El mundo. ¿Qué es el mundo? Tan lleno de misterios e incógnitas que no somos capaces de responder aun con el avance del tiempo. A pesar de todo tratamos de vivir nuestra día a día en él. Intentamos sobrevivir e intentamos ser felices.

Desgraciadamente nunca podremos desaparecer todas las "maldades" de este mundo. La maldad siempre estará presente en esta tierra. Ya sea por algo como lo era el deseo puro de vivir, o el egoísmo de ignorar a los demás.

Este mundo tan lleno de violencia y asesinatos, ¿realmente vale la pena vivirlo?

¿Realmente estas dispuesto a soportar lo que el destino traerá para ti?

Cosas como esta pueden ser fácilmente contestadas por un niño. Y muy debatidas por una persona a la avanzada edad. Pero finalmente cuando más se intensifican es cuando entramos a la adolescencia. La edad en la que cambiamos toda nuestra forma de pensar.

Pero a pesar de llegar a esta era conflictiva, los humanos vivimos en paz hasta cierto punto en esta tierra. Más todo eso se verá arruinado con la llegada de "ellos".

¿Qué son "ellos"? Nadie lo sabe. Y yo no seré quien te lo diga.

Toda esta historia empezó el día en que ellos llegaron. El día en que ellos se hartaron de nuestras matanzas y guerras. Decidieron actuar. Decidieron darle a este mundo una lección.

El día 29 de septiembre, esto fue lo que toda la humanidad tuvo que escuchar.

¿Cómo lo escucharon y entendieron a pesar de todas sus diferencias de idioma? Nadie lo sabe. Lo único que saben fue como esa voz en su cabeza, de pronto empezó a hablar.

"Hola. Ahora mismo te deberás estar preguntando. ¿Qué es esto? ¿Qué haces en mi mente? Tranquilo es algo perfectamente normal. Ahora mismo hemos interferido en tus pensamientos para darles un mensaje.

A partir del día de mañana empezara el conteo. Tienen 6 meses para encontrarlas si quieren formar parte de su decisión. Encuentren a sus queridas "Wayini". Ellas son niñas relativamente normales, con problemas en su vida que las han llevado a dudar sobre su propia existencia en este mundo. Elegidas luego de ser observadas durante cierto tiempo.

La vida de su nación dependerá entre la decisión de su "Wayini". A cada país se le fue asignado una chica, las "Wayini". Si ella decide salvar a la humanidad, se volverá en un ángel que defenderá a su nación de cualquier guerra. Si ella decide destruirla se volverá en el demonio que arrasara con todo en su país.

Explicando mejor, cuando las "Wayini" tomen su decisión, se volverán un lindo huevo que esperara por su evolución. Serán como la bomba de un contador, el cual detonara pasados los 6 meses. Tomen a las "Wayini" como un regalo de nuestra parte.

Pero…

Sí llegan a ser 50 huevos de demonio. Sí nos damos cuenta que 50 niñas prefirieron destruir a todas las personas que conocían y no conocían. Nos dará igual que también existan huevos de ángeles. Destruiremos todo su mundo.

Cuiden a su querida "Wayini". Las necesitaran."

A partir de ese momento, todo el mundo se volvió loco para buscar a la que sería su predilecta "Wayini".

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La campana sonó.

Todos nos levantamos de nuestros asientos y empecé con la rutina de siempre. En ese momento vi cómo se me acerco Sora, una compañera.

-¡Momoko! ¿Es cierto que no vendrás a mi fiesta?- se notaba la preocupación fingida en su voz -No creo que sea lo mismo sin ti. Después de todo, planificamos esto juntas-.

-No te preocupes, es solo que no me gustan esa clase de eventos-.

-Eso no tiene mucho sentido. Solo es una fiesta para festejar que acabaron los exámenes. Siempre aceptas participar en los eventos escolares y siempre eres elegida para dirigir a los grupos de actividades. ¿Entonces por qué no te gustan los eventos cuando no tienen nada que ver con la escuela?

Porque no podría mantener la farsa durante tanto tiempo.

