Hey, gracias por darle una oportunidad a este fanfic.
Ahora vienen todas las advertencias que deben darse:
¡Está basada en la película de la purga! (12 horas para sobrevivir)
Ni Boku no hero y todos sus personajes, ni la película de la purga y toda su historia me pertenecen, son de Kohei Horikoshi y James DeMonaco respectivamente. Yo hago esto con amor y sin fines de lucro.
Es un AU sin quirks. Los personajes tienen alrededor de 25 años. Habrá muerte de personajes.
La historia no está del todo enfocada en parejas, pero sepan que no tengo claro como lo voy a terminar en este ámbito y que lo empecé a escribir deseando que fuera KatsuDeku. Las probabilidades de que lo sea son exactamente las misma de que no.
Espero que sea de su agrado~
–Mamá, no tenías que venir hasta acá, Tokyo es el punto más peligroso.
–Precisamente por eso estoy aquí – le dijo Inko bebiendo un poco más del té que le había dado Ochako – El año pasado creí que me desmayaría de angustia. Y si ustedes no pueden ir a casa por sus trabajos, yo vendré acá.
Ochako salió de la cocina después de colgar el teléfono tratando de mostrar una sonrisa calmada, aunque no lo lograba del todo.
–Papá tenía que quedarse a atender unas cosas en su trabajo – les anunció enredando los dedos de las manos – y mamá no lo iba a dejar solo así que por eso no pudieron venir. Nos desean que nos mantengamos a salvo.
Inko se levantó y colocó una mano sobre su hombro para darle apoyo, Ochako la miró y se abrazó a ella. Cualquiera que debiera pasar la purga lejos de sus seres queridos tenía que vivir una constante preocupación. Pero Izuku no estaba seguro de que tener a su madre ahí en la ciudad con él sirviera de tranquilizante para nada, en las demás prefecturas la violencia era menos propensa, usualmente solo se daban algunos pequeños casos que incluían riñas. Casi se podían contar con los dedos los crímenes que se daban en todas las demás prefecturas esa noche. Por eso mismo la mayoría de personas que no querían formar parte y tenían posibilidad se iban. Otros como ellos que debían trabajar no tenían otra opción más que quedarse. Y, en sentido contrario, todos los que querían formar parte llegaban a la ciudad exclusivamente para eso.
Izuku salió al pasillo para revisar antes, atrapó a Iida, su vecino de la izquierda, que iba llegando con una mochila colgada del brazo. Él se había mudado casi al mismo tiempo que ellos hacía tres años. Era bastante seguidor de las reglas, un hombre estricto, pero amable y agradable. Con el tiempo se habían hecho buenos amigos. Lo saludó inclinando la cabeza y abrió su propia puerta para entrar.
–Mantente a salvo. – fueron sus últimas palabras. Porque esa noche, ese era el deseo que más se daba.
Cerraron con llave y fuerza todo el lugar. Prepararon la comida y cenaron más temprano de lo normal, sabían que si no lo hacían antes de que sonara la alarma luego no podrían ingerir nada. Se sentaron en el pequeño sofá de la sala y encendieron el pequeño y anticuado televisor. Las noticias informaban sobre los preparativos que las personas llevaban a cabo para mantenerse a salvo. O para participar. Cuando una nota preocupante sobre el incremento de venta ilegal de armas terminó apareció en pantalla la imagen que anunciaba el inició de la noche más larga del país.
"Esto no es una prueba, este es su Sistema de Transmisiones de Emergencia anunciando el inicio de la depuración anual autorizado por el gobierno de Japón.
Se autoriza el uso de armas de clase 4 e inferiores durante la depuración, se restringe las armas de otra clase.
Se ha concedido la inmunidad a la depuración a los funcionarios gubernamentales de rango 10 y no se les deberá hacer daño. Después de sonar la sirena cualquier delito, incluyendo el asesinato, será legal durante 12 horas continuas.
Los servicios policiales, de bomberos y médicos de emergencia no estarán disponibles hasta mañana a las 7 de la mañana al concluir la depuración.
Benditos sean los nuevos padres de la patria y nuestro país. Una nación renacida.
Que Dios esté con ustedes."
Comenzando de inmediato la alarma que da inicio a la purga.
Izuku sintió cómo Ochako se abrazaba a él y la rodeó con el brazo para tratar de transmitirle tranquilidad y protección. Su madre aplaudió dos veces y cruzó los dedos de las manos haciendo plegarias a los dioses. Sus dioses, no el que este nuevo gobierno anunciaba retomando la advertencia que se daba también en Estados Unidos. Izuku nunca dejaría de considerar que perdieron la cabeza cuando optaron por realizar la misma actividad que América.
