Hola de nuevo!

Estoy hoy aquí subiendo esta historia que... bueno llevaba tiempo pensando, pero que al final salió algo tremendamente diferente a lo que de verdad estaba pensando. Se puede decir que sigue un poco en mi línea de angst, aun que este sea totalmente diferente al anterior. Dedicado a todas las madres del mundo, por que una madre, es una madre SIEMPRE. Va por ellas, que siempre luchan por nosotros.

Aviso: No soy J y los personajes no son míos ni los lugares, Hago esto sin ánimo de lucro ninguno.

Una madre siempre es una madre.

Se levantó por la mañana si haber pegado ojo, como siempre, eso ya no lo extrañaba en absoluto.

Bajó pesadamente las escaleras y cuando aun no había llegado al final levantó la mirada, y vio las caras sonrientes de sus padres que lo saludaba. Ese día no pudo evitar sentir una punzada en el estomago. Siguió su camino hacia la cocina, un camino inútil, unos buenos días a su abuela y un no tengo hambre, y se dio la vuelta, volvió a subir los escalones y volvió a encontrarse con los rostros de sus padres, y, como ya sabía que iba a pasar, volvió esa punzada en el estomago, y esa pesadez de espíritu.

Una ducha que no le calentó los huesos y dos o tres pesadas lágrimas saladas que se confundían con el agua de la ducha, cayeron por su rostro.

El tiempo le pasó extrañamente lento, pero como en una nube extraña y embriagante que lo privaba de cualquier deseo, minutos después, quizá horas, quien sabe, estaba frente a un maniquí de pichi verde al que ya tenia demasiado visto.

Se sintió como cuando tenía 9 años y, quizá algo mas esperanzado, esperaba delante del destartalado escaparate a que aquel maniquí se moviera y entonces poder pasar. Pero ahora la esperanza se había disipado y solo quedaba un muchacho de unos recién cumplidos 16 años que atravesaba un cristal hacia sus padres, o lo que quedaba de ellos.

Se había quedado absorto en sus pensamientos, y el brazo de su abuela tiró repentinamente de él. Llevándolo hacia su perdición, por que sabia que después de esa visita no iba a poder levantar cabeza durante dos días o mas.

Subió lentamente a la cuarta planta y caminó hacia aquella puerta que tantas veces había atravesado, encontrándose al otro lado a Frank y a Alice. Papá y Mamá. Se sentó al lado de la cama unos minutos. Sonrió levemente a su madre cuando ella lo miró y cuando no pudo más, pidió disculpas y se fue hasta la puerta, destrozado. Pero su madre se levantó, se le acercó y le cogió la mano y le encerró en el puño un chicle, otro más, y no pudo evitar sonreírle, esta vez de verdad, por que una madre, siempre es una madre.

Salió al pasillo y caminó sin rumbo, vio rostros conocidos, rostros desconocidos, familiares llorosos y niños compungidos. Pero no pudo evitar seguir sonriendo, y inconscientemente apretó con más fuerza el chicle que estaba en su mano, y es que era totalmente cierto.

Una madre, siempre es una madre.

Si leéis esto es que gastasteis vuestro tiempo en leerme y me siento completamente feliz por ello, pero me siento mucho mas feliz si me dejais un review, muchas mucha muchas gracias por leerme :D

Enjoy!