-Es solo que tengo que llegar pronto a casa para cuidar a mi hermana menor. No soporto la idea de dejarla sola- Eso en parte era verdad, pero la realidad es que Kuriko era de las pocas personas con las que podía actuar normal.

-Así que es eso…- Sora me sonrió –No te preocupes, lo comprendo. Veo que después de todo si eres tan buena como dicen los rumores-.

Decidí parar la plática antes de que llegáramos al tema de mis queridos rumores.

Me despedí de todos mis compañeros y partí hacia mi hogar, durante el camino, solo pude perderme en mis pensamientos.

Odiaba mi monotonía. Siempre era lo mismo. Era salir de casa, ponerse la máscara y empezar a actuar. Todos me veían como la chica linda, la chica perfecta. Pero en el fondo no lo soportaba. ¿Acaso no lo entienden? La perfección solo es efímera.

-Ya la viste, es Momoko, la chica que participo en la mayoría de los eventos del festival de primavera, pero al final ni siquiera fue el día en que se organizó- Dijo una chica de ojos azules.

-Es verdad, solo los ayuda a organizarlo, pero en realidad no tiene ningún interés en ir el día final- Dijo una chica castaña.

-Ella de verdad es una gran persona, no importa lo que digan, puede que no vaya nunca al evento final pero ella siempre está dispuesta a ayudar a los demás con una sonrisa- Dijo una chica rubia.

-Dicen que le ofrecieron participar en el comité del consejo estudiantil pero al final se negó- Dijo la castaña.

-¡¿Qué?!- La chica de ojos azules se sorprendió –Eso no me lo esperaba, usualmente ella participa en todo pero ahora que lo pienso, nunca la he visto realmente interesarse por algo-.

-No lo había notado, es verdad ella nos ayuda en todo pero nunca se le ha visto apegarse a un solo proyecto- Dijo la rubia.

¿Por qué me interesaría pasar más tiempo alrededor de gente como ustedes? Solo trato de participar en todo para que vean que estoy interesada por ellos. Pero en realidad solo quiero que no crean que estoy sola, desgraciadamente a eso han llegado los rumores de que creen que soy la chica perfecta. La chica cándida y sumisa que no es capaz de levantar la mano ante cualquier ofensa porque es demasiado buena como para que se niegue.

Como odio recordar esos días. Los días es que me mostraba a como era en realidad. Como jugaban conmigo y no les interesaba lo que sentía. Por eso recurrí a la actuación, el hecho de fingir que era perfecta era la única solución a mis problemas. Si alguien me lastimaba, fingía que no importaba. Si alguien me pedía ayuda, fingía que me importaba. Adaptarme al ambiente aun cuando este era terrible. Pero desgraciadamente mis pasos me llevaron con una persona a la cual no estoy segura de si quería conocer.

Amber.

-¡Momoko!- Y ahí estaba, su estridente voz nuevamente. –Te estuve buscando por todas partes, ¿dónde estabas?- Buscando un lugar muy lejano.

-Eso no importa Amber, aquí estoy. ¿Para qué me necesitas?- Le sonreí cariñosamente. Como si de verdad me preocupara lo que ella quisiera.

-Solo quería preguntarte si podemos irnos a casa juntas.- Ahí iba la misma pregunta de siempre.

-Claro, por algo somos amigas.- La tome de la mano y empezamos a caminar juntas.

Esto llevaba así desde hace un tiempo. Con esta Amber pidiendo acompañarme a la salida, como en los recesos. No se despegaba de mi lado sin importar que, pero debido a mi fachada de chica perfecta no podía rechazarla.

Porque Amber era la segunda chica más popular de la escuela. Siendo secundada por mí. Rechazarla solo empeoraría mis rumores que cada vez me molestaban más.

A primera vista, Amber no parece ser una mala persona. Realmente parece muy amable y dulce. Podría perdonar su acoso si no hubiera un detalle. La empecé a buscar "ella" con la mirada, siempre salía corriendo apenas acababan las clases.

-¿A quién estas buscando?- Preguntó con cierto tono sombrío en su voz. Todavía no me acostumbraba, pero sabía que hacer al respecto.

