PORQUE NO HAY DOS SIN TRES

Edificios, edificios y más edificios… era lo único que se veía desde la ventanilla del tren. Eso es lo malo de vivir en una ciudad tan grande, que para poder moverte de un lado a otro tienes que hacer uso no ya del metro, sino del tren de cercanías. Ante esta perspectiva tan poco estimulante la joven de cabello castaño largo, liso y muy oscuro volvió su vista a su mochila medio abierta. Con un suspiro de resignación introdujo la mano esperando encontrar algún libro de bolsillo de esos que solía llevar o aunque fuera una revista, lo que fuera con tal de no ver mas edificios languideciendo bajo el pálido sol Otoñal.

Desgraciadamente la joven no encontró ninguno de aquellos tesoros que la alejarían de las garras del aburrimiento, así que se limito a hacer una revisión general de todos los pasajeros del tren. Gordos, flacos, bajitos y altos, todos ocupados y a su bola, con los mismos pelos negros o castaños oscuros y los característicos ojos rasgados de todo oriental. A decir verdad ella sobresalía en ese aspecto. Sayuri poseía unos esplendidos ojos verde oscuro, hasta el punto de que podían llegar a confundirse con ser negros. Unas graciosas pecas salpicaban sus mejillas y nariz. En verano su piel solía estar morena, pero no haber tomado el sol la había devuelto el color pálido. Como hacia nada había salido del colegio llevaba la clásica faldita escocesa de todos los institutos de Kanto, junto con la camisa blanca, el jersey a juego con la falda y la corbata. Unas medias hasta las rodillas cubrían sus gemelos y sus pies estaban enfundados en zapatos Ingleses. Aun hacia calor para llevar abrigo, así que iba a cuerpo.

Con claros síntomas de aburrimientos se cruzo de brazos y miro al techo distraída. Ayer mismo había cumplido 16 años, sin embargo ella no estaba saltando a la pata coja como harían sus amigas, simplemente era un año menos restado a su tiempo de vida. Desvió la mirada hacia un lado. No se sorprendió encontrarse con una especie de chacal enorme con vendas medio caídas esparcidas por todo el cuerpo. Para rematar su aspecto unas alas negras se alojaban en su espalda. Sus ojos rojizos escrutaban cansinamente a todo el personal. En ese preciso momento un señor que apuntaba maneras a ser el próximo calvo de la lotería le atravesó como si nada. Sayuri no pudo evitar esbozar una media sonrisa.

-¿Anubis?-pregunto y tras un largo silencio volvió a despegar los labios de forma imperceptible.-Me aburro.-se rasco un ojo perezosamente y siguió mirando al impresionante coloso de 2 metros y 15 centímetros.

El coloso de piel obsidiana enarco una ceja y se aproximo a la joven. Podría decirse que se sentó a su lado, pero eso habría sido contar la escena solo por encima. Mas bien se sentó sobre una señora que roncaba con la boca abierta, pero claro, como cabía de esperar tan solo la atravesó sin que la "bella durmiente" se inmutara lo mas mínimo.

-Refréscame la memoria Sayuri… ¿Por qué estamos en este tren?-pregunto. La chica dirigió una mirada molesta a la señora y volvió su atención a la ventana. Los edificios eran cada vez mas bajos y se sucedían con menor velocidad.-Tenemos que ir de compras.-explico desperezándose.-Ya estamos llegando.-La joven se levanto de un salto y el coloso de aspecto Egipcio hizo lo mismo. No había dado ni un par de pasos cuando la morena se detuvo.

-¿Sabes Anubis? La mujer sobre la que te acabas se sentar, morirá hoy por la noche, concretamente a...-miro de reojo a la señora y luego a su reloj.-Las 10:20.-especifico sin mucho entusiasmo. Sacudió la cabeza como si hubiera recordado una antigua lección.-Que tontería… tú esto ya lo sabes, al fin y al cabo eres un shinigami. Hay que ver que nombre mas feo tiene esa tipa.-dijo en el mismo tono de voz que empleaba siempre que tenia que hablar con el. Cualquiera podría pensar que estaba susurrándose muy bajito lo que haría o simplemente que no había oído nada y habían sido imaginaciones suyas, entre otras, porque prácticamente hablaba entre dientes.

