Vivo en un mundo que ha sido consumido por las sombras, aprendí a no necesitar de la luz, a ver a través de la oscuridad, a ser amiga de la soledad. Pero entonces la conocí, vi su luz, su resplandor pero su mirada no poseía esa intensa luz con la que todos la describían.
La seguí por un tiempo, cuidando sus pasos, vigilando su camino. Mantuve mi distancia hasta el día en que vi como su luz se opacaba.
No sabía la razón hasta que lo vi.
Vi a ese ser de su misma especie, con el mismo resplandor que ella, no entendía porque ese ser se robaba su luz, quise intervenir pero pronto descubrí que él era el causante de que su luz se opacara, él no robaba la luz de ella, él sólo tenía que ver con eso.
Ella estaba cayendo directo a las tinieblas.
Podría dejar que cayera pero al hacerlo estaría condenandola al sufrimiento eterno. Debía ser su elección entrar al otro lado, estar en las sombras, vivir en lado oscuro, y no sólo ser arrastrada en contra de su voluntad.
Y fue ahí que decidí salir de mi mundo y entrar al suyo.
Si ella quería entrar al mundo de las sombras sería conmigo y no sola.
Porque ella es la luz y yo soy su oscuridad.