-Nada en especial, solo me gusta observar el paisaje- Otra vez ese tono meloso para hablar que tanto odiaba. -¿No se te hace interesante observar la calma y felicidad con la que salen todos del colegio?

Amber sonrió. –Por supuesto, es como si no les preocupara que el mundo se está volviendo loco con todo eso de la llegada de las Wayini.- ¿Qué? ¿Ella no dijo eso verdad?-.

–Aun si el mundo va a ser destruido, no está claro si va a pasar o no. Por lo que lo mejor es solo disfrutar los momentos, o vivir la vida tranquilamente. ¿No crees?–Afortunadamente, actué como siempre. Con una actitud tranquila y empática.

-¡Tú siempre serás un amor!- Me abrazó. Esta mujer algún día me matara con lo fuerte que da un simple abrazo. –A diferencia de algunas personas-.

Claramente sentí el veneno en su voz, entonces la pude ver, la razón por la que nunca podre confiar en Alberto, Suzel.

Suzel, siempre está sola y en silencio. Una vez observe a unas chicas intentar hablar con Suzel, pero apenas lo intentaron unos misteriosos huevos cayeron sobre todas ellas. Nadie puede hablar con Suzel. Algunos la culpan a ella, otros dicen que está siendo molestada. Pero nadie hace realmente nada. Porque la única condición para no recibir un castigo es no hablar con un propósito amigable.

Al principio yo solo creía que ella causaba esas trampas, para alejar a los demás. Pero en cada situación que observaba ella tenía una cara deprimente. Como si tratara de guardar todo su dolor y tristeza en su interior.

Entonces lo vi, como siempre Amber parecía observar a Suzel. Cada vez que algo malo le pasaba a Suzel, esta miraba el piso pensante y luego buscaba a Amber. Solo para que Amber la mirara también con una sonrisa.

-Momoko, ¿en que estas pensando?- Aquí viene otra vez. –Te quedaste callada por un gran rato-.

-Me estaba preguntando si mi hermana ya habría llegado a casa- Sonreí. –Me preocupa que algo malo pueda pasarle en el camino-.

-Aww, Momoko. Eres tan buena persona. No debes preocuparte, todo va a estar bien.- Me tomo la mano. –Vámonos rápido a casa para que puedas ver a tu hermana.- Finalmente coincidimos en algo.

Realmente, no estoy tan segura de que Amber sea la persona que moleste a Suzel. Pero es la persona más probable que he visto hasta ahora. Y las miradas que se dirigen no dejan de darme escalofríos. Amber no es mala persona. Es muy amable, al menos más amable de lo que yo soy en el fondo. Pero es muy empalagosa, molesta y acosadora. No deja de seguirme a todas partes. Es hartarte.

Aunque mi suerte no es tan mala. Llegamos a mi casa más pronto de lo que pensaba. Me despedí con una sonrisa de Amber y apenas cruce la puerta, relaje las facciones de mi rostro. En verdad que es muy cansado fingir durante la mitad de un día un cara que no es tuya y una actitud que no quieres tomar.

Al llegar pude escuchar los pasos apresurados de la persona que más quería en el mundo, Kuriko.

-¿Ya llegaste?- Se asomó tiernamente por las escaleras.

-¿Cómo esperabas que te contestara si no estuviera aquí?- Le sonreí, por primera vez en el día, verdaderamente.

-Porque sabría que iba a estar triste si no estabas, pero eso me daría la motivación para esperarte por más tiempo- Sonrío.

-Siento haberte hecho esperar-.

-No te preocupes, es la primera vez que me asomo-.

-¿Hace cuánto llegaste?- Ahora si estaba preocupada.

-¡Hace exactamente 12 minutos!- Al momento de gritarlo me mostro el número dos con sus manitas. Aunque ese no fuera el número.

-Olvídalo, vamos a cenar-.

Luego de un rato, llegaron nuestros padres. Pasamos un rato realmente ameno entre todos. Cuando todo finalizó me dirigí a mi cuarto con la excusa de que iba a descansar. Estudie la mayoría de la tarde hasta que se hizo oscuro. Una vez con mi piyama me acosté en mi cama esperando a que dieran las 10 de la noche.