Finalmente el tren freno progresivamente, mientras por un altavoz una mujer anunciaba las futuras paradas. Sayuri bajo lo más deprisa posible para ahorrarse los atascos y empujones. Una vez en la estación se mezclo con la multitud de gente. Mientras tanto sobre las cabezas de la muchedumbre flotaba un mar de números y letras tan solo visibles para Sayuri.

Unos cuantos barrios mas allá un joven alto, de finos cabellos castaños y ojos marrones claros, con un ligero aire oriental contemplaba desde la ventana de su habitación el mismo sol Otoñal. Sin embargo, la expresión del joven era de concentración plena. Cualquiera pensaría que estaba descifrando el misterio de la humanidad. Mientras tanto un gigante de 2 metros y 10 centímetros hacia piruetas por toda la habitación.

El chico comenzó a golpear el cristal de la ventana con los nudillos a punto de perder la paciencia. Detrás suyo, el ser de aspecto peculiar seguía dando tumbos por la habitación, esta vez andaba a la pata coja, mientras que su otra pierna se agarraba a su cuello. Los ojos rojizos se le salían de las orbitas y su boca grotesca estaba abierta. Las alas de cuervo de aquel monstruito colgaban como si fueran un llavero.

-RYUK! Deja de hacer payasadas! No me dejas pensar.-dijo el chico volviéndose repentinamente y taladrando al futuro trapecista del Circo del Sol.-Me tuvo que tocar el Shinigami más petardo.-bufo volviendo la mirada a la ventana.

"Recapitulemos".-penso volviendo a concentrarse.-"Misa esta detenida, para rematar no puedo impedirla que confiese que yo soy Kira, por no hablar de todo lo que teníamos entre manos. Es toda una bomba de relojería pero… ¿Qué hago? Sin Misa no puedo conocer el verdadero nombre de L y por lo tanto tan solo me queda Rem. Con esa criaja detenida Rem se negara a ayudarme… Si mato a Misa para que no diga nada Rem me matara a mí. Menuda ratonera".-El castaño se cruzo de brazos. Acto seguido miro a Ryuk y su espectáculo de tonterías silenciosas. El familiar sonido de la puerta de su casa le informó que su madre ya estaba de vuelta. Antes de que pudiera reaccionar el Shinigami había dejado sus posturas de yoga y esperaba como un perrito obediente en la puerta.-Menuda adicción la de los Shinigamis a las manzanas.-negó con la cabeza.-Ryuk, deberías considerar la posibilidad de acudir a una terapia de grupo.-comento abriendo la puerta.

Lejos de ahí, en algún lugar desconocido una joven rubia de ojos azules era torturada por ser considerada Kira 2. Sus ojos estaban cubiertos por una cortina metálica sumiéndolos en una completa oscuridad. Atada de pies y manos llevaba 3 días sin poder comer, ni beber nada. Durmiendo unos pocos minutos, obligada por el cansancio a cerrar los ojos. De todas formas poco la duraba el descanso, pues las pesadillas acudían a ella raudas y la hacían despertarse debatiéndose entre gritos. No cesaba de repetir que acabaran con esto y la mataran. La joven aun no podía comprender como había pasado de posar para las mejores revistar juveniles y ser conocida en todo Japón, a estar encerrada en contra de su voluntad recibiendo semejantes torturas. Y aquella voz, la voz modificada por ordenador que no cesaba de preguntarla entre tortura y tortura. Pero no se rendiría. Ella, Amane Misa, resistiría por Light, porque se lo había prometido, le quería y era suyo. Le consideraba su salvador, el era Kira, era la justicia y los caprichos de una niña encerrada en el cuerpo de una mujer eran así de tozudos.

Nada mas salir de la estación de tren, de forma casi automática una oleada de desagradables gases provenientes de los tubos de escape de los coches hicieron que la joven apartara la cabeza bruscamente en busca de aire limpio. Cuando la hilera de vehículos hubo pasado volvió a su posición inicial con una mueca de asco. Sayuri puso los ojos en blanco y se dispuso a cruzar la calle. De pronto recordó que aunque no tuviera un libro a mano tenía otro de sus preciados tesoros para distraerse. Rebusco en un bolsillo interior de su mochila y saco el MP3 como si fuera un tesoro. Con una gran sonrisa pintada en los labios se lo engancho al cuello y mientras comenzaba a andar se puso los cascos.

