Por fin, luego de 2 AÑOS teniendo esta idea en la mente, por fin puedo traerla ante ustedes en este fic largo, el primero que hago de este hermoso manga ;) De verdad agradezco a todos quienes se dieron el tiempo de leer mis one-shots y de comentarlos, de verdad me alentaron a hacer esta historia, la cual incluye al primer OC que creo para un fic de Koisuru Boukun, jugara un papel muy importante a lo largo de los capitulos, pero sobre todo al final, no les adelantare nada por ahora, pero los dejo con la duda. Sin mas que decir, espero les guste este nuevo fic ;)

DISCLAIMER: Una vez mas me toca decir que Koisuru Boukun no me pertenece, sino que a Hinako Takanaga-sensei, solo soy dueña de lo que ocurre en este fic y tambien de Kenichi, mi personaje original ;) :)


Invierno en la ciudad de Nagoya. Esa mañana había nevado, hacía frío, el día prometía ser triste y muy callado. Era sábado, pero casi ningún niño sentía ganas de salir de su casa esa tarde, el clima estaba más apto para quedarse en casa, envuelto en una manta o bebiendo chocolate antes que hacer cualquier otra cosa. Por esa misma razón, las calles estaban casi desiertas, había poco movimiento, y siendo las cinco y cuarto de la tarde de aquel día a mediados de enero, la ciudad no estaba llena de la misma vida que en otras épocas del año.

De cualquier modo, el clima invernal no pareció quitarle la idea a una cierta familia de salir aquel día de su casa. Realmente el frío no importaba, bastó con abrigar bien a los tres niños y salir, puesto que había algo importante que debían hacer ese día, en el hospital de la ciudad, para ser más precisos, y debían estar presentes.

Uno de esos niños era Tatsumi Souichi, de once años, quien estaba junto a su hermano Tomoe, de nueve, y su hermanita Kanako, una bebé de apenas un par de meses, quien iba en brazos de su padre Soujin. Padre e hija sin embargo no estaban con los dos hijos mayores de la familia, quienes se quedaron en la sala de espera mientras que él decidió entrar primero para ver a su esposa, quien había estado internada debido a serios problemas de salud que la aquejaron durante todo su embarazo. Souichi y Tomoe esperaban un poco impacientes, esperando a que todo estuviera bien con su madre y que pudiera volver cuanto antes a casa, puesto que la extrañaban mucho.

Tomoe: Nii-san... ¿Crees que mamá esté bien?

Souichi: No lo sé, el viejo acaba de entrar a verla, quizá él nos diga algo

De pronto, ambos niños creyeron oir un sonido muy extraño que venía de la habitación de su madre, cosa que los sorprendió tanto que voltearon al mismo tiempo para mirar hacia la puerta, la cual se abrió y dejó ver a Soujin, quien salía con una gran sonrisa, pero con una enorme marca de mano en su cara.

Hana (desde adentro): ¡Y llévate a los niños de aquí!

Escuchar a su madre hablar de ese modo hizo que el pequeño Tomoe se sintiera muy mal, y no bien su padre se volvió a sentar con ellos quiso preguntar por ese golpe que tenía en la cara, pero él se le adelantó.

Soujin: -suspira- No se preocupen niños, su madre sólo está un poco nerviosa, me había dicho que no quería que ustedes la vieran enferma y en un estado tan lamentable, por eso no quería que los trajera, ahora me doy cuenta de que no cambió de parecer -se frota la mejilla-

Tomoe: Papá... ¿Cuándo volverá mamá a casa?

Soujin: Los doctores dijeron que estaba algo delicada aún, deben fijar una fecha para la cirugía, la rehabilitación y todo lo demás, así que es probable que si todo sale bien, le den el alta a finales de la primavera

Tomoe: ¿Eh? Pero eso es mucho tiempo... extraño a mamá -lagrimea un poco-

Souichi: -le da un pañuelo- Ya escuchaste al viejo, pero no te pongas así, los meses pasarán rápido, sólo trata de ocupar tu mente en otras cosas hasta que mamá se sienta mejor

Ambos niños se sentían muy tristes, desde que su madre enfermó y terminó en el hospital todo había cambiado radicalmente para ellos. Las cosas estaban difíciles en casa, más aún con una hermanita nueva a quien cuidar. Su padre se encontraba estresado debido a los problemas familiares, cosa que los pequeños sentían, incluso a pesar de que éste pretendiera disimularlos. De todos modos, a pesar de que se encontraban en una crisis, Soujin prefirió usarla como un modo de unir más a su familia, en vez de dejar que aquello los afectara más de los necesario.