Realmente no sabía que pensar de mi vida. Ya llevaba años con el mismo ritmo. Despertar. Prepararme para lo que venía. Arreglarme. Bajar a desayunar. Disfrutar la compañía familiar. Ir a la escuela. Fingir. Actuar. Fingir. Regresar. Disfrutar la compañía familiar. Estudiar más de lo que veíamos en clase. Bañarme. Y dormir. Todo era así desde ese horrible momento. El momento en que todas esas personas me abandonaron porque dijeron que era insoportable. Cada vez que lo recuerdo no soy capaz de soportarlo.

Eso calo muy hondo en mi ser, tanto que como cualquier niña tonta. Aprendí a ser alguien que no soy, solo para encajar en el ambiente. En estos momentos de la noche, donde por fin puedo pensar claramente. Me doy cuenta de lo estúpida que soy. Cambie todo de mí. Mi apariencia, mi personalidad. Solo para que ese grupo de gente que en realidad desprecio en el fondo, me valore.

Pero lo que más odio de todo esto, es que yo también me vi influenciada por ellos. Me volví una hipócrita. Diciendo palabras bonitas en el exterior, aun cuando en el interior solo pienso palabras de desprecio. Me convertí en lo que más odio. En lo que quise escapar.

Ahora estoy atrapada en mis propias mentiras y no puedo escapar.

No pude evitar la primera lágrimas, ni la segunda, ni las que las siguieron. Me sentía tan frustrada por lo que me había convertido. Porque sabía que no podría regresar al pasado.

Entonces lo escuche. Esa voz que llevaba escuchando desde hace un mes.

-Se encuentran ahí. Ya son las 10 y más les vale no haberse dormido.- habló Buttercup.

-Sí, ya estoy aquí.- habló Bubbles.

-Yo también ya estoy aquí.- Me digne a decir, aunque estaba completamente sola en esa habitación.

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Había despertado muy cansada una chica de largos cabellos rubios, y unos preciosos ojos azules. Aunque estos solo eran capaces de mostrar el dolor que pasaba por su mente.

¿Ya es de día? ¿No puedo dormir un poco más? No importa cuanto lo intente, sé que tendré que volver a ese lugar aunque no quiera. Me levante para ponerme el uniforme escolar. Este consistía en una camisa de marinero color azul rey manga larga. Con un moño rojo. La falda era del mismo color que la camisa. Siempre llevo calcetas negras arriba de la rodilla. Junto con zapatos negros.

Este uniforme siempre ha sido muy conveniente para mi condición, después de todo, tapa todo lo que necesito que oculte. Peine mi cabello en mis características coletas. Para luego bajar a desayunar. Nadie me esperaba abajo, poco a poco ya se me hacía una costumbre ver esa habitación vacía.

Hace como dos meses mi abuela fue hospitalizada, afortunadamente su enfermedad puede curarse pero solo con el debido tratamiento el cual resulto muy caro. Desde entonces aprendí a mantenerme a mí misma y a los tratamientos de mi abuela con dos trabajos como camarera en un restaurante e instructora de niños de primaria. Al principio fue difícil adaptarse al ritmo de vida que llevaba, pero con el tiempo me acostumbre a este ritmo.

Con cansancio me dirigí a la escuela, no tenía la motivación para ir pero no tenía otra opción. Desde la entrada pude observar como todos los conocidos y amigos se saludaban entre si deseándose unos buenos días. Algo tan común y rutinario. Yo solo avance entre ellos tratando de no mirarlos y de que ellos no me miraran. Solo quería escapar de ese lugar y llegar lo más pronto posible al salón.

Cuando entre, algunas personas ya habían llegado. Como siempre me senté en un lugar algo apartado de todos, junto a la ventana a la mitad de todos. De esta manera no estaba hasta atrás, no estaba hasta adelante y no me sentía tan presionada estando junto la ventana.

