Disclaimer: los personajes no son míos, ni nada de lo que se pueda reconocer. Y el fic es de Sweet Ashie.

Advertencias: femslash e incesto muuuuuuuuuuy leves. Pero muy mucho.

La tía Alice te trae un poco más de gominolas, Sweetie ^^. Espero que te guste.

Muñecas (Molly/Roxanne)

Nunca le han hecho caso. Les gusta entrar por la ventana y aparentemente también que Molly se enfade. "Si no quieres que lo hagamos, ciérrala". "Sí, claro. Para que me la hagáis pedazos con una de esas cosas raras que vende vuestro padre". No se enfada, en realidad. Tiene que fingir porque es mayor y se supone que responsable y madura, y porque no puede ser bueno que crean que pueden hacer lo que les venga en gana sólo porque tienen esos ridículos hoyuelos en las mejillas -que no son tan monos como todo el mundo dice-.

La verdad es que siempre deja la ventana abierta. Para que entre el aire y la habitación huela a todo eso que es verde ahí fuera. Algo así como renovación de energías o purificación del quinto chacra. Pero hay días en que llegan ellos a llenarlo todo con sus risas supersónicas y el barro de sus botas. A veces llega antes Fred, grita "¡prima!" y la tira al suelo desde dondequiera que esté sin soltar la escoba. Casi siempre es Roxanne. Llega levitando como una sombra, asoma la cabeza y se apoya en el alféizar para no dejar pasar a su hermano. En silencio.

Hoy es uno de esos días. La mano de Roxanne le pilla por sorpresa en la espalda cuando empieza a cerrar la caja con cinta aislante.

-Joder, Rox. ¿Vais a dejar de hacerlo alguna vez?

Y entonces tiene a Fred encima e intentando darle un beso en la mejilla y si por un momento pensaba hacerse la ofendida, ya no tiene sentido. No hay nada que hacer contra el abrazo de Fred. Nada que hacer contra la sonrisa que a Roxanne se le intuye hasta en los ojos, en esa expresión de felicidad sin manchas.

-Pon un poco de emoción en tu vida, Molly. ¡Improvisa!

-Sabes que no es improvisación si siempre que venís entráis por el mismo sitio, ¿verdad? Tal vez podríais probar por la puerta. Igual os lleváis una sorpresa y hasta os parece más emocionante.

Roxanne descarta esa posibilidad con un gesto de la mano y se quita los zapatos. Fred ya va en calcetines hace como dos minutos y juega con una de las maquinitas de video juegos muggles que Molly guarda en un cajón. Realmente hacen la casa suya. A Molly le gustaría no tener que sonreír cuando ve a su prima dejar los zapatos en un rincón junto a sus deportivas preferidas.

Se escuchan pasitos en el pasillo. Ven la puerta de la habitación entreabrirse y a Lucy sonrojarse por debajo del cristal de las gafas. Aún no ha entrado en Hogwarts y todo lo que hace durante el verano es hablar de todas las cosas que el primo Fred le va a enseñar dentro de dos años.

-Hola.

Se acerca con cuidado hasta Roxanne -siempre le ha dado miedo que explote- y se deja achuchar. Molly se fija en que Fred levanta la vista un poco de la consola -lo suficiente para que nadie se de cuenta y a Molly le brille algo en el pecho-, tal vez -sin ninguna duda- preparándose para el numerito de siempre.

Es lo de todas las semanas. Lucy se tambalea hacia él, él no la mira. Ella lo llama y le tira del brazo y le toca el pelo y se deshace en un revoltijo de risas que le hacen bailar las pecas y que Molly y Roxanne guardan para días más oscuros.

-Priiiiiimoooo -Y es cuando la pequeña Lucy hace las vocales alargarse hasta la Luna; Fred claudica con su sonrisa de gamberro y salta de la cama. La coge en brazos y la hace volar, dándole vueltas por todo el cuarto e imitando el ruido de una avioneta muggle. "Eres una petarda". La hace estrellarse contra el colchón y retorcerse de cosquillas. "¡Vamos a hacer galletas!", y esa es Lucy levantándose y colgándose de su cuello y esperando a lo que sabe que siempre dice. "¡Con trocitos de chocolate, Lu!", y a veces es con canela o de jengibre, pero eso no cambia nada de todo lo demás, ni que Fred se despida de ellas derritiéndose de algo que convierte sus hoyuelos en agujeros negros que lo atrapan todo y golpeándose el corazón con el puño hacia ellas -a vosotras también os quiero, sólo que menos-.