Soujin: -se levanta- Vengan niños, lo mejor es irnos a casa, vendré de nuevo mañana y veré si su madre está dispuesta a recibirlos a ustedes después, cuando se sienta más cómoda

Souichi: Espera, necesito ir al baño primero

Soujin: Bien, pero no te demores

El pequeño se fue rápido, y una vez habiendo encontrado el baño, volvió a salir luego de un minuto. Quiso volver con su familia, pero ahí se dio cuenta de que se había apresurado tanto que no recordaba por dónde había llegado. Empezó a caminar y dio varias vueltas, lo que hizo que se perdiera más. Estaba molesto, ya que debería haberse fijado mejor por dónde iba, y comenzó a caminar más a prisa mientras miraba a su alrededor en todo momento. En un instante en que no veía por dónde iba, no pudo ver a otro niño que estaba de pie delante de él, lo que hizo que ambos chocaran.

Souichi: Lo siento, no me di cuenta

Niño: ¿Estás perdido?

Souichi: Creo que si, este lugar es enorme y nunca antes había estado por aquí

Niño: -sonríe- Yo lo conozco muy bien, ven conmigo

Souichi: ¿Cómo sé que no harás que me pierda todavía más?

Niño: Que malo, ¿por qué haría eso?

Souichi: -lo piensa un segundo- Está bien, te seguiré

Niño: Genial, es por aquí

Caminando por el largo pasillo de regreso al lugar donde estaban su padre y hermanos, Souichi y aquel pequeño a quien acababa de conocer estuvieron largos minutos en silencio. Él estaba en todo momento con una gran sonrisa y ojos risueños, cosa que inquietaba un poco al niño de cabellos claros, quien estaba más callado aún. Aunque no le gustara mucho entablar conversaciones con gente a la cual no conocía, quiso romper ese ambiente de algún modo.

Souichi: ¿Has venido antes a este hospital?

Niño: Muchas veces en realidad, de hecho he venido una vez cada diez días desde hace dos años

Souichi: Eso es mucho, ¿estás enfermo de algo?

Niño (algo nervioso): Bueno... la verdad es que... no, no tengo nada... pero es que mi mamá se preocupa mucho por mi y hace que me vea un doctor para descartar algún problema de salud. Creo que con el tiempo me acostumbré a venir... ¿y tú a qué viniste?

Souichi: A ver a mi mamá, desde antes de que naciera mi hermana no ha estado muy bien, no sé exactamente qué es lo que tiene pero debe ser serio, creo que pronto la van a operar

Niño: Que triste, espero que se cure pronto

Souichi: Lo mismo espero yo, no es fácil no tenerla en casa

Finalmente, el pequeño pudo ir a casa con su familia luego de haberse ido hacía unos veinte minutos. Su padre lo regañó suavemente por su demora, pero luego de pedirle disculpas los cinco se fueron a la salida, aunque Souichi se regresó un momento, para poder despedirse de aquel otro niño.

Souichi: Oye, casi lo olvido, no me dijiste tu nombre

Niño: Soy Kenichi, Yoshiyama Kenichi

Kenichi parecía un niño bastante alegre y optimista, por lo que Souichi pudo ver pese a que no hablaron por mucho tiempo. A aquel encuentro le seguirieron muchos más, pero no sólo en el hospital sino también en la escuela. El niño, de hermosos ojos azules y cabello corto color trigo, fue transferido a la clase de Souichi ese mismo mes, ya que ambos tenían la misma edad, salvo que Kenichi era menor que Souichi por un mes, habiendo nacido en septiembre, pero más allá de esa diferencia casi mínima de edad, estaba el hecho de que Kenichi, además de ser muy extrovertido y algo hiperactivo a veces, tenía buena calificaciones, no tan buenas como las de su amigo, pero siempre se mantuvieron entre las cinco mejores de su salón. Tal cosa no debería ser extraña, pero lo era considerando que el niño a veces solía faltar a clases, todo debido a esas visitas médicas a las cuales debía asistir de vez en cuando, las que se fueron haciendo más regulares conforme crecía, y en su primer año de secundaria, dos años después de conocer a Souichi, estas visitas empezaron a hacerse dos veces por semana.

Souichi no tenía idea en qué estaría metido Kenichi, no comprendía porqué alguien con tan buena salud debía ir al doctor con tanta frecuencia. Pese a no querer meterse en sus asuntos, el tema terminó apareciendo una tarde en la escuela, cuando ambos chicos almorzaban juntos en la cafetería.

Souichi: ¿Problemas respiratorios?

Kenichi: Si, no quería decírtelo porque me daba un poco de pena, pero mi padre padece de asma, y mi mamá teme que quizá haya podido heredar la enfermedad de él, por eso me lleva a revisiones al hospital cada ciertos días

Souichi: Pues creo que estás muy bien, nunca te he visto con dificultad para respirar ni nada por el estilo

Kenichi: -suspira- Se lo he dicho a mi madre muchas veces, pero me protege demasiado, a veces no sé qué hacer para que me escuche

Souichi (decaído): Deberías estar feliz de por lo menos tener una madre que se preocupe por ti

Kenichi miró a su amigo un momento, y se pudo dar cuenta de que al parecer se sentía muy mal. Era entendible, considerando que Hana, su madre, había fallecido poco tiempo después de que ambos se conocieran. Pese al tiempo transcurrido era todavía algo muy difícil de aceptar para el hermano menor de Souichi, Kanako tenía suerte, ya que,a diferencia de Tomoe, seguía siendo aún demasiado pequeña cuando su mamá había muerto, por lo que no tenía recuerdos y por eso no podría sufrir como ellos. Ambos hermanos la envidiaban de cierta forma, pero estaban felices de haberla conocido, y se esforzarían por hacer que ella la conociera y pudiera saber quién fue su madre. Además de eso, Souichi había prometido cuidar de ella y de Tomoe siempre que su padre se ausentara, cosa que se había estado haciendo más habitual conforme pasaba el tiempo, teniendo él que actuar como un padre sustituto más que como un hermano.

Tras aquella conversación en el almuerzo, ambos jóvenes se fueron haciendo más cercanos, Souichi sabía que tenía a alguien a quien poderle contar sus problemas o sólo pasar el rato durante los descansos y después de clases, y Kenichi simplemente estaba feliz de tener a alguien tan listo como amigo, con quien poder hablar de cualquier tema sin nunca aburrirse y poder pasar largas horas juntos. Los dos se complementaban muy bien, y eso hizo que su amistad se hiciera muy fuerte a lo largo de la secundaria y también de la preparatoria.

Durante el último año de escuela, todos los jóvenes, Souichi y Kenichi incluidos, debían considerar sus opciones de carrera, qué universidad elegir y cosas como esas. Era importante preparar su examen de admisión para poder ingresar a buenas escuelas, cosa que todos los chicos de la clase de tomaban con seriedad, aunque algunos más que otros. Kenichi por otro lado, hacía tiempo había decidido que quizá su lugar no estaba en Japón, y que era necesario probar otras culturas y nuevos ambientes si quería florecer en la carrera que a él le apasionaba.

Souichi: ¿De verdad estás seguro?

Souichi se encontraba hablando con su amigo en la azotea de la escuela un día después del almuerzo. Como ya las clases estaban por terminar, era obvio que terminarían hablando de ese asunto tarde o temprano.

Kenichi: Si, creo que si quiero ser un buen abogado, debo ir donde están las buenas escuelas, Harvard es una gran opción, y no tengo duda de que me aceptarán

Souichi: -se cruza de brazos- ¿Pero irte tan lejos? Es una gran idea y todo, pero siento que hay algo que no me estás diciendo, ¿seguro que es sólo para poder estudiar?