Cuando llegó el profesor y dio inicio a la clase me pude sentir libre por unos minutos. Hasta que sentí su mirada. Esa mirada que reconocería en cualquier parte después de todo lo que había pasado. Me voltee ligeramente para ver ese cabello rojo medio largo ondulado enmarcando su rostro, un rostro con dos ojos naranjas que brillaban al observarme.

Sharon.

Temblé de pánico al pensar en lo que estaba pensando y regrese mi atención a la clase. Cuando esta finalizo, rápidamente me levante de mi asiento sin importar que pensarían los demás de mí para irme antes de que ellas se vayan. Tenía que pensar claramente donde esconderme.

Camine hasta los vestidores junto a la piscina y me encerré en uno de ellos. Si mi memoria no me fallaba en estos momentos no había clase al ser un receso general. Y los profesores aprovechaban este para ir a la cafetería a desayunar. Era mi oportunidad perfecta para esconderme aquí, solo esperaba que funcionara.

Baje la tapa del escusado, para sentarme en este y subir mis piernas. Tratando de que no se viera nada de mi ni mi mochila por el hueco de la puerta. Me la pase esperando varios minutos así con ansiedad. Realmente, esto se estaba volviendo en una rutina. Una horrible rutina que desearía cambiar por cualquier cosa. Apenas acababan las clase corría a esconderme y si ellas no me encontraban. Regresaba a escondidas a clases cuando faltaban 5 minutos para esta.

Porque cuando ellas me encontraban. El infierno se desataba.

Desgraciadamente para mí, sospeche que ese sería uno de esos días al escuchar como poco a poco la puerta de los vestidores se abría.

-Miyako.- Sharon lo dijo de una manera tan empalagosa, arrastrando poco a poco las silabas de mi nombre –Sé que estas aquí, no tienes que esconderte mi amor-.

Escuche como los sonidos de sus pasos inundaron esa silenciosa habitación, donde trataba de que ni siquiera mi respiración existiera.

-Oh vamos Miyako. No será tan malo esta vez, prometemos ser buenas contigo.- Entonces escuche esa otra voz que no quería escuchar, una voz tranquila que solo se escuchaba cuando esto sucedía, la voz de Nori.

-¡Ya sé que podemos hacer Miyako! Vamos aprovechar que te estas escondiendo para jugar a un juego.-Sharon se acercó a la puerta de la esquina. –¡¿En qué puerta se escondió Miyako?!- Pateo la puerta con tanta fuerza que no me sorprendería que se haya roto.

-¡Yo también quiero jugar!- Nori pateo la puerta que seguía. –Que decepción, aquí no estaba Miyako, pero lo bueno es que solo quedan 3 puertas-.

Escuche más pasos. Pero lo que me asusto fue ver la sombra de una de ellas cerca de mi puerta.

-Vamos a patear cada una, una puerta, de esta manera acabaremos más pronto.- No por favor.

-Una- No me hagan esto.

-Dos- No quiero sufrir lo mismo otra vez.

-¡Tres!-.

Nada. Yo no estaba en esas dos puertas, pero ahora era evidente en cual estaba.

-¡Miyako!- Esta vez hablo Nori. –Porque te resistes, sabes que mientras más te resistas, peor te ira.

-Sal ya Miyako, ya sabemos perfectamente donde estas.- Sabía que solo empeoraría las cosas, pero solo quería evitar lo inevitable.

La puerta se abrió lentamente al no tener ningún seguro.

-Oh mi querida Miyako. La manera en que tiemblas no se puede perder.- Ahí, frente a mí se encontraba mí otra pesadilla, de cabello castaño frondoso y corto. Con unos ojos verdes que me miraban con locura a través de ese teléfono que me grababa temblar. –Eres tan linda cuando tiemblas-.

-Ya para ese video, que Miyako merece un castigo por escapar otra vez tantas veces y por no abrir la puerta.- Sharon se metió al baño y me jalo junto con ella para que saliera a los vestidores. –Tienes idea de cuánto tuvimos que pasar para buscarte.- Repentinamente su voz cambio y el primer golpe llego. Fue directo a mi cara, que junto con los temblores mi hicieron caer.

