Veía con desgano y fastidio el vestido que sostenía frente a sus ojos. Aquella misma tarde había ido con Nabiki a comprar el vestuario que usaría en la fiesta de graduación, y como de costumbre la joven se había salido con las suyas.

-No sé cómo me convenció para comprar esta cosa- se dijo, dejando caer el vestido sobre su cama. La pequeña vestimenta era de color negro, le llegaba hasta la mitad de los muslos, era ceñido a su cuerpo lo cuál resaltaba cada una de sus curvas y el escote no dejaba lugar a la imaginación. Sencillamente algo que la pequeña de las Tendo jamás ocuparía con su consentimiento pero, bajo la mirada de su hermana era otra cosa.

Resopló con fastidio, recordando la conversación que convenció a la joven a elegirse por tan reveladora prenda.

Flash Back.

-¡Yo quiero este!-Exclamó la joven de cortos cabellos azulados tomando uno de los vestidos de la tienda que había llamado su atención, se trataba de un vestido que llegaba hasta el cuello, de color rosa y que le llegaba hasta los tobillos. Lo colocó frente a su hermana con una entusiasmada sonrisa-¿Qué opinas?

-Que estás loca- respondió alzando una ceja. Tomó el vestido y lo dejó dónde estaba-Akane, ya no eres una niña. Vas a graduarte de la preparatoria, deberías pensar ya como una mujer-Luego la miró de arriba abajo, y continuó-Asumámoslo Akane, tienes un cuerpo estupendo el cuál no entiendo por qué te empeñas en esconder. Eres bonita y deberías sacar esa belleza a la luz, haz que Ranma quede embobado cuándo te vea- sonrió.

La joven se sonrojaba cada vez más según su hermana avanzaba en su discurso, pero al oír lo último no pudo evitar sonreír.

-¿Y… Como puedo… hacer eso, Nabiky?- preguntó entrecortado, demostrando lo mucho que le costó preguntar aquello.

-Comprándote cosas reveladoras. A todos los hombres les gusta, estoy segura que Ranma no será la excepción- sonrió- Además, si no cambias pronto esa actitud de comprarte ropa como la que te compras acabarás como una mujer sin gracia a los veinte ¿Lo sabías? Y si quieres que Ranma quedé embobado cuándo te vea, sólo compra lo que yo te diga sin rechistar.

Akane asintió levemente, mirando al suelo del lugar incapaz de mirar a los inexpresivos ojos de su hermana y menos, la posible sonrisa que ella tendría dibujada en el rostro en ese momento.

Fin del Flash Back.

-Las cosas que hago por él…-Susurró acercándose a su vestido, lo miró unos segundos más y lo guardó finalmente en la bolsa en la que venía, acto seguido guardó cuidadosamente la dichosa bolsa con el vestido en su interior en su armario, con el firme pensamiento de que si su padre sabía que se había comprado prenda tan reveladora comenzaría a llorar gritando quién sabe qué barbaridades.

Cuándo oyó que llamaban a su puerta.

-Akane, soy Ranma. Quiero hablar contigo- oyó desde el otro lado.

Sonrió. Seguramente le iba a invitar a ser su compañera en la fiesta de graduación. Se sentó al borde de su cama y dijo.

-Adelante.

La puerta se abrió y su prometido entró, al verla le sonrió y ella le devolvió la sonrisa mientras, él cerraba la puerta.

-Akane, esto… ¿Ya decidiste con quién ir a la fiesta?-dijo nervioso.

Akane amplió su sonrisa poniéndose de pie.

-No… ¿Y tú?

-Pues, la verdad es que yo….-su nerviosismo aumentó cuándo vio que la joven se acercaba hasta situarse frente a él-Yo…- le estaba costando trabajo completar la frase, sabía de antemano como se pondría su tierna prometida al oír lo que valientemente le había ido a decir-Voy a ir con Ukyo, ella… Me lo propuso esta tarde cuándo tú saliste de compras con Nabiki.

Inmediatamente la sonrisa en el rostro de la joven se desvaneció como por arte de magia., toda muestra de felicidad había sido reemplazada por un gesto completamente inexpresivo.

-¿Y viniste hasta aquí para decírmelo?-preguntó bajando la cabeza, mientras apretaba los puños a cada lado de su cuerpo. Conteniendo la rabia que amenazaba con matar a su apuesto prometido-Viniste hasta aquí para sacarme en cara que tú irás con Ukyo y que yo aún no tengo pareja ¿no es así?

-Pues, la verdad eso es por culpa tuya.. Akane. Si no mal me equivoco, muchos chicos de la clase te propusieron ir con ellos pero, tú no los aceptaste- dijo y pensó- "Menos mal..."

En ese momento, Akane levantó la cabeza clavando sus ojos castaños llenos de rabia en los azules de su prometido, pero para sorpresa del muchacho, su joven prometida no lo golpeó como esperaba, sino que sonrió… Pero, no era una sonrisa cualquiera. Ella había sonreído con malicia, le devolvería con la misma moneda.

-Es cierto… Tengo pensado ir con Ryoga, él es un buen muchacho y estoy segura que no se negará- su voz sonaba dolida, pero su rostro no lo reflejaba, y aquella sonrisa seguía presente.

-¿Con… Ryoga?-frunció el ceño- ¡¿Irás con Ryoga?!- exclamó olvidando por completo el enfado y la extraña actitud de su prometida.

-Así es… -Aumentó el tamaño de su sonrisa. Se le había ocurrido una idea y mintió- Ryoga y yo somos novios desde hace un tiempo a escondidas de nuestras familias claro, es normal que vaya con él ¿no te parece?

-¡¿Novios?!-exclamó entre molesto y desencajado.

-Todas las veces que está acá viene a verme a mí. Es tan cariñoso y amoroso conmigo… -El joven ya no la escuchaba, mientras ella continuaba enumerando las cualidades del chico perdido, Ranma se encontraba procesando la información recibida. Ryoga y Akane eran novios, y no se lo habían dicho hasta ahora, ¡Quién sabe desde hace cuánto iniciaron su secreta relación! Le habían visto como un idiota, engañándolo en sus narices. Akane era su prometida, y algún día sería su esposa, y él por supuesto no estaba dispuesto a perderla. Estaba dispuesto a perdonarle su "infidelidad" con tal de que deje al chico eternamente perdido por él, porque Ranma no estaba dispuesto a dejar a la única mujer que había amado en su vida. Simplemente sería demasiado doloroso. Pero… Sí Ryoga y Akane son novios, es porque ella debe sentir "cosas" por él… ¡Esto no se quedaría así!

-… ¿me estás escuchando?-preguntó molesta, moviendo la mano de un lado a otro frente a los ojos de su prometido. De pronto, una sonrisa maliciosa parecida a la que ella tenía anteriormente, se hizo presente en el rostro del joven.

-¿Sabes una cosa, Akane? La noche de la fiesta, será muy divertida..-Dijo y sin más, le dio la espalda y salió de la habitación.

Akane se quedó mirando la puerta durante unos segundos, y luego una expresión de dolor se formó en su rostro.

-¿Qué he hecho?

Se dejó caer sobre su cama.

-"¿Por qué rayos dije que Ryoga iría conmigo a esa fiesta y que además, era mi novio? Ni siquiera sé en dónde está para proponerle ir conmigo y si no llego con él, Ranma se reirá de mí el resto de su maldita vida… Y todo porque él pretende ir con Ukyo a la fiesta"-pensó-"Voy a ir a dar una vuelta, haber si con suerte encuentro a Ryoga perdido por ahí. Estoy segura que no se negará"

Sin más, se levantó de su cama y salió de su habitación.

-¿A dónde vas?-le preguntó Kasumi al ver a su hermana menor, de pie frente a la puerta colocándose los zapatos.

-Iré a dar una vuelta, Kasumi- respondió girando el rostro para mirarla-¿Se te ofrece algo del centro comercial?

-No, no se me ofrece nada, Akane. Aunque gracias de todos modos- sonrió con dulzura-Volverás para la cena ¿verdad?

-Sí, ¡Hasta luego!- se despidió abriendo la puerta.

-Adiós Akane, cuídate mucho ¿por qué no le dices a Ranma que te acompañe?- sugirió.

-No quiero molestarlo, y no te preocupes Kasumi. Antes de que él llegara yo iba sola a todas partes ¿recuerdas?- sonrió.

-Sí, eres una chica muy fuerte- sonrió a su hermana mayor, y salió de la casa.

El clima estaba fresco como cada atardecer y el cielo dejaba ver hermosos tonos rojizos. Miró al cielo y sonrió cerrando los ojos, sintiendo el aire mecer traviesamente sus cabellos y jugar con su vestido, moviéndolo ligeramente.

-Ranma…-Suspiró al viento y abrió los ojos, y el rostro de su apuesto prometido apareció en el cielo, como fruto de su imaginación-Debo sacarme de la cabeza a ese baka.

Frunció el ceño y comenzó a caminar. Miraba a todos los lados deseando ver en cualquier lugar al joven del colmillo, como su típico paraguas rojo que pesaba más de lo que aparentaba.

-¿Buscas a alguien, Akane?-Oyó la voz femenina a sus espaldas. Se detuvo y giró, para quedar frente a la joven dueña de la voz que reconoció inmediatamente.

-Ukyo, ¿Qué haces aquí?

-Vine a comprar harina para mis Okonomiyakis- respondió mostrándole la bolsa que sostenía y luego, la miró con curiosidad- ¿Y tú? Parecía que buscabas a alguien.

-Pues...

-¿Sabes qué, Akane? No tengo mucho tiempo, pero si quieres puedes venir a mi restaurante a comer algo. Tengo a Ryoga de huésped y estoy segura que estará feliz de verte- sonrió comenzando a caminar al lado de la chica.

-¡¿Ryoga está en tu restaurante?!-Exclamó sonriente- ¡Qué suerte!

-¿Por qué lo dices? ¿Era a él a quién buscabas?-preguntó mirándola de reojo.

-Pues, sí. Tengo algo que proponerle- sonrió.

-¿piensas invitarlo a la fiesta de graduación?

-Sí, ¿crees que acepte?

-¿Qué si creo que acepte?- rió- Ryoga busca la forma de cómo preguntártelo desde que le comenté sobre la fiesta. Menos mal que yo iré con mi Ranchan, ¡Estoy tan feliz por eso! Shampoo morirá de la envidia.

Akane sonrió forzadamente. El comentario fuera de lugar de la chica le había dolido.

-¿Por qué decir que Shampoo tener envidia?-Preguntó una conocida voz relativamente cerca, acompañada del tintinear de una bicicleta en movimiento.

Instintivamente, ambas jóvenes miraron hacía atrás justo en el momento que la bicicleta se detenía abruptamente frente a ellas.

-¡Shampoo!-Exclamó Ukyo, mirándola con cierto coraje-¡¿Estás tonta o qué te pasa?! ¡Pudiste arrollarnos con tu dichosa bicicleta!

-Chica de la espátula, tú deber agradecer que no pasó para desgracia de Shampoo- respondió bajándose de la bicicleta, para colocarse frente a ambas muchachas-Shampoo oír que mencionar nombre y querer saber por qué.

Akane que había permanecido en silencio y miró de reojo a Ukyo quién, sonrió con malicia.

-¿Sabías sobre la fiesta de graduación del furinkan?-preguntó suavemente, cruzándose de brazos.

-Sí, y Shampoo querer invitar a Ranma- sonrió.

-¡Llegas tarde! Yo ya lo invité y aceptó. Lo siento Shampoo, debe ser difícil perder.

La sonrisa antes presente en el joven rostro de facciones chinas se desvaneció por completo, dando paso a una inmensa furia contra la cocinera.

-¡tú no poder ir con Airen! ¡Airen ser de Shampoo y de nadie más!-Exclamó.

Una nueva pelea entre ambas jóvenes daba inicio. Akane resopló con fastidio, sintiéndose ignorada. Parecía que ambas chicas se encontraban muy concentradas en la pelea, o al menos lo suficiente para olvidar su presencia.

Se cruzó de brazos y se alejó del lugar, dejando a ambas chicas peleando atrás. Continuó su trayecto al restaurante de Ukyo, contenta de saber que el joven del paraguas rojo se encontraba allí.

Al llegar vio que el restaurante obviamente estaba cerrado, se acercó a la puerta deseando que la joven no haya dejado cerrado con llave, ni nada similar. En ciudades como Nerima no era necesaria tanta protección, pues el único ladrón suelto que había era cierto anciano de corta estatura que se dedicaba a robar prendas intimas y nada más.

Al entrar vio que estaba vacío…

-¡Ryoga!-Llamó, pero nada.

Frunció levemente el ceño al notar un papel sobre la barra. Se acercó, lo tomó y leyó en voz alta.

"Ukyo, debo irme. Agradezco tus atenciones, pero ya es hora de marcharme. Iré a la casa de los Tendo a pedirle a Akane que vaya conmigo a la fiesta del Furinkan. ¡Deséame suerte! Gracias por todo".