La alarma se escuchó por toda la ciudad, un sonido fuerte y constante que inundó cada rincón del lugar anunciando a las personas que daba inició al peor acontecimiento de cada año: La purga. Cuando el sonido disminuyó pasaron varios minutos antes de que Izuku se atreviera a moverse.
–¿Qué tal si leemos un poco? – les propuso. Ochako y su madre asintieron, su pareja lo soltó para permitirle levantarse e ir a su habitación. Ya habían abandonado la idea de tratar de dormir, el primer año que vivieron la purga ellos dos juntos habían estado despertando de golpe a cada pequeño ruido y Ochako se había quedado sentada en la oscuridad agarrando un bate con tanta fuerza que sus manos se pusieron blancas. El siguiente se había repetido algo similar así que Izuku propuso que vieran una película para distraerse. No había funcionado ya que le ponían pausa a cada momento para tratar de saber qué había sido ese ruido y si se repetiría. Por eso ahora había elegido un método de distracción que a pesar de todo los dejara estar al pendiente del exterior. Apagaron las luces y quedaron solo con las lámparas para iluminar el papel. Ochako y su madre parecieron relajarse un poco después de 20 minutos e Izuku tomó su celular para ver las noticias a tiempo real.
Se compartían muchos informes. Se escuchan gritos en tal lado, se han encontrado cadáveres en tal lado, personas directamente anunciaban que habían asesinado a alguien y subían imágenes de eso. Era perturbador, no llevaba ni una hora desde que había comenzado y ya estaba así.
Entonces se escucharon golpes en la parte inferior de su edificio y los tres se levantaron de golpe. Izuku observó como ambas mujeres habían comenzado a temblar de inmediato. Se abrazaron entre ellas. Los golpes siguieron y parecieron acercarse. Ellos vivían el sexto piso. Se escucharon pasos fuertes en el pasillo y Ochako se tapó la boca y junto con Inko se colocaron detrás de él, como si eso sirviera de algo para esconderse. Diferenciaron la puerta de Iida abrirse y cerrarse y luego cosas cayendo. Midoriya se preocupó de lo que pudiera pasar ahí. Hasta donde sabía, Iida vivía solo y lo había despedido antes de encerrarse en el lugar.
El ruido se repitió y entonces comenzaron a golpear en su propia puerta. Se congelaron. Incluso Ochako dejó de temblar. Los golpes se repitieron seguidos de la voz de su vecino.
–Midoriya-kun, Uraraka-san, por favor abran. – Izuku deslizó su celular en el bolsillo delantero de su celular y fue rápido a abrir. No lo conocía demasiado, pero no desconfiaba de él.
–¿Qué pasa, Iida-kun? – este le dio una mirada a su apariencia antes de observarlo a los ojos otra vez.
–Me alegro de que no estuvieran en cama. Están por atacar este edificio. – le dijo y Midoriya escuchó a Ochako jadear asustada desde el umbral de la cocina. Quería preguntar a qué se refería cuando los golpes que se venían escuchando se hicieron presentes con mucha más fuerza. Justo debajo de ellos.
–Ya están aquí, Tenya. – Izuku miró a otro hombre que no conocía y se acercaba del otro lado del pasillo con el cabello pintado la mitad rojo y la otra mitad blanco acompañado de una cicatriz que enmarcaba su ojo izquierdo, vestido de negro, casi parecía un policía, pero no había ningún emblema, lo que no era raro, los policías tenían prohibido usar sus uniformes durante la purga. Venía seguido por Asui y Mineta, los últimos dos inquilinos de ese piso.
El desconocido los volteó a ver cuando se escuchaban muchos pasos subiendo las escaleras que rodeaban al elevador.