Nori me tomo de los brazos por atrás para que no intentara escapar.

-Fue una semana bastante molesta en la que te buscamos en cada receso y después de la escuela.- Empezó Sharon. –Resulta que la niña cobarde intento huir otra vez- Otro golpe en el estómago. –Fue bastante aburrido no tener a nuestro juguete, pero ahora desahogaremos contigo lo de toda la semana- Se levantó para darme una patada en las costillas que me saco por un momento el aire –Nori, cárgala y vamos a la piscina-.

Una cosa era cargar a una persona, otra era arrastrarla por las piernas. Y así es como me llevaron a la piscina.

-Es tu turno Nori.- Sharon me tomo de las manos. Para que Nori pudiera pararse enfrente de mí.

-¿Ves esto?- Señalo la piscina –Agua, todos saben cuánto odias el agua debido a que siempre faltas a esta clase.- Me tomo de las manos y solo pude observarla con pánico. No sería capaz. –Es hora de que aprendas a nadar Miyako- Apretó con mucha fuerza mis muñecas para poder cargarme, y aventarme justo en el centro de la piscina.

Agua.

Tenía razón.

Yo odiaba el agua.

Con desesperación intente mover los brazos tratando de salir a la superficie, aunque cada vez que salía a tomar una bocanada de aire, volvía a hundirme. En los pocos segundos que estaba en la superficie escuchaba sus risas.

Como pude poco a poco me fui arrastrando a la orilla. Aprovechando que habían algunos carriles para separar a los nadadores, para sostenerme. Para mi desgracia, cada vez que intentaba respirar sentía más agua en los pulmones. En lo que me arrastraba vi como sus risas se alejaban. Finalmente llegue a la orilla, donde pude respirar con calma. Asustada voltee a todas partes. Para mi tranquilidad ellas ya se habían ido. Creo que les basto con verme ahogarme.

Empecé a buscar mi mochila pero mi di cuenta de un detalle. Esta estaba flotando tranquilamente en el agua. Mientras que todos mis libros y cuadernos se mojaban.

Hoy no podría regresar a clases. Como todas las demás veces que Sharon y Nori me encontraban durante el receso.

Cuando recupere mi mochila gracias a la red para limpiar la piscina. Verifique que mis cosas estuvieran intactas. Para mi suerte, mi mochila era impermeable por dentro. No se mojaron tanto mis cosas. Por lo que solo tenía que dejar que se secara un rato.

No podía salir mojada, toda la gente me preguntaría que me habría pasado y no quería más problemas con mis rumores. Así que me recosté en el pasto bajo el sol. En una cancha cerca de la piscina, afortunadamente no había nadie ahí tampoco. Mis rumores empezaron desde que empezó todo lo de Sharon y Nori. Para poder ocultar los golpes en mi rostro, empecé a utilizar mucho maquillaje. Esto ocasiono que la gente me mirara con curiosidad al ver mi cara de niña con exceso de rubor.

Pero ese no fue el mayor problema, sino mis faltas. Debido a que faltaba mucho a clases por cosas como las de hoy. Y todos sabían que yo vivía sola con mi abuela. Empezaron a sospechar que tenía trabajos sospechosos para poder mantenerme. Que debido a esos trabajos sospechosos, tenía que faltar a clases a atender a mis clientes. Y el maquillaje era una costumbre que no podía perder.

Estúpidos rumores. Como si en verdad supieran de lo que hablaran.

Como no tenía ningún amigo. A nadie le había dicho lo sucedido con mi abuela, y si lo dijera solo aumentaría la sospecha de mis rumores. Por lo que estaba mejor así. Desde que entre a la escuela me había mantenido con ese perfil bajo debido a que era demasiado tímida para hacer amigos. Y eso solo me trajo la incomoda pero tranquila soledad.

Desgraciadamente, fue mi soledad lo que atrajo a Sharon y Nori. Al principio fue un accidente que las hizo vengarse de mí. Pero las satisfacía tanto verme sufrir que se volvió una costumbre. Como se dieron cuenta que no tenía nadie a mi lado que me ayudara y era demasiado sumisa para decir algo. Siguieron con lo que ellas consideraban, un pasatiempo.