-¡Rayos!-Exclamó- Y con lo desorientado que es Ryoga… ¡Maldición!-Dejó el papel dónde lo había hallado, y rápidamente salió del restaurante, con una expresión de decepción en el rostro.

Iba caminando lentamente hacía su casa. Si tenía suerte tal vez Ryoga se encontraba ahí, pero las probabilidades de que eso fuese verdad eran de un 30 o tal vez menos.

En el camino, vio a aquella anciana que se dedicaba inconscientemente a empapar a Ranma o a Ryoga, o a cualquier persona maldita transformándolo inoportunamente.

-¡Hola, señora!-Saludó por primera vez a la anciana.

La mujer de avanzada edad, la miró durante unos segundos y cerró fuertemente los ojos siete veces como si le costara ver a la persona que tenía enfrente.

-¡Tsumi!-Exclamó la anciana y la abrazó-¡Sabía que volverías, nietita mía!

-¿Disculpe?-preguntó sorprendida y desconcertada. Definitivamente no se esperaba tal muestra de afecto de una persona con la que nunca antes había entablado conversación alguna.

-¡Nietita, pasa, pasa! No te quedes ahí parada- dijo la anciana, separándose-Siempre supe que volverías…- dijo con emoción reflejaba en su antiguo rostro lleno de pequeñas arruguitas y la empujó hasta el interior de la casa, ignorando las palabras de la joven.

-¡Usted se equivoca, señora! ¡Yo no soy quién usted piensa!-Exclamaba la chica, sorprendida de la fuerza de quién aparentaba ser una indefensa anciana y ella tampoco ponía mucha resistencia, por temor a lastimarla.

Entró a la casa, era más grande de lo que aparentaba ser desde afuera.

-Señora, usted está confundida- dijo girándose.

-Toma asiento. Ya te traigo algo, debes estar muy cansada por el viaje- dijo la anciana y se dirigió rápidamente a la cocina.

Akane resopló con frustración y se sentó como la anciana le había ordenado. Y se dedicó a observar la casa, era demasiado lujosa como para pertenecer sólo a una anciana jubilada hace mucho.

-¿Y cómo está tu madre? ¡Hace mucho que no la veo!-Exclamó la mujer acercándose. Dejó un platillo con galletas sobre la mesa de centro y le ofreció un vaso de leche.

-Señora, le repito. Yo no soy su nieta- explicó.

-¿dijiste que estaba bien? Sii… esa mujer desde que la conozco que ha sido muy fuerte. Nunca se enfermaba- dijo sentándose a su lado.

Una gotita estilo anime, cayó por la frente de la chica quién sonrió derrotada.

-Esta bien, señora, lo que usted diga. Por casualidad, ¿ha visto a un chico con un paragua rojo y una pañoleta amarilla en la cabeza?

-Sí, creo que sí. Me pareció verlo- dijo pensativa-Pero, no recuerdo cuándo. Creo que… Fue ayer o antes de ayer o quizás el mes pasado… no recuerdo bien.

Otra nueva gotita resbalaba por su frente.

-Entiendo…-Dijo en tono de derrota.

-Tus padres eran todo unos idiotas cuándo jóvenes.

-No me diga…- sonrió incrédula de que la mujer sea tan terca- "Es que esta anciana no entiende cuándo le digo que no soy su nieta… Tal vez me quede aquí un rato siguiéndole el juego. No tengo ganas de ver la cara del idiota de Ranma, no por ahora"- pensó.

-Pues sí. Recuerdo que cuándo los comprometieron a los dieciséis fue horrible. Ella siempre ha tenido un carácter muy fuerte y los dos eran un par de orgullosos, cuándo ella se enteró del compromiso… Uff ¡Si vieras como se puso!- sonrió la anciana, recordando viejos tiempos.

-¿A sí?-alzó ambas cejas con interés. Por alguna razón la historia se le hacía familiar.

-Sí…-asintió con la cabeza-Tu abuelo era un completo estúpido, comprometía a tu padre con cualquier muchachita que se le cruzaba por su camino y es por eso, que el pobre jovencito después andaba siendo perseguido por "las locas" como decidió llamarles- sonrió divertida-Pero, él siempre estuvo enamorado de tu madre aunque, siempre la trataba mal, siempre peleaban pero, en el fondo se amaban- suspiró con nostalgia.

-¿Ella era bonita?- se arriesgó a preguntar.

-Era bonita, sí… Pero, sus otras prometidas eran mucho mejores.

-¿Y aún así él la amaba a ella?- preguntó sorprendida, tomando una galleta.

-Sí- asintió con la cabeza- Él la amaba a ella y tardó dos años para decírselo, como te dije antes, los dos eran muy orgullosos para sus cosas, un par de tercos- rió por lo bajo.

-¿Pero, si él la amaba a ella por qué la trataba… Así?-preguntó bajando la mirada, antes de beber un sorbo de leche.

-Para esconder sus sentimientos, niña. Los hombres jamás muestran sus sentimientos, prefieren esconderlos tras palabras hirientes- dijo deslizando la mirada hacía la ventana- Tu madre se pasaba horas encerrada en su habitación luego de cada pelea.

-Me lo imagino- suspiró y dejó el vaso de leche sin terminar sobre la mesa de centro-Bueno, me tengo que ir- dijo poniéndose de pie.

-¿Ya te vas? Quédate otro ratito. Desde que te fuiste hace quince años, te he extrañado mucho.

-Yo…-En ese momento el sonido de un trueno se deja oír-¡Maldición!- se dirigió a la ventana, sólo para cerciorarse de que aquel trueno había sido el inicio de una fuerte lluvia.

-¡Mira nada más como llueve!-Exclamó la anciana, sorprendida.

-Bueno, igualmente tengo que irme. Tengo importantes asuntos que resolver-dijo y sonrió-Gracias por todo.

-Vuelve cuándo quieras, nietecita- sonrió con dulzura y la abrazó.

Akane correspondió insegura el abrazo, y luego se separaron.

-Gracias por todo- repitió sonriente.

-Llévate un paraguas, te puedes enfermar- dijo y se dirigió a la puerta de un cuarto y volteó el rostro para decir-Espera ahí.

-¡No, no es necesario, ya se ha molestado mucho! ¡Nos vemos!-Exclamó y salió de la casa.

La lluvia la empapó por completo en cuestión de segundos, el viento era más fuerte a cada segundo y desde hace rato había dejado de correr. Se encontraba caminando, abrazándose a sí misma.

-Debí hacerle caso a la anciana…-Susurró pero, sonrió al encontrarse a fin frente a su casa.

/…\

-¿Cómo que todavía no vuelve?-preguntó Ranma frunciendo el ceño, preocupado. Toda la familia se encontraba en torno a la mesa, con la cena servida pero, Kasumi no permitía que comenzaran sin la más pequeña de sus hermanas.

-Aún no vuelve y se fue hace mucho, tal vez le pasó algo. Está lloviendo mucho- dijo Kasumi, llevándose una mano a una mejilla, preocupada.

-Estará bien, Akane es fuerte, tal vez se quedó en casa de una amiga y nosotros aquí muriéndonos de hambre, ¿podemos comenzar ya, Kasumi?- dijo Nabiki, mirando a su hermana suplicante.

-¡¿Y sí le paso algo a mi pobre hijita?!-Exclamó Soun, a punto de echarse a llorar.

-Ranma, ¡Tú deber es ir a ver qué pasa con Akane!-Dijo Genma, mirándolo severo.

-Lo que Genma quiere es comer pronto, al igual que todos- dijo Nabiky, indiferente.

-Está lloviendo muy fuerte- dijo Ranma mirando a la ventana, preocupado-Iré a buscarla.

-¡No es necesario!-Exclamó la joven desde el umbral de la puerta, estilando, completamente empapada-Ya estoy en casa…-dijo débilmente.

-¡Dios Santo!-Exclamó Kasumi llevándose las manos a la boca- ¡Mírate nada más!-Exclamó y se dirigió a la joven.

-¡¡Hijaaa!! ¡¿Pero, qué te ha pasado?!-Gritó Soun, llorando a lágrima viva y se dirigió a su hija corriendo, para abrazarla- ¡Estás toda mojadaaa!

Nabiky la miró sorprendida, y luego preocupada pero, no se movió de su sitio. Lo mismo Genma. Ranma por su parte la miró serio, enfadado, pero ya hablaría con ella más tarde.

-Ve a cambiarte ropa y luego bajas a cenar ¿si?- sonrió Kasumi.

Soun seguía sollozando dirigiéndose a su sitio en la mesa.

Akane asintió y se dirigió a su cuarto, al abrir la puerta se la habitación encontró sobre su cama a cierto cerdito negro que se hacía llamar su mascota.

-¡P-Chan!