¡Feliz Año! (?) Hoy les traigo esto... No alcancé a tenerlo listo para hoy D: Por lo que tendrá dos capítulos.
Si hay alguí que siga desde hace un tiempo la página de WolfStar Forever - Sirius Black x Remus Lupin en Facebook, tal vez puedan recordar que alguna vez mencionamos que yo tuve un profesor muy parecido a Sirius y la otra admin veía a un mesero parecido a Remus, así que me pareció interesante juntarlos xD

Espero que les guste.


AU: Es 1994, Remus Lupin nunca entró a Hogwarts porque sus padres decidieron que sería educado en su casa, por lo que nunca conoció a los otros chicos de Gryffindor. Sirius Black es el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras ya que el anterior se había retirado. Durante una tarde de sábado, decidió ir a visitar el pueblo de Hogsmeade para recordar lugares a los que no había visitado en tantos años ya. Harry le había comentado de algo y así pudo tener una imagen de cuántas cosas habían cambiado.

Luego de recorrer el lugar por unos minutos, Sirius se encontró optando por ir a visitar una cafetería nueva y ahí fue donde conoció a Remus.

La cafetería era probablemente el único lugar tranquilo que Sirius podía encontrar en ese momento, por lo que sintió cierta calidez cuando fue recibido tan gratamente por el mesero, un hombre con un destacable aspecto de cansancio, que durante los meses que siguieron, Sirius pensaba algunos días que se desmayaría en cualquier momento frente a él, pero eso nunca había sucedido. Había unos días, Sirius podía notar, en los que, Remus lucía totalmente mejorado y hasta sus mejillas de rosa lograban pintarse. Esos días eran los favoritos de Sirius, los que podía compartir con alegría con el otro hombre.

Sirius y Remus se hicieron amigos en cosa de tiempo. Sirius disfrutaba de su compañía y además terminaba recibiendo algo más en cada uno de sus pedidos.

Dos semanas antes del fin de año, Sirius y Remus se encontraban sentados en la cafetería charlando como era de costumbre. Sirius había evitado mencionarle a su nuevo amigo que lucía realmente enfermo porque cada vez que se miraban, Remus le sonreía y Sirius no se atrevería a hacer nada para evitar que Remus continuara sonriéndole.

— ¿Y cuáles serán tus planes para estas festividades? —Le preguntó Remus, tomándolo por sorpresa con aquella pregunta.

Él mismo no había pensado en lo que podría hacer.

— La verdad siempre estoy con mis amigos durante esos días —le respondió encogiéndose de hombros—. Te he hablado de ellos —agregó, con una sonrisa en sus labios.

— Los Potter —se mofó Remus con voz burlesca—. A veces creo que sé todo de ellos y ni siquiera los conozco.

— Deberías hacerlo —le aseguró Sirius—. Algún día, espero que se conozcan, de verdad.

— Podrías traerlos.

— Podría —respondió el profesor, fingiendo una expresión de duda.

Remus rio y le golpeó suavemente el brazo.

— Entonces estarás con tus amigos —comenzó a hablar nuevamente el mesero luego de que compartieran unas sonrisas entre ellos—, ¿qué hay de tu familia? Nunca hablas de ellos.

— James, Lily y Harry son mi familia —respondió Sirius bruscamente frunciendo el ceño y vio cómo la expresión de Remus cambiaba y se sintió un poco culpable, pero antes de que pudiese añadir algo más, una nueva persona apareció en la cafetería y Remus tuvo que ir a atenderlo.

Remus no volvió inmediatamente luego de preocuparse del otro hombre, como normalmente hacía cuando Sirius estaba ahí, sino que esta vez se quedó detenido detrás del mostrador.

Sirius sintió la culpa en su pecho, Remus no sabía los problemas que había tenido él con su familia y no había merecido la actitud con la que le había respondido. Tomó su taza de café y caminó hasta el mostrador.

— Lamento lo de hace un rato —murmuró con suavidad cuando estuvo frente a él, sin mirarlo a la cara, dejó sobre el mostrador el café—. No suelo reaccionar bien cuando de mi familia se trata.

Remus se quedó en silencio por un momento más y fue por eso que Sirius levantó la mirada, para encontrarse con la de Remus. Había algo nuevo en sus ojos, pero Sirius no estaba seguro de qué había sido.

Entonces Remus negó con la cabeza.

— Está bien, Sirius. No fue mi intención…

— No, de verdad… Sólo olvidemos el asunto, ¿sí? —Preguntó Sirius, alzando las cejas, esperó a que Remus respondiera.

— Sí, por supuesto —le sonrió.

Las cosas entre ellos volvieron a la normalidad prontamente durante el resto del día mientras Sirius estuvo en la cafetería.

-o-o-o-o-

La cena de Noche Buena fue tan tranquila y divertida como Sirius podía esperar que fuese. No se atrevería a admitir que estas cenas junto a sus mejores amigos se habían vuelto aburridas o monótonas, pero tampoco podría negar que no había dejado de pensar en Remus y preguntándose qué habría hecho esa noche.

El Profesor no había podido aguantar un día más, por lo que al siguiente día de Navidad, se había excusado frente a Lily, James y Harry y había vuelto al Castillo para dejar sus cosas y escaparse inmