adoro las estrellas...
¿Por qué?
Mira como brillan, como acompañan a la solitaria luna cuando esta parece estar echando tímidas lágrimas luego de la ida de su hermano, sol...
Que lindas palabras, la luna siempre tuvo esa bella apariencia triste, fría y hermosa... Creo que comienzo a comprenderte.
La luna es como una mujer, el sol el hombre, sin el sol ella sería sólo una capa más de oscuridad en el firmamento.
Eso sonó muy machista.
¿Sabes que me deprime?
¿Qué?
Cuando las estrellas y la dama son cubiertas por las nubes...
La verdad, no es muy bonito eso.
Y luego el canto de la lluvia... El aroma de la lluvia... La sensación de la lluvia.
Maestro, el mundo es muy bello según como usted lo ve.
La mejor manera de no vivir es apreciar y observar con suavidad el ambiente que nos rodea...
Nunca lo vi tan profundamente, usted es interesante. Hablar con usted es como hablar con Dios, sabe todo por experiencia. Es increíble, siempre que escucho sus palabras aprendo algo nuevo.
... Y siempre que charlo con la chica policía me sorprendo lo que es ser mujer.
¿No se cansa de ser tan pesado?
¿No te cansas de cuestionarme?
No... Oh, alguien toca la puerta.
Es Walter... No tengo ganas de caminar
Yo tampoco, usted está mas cerca
Yo: viejo, Vos: joven. Gasta los huesitos que no se van a desintegrar.
¿Por qué? Usted esta al lado de la puerta sentado... ¿Ni siquiera tiene ganas de estirarse un poco y abrir la puerta? – Pasó un minuto de silencio; Walter seguía insistiendo – Si sigue golpeando la puerta así... Le voy a...
Vamos, maestro, no sea tan "vaguis" – Sonrió al inventar una palabra absurda pero comprensible.
No, no quiero. Hacelo vos, es una orden. – Seguía cruzado de brazos intentando soportar los golpes, a sólo cuatro centímetros de la puerta. – Tengo una idea... ¡Walter, no estoy, buscame en un baño público!
Lo siento, no estoy aquí, deje su mensaje después del tono: ¡BIIIIIP! – Ceras jugó. Alucard la miró acosadoramente.
¿Qué haces? Eso no fue gracioso... Discúlpame, pero quedaste mal.
¿Tan malo fue?
Opino que fue muy original... – Agregó Walter del otro lado de la puerta.
Te dije que no estoy – Gruñó Alucard.
Ya está, Walter pasa. – Este obedeció y abrió la puerta.
Buenas noches, como estoy aburrido y veo que ustedes están hablando... Quisiera estar con ustedes. – Se sentó en una silla de por ahí.
Cuénteme, conde, ¿Cómo le fue hoy?
... Bien – Inclinó la silla.
Y ¿ A la jovencita?
Muy bien, Walter gracias. Maestro, no haga eso... – Contestó ella.
¿Qué? – Se despertó.
Eso...
¡Que! – Gruñó.
Señor, inclinarse así... – Dijo Walter.
Que importa, no va a pasar nada. – Dijo burlonamente.
Años y años de existir y no ha aprendido madurar. – Burló Walter.
Jajaja, es verdad. – Rió Ceras. – Hoy estoy alegre.
¿Por qué? – Preguntaron ambos varones.
Alguien dejó una carta en mi habitación...
¿Quién? – Preguntó el conde.
No se, pero, me dice cosas lindas... Muy lindas.
Déjeme ver, señorita Ceras – Pidió Walter. Ella sacó un papel y se lo entregó rápidamente evitando el interés de su maestro el cual, estaba con un rostro muy atento.
Santo Dios, señorita Ceras... ¿Esto es una carta decente?
Bueno tiene palabras sucias. – Rió la niña.
Mire nada más, conde: "Hola, linda... Como estas?. (...) Me encantaría hacerte (...) en el sótano a las (...) trae ese bello par de (...) grandes y redondeados. (... palabras obscenas y párrafos "hot") – Alucard quedó con un ojo a medio cerrar, duro y congelado.
Que miedo – Dijo Alucard.
Voy a ir – Agrego su pequeña. Su maestro quedó aun más mudo, hubo silencio molesto hasta que el gran vampiro se inclinó con su silla y se cayó para atrás. Walter empezó a toser y se escuchó una voz:
¡Alucard! – Llamó integra fuertemente. En un abrir y cerrar de ojos, este fue a responder el llamado. Walter y Ceras quedaron callados.
Ceras, el señor Alucard quedó algo mal – Dijo Walter preocupado.
Sí, se cayó de la silla y no dijo nada. Esta bien, no iré.
Señorita, no vaya es por su bien. Bueno, iré a preparar té. ¿Me acompaña? Aquí hace frío.
Sí, ya voy... – Guardó el papel. Fue detrás de su compañero.
Integra solamente miraba unos papeles y su pequeña "mascota" se mordía el dedo en un rincón. Estaba aburrido, quería sacar su ansiedad... Pero no sabía como, miraba a su ama con atención. ¿Qué era más raro: su rostro serio o sus senos pequeños? Definitivamente, sus senos... ¿Por qué tan pequeños y por qué Ceras, tan grandes? Probó con pensar otra cosa, miró, esta vez, su cabello ¿Qué rubio es ese? Parece teñido... ¿Será tintura? Miró más y más, esta vez, pensó... Su trasero ¿Cómo sería su trasero si se la pasa sentada? Otra pregunta que sacó más preguntas: ¿Cómo sería: Suave, lindo, feo...? Sintió una leve excitación. Se saltó al darse cuenta, concentró su mente a otra cosa y paro en: los senos... "Uyy!!¿ No tiene otra cosa?" Pensó. Intentó sacarse los deseos pero cada intento era un paso más: su boca ¿Qué gusto tendría? Anhelaba probar para contestar sus muy varoniles cuestiones... Involuntariamente, pensó en voz alta. La excitación lo manipuló:
¿Ama, ha tenido relaciones? – Ella, paró de leer y levanto su cabeza junto a su mirada, dirigiéndose lentamente a Alucard. Se notaba molesta.
¿Qué clase de pregunta es esa?
... Una que no le gustó...
Claro que no he tenido relaciones, estoy prisionera en esta mansión. – Se rigió a sus papeles.
Si tiene relaciones, ¿Las tendría con cualquiera?
¿Qué insinúas?
Nada, creo... – Quedó pensativo y fingió interés a lo ocurrido. Integra no sólo se ganó un buen golpe, sino una nueva vista al vampiro, una vista que la hacía ver como a un modelo hermoso y atractivo... Rara visión de persona tan fría...