Con la mochila colgada a un hombro y la mirada fija en el final de la calle cualquiera diría que es una chica normal, con una vida normal, en fin, una adolescente corriente y moliente. El caso es que la realidad es mucho mas interesante y su historia algo mas apetitosa de lo que se podría pensar. No solo es la "hija" de un gran empresario, el cual se había divorciado 5 veces tras la muerte de su primera esposa, por no hablar de las misteriosas muertes de dos de sus cónyuges. Muy pocas personas sabían que ella había tenido algo que ver en esas muertes y las personas que estaban al tanto de que ella era adoptada se contaban con los dedos de la mano. Su antiguo nombre se había perdido el día en el que un fatídico incendio arraso todos los documentos referentes a su pasada vida, por lo tanto la única que conocía su verdadero nombre era ella misma, puesto que su madre adoptiva había muerto y su padre de pega había dejado de prestarla atención desde que su esposa murió. Sin embargo el empresario sentía una chispa de afecto por Sayuri, la consideraba la última voluntad de su mujer y ponía al servicio de la chica toda clase de lujos. No es que ella no apreciase esos gestos, pero los consideraba en ocasiones innecesarios. Gracias a esas cuantiosas pagas podía permitirse viajar de una ciudad a otra para acudir a algún museo, exposición o simplemente darse el caprichito de "el día de compras". En este caso la razón por la que había viajado hasta la otra punta de la ciudad era sencilla, necesitaba un libro para clase. Lamentablemente ese libro no se veía por muchas librerías, quizás porque era considerado un clásico demasiado ajeno a la cultura Oriental.

Sin siquiera darse cuenta sus pasos la habían llevado hasta la librería que andaba buscando. No había sido difícil dar con ella, entre otras porque se encontraba casi al lado de una Universidad y eso facilitaba mucho las cosas. Una vez hubo comprado el libro salio de la tienda observando la portada. Casi sin darse cuenta se choco con un hombre de aspecto vulgar y desaliñado. Su ropa estaba muy desgastada, salpicada por manchas de grasa y de cerveza. Los vaqueros medio raídos tenían una curiosa mancha en el muslo derecho que rápidamente despertó la curiosidad de la joven. De forma inmediata el inconfundible aroma metálico de la sangre la hizo alzar la cabeza de los pantalones del hombre para corrobar lo que ya se temía. No ver el nombre de aquel tipo flotando sobre su cabeza confirmaba sus sospechas: acaba de matar a alguien, de ahí la mancha del pantalón y su nerviosismo. La consoló saber que aquella persona tan despreciable moriría en un par de horas. No se molesto en disculparse, esquivo a aquel hombre y siguió su camino con la misma parsimonia de antes. Reprimió un bostezo y observo interesada la Universidad.

-¿Sabes que se me esta pasando por la cabeza?-susurro guardando el libro en la mochila.-Podríamos ir a darnos un paseito por la Universidad.-sugirió contemplando el cartel en el que se podía leer "día de puertas abiertas".

Por toda respuesta Anubis se encogió de hombros.-Oh vamos, anima esa cara.-Sayuri comenzó a andar animadamente hasta franquear la puerta de acceso. Frente a ella se extendía un inmenso patio descubierto, rodeado por zonas de césped y bancos. La basto una breve mirada para tener pensado lo que haría después de echar un vistazo al interior.

Entre tanto un chico que parecía que acaba de levantarse después de echar una larga y merecida siesta se acercaba poco a poco a la Universidad. Su pelo negro totalmente revuelto le daba el mismo aspecto que el monstruo de las galletas, sus vaqueros y camiseta de andar por casa no mejoraban mucho su aspecto, por no mencionar que calzaba deportivas sin calcetines. Sus andares tan curiosos y su espalda achaparrada eran el centro de todas las miradas. El, mientras tanto, se limitaba a seguir su paseito por la calle hasta que se paro frente al letrero que indicaba la jornada de puertas abiertas.