–Ahora van a llegar una horda de hombres que nos obligarán a bajar – les dijo con una voz que parecía estarles dando órdenes más que avisándoles algo – cuando lleguemos a la planta baja traten de moverse a la izquierda. Hagan lo posible por hacer que las demás personas también se muevan hacia allá, pero no lo digan directamente. Manténgase a salvo. – Les dijo inclinando la cabeza y les dio la espalda para encarar a los hombres que ya habían llegado. Todos estaban vestidos con cazadoras negras que no lograban ocultar el chaleco antibalas que traían debajo, tenían bates y garrotes de buena calidad y pasamontañas que ocultaban sus rostros. Izuku tomó con una mano a Ochako y con la otra a su madre tratando de cubrirlas con su cuerpo. Los hombres los rodearon y les ordenaron que bajaran, los empujaron mientras comenzaban a moverse. Bajaron las escaleras lo más rápido que pudieron y en el primer piso ya se encontraron con el tumulto de personas que conformaban a todos los inquilinos. Unas cuantas personas más llegaron del piso siete que era el último. Era un edificio pequeño en las orillas de la ciudad, lo mejor que habían logrado alquilar. Cuando salieron a la calle vieron que había dos camiones estacionados en frente con los contendores que se podían abrir de un costado paralelos a la entrada, Izuku se movió hacia la izquierda sin soltar las manos de las mujeres que amaba, trató de empujar personas hacia esa dirección, no sabía para qué le habían dicho que hiciera eso, pero tan desorientado como estaba parecía ser la mejor opción. Además, aún recordaba las palabras de que atacarían el edificio. Vio al resto de personas de su piso hacer lo mismo que él, Asui había tomado directamente las manos de dos mujeres que perdidas y asustadas como estaban solo se dejaron llevar. Los hombres cerraron el edificio detrás de ellos e hicieron una fila al frente. Izuku tuvo un mal presentimiento y jaló a Ochako y a su madre con más velocidad hacia la izquierda, estaba a punto de echar a correr cuando los camiones levantaron la cortina metálica de un costado y dejaron ver a seis hombres cada uno de pie detrás de una torreta. Todas las personas gritaron. Izuku las abrazó como si su cuerpo sirviera como alguna clase de escudo. Un ruido de llantas barriéndose, un motor acelerando y los disparos comenzaron. Apretó los brazos con fuerza esperando el metal que atravesaría su carne, sus músculos, sus huesos, liberarían a la sangre de su cuerpo, inutilizarían su existencia y acabarían con su vida sin compasión, acabando con todo lo que alguna vez pudo hacer, sin despedirse, sin proponerle matrimonio a Ochako con el anillo que estaba escondido en la bolsa de su abrigo, sin asistir nunca a la firma de autógrafos de All Might.
Sintió que lo empujaban y abrió los ojos, los cuales ni siquiera se había dado cuenta de que había cerrado. Iida estaba junto a él y le gritaba que corriera. Su cuerpo lo hizo antes de que su mente terminara de procesar las palabras. Apretó su agarre solo para asegurarse de que Ochako y su madre seguían ahí con él. Notó a Asui rebasarlo llevando de la mano a las mujeres que había tomado desde antes. Dio un vistazo hacia atrás, lo primero que notó fue la mirada perdida de Ochako que solo se dejaba llevar, los ojos llenos de lágrimas de su madre que se esforzaba por llevarle el paso, justo a su lado también corría mineta con los ojos muy abiertos por el miedo. Y detrás, frente al edificio donde vivían estaban dos camionetas negras que se habían parado entre las armas y ellos con algunas personas disparando. No pudo tomar detalle de la escena, vio más gente corriendo, vio gente disparando en ambas direcciones y también vio cuerpos amontonados en el suelo, principalmente del lado derecho donde las camionetas no habían alcanzado a cubrirlos.
Regresó su mirada al frente y siguió corriendo, buscaba a Iida entre las personas, pero le fue más fácil ubicar al hombre de cabello rojo y blanco, se aseguró de moverse en su dirección. Más adelante había dos autos, tres motociclistas y un camión. Se detuvo un segundo, pero al notar que esa otra persona seguía corriendo en su dirección fue tras él. Este hombre se volteó y gritando y haciendo señas les dijo que subieran al camión. Izuku se acercó, pero la aglomeración de personas no los dejó ni intentar subir.
–Midoriya-kun – escuchó que lo llamaba Iida, se giró a verlo y este le hacía señas con una mano para que fuera hacia uno de los autos junto con él. Le dijo que subiera a la parte trasera y no dudó en hacerlo, Ochako tuvo que sentarse en sus piernas para que de alguna manera se apretaran su madre, Iida mismo y Mineta, en la parte de adelante subió el hombre de cabello bicolor y en cuanto cerró la puerta el conductor que ya tenía el auto encendido arrancó sin esperar a nadie. No avanzaron mucho cuando se escucharon a los demás vehículos seguirlos.
–Está bien – les dijo Iida – ahora están a salvo.