Kenichi: -suspira- Es verdad, creo que me descubriste... lo cierto es que además quiero tiempo para mi, lejos de mis padres y sus rigurosas reglas. Como si mi sobreprotectora madre no fuera suficiente, debo aguantar al estricto de mi padre, él ya me controló mucho cuando era niño, no quiero que lo siga haciendo ahora que empezaré la universidad -saca un cigarro de su bolsillo y lo enciende- Creo que me hará bien pasar una temporada lejos de ellos

Souichi: Oye, aquí no se puede fumar, pueden descubrirte

Kenichi: -exhala algo de humo- Vamos, no te pongas como mi padre, además sólo nos quedan como tres semanas antes de graduarnos, dudo que nos expulsen a estas alturas, ¿no quieres un cigarrillo? -le ofrece uno-

Souichi: Paso, yo no fumo

Kenichi: Anda, sólo es uno, no te hará daño -se lo da-

Souichi: Bien, pero sólo esta vez -lo enciende-

Las semanas pasaron más rápido de lo que ambos chicos hubieran esperado, y para aquella primavera, en una ceremonia frente a toda la escuela, recibieron sus diplomas de preparatoria, cosa que cerraba un capítulo de sus vidas y abría uno completamente nuevo, lleno de posibilidades. Todos sus compañeros tenían claro qué querían hacer y qué estudiar, pero Kenichi en realidad no era el único que se iría del país, a él se le sumaron algunos más que irían al extranjero para perseguir sus sueños, mientras la mayoría se iría a Tokio, a la capital del país, donde podrían encontrar muchas oportunidades, tanto para estudiar como laborales una vez que terminaran sus respectivas carreras. Souichi fue de los pocos que optaron por quedarse en Nagoya, para estudiar en la universidad de la ciudad, para poder estar cerca de su familia, ya que sus dos hermanos, Tomoe, de dieciséis años, y Kanako, de siete, eran aún jóvenes, y quería estar ahí para ellos lo más posible.

Poco después de la graduación, Kenichi estaba abordando su avión para partir hacia la ciudad de Cambridge, en el estado de Massachusetts, para iniciar una nueva vida allá como estudiante de derecho. Llegando presentaría el examen de admisión, y esperaba poder entrar, de no ser así, todavía tenía algunas opciones más, pero la universidad Harvard era su objetivo principal, y esperaba poder ser lo bastante bueno como para ser aceptado ahí.

Sus padres estaban ahí para despedirlo, así como Souichi, en compañía de Kanako y Tomoe, quienes conocían bien a Kenichi y lo apreciaban mucho, y por ello esperaban que le fuera muy bien.

Kanako: Kenichi-kun, escríbenos cuando llegues a tu casa nueva

Kenichi: -se arrodilla y le acaricia el cabello- Claro que si, y tú pórtate bien con tu hermano, le hará falta compañía ahora que estaré lejos

Kanako: Pues si, Nii-chan no tiene muchos amigos, sólo a ti

Souichi: Kanako, no andes diciendo cosas innecesarias

Kenichi: -se levanta y toma sus cosas- Ya debo irme, espero que nos veamos pronto Souichi

Souichi: Lo mismo digo, más vale que vuelvas siendo un buen abogado

Tras despedirse de sus padres también, sobre todo de su madre, a quien le dio un fuerte abrazo, Kenichi tomó su avión y partió a su nuevo destino. Souichi estaba feliz por su amigo, a pesar de que no lo demostrara demasiado, después de todo se conocían desde niños y habían crecido juntos desde entonces. Por eso ver aquel avión partir le dejaba una extraña sensación en el pecho, pero trataba de no decaerse demasiado, después de todo seguirían en contacto, ya que ambos prometieron escribirse regularmente, para que ambos vieran cómo le iba al otro en sus estudios.

Souichi miraba el avión partir y luego perderse en el cielo, quedando fuera de vista, le esperaba un viaje muy largo a Kenichi, pero estaba seguro de que llegaría bien. De cualquier modo, lo que preocupó al joven de cabellos claros no era eso, sino la mirada en la cara de Yuriko, la madre de Kenichi. Souichi la miró, y dedujo que estaba triste de ver a su hijo partir, por ello quiso decirle algo, pero no estaba seguro qué. Vio luego que su esposo la consoló, así que supuso que eso sería suficiente. De todos modos, un presentimiento extraño invadía su mente en ese momento, no estaba seguro porqué, pero sentía como si algo malo fuera a pasar, quizá no en ese momento ni en un futuro muy cercano, pero quizá en algún momento ocurriría. Trató de no pensar en eso y volvió a casa con su familia, después de todo debía preocuparse por el examen de admisión a la universidad de Nagoya, pasarlo y poder empezar sus estudios en ciencias. Decidió concentrar su mente en eso para poder tener algo que contarle a Kenichi la próxima vez que hablara con él.

Aquel día de primavera sería uno que Souichi no olvidaría nunca, y mientras volvía a su casa, respiraba el cálido aire que había en el ambiente para poder calmar un poco su ansiedad respecto a sus estudios, cosa que lo calmó rápidamente.

El aire era muy cálido de hecho, y muy agradable... conforme avanzaban las horas, el clima se iba tornando más y más tibio, hasta volverse muy caluroso... muy, muy caluroso en realidad... quizá demasiado para el gusto de Souichi, pero cada vez la temperatura subía más y más...

¿Por qué rayos hacía tanto calor?

Souichi estaba en su cama, ya había amanecido y la alarma estaba a sólo unos minutos de sonar. Era domingo, pero de todos modos odiaba levantarse muy tarde y necesitaba aprovechar el tiempo para avanzar en sus experimentos de esa semana. De cualquier modo, realmente en ese momento no podía concentrarse en lo que debía hacer, ya que el calor casi sofocante a su alrededor ya estaba por asfixiarlo. No sólo eso, sino que sentía como si su cuerpo estuviera siendo fuertemente apretado por alguien, cosa que le daba más y más calor a cada segundo. Finalmente y tras abrir los ojos se pudo dar cuenta que no era su imaginación ni parte de su sueño, definitivamente era real.

Al darse la vuelta, pudo ver en frente de él el rostro sonriente y tranquilo de Morinaga Tetsuhiro, su compañero de laboratorio y amigo de hacía algunos años. Todavía dormía y parecía feliz al momento de tener entre sus brazos a su senpai, incluso a pesar de que no hacía tanto frío como para dormir abrazados, menos para tener encima todas esas frazadas, y además de todo, ambos estaban completamente vestidos. Eso era bueno a opinión del mayor de ambos, pero de todos modos ya no aguantaba el calor y se lo hizo saber al otro.

El grito que soltó Tetsuhiro al ser despertado de un golpe se pudo escuchar por todo el vecindario, y lo tomó tan desprevenido que acabó por caerse de la cama, llevándose consigo las sábanas y las mantas que los cubrían a ambos.

Tetsuhiro (adolorido): ¡Senpai! ¿Y eso por qué fue?

Souichi (sonrojado y molesto): ¡Cierra la boca! ¿Qué estabas haciendo en mi cama? ¡Sabes que no me gusta que te cueles a mi habitación mientras duermo!

Tetsuhiro: -vuelve a la cama- Sólo... sólo vine a verte anoche para ver si necesitabas algo, y cuando te vi dormir tan tranquilo me pareció que te veías tan lindo que quise abrazarte, luego supongo que me dormí

Souichi: -se rasca la cabeza- Tsk... no tienes remedio, aún después de tanto tiempo sigues siendo el mismo idiota que conocí hace cinco años

Tetsuhiro: -se le acerca- Que cruel eres senpai, sólo quería estar contigo, te prometo que no pasó nada más

Souichi: Más te vale, de haber pasado, te habría matado

Tetsuhiro: -sonríe- Me alegra que ya sea domingo, así podré pasar el día con senpai, ¿qué te parece?

Souichi: Ya quisieras, tengo mucho que hacer, no tengo tiempo para descansar

Tetsuhiro: -se le acerca más- ¿Puedo darte al menos un beso de buenos días? Así quizá empiece mejor la mañana

Souichi: -se sonroja aún más- ¿Eh? ¿Pero qué estás diciendo? No, definitivamente no

