y caminó escaleras arriba. En su cuarto, cerró la puerta, caminó hacia su escritorio y se sentó. Mierda casi lo olvido. Con un suspiro se levantó y fue al baño, el cual sorpresivamente estaba libre. Con veintiún personas en la casa, sentarse en el trono era más difícil que lanzarse para presidente, por lo cual él siempre iba afuera a menos que quisiera cagar.
Buscó en las puertas bajo el lavabo, moviendo cajas de tampones y botes de champú hasta que encontró lo que buscaba: Una pila de paños amontonados en una esquina. Tomó uno, lo remojó un poco en el lavabo, y se lo llevó hacia su cuarto.
Okey, ¿es todo?
Volteó hacia ambos lados. Sí, estaba solo. De nuevo en su cuarto, se sentó frente a su escritorio y empezó a limpiar el radio, pero se detuvo. ¿Saben? Algo de música no estaría nada mal. La música lo hace todo mejor. Realmente sofoca esos pensamientos que no quieres tener, como esos acerca del examen de matemáticas de mañana jejeje.
Sin mirar, metió su mano en el primer cajón de su escritorio y sacó la caja de un CD. Sacó el disco y lo puso en la bandeja de su estéreo y le dio a play. Un fuerte riff de rock pesado sonó por las bocinas, se sentó y dio un suspiro.
Oh it's been getting so hard
Living with the things you do to me
My dreams are getting so strange
I'd like to tell you everything I see
Se inclinó hacia adelante, tomó el pañuelo y empezó a pasarlo por la cubierta del radio. Su cabeza sacudiéndose de adelante hacia atrás al ritmo de la canción.
Oh, I see a man at the back as a matter of fact
His eyes are as red as the sun
And the girl in the corner let no one ignore her
Cause she thinks she's the passionate one
¿Algo interesante pasó hoy, Lemy? ¿Algo genial, Lemy? Seguro papá, hice un montón de cosas interesantes hoy. Te contaría todo, pero algo me dice que en realidad no te importa. La verdad me importa un carajo si te importa o no. No me cuelgo de ti y pongo mi culo al aire para tener tu aprobación como tus pequeñas… Lo entiendo, las vaginas mandan. ¿Te digo la verdad? Si las tuviera frente a mí…
Oh, I see a man at the back
As a matter of fact, his eyes are as red as a sun
And a girl in the corner, let no one ignore her
Cause she thinks she's the passionate one
Estaba empezando a hartarse de tener que pensar en eso. Sonaba como un niño llorón aún para él mismo. Boo-hoo, wah-wah, llora perra, llora. Aventó el pañuelo en la mesa y se sentó pesadamente. Una idea le pasó por la mente y un foco imaginario se encendió sobre su cabeza. Tengo una bolsa de maría, ¿cieto? ¿Qué carajo estoy haciendo? Abrió su cajón, tomó la yerba y la puso sobre la mesa. ¿Con qué voy a fumar esto?
And the man at the back said: "Everyone attack"
And it turned into a ballroom blitz
And the girl in the corner said: "Boy, I wanna warn ya"
It'll turn into a ballroom blitz
Ballroom blitz
¿Y con qué carajo voy a encender esto? ¿Aún estaba ese encendedor de parrillas en la despensa? Miró sobre su hombro y pensó que podría saber la respuesta aún sin levantarse.
Lupa tiene un encendedor.
Si, y tal vez ella quisiera fumar con él. La yerba siempre es mejor si tienes a alguien con quien compartirla. El en ningún momento había pensado en lo que uno de sus amigos le dijo acerca de que las chicas que fuman yerba se ponían calientes, y no sentía esa punzada en el pecho que te da cuando sientes que algo malo va a pasar. Bueno, si lo tenía, pero porque no tenía una pipa o algo, y era difícil fumar sin una pipa.
Tenía una lata vacía de refresco sobre unos manuales de mecánica. La tomó y le quitó el abridor, cortándose un poco en el proceso. Hizo cuidadosamente seis hoyos con forma de pirámide. Posó sus labios sobre el hoyo que tenía la lata como si fuera a tomar de ella, y dio una calada de prueba, y boom, estamos listos.
Ahora a ir por Lupa.
Se levantó y caminó hacia el pasillo. En la puerta del cuarto de su hermana, asomó su cabeza y la encontró sentada con un cuaderno sobre sus piernas y una pluma en su mano. Su cabeza estaba inclinada hacia el frente y movía lentamente la pluma en su mano. Cada quién tenía su talento, y el de Lupa era dibujar. Ella era buena, no era algo como santo cielo, voy a abrir una cuenta en Deviantart, pero denle tiempo. La práctica hace al bla bla bla.
-Hey- dijo Lemy y ella volteó. Los ojos de él se posaron sobre sus labios y luego sobre sus ojos marrones, después sobre la línea de su mandíbula. Entonces recordó a lo que venía.
-Uh, ¿Puedes… venir un minuto?- dijo mientras frotaba su nuca. Sí, no era una de sus mejores ideas. Lupa lo miró con curiosidad arqueando una ceja. –N-necesito tu ayuda. Trae tu encendedor.
La ceja de Lupa se relajó tan sigilosamente que no lo notarías ni no la conocieras. -¿Con qué quieres que te ayude?
Lyra pasó por atrás de él y le dio un pequeño toque juguetón en la cabeza. –Esto involucra… ya sabes.
Ella lo miró esperando a que le diera una respuesta concreta.
-Sólo acompáñame.
Con un –Como sea- puso su cuaderno a un lado de la cama, se levantó y siguió a Lemy hasta su cuarto.