Ochako y su madre se desplomaron contra él y comenzaron a llorar. Mineta también dejó a sus lágrimas correr. Izuku por su parte dio un par de respiraciones profundas mientras abrazaba con fuerza a Ochako con un brazo y a su madre con el otro.
Esa era la primera vez en su vida que pasaba por las calles durante la hora de la purga. No pudo evitar observar a través de los vidrios polarizados, iban entre calles secundarias y aún estaban a las orillas de la ciudad, había gente caminando que les arrojó cosas, un grupo de personas que se habían pintado el rostro y llevaban indumentaria afín al teatro kabuki les dispararon. Había muchos delincuentes que solo tenían cubrebocas para ocultarse caminando juntos. Una pareja vestida como personajes de anime llevaban al aire cada uno una katana cubierta de sangre. Presenció otro grupo que rodeaba a tres personas y se turnaban para golpearlos, una vuelta los sacó de su posibilidad de visión. Había muchos, muchos cuerpos por todos lados. Regresó su atención al interior del auto y besó la cabeza de Ochako.
Se estaban adentrando a la ciudad. Conforme más avanzaban más ruidoso era todo.
–¿Qué hay de King Explosion? – preguntó el actual copiloto de repente llamando su atención.
–No puedo creer que ese sea su apodo en serio. – le contestó el conductor
–Él lo eligió – respondió el otro con total calma – ¿Cuál es su situación?
–Cuando salí acababa de anunciar que iría por la carga. Supongo que llegará un poco después de nosotros.
Izuku sintió a Ochako acomodarse contra él. Ella tenía la mirada perdida al frente. Su madre cabeceaba al borde de quedarse dormida. Mineta tenía las manos apretando sus propias rodillas y con una intensa mirada justo a ese punto. Iida observaba el exterior al otro lado.
–¿Qué es eso? – dijo el conductor haciendo que todos en el auto observaran lo que señalaba directamente con una mano al frente. Izuku siguió la dirección de su dedo hasta dar con una pared sumida en la obscuridad que la hacía parecer en su totalidad de color negro. No veía nada en particular.
–Yo no veo nada. – dijo Mineta en voz alta revelando su nerviosismo.
–Debería haber un callejón abierto ahí – contestó el desconocido con una quemadura.
El hombre que iba manejando tocó el claxon con mucha fuerza, dos veces largas, una corta, y otra vez larga. Izuku vio por el parabrisas trasero cómo el camión, las motos y el otro auto giraban en una calle dejándolos solos.
–Hey, hey ¿Por qué no giramos también? – preguntó Mineta que también se había volteado a ver.
–Alguien tiene que averiguar qué es eso – dijo el conductor – y actuar de carnada si es necesario. No servirá de nada si alguien nos sigue y descubre a dónde vamos.
Izuku tragó saliva y no se atrevió a mirar a Ochako ni a su madre que seguramente buscaban su apoyo, él no podría solo decirles que todo estaba bien. Revisó su celular, que por suerte había mantenido con él, según la hora había pasado apenas una hora y media desde que sonó la alarma, no podía creerlo, se sentía como si ya hubiera vivido una vida entera, aún quedaban 10 horas y media. Todavía era demasiado tiempo.
Se detuvieron junto a la parte donde debería estar el callejón e Izuku notó que lo habían cerrado a base de poner largas láminas de metal clavadas a la pared con lo que parecían tornillos gigantes. Se escuchó un agudo grito del otro lado.
–Crearon un callejón sin salida – susurró Iida. Del otro lado de esa cuadra se encontraba la avenida principal, el lugar predilecto donde se reunían las personas que estaban participando en la purga. Siguieron avanzando y observaron que el resto de calles pequeñas a partir de ese punto estaban iguales. Fue allí donde más fuerte se escuchaban los gritos, golpes, armas y explosiones. Solo una calle los separaba del verdadero terror de la purga. Mas adelante por fin giraron a la misma dirección que los otros vehículos habían tomado. Bajaron en un estacionamiento, las puertas de este se cerraron justo en cuanto entraron. Bajaron dos niveles y se estacionaron.
Iida les pidió amablemente que bajaran mientras los dos de enfrente se adelantaban. Izuku tuvo que ser el soporte de Ochako a quien se le doblaron las rodillas en cuanto tuvo que ponerse de pie.
–Lo siento – le dijo mientras hacia su segundo intento, esta vez exitoso, de ponerse en pie.
–No te preocupes. ¿Estás bien?
–Sí, eso creo. ¿Tú?