Tetsuhiro: -le toma la cara- Anda senpai, sólo un beso

Sin darle tiempo de volverle a decir nada más, Tetsuhiro finalmente posó sus labios sobre los de Souichi, dándole un profundo beso. El mayor al principio quiso resistirse empujando al otro lejos de él, pero como siempre no encontraba fuerza suficiente para poder hacerlo, así que terminó cediendo y tomando a Tetsuhiro del brazo, mientras dejaba que lo besara aún más profundamente. Su cuerpo de pronto se empezó a poner aún más caliente, cosa que no creía posible, y perdía más fuerza a cada segundo, como si el menor se la arrebatara en ese simple beso. Sintió luego que sus labios soltaban los suyos, para darle besos en la cara, bajando luego hasta su cuello, cosa que le dio escalofríos y lo hizo sujetarlo con más fuerza. Souichi entonces empezó a jadear, y hasta a... excitarse un poco, cosa que le daba una vergüenza enorme, así que trató de detener a Tetsuhiro como fuera, pero por alguna razón no le salían palabras de la boca, sólo más jadeos.

En un cierto momento, los dos acabaron nuevamente sobre la cama, posiblemente cuando Souichi no tenía fuerzas ni para mantenerse en la posición que estaba antes. Tetsuhiro ya había abierto la camisa de su pijama, y le estaba dando besos por todo su pecho, llegando hasta sus pezones. Pellizcó uno con sus dedos, mientras que masajeaba el otro con su lengua, ya que sabía que eso volvía loco al mayor, el cual ahora se retorcía de placer debajo de él, gimiendo y jadeando como si le faltara el aire y completamente rojo.

Tetsuhiro: -lo mira a los ojos- Senpai... sé que es temprano, pero ¿hoy estaría bien?

Souichi abrió todavía más los ojos cuando escuchó eso. No supo cómo, pero logró encontrar fuerzas para poder empujar a Tetsuhiro y volver a sentarse como estaba antes. Muerto de la vergüenza y dándole la espalda, aprovechó de volver a abotonar su camisa, y con suerte, esconder lo excitado que estaba luego de todo lo que había pasado.

Souichi: ¡I-idiota! ¡No pienses en esas cosas a esta hora! Además, me dijiste que sólo era un beso

Tetsuhiro: -lo abraza por detrás- Perdóname, no pude evitarlo, es que hace tanto que no te hago el amor que creo que estoy un poco ansioso

Souichi: L-lo hicimos hace tres días... ¿ya lo olvidaste o qué?

Tetsuhiro (hablándole al oido): -sonríe- Podemos hacerlo de nuevo esta noche entonces

Souichi (molesto): -lo empuja- ¡Ya basta! Acabo de despertar y lo primero con lo que me topo es con tus tonterías de homosexual, en serio te pones en celo cuando sea

Tetsuhiro: Pero senpai, yo solo...

Souichi: ¿Por qué no haces lo mismo que tu hermano y te casas de una vez? Quizá eso te ayude un poco

Tetsuhiro: Senpai...

Souichi trató de calmarse y se dio cuenta de que lo que dijo quizá había sido demasiado. Lo que más temía era ver a a su kohai con esa expresión de tristeza en la cara que tanto detestaba... pero increíblemente eso no pasó, en vez de poner una cara de tristeza, o peor, una falsa sonrisa, Tetsuhiro parecía estar pensando en lo que su senpai acababa de decirle. Lo meditó unos momentos, y luego miró a Souichi a la cara.

Tetsuhiro: ¿Que me case? ¿Eso te haría feliz senpai?

Souichi (incómodo): E-eso fue lo que te dije

Tetsuhiro: -sonríe- En ese caso senpai... -le toma las manos- ¿Te casarías conmigo?

Eso último Tetsuhiro lo dijo con una cara de alegría tan grande que Souichi se sonrojó todavía más, mientras intentaba digerir lo que había oido. Obviamente no era algo que no esperaba que su kohai le pidiera, de hecho desde hacía tiempo que se preguntaba si algún día ocurriría algo como eso, y ahora que estaba pasando, realmente el pelilargo no sabía cómo reaccionar. Miró al menor, aún más avergonzado de lo que ya estaba, tratando de articular sus palabras de alguna forma.

Souichi: N-no... no era eso a lo que me refería

Tetsuhiro (sin soltarlo): -se le acerca- Pero senpai, me dijiste que si me casaba serías feliz, y quiero hacerlo contigo, quiero que pasemos juntos toda nuestra vida, ¿me dejarías?

Souichi: Y-yo... yo...