Blaaaablaaaablaaaaablaaaablaaaaaaa… Sayuri enfoco la mirada intentando leer los labios de la chica que les hacia de guía en la Universidad, pero tan solo conseguía ver una conjunto de manchitas borroso, como si hubieran tirado café por encima de la escena. Juraría que no era normal ver las escenas a cámara lenta, si no fuera porque hoy había dormido 9 horitas bien merecidas lo habría atribuido a que alucinaba pepinillos. Sus parpados pesaban cada vez mas y mas, hasta el punto de que pensó que se había quedado dormida de pie. Abrió los ojos de golpe cuando escucho una risotada cortesía de Anubis. Dio un respingo y le fulmino con la mirada.

-Yo me largo de aquí.-hizo un gesto despectivo con la mano y comenzó a andar enfadada consigo misma. Anubis se había reído, bueno… reírse era un término demasiado suave. Se había pitorreado de ella! Si no fuera porque los Shinigamis no tienen las mismas necesidades que los humanos estaba convencidísima de que se habría meado de la risa ahí mismo. Por Dios, que vergüenza. Pero la culpa no había sido suya! Había sido de la chica, que no explicaba, soltaba sermones. De haberlo sabido habría ido a misa a que la dieran la chapa y… ¡POF!

Los panfletos informativos que llevaba se esparcieron por el suelo, aunque eso fue la menor de sus preocupaciones. Lo primero que sintio fue que se había caído al suelo de culo y que sus posaderas reales estaban doloridas. Todo porque alguien torpe y cenutrio, con menos cerebro que una medusa cocida a 60º no había mirado por donde iba. ¿Es que hoy todo el mundo estaba lleno de incompetentes? Justo a ella la había tocado encontrarse con la procesión de tontos.

Con los dientes chirriando y con Anubis desternillándose de risa tirado por el suelo, Sayuri se irguió hecha todo un basilisco. Se iba a enterar el lerdo de turno que se había atrevido a chocarse con ella. Aun sacudiéndose la falda del colegio y componiéndose un poco se dispuso a mirar al culpable con los ojos entrecerrados. No obstante, cuando su mirada se topo con la de el se deshincho por completo. Era como si hubieran pinchado un globo lleno de aire.

No podía ver ni el nombre, ni el tiempo de vida de aquel chico y eso solo podía significar que era el portador de una Death Note y para colmo la había usado.

El anterior chico de cabellos negros se llevo un dedo a la boca, un gesto juguetón, inocente, casi goloso e infantil, pero que resultaba indudablemente gracioso. Una ultima visión del escenario que constituía la Universidad le basto para autoconvencerse de que entrar era una buena idea. Sin pensarlo por más tiempo echo a andar con el mismo paso despreocupado de antes, deteniéndose a contemplar un pequeño paseo con bancos rodeado de cerezos en flor. No pudo evitar sentirse tentado y acercarse a semejante porción de paraíso. Se descalzo y se sentó en cuclillas sobre un banco, observando atentamente a todo el mundo. En sus ojos se podía distinguir un leve matiz de… ¿Desconfianza?

-Discúlpame, ha sido culpa mía. Estaba en mi mundo y no te vi. llegar. ¿Te ayudo? Perdón por las moles...

El chico la hablaba, pero a ella la entraba por un oído y la salía por el otro. Seguía plantada frente a el como la sota de bastos, con los ojos muy abiertos incapaz de moverse o articular una frase coherente.

-¿Estas bien?-el chico se había agachado a recoger todos los papeles, tantos los suyos como los de ella y la miraba un tanto desconcertado, al parecer se había dado cuenta de que una pared le habría hecho mas caso que la chica. Para haber asesinado a alguien, el joven tenía un aspecto un tanto peculiar: tenía el cabello castaño, algo largo, como con melenita y los ojos color café con leche. Sus facciones parecían esculpidas a base de golpes de cincel y en conjunto era un chico guapo con gran atractivo. Mas bien daba la impresión de ser un santo que no es capaz de matar ni a una mosca.

¿Os imagináis que os dan con una lata de coca cola en la cabeza? Bien, pues así se sintio Sayuri al volver a la realidad. Totalmente descolocada se agacho y comenzó a recoger todos los papeles que encontraba más cerca de ella.

-Er… yo no. Es decir, que estoy bien.-dijo sonándose a si misma entupida.-Yo también estaba en mi mundo, no preste atención y…-se encogió de hombros acompañando el gesto con una media sonrisa.

-Insisto en que la culpa es mía, así que… ¿Puedo compensarte invitándote a algo en la cafetería?-inquirió esbozando una sonrisa encantadora, de estas que son para un anuncio de dentífrico. La habría parecido arrebatadora de no ser porque ahora mismo veía flotando sobre el a un shinigami. Se humedeció la boca sin saber que decir.

"Menuda sonrisa de tiburón tiene"

"No lo sabes tu bien"

Los ojos de Sayuri fueron a parar primero en Anubis y luego en el segundo Shinigami, el orden en el que habían expresado su opinión. Abrió la boca para replicar a ambos Shinigamis, pero lo pensó mejor e hizo como si buscaba a alguien entre la multitud. Su actitud podía ser demasiado sospechosa. El nuevo Shinigami debía de acompañar a aquel chico y por lo tanto podía tanto verle como oírle. Si al hablar este ella le miraba fijamente sería la perfecta sospechosa y lo último que quería era llamar la atención de alguien poseedor de una Death Note. Cuando se habían chocado habría debido de tocar un pedacito de Death Note y por eso podía ver al Shinigami.

-La verdad es que me encantaría…-empezó sin dejar de otear por los alrededores.-Pero he quedado con un amigo.-se excuso volviendo a mirar al chico.-Y si llego tarde se enfadara conmigo y más aun cuando se entere de que un Universitario tan guapo me ha invitado a tomar algo.-comento riéndose dejando caer la trampa. Si había algo que había aprendido era que los halagos hacen maravillas, además, alimentando el ego de la gente se puede saber con que clase de persona estas hablando.-Espero que no sea el quien llegue tarde.-hizo una mueca con la boca y sonrió.-Un placer conocerte...-

-Light.-completo el chico pasándose la mano libre que no cargaba con carpetas y libros por la nuca.-Tampoco creo que sea para tanto, exageras. Tu novio no tiene por que sentirse celoso. Aunque hace bien preocupándose en no perder a una chica tan guapa como tú.-Y el lobo feroz deja a su vez la trampa a Caperucita roja.-Lo mismo digo…-

-Sayuri.-asintió con la cabeza y poco a poco fue alejándose del temible tiburón-lobo feroz.-Bueno…hasta otra…-tras dar un giro de 360º echo a correr a toda prisa. No había quedado con nadie y menos aun con un chico, ni siquiera tenia novio. La única razón por la que había dicho que había quedado con un chico es porque Light podría haberse interesado en conocer a su supuesta amiga, en cambio si era un chico las cosas cambiaban. Por supuesto tenia en su favor el beneficio de que el joven pensara que era su novio con quien había quedado y como ella ni lo negaba ni lo afirmaba, salía libre de pecado.

Mientras Sayuri se alejaba el joven de cabellos castaños claros entorno los ojos observándola marchar. Estaba claro que no se fiaba de ella, a decir verdad el no se fiaba de nadie, pero no había podido evitar prestar una atención especial al hecho de que ella había mirado a Ryuk en el preciso instante en que este había hablado, pero… ¿hablado con quien? "No lo sabes tu bien". Aquellas palabras no encajaban con lo que habían estado diciendo. Tenia claro que Ryuk no le contaría nada, así que barajaba dos hipótesis. La primera era que la chica había tocado uno de los pedazos de su Death Note y por lo tanto había podido ver y oír a Ryuk cuando hablo e hizo un comentario sobre una conversación de cualquier otro grupo de estudiantes. La otra mantenía el principio, al menos hasta la parte en la que Ryuk hacia el comentario que no venia a cuento y su teoría era que había entablado conversación con otro Shinigami, probablemente el de la chica. La ultima opción la deshecho por completo nada mas que se le ocurrió, la chica había mirado a ese lugar en ese preciso instante buscando a su "amigo" y a Ryuk le había dado por comentar las conversaciones ajenas.

Finalmente enarco una ceja esperando que el Shinigami hiciera algún comentario que lo delatara o que al menos arrojara algo de luz sobre aquel asunto. Tenia que estar atento y alerta, nunca se sabe donde puede estar el enemigo.

-Que cosas….-fue lo único que dijo el Shinigami al respecto.