–Estoy bien. – apretó su mano para apoyar sus palabras y le sonrió un poco. Pasó algo similar con su madre, Izuku estaba seguro de que, si ellas no estuvieran ahí y él no se concentrara en ayudarlas, probablemente se habría puesto a llorar o gritar desde el principio. De alguna forma sabía que ellas lo sabían y que se encontraban en una situación similar. Bajaron el último piso a pie. Abajo se encontraban reunidas muchas personas, era lo más parecido a un refugio con lo que se había encontrado. Algunas dormían en el suelo, otras estaban sentadas alrededor de linternas que era el único medio de luz, muchos platicaban. Algunos, como hipnotizados solo se abrazaban en silencio. La mayoría, vestidos de negro y con los rostros cubiertos, estaban de pie y se veían alerta.
Al fondo diferenció el camión que estaba antes y a Asui que se acercaba a ellos caminando rápido, casi corriendo. En cuanto Ochako la vio, por primera vez en la poco más de media hora que llevaban desde que comenzó todo, lo soltó de la mano y corrió a abrazarla. Ellas se habían hecho amigas desde casi el momento en que ellos se mudaron a su apartamento tres años atrás. El primer día Ochako había dejado sus llaves y como ella regresaba primero se había quedado afuera, Asui la había encontrado sentada en el pasillo y la había invitado a esperar en su casa. Desde entonces siempre hablaban y se había creado un lazo de afecto entre ellas. La amistad se había extendido hasta él y ahora también podía relajarse al verla a salvo. Mineta que estaba a su lado se dejó caer al suelo agotado mientras Asui le decía que también le alegraba que estuviera bien. Observó a su alrededor y vio a Iida hablando con el hombre que estaba en su piso. Se acercó con la intención de preguntarle algunas cosas, pero antes de que pudiera hablarle se escuchó el ruido de una explosión ahogada. Todos se tensaron.
–Debe ser Ka- uh… King explosion, en serio no puedo creer que ese sea su nombre. – dijo el hombre que había sido su conductor. Lo identificaba porque la sudadera negra que llevaba tenía el dibujo de un rayo amarillo en ambos hombros.
–¿Por qué provocaría una explosión? Eso llama la atención.
–Deben estarlo atacando. – dijo el hombre de cabello bicolor – A pesar de la primera impresión que da, él no haría algo que nos expusiera.
–Eso es malo – dijo Iida observando hacia arriba como si de alguna manera pudiera ver lo que estaba sucediendo –, si él no puede venir nos quedamos sin las pocas opciones de armas que tenemos y no podremos llevar a cabo el plan. Todavía hay muchas personas que salvar.
Otra explosión se dio y se escuchó un jadeo general. Pero para Izuku solo resonaban las últimas palabras que había dicho.
–Iida-kun – lo llamó, este lo volteó a ver haciendo una exagerada señal de silencio.
–Aquí debes llamarme, Ingenium.
Izuku no usó tiempo en pensar en eso.
–Ingenium, estamos debajo del edificio administrativo de perfumerías Hagakure ¿no es cierto?
–Sí – le contestó su vecino. Izuku vio por el rabillo del ojo que los otros le estaban prestando atención.
–Está conectado con otros edificios. La carga podría llegar si le decimos a este King… eh – realmente era raro pronunciarlo en voz alta.
–Perfecto – lo salvó de su incomodidad el hombre que, ahora que le ponía atención, tenía los ojos heterocromáticos. –, dinos cómo y le pasaremos el mensaje.
–No hay tiempo – contestó Izuku y señaló al techo – quedan como diez minutos para que llegue a la calle adjunta a la avenida principal, noté que esté cerrada y de la vuelta para regresar e irse por otro camino. Si no dejará que los descubra, se alejará y se perderá la oportunidad. Yo subiré y le diré. Me encargaré de que eso llegue y ustedes salven a esas personas.
El conductor rio.
–Eh, Ingenium, si tenías un amigo tan listo debiste traerlo antes.
–Vamos – ordenó el de cabello bicolor y comenzó a correr, notó que otras dos personas aparte lo seguían.
–Izuku… – lo llamó su madre desde atrás. Él se dio la vuelta y vio su expresión llena de miedo y preocupación. Le sonrió para tratar de tranquilizarla. No podía quedarse a convencerla.
–Regresaré pronto – le dijo. Asui tomó el brazo de Ochako con delicadeza y le prometió que las cuidaría.
Izuku se dio la vuelta y comenzó a correr.
¡Gracias por leer!