El pobre no sabía ni qué decir, y Tetsuhiro no se quedaría satisfecho hasta escuchar una respuesta. Lo pensó como loco hasta que le dolió la cabeza, pero finalmente encontró algo que decirle, aunque no fuera algo del todo claro.

Souichi (sin mirarlo): Lo... voy a pensar

Tetsuhiro: ¿Eh?

Souichi: ¿No me oiste? Te dije que lo pensaré

Tetsuhiro: Pero senpai...

Souichi: -lo mira a los ojos- Si no, te diré que no ahora mismo

Tetsuhiro: -lo piensa un momento- Está bien, te daré tiempo para que lo consideres, pero... ¿prometes darme una respuesta?

Souichi: Si... pero no me presiones, quiero estar seguro

Tetsuhiro: -sonríe- De acuerdo -lo besa de nuevo-

Pese a no haber obtenido un si, Tetsuhiro tenía esperanza en obtenerlo pronto. La sola idea de poder casarse con su senpai y de que éste fuera suyo para toda la vida lo hacía inmensamente feliz. Trataba de no ilusionarse demasiado hasta obtener una respuesta, pero no podía evitarlo, y eso lo tuvo sonriendo como tonto por el resto de esa mañana.

Cerca de una hora después, ambos ya se habían levantado. Souichi acababa de salir de haberse dado una ducha mientras Tetsuhiro hacía el desayuno para los dos.

Tetsuhiro (sonriendo): Senpai, ¿cuantas tostadas quieres?

Souichi: -se sienta- Solo dos, por alguna razón no tengo mucha hambre -se estira-

El desayuno transcurrió en calma. Souichi aún seguía muy avergonzado luego de la propuesta de Tetsuhiro, y ni si quiera tenía ganas de verlo a la cara por el momento, así que bebía su café mirando hacia otro lado, evitando a su kohai lo más posible. Agradecía que ese día pudieran quedarse en casa, si eso hubiera pasado un día en que debieran haber ido al laboratorio, quizá no hubiera sido capaz ni de trabajar tranquilamente.

Mientras las cosas continuaban marchando con tranquilidad, el silencio de pronto fue roto por un repentino golpe a la puerta de entrada del departamento. Los dos se miraron, ya que no sabían quién podría ser a esa hora de la mañana. Souichi pensaba levantarse, pero Tetsuhiro lo detuvo y fue él en su lugar, posiblemente no era nada importante.

Mirando a través de la mirilla de la puerta, el chico pudo ver a alguien del otro lado, pero no sabía quién era. Le abrió para preguntarle qué era lo que quería, pero no bien lo hizo, se sorprendió al darse cuenta que aquel sujeto estaba encima de él, pero no atacándolo, sino que increíblemente lo estaba abrazando, cosa muy extraña siendo que ni siquiera lo conocía.

Chico: ¡Souichi-kun! ¡Me da tanto gusto verte!

Tetsuhiro: ¡Espera, espera! ¡Me estás confundiendo! ¡Aaahh!

Chico: -lo suelta y lo mira- ¿Eh? Ah, que tonto soy. Disculpa, estaba buscando la casa de un viejo amigo y pensé que eras tú... es decir que eras él

Tetsuhiro: Pues temo que te equivocaste de dirección. Si no te importa, estamos desayunando así qué...

Alertado por el alborto, Souichi finalmente se levantó y se asomó desde la cocina, todavía mordiendo su tostada y con curiosidad sobre quién estaría molestando a esa hora de la mañana. No tuvo que decir nada, no bien aquel joven lo vio corrió a saludarlo y a darle un fuerte abrazo.

Chico: ¡Souichi-kun! Por fin nos volvemos a ver

Souichi: ¡¿Eh?! P-pero... ¿qué estás haciendo aquí?

Chico: Vine a verte, me costó saber dónde vivías, pero por fin pude encontrar tu departamento. Estoy tan contento de que nos reencontremos

Tetsuhiro: -va con ellos- Senpai, ¿quién es este tipo?

Soltándose del abrazo de su amigo, Souichi se compuso un poco luego de la sorpresa que se llevó y quiso presentarlo con su kohai como era debido.

Souichi: Morinaga, él es Yoshiyama Kenichi, un viejo amigo de mi infancia

CONTINUARÁ...