Cuando me di cuenta, los alumnos se estaban acercando a la cancha. De seguro ya habían empezado las clases. Había perdido una clase más. Si esto seguía así pronto tendría otro reporte. Con algo de esfuerzo me las había apañado para estudiar en casa aun con mis trabajos y deberes. Sin tener ningún amigo de aquí. Gracias a dos chicas que conocía.

Antes de que me atraparan en la cancha sin ir a mi clase. Tome mis cosas y corrí hacia la entrada rodeando los vestidores, tratando de que no me vieran.

El sol había hecho un buen trabajo como secador, ya que mis ropas ahora solo estaban húmedas. Cuando llegue a la entrada del colegio primero me asegure de observar al guardia de seguridad. Y como siempre, estaba dormido.

Aprovechando, abrí lentamente las puertas y las cerré de vuelta. Para salir tranquilamente de la escuela luego de haber pasado la peor hora.

Me dirigí directamente a mi trabajo como instructora de un lindo niño, con la excusa de que salí más temprano de la escuela porque ya no tenía más clases. Luego de enseñarle unas cosas básicas de gramática. Me dirigí al restaurante donde trabajaba. Era un lugar sencillo donde podías tener una plática amena con amigos en un ambiente tranquilo o venir en familia a pasar un buen rato, Gary's. Me puse mi uniforme de trabajo el cual consistía en una simple blusa blanca de manga larga. Con una falda negra arriba de las rodillas. Junto a esta unos simples zapatos negros.

Mientras atendía a algunos clientes pude observar como una familia entraba por las puertas con su hija haciendo un gran escándalo.

-¡Pero yo no quiero comer aquí! ¡Nunca he comido aquí! ¡Así que de seguro la comida sabe raro!- La niña se aferraba en un abrazo a su madre que la miraba nerviosa por el escándalo. Mientras que su padre solo reía sigilosamente. No pude evitarlo, pero esa imagen familiar me dio envidia. Después de todo, yo nunca había tenido algo así.

-Tranquila.- Me acerque con confianza a la familia. –Tenemos unos postres deliciosos que de seguro te gustaran, mientras tanto puedes esperar con tus padres a que te traiga un folleto con imágenes de los lindos postres. ¿Te parece?- Le sonreí con confianza y cariño.

-¡Sí! Mami, yo quiero un postre.- Puede que haya hecho algo malo al ver la cara de duda de la madre, pero la niña se había calmado.

El día siguió tranquilo hasta que regrese a casa. Nuevamente una casa vacía, sin nadie que me recibiera. Entre sin ánimos por esta, saque la cena que había comido el día anterior y la volvía a calentar. No podía desperdiciar tan fácilmente la comida. Luego de la cena lave todos los platos y subí a mi habitación. Luego de dejar que el agua calmara mis nervios me dispuse a ponerme mi piyama para esperar a que fueran las 10. La única buena hora del día aparte de las visitas a mi abuela.

Visitar a mi abuela siempre eran buenos momentos. Me recibía con una sonrisa y nos disponíamos a platicar. El único problema venía cuando ella sacaba el tema de cómo iba la escuela, pero sabía manejarlo. Siempre que iba trataba de llevarle alguna clase de postre, solo para enseñarle una muestra de mi afecto.

Mientras pensaba en mi abuela. Finalmente dieron las 10.

-Se encuentran ahí. Ya son las 10 y más les vale no haberse dormido.- Habló Buttercup.

-Sí, ya estoy aquí.- Contesté.

-Yo también ya estoy aquí.- Habló Blossom.

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Bueno, pues tenía esta historia hace tiempo, pero como que perdí el amor a escribir, y solo leía, la olvide. Esta no es mi primera historia. Pero si es la primera que trato de hacer bien.

Se darán cuenta que falto Kaoru. Pero para ella falta un poco más, junto con la aparición de otros tres chicos.

No pido nada, solo que disfruten, y yo seguiré publicando por gusto.