-¿De qué se trata?- preguntó entrando a la habitación.
Él puso la bolsa frente a ella, y sus ojos se abrieron como platos. –Cierra la puerta- dijo mientras que ella obedecía. Cerró la puerta y se recargó contra ella.
-¿Dónde conseguiste eso?- preguntó Lupa. Su tono de voz había cambiado.
-La encontré en mi Zenith- dijo –Ya no es tan tonto, ¿verdad?- abrió la bolsa y sacó un poco de su contenido. Luego de esto la cerró y la puso en su escritorio para tomar la lata que había modificado y poner un poco de yerba sobre los hoyos que había hecho. Luego de esto se sentó en el borde de su cama.
-Pásame el encendedor.
Lupa lo miró por un momento con una expresión misteriosa, entonces se acercó y sacó el encendedor de la bolsa de su sudadera. –De hecho, estoy impresionada- dijo mientras se sentaba a su lado.
Tomó el encendedor de la mano de Lupa y colocó la lata contra sus labios. ¿Qué quería decir con eso? ¿Impresionada? Parecía que no estaba siendo sensata. Mierda, ¿también tienes algo que decir hermana? Mi vagina de verdad necesita escucharlo. En voz alta: - A veces tengo mis momentos- Presionó la lata contra sus labios, giró la rueda del encendedor y puso el fuego sobre la yerba. El humo bajó ásperamente por su garganta, se introdujo en sus pulmones y empezó a toser. Maldita sea. Le pasó la lata y el encendedor a Lupa mientras él trataba de mantener sus pulmones en su lugar. Ella tomó la lata, la presionó contra sus pulmones y encendió la hierba. Inhaló el humo y lo sostuvo por un momento, después lo sacó con un tosido.
Hicieron eso por unas tres veces más hasta que la yerba se volvió cenizas. Lemy se sentía ligero, risueño y no podía sentir su cara. Se reía como un maldito idiota. Lupa se le unió, al principio se reía ligeramente, pero después comenzó a reír más fuerte. El sonido de su risa era realmente hermoso, el corazón de Lemy empezó a latir más fuerte; De repente, se dio cuenta que estaba demasiado cerca de ella. Su pierna casi pegada a la de ella, su mano derecha en su rodilla, tan… Uh, acariciable, su calidez, el aire limpio cubierto por el aroma de la marihuana y el humo de cigarro.
-¿Por qué reímos?- preguntó Lupa.
-No lo sé - dijo él con un bufido. –Esta mierda es buena, ¿verdad?
Ella asintió y rió. –No siento mi cara.
Que gracioso, él tampoco. ¿Acaso ella querría besarlo de la misma manera en la que él la quería besar? ¿Acaso ella también sentía la misma, desesperación y necesidad hormonal?
Probablemente no porque ella lo hacía cada que quería. Ella liberaba su tensión, mientras la de él crecía y crecía y crecía, y tenía que escuchar a su viejo haciéndolo con alguna de sus hermanas, o a veces tenía que verlos. Si, tal vez él era un imbécil celoso, pero ponte en sus zapatos; si no te sientes un poco amargado, entonces eres mentiroso o gay.
¿Qué tenía de bueno papá de todas formas? No era un casanova sexy, era un tipo normal…. Un tipo normal justo como Lemy. ¿Por qué ellas amaban a su papá pero no a él? ¿Por qué ellas besan y tocan a papá pero no a él? ¿Qué tenía él de malo?
No lo sabía, pero empezaba a sentir que se iba a derretir en cualquier momento. Dejó la lata en el escritorio y le devolvió el encendedor a Lupa. Sus dedos rosaron su mano, y su corazón se saltó un latido. Sus ojos se quedaron trabados mirando a los de ella, y entonces hacia sus labios que brillaban con la luz que estaba sobre sus cabezas.
-Estás volando- dijo ella.
¿A qué sabrían sus labios? ¿Dulce? Él sabía que no, pero sólo había una forma de averiguarlo. Empezó a acercarse a ella, pero entonces el teléfono de Lupa sonó. Ella volteó su cabeza para ver el teléfono, su cabello flotaba sobre su cara. Deslizó el dedo sobre la pantalla de su teléfono. –Es papá, me tengo que ir- dijo mientras se ponía de pie. Lemy veía como ella se iba, sintiendo la combinación más fuerte de deseo y decepción que jamás ha sentido en su vida. –Gracias por la yerba.
Lemy se sentó contra la pared y abrazó sus rodillas. Su cara mostraba una expresión de amargura. Papi, papi, papi.
Espero que tu pene se caiga.
Aunque aun siendo el suyo el único pene en la casa, probablemente nadie le haría caso.
Que se jodan. Quédense con su querido papi. Estoy harto de ser un llorón. Se levantó para terminar de limpiar su radio, pero se tambaleó y por poco se cae.
Olvídenlo. Pensó mientras se acostaba en su cama. Esta mierda puede esperar. Se estiró y llevó sus manos a su pecho; no iba a dormir (apenas eran las siete), pero necesitaba descansar y dejar que la yerba… ya saben… se le bajara… el… efecto y…
Ronquido.
Nota: Hola a todos.
Espero que hayan disfrutado el capítlo. Esta es la primera vez que traduzco un fic, así que estoy abierto a cualquier crítica constructiva o sugerencia que me den para mejorar.
Quisiera tomarme el tiempo para agradecer a Flagg1991, el escritor original de la historia, por darme el permiso para traducirla.
Aquí dejo el link de la historia original: s/12872452/1/The-BS-Life-of-Lemy-Loud
Nos leemos luego.