Lucy arrastra y Fred la sigue para llenarle los bolsillos de todo lo que ella le pida. Se quedan solas. Molly sigue con lo suyo.

-¿Qué haces? -Roxanne apoya la cabeza en su hombro-.

-Precinto esta caja.

Chasqueo de lengua, ojos en blanco. Molly lo sabe aunque no lo vea.

-Eso lo estoy viendo. Pero por qué.

Por qué. Se lo ha estado preguntando desde que se levantó por la mañana, desde que bajó a desayunar y no pensaba en otra cosa, desde que empezó a vaciar la estantería. Era todo por qué, y Molly ha llegado a la conclusión de que la respuesta es algo así como porque sí. Porque ya es hora. Porque es lo que toca.

-Simplemente, es lo que tengo que hacer.

No parece de acuerdo. Roxanne abandona su espalda y se coloca enfrente. Le coge las manos para que deje de poner celo en la caja y levante la mirada.

-A mí me gustaban tus muñecas.

De plástico, de porcelana, de trapo. Con ojos de vidrio, algunas con esos vestidos tan largos, los zapatitos asomando por el borde, medias a rayas y una media sonrisa pintada con rojo. Todo un estante hasta arriba lleno de muñecas entre el polvo.

Le suelta las manos pero no deja de mirarla. Se hace más difícil aguantarle el contacto, ahora que no se tocan.

-Me siguen gustando -Hace una pausa que a Molly le suena a mil años de silencio-. No las tires. Nos encantaba jugar con ellas. Recuerdo -y al recordar se le encienden los ojos- una vez que te tiré a Marguerite a la cabeza porque no me dejabas montarla en mi escoba de juguete. "¡Pero Rox, una señorita como Marguerite se estropearía el vestido!" Qué tonta eras -Sonríe un poco para sí-. Te la tiré y te hizo un chichón enorme y se le abrió un agujero en la mejilla al caer al suelo.

-Sí, qué buenos tiempos -Molly siempre fracasa a lo grande cuando se trata de parecer ultrajada. Se rinde ante esa Roxanne. Ante Roxanne en general-. Marguerite nunca volvió a ser la misma.

-Ni tú, creo que me cargué todas tus neuronas con el golpe.

-Te voy a dar yo a ti pérdida de neuronas.

Y se pelean como de pequeñas, como cuando a Molly se le cayó el primer diente de leche y a Roxanne le hizo gracia y tuvieron que estirarse de las coletas. Molly la coge por el cuello y estira y ella ríe y acaban las dos haciendo la alfombra un lío y agitándose las respiraciones. Todo es como antes. Roxanne es esa niña que va siempre despeinada y con arañazos en las rodillas; a Molly le gusta la nata sin fresas y no soporta llevar los calcetines arrugados.

Y es normal si entre tanto juego acaba una encima de la otra -Roxanne, Roxanne encima. Tiene algo que hace que siempre esté como por encima de todo lo demás. Como si flotara, como si nunca tuviera miedo-. Es normal que Roxanne sonría y a Molly le tiemblen las ideas. Claro que va a decir que sí a cualquier cosa que le proponga.

-¿Por qué no guardas una? Podría ser Marguerite -A la vez que desenreda sus piernas para separarse, parece que baje la mirada y se muerda un poco el labio-. ¿Sabes? Siempre pensé que se parecía a ti.

-¿Por el pelo?

-Y por la cara deforme.

Se gana un cojinazo que desencadena otra de esas peleas que las devuelven a la vida como tiene que ser. "¡Mi padre la arregló con magia y quedó como nueva!" "¿En serio? ¿Y podría arreglártela a ti también?" "¡Roxanne Weasley, tu cara sí que no la va a reconocer tu hermano cuando vuelva!" Son niñas, a veces de trapo, casi siempre de porcelana de la que se rompe si la miran demasiado, con los ojos de vidrio y la sonrisa a la mitad. Sólo necesitan estar cerca para darse cuenta de que es todo lo que necesitan.

Entonces se les adelanta la noche, Fred roba una última caricia a la cabeza de una Lucy en delantal que intenta no caerse de sueño, y Roxanne guiña un ojo hacia todos, después de susurrar a Molly en el oído que Marguerite siempre fue su favorita. Se suben a sus escobas y el cielo se los traga, más adentro, todo oscuro, hasta que desaparecen.

Sólo cuando Audrey y Percy se llevan a Lucy a la cama en brazos, Molly se arrodilla frente a la caja de cartón y empieza a despegar la cinta adhesiva.

Quizás aún le queda un poco de tiempo para ser una niña.