Los pasos acelerados de Sayuri la llevaron casi sin darse cuenta hasta el paseo de los cerezos en flor. Lo primero que pensó fue que su subconsciente la había traicionado, lo segundo que aquel era el mejor sitio para justificar que había quedado con su supuesto novio. En cualquier caso avanzo con prisas, mirando repetidas veces hacia atrás. Por el rabillo del ojo pudo distinguir un banco frente a ella, así que se sentó sin mas preámbulos y continuo mirando en dirección a la puerta de la Universidad. Antes de poder recuperar el aliento sintio como algo la daba golpecitos en el brazo, como si fuera un niño pesado implorando a su madre caramelos. Los ojos de Sayuri se salieron de las orbitas y casi a cámara lenta ladeo la cabeza para ver que la estaba pinchando repetidas veces.

-QUIITAAA BICHOOO!-exclamo acompañando el rugido de un bote que casi la tira del banco. Sayuri se alejo del chico, desgarbado y desaliñado, que estaba sentado a su lado, descalzo y de cuclillas sobre el banco. El susodicho, mas asustado que la propia Sayuri, había pegado un saltito y la miraba con cara de quien no entiende por que se le regaña. De forma inmediata los ojos de la chica fueron a parar en la pequeña ramita que esgrimía el chico.- ¡No me mires con esa cara de corderito! ¡Suelta ese arma del mal!-exigió mirando con desconfianza el palito.

Entre tanto, este ignorando completamente las ordenes de la chica se había aproximado a ella y la miraba curioso, como quien observo a un animal en un zoo.- ¿De verdad tienes pecas? ¿O te las has pintado?-pregunto sin ninguna clase de pudor.-Tiu, tiu.- extendió una mano tocando con el dedo índice la mejilla de Sayuri.

-¡Tate quieto, chaval!-de un manotazo Sayuri aparto las manos del curioso y se levanto situándose frente a el.- ¡Para empezar, se ven pero no se tocan! ¿Es que nunca te lo ha enseñado tu mami?-le saco la lengua.-Y si, son de verdad.-se cruzo de brazos.

Sayuri le miro con mas detenimiento, fijándose en cada detalle. "Si no fuera por las ojeras sería más que mono. Eso sin contar con esa actitud tan rara que tiene".-penso para si mientras enarcaba una ceja.- ¿Sabes? Eres algo peculiar, Elle.-comenzó pero antes de poder seguir abrió mucho los ojos consciente de su error.

A su vez el chico mas comúnmente conocido como L hizo lo mismo que ella, solo que se añadió la rigidez y la tensión muscular. Su mente trabajaba a toda maquina, aquella chica de aparentes 16 años le había llamado por su nombre, por su verdadero nombre… Hacia mucho, mucho tiempo que nadie lo llamaba así, pero a ese pensamiento lo avasallaron otros tantos sepultándolo entre sospechas.

-¿Cómo has dicho?-pregunto con voz ronca.

Por su parte, Sayuri comenzó a dar marcha atrás. Hacía mucho que no cometía un error así. Siempre había puesto mucho cuidado en no llamar a las personas que no conocía por su nombre antes de que alguien les presentara, pero en esta ocasión… no sabia lo que la había pasado, se había relajado y eso la había conducido a un error fatal.

-Adiós.-consiguió decir con la garganta seca a la vez que comenzaba a correr a toda prisa. El chico se calzo las zapatillas rápidamente y se dispuso a correr tras ella. Quizás la habría alcanzado, nunca lo sabría puesto que se interpuso frente a el un rostro familiar.

-Ryuzaki! ¿Con quien hablabas?-Por suerte o por desgracia, aquel chico solo pudo ver que el moreno hablaba con alguien, no vio si con una chica o con un chico, joven o de edad avanzada.

-Con nadie Light, me pidieron la hora.-explico aclarándose la garganta.- ¿Vamos a tomar algo? Tengo que comentarte una cosa… Kira ha vuelto a actuar.-explico seriamente mientras se daba la vuelta. Light no pudo ver el rostro desencajado de L, la sombra de peligro que cruzo sus ojos. Aquella chica conocía su nombre… pero ¿Como?

Caminando en dirección contraria, Sayuri se volvió ligeramente para comprobar que Elle, alias el chico raro, no la siguiese. Al principio, comprobó aliviada que no era así, hasta que reconoció al chico con el que estaba hablando. Preocupada, apretó el paso mientras Anubis observaba al Shinigami que flotaba sobre ambos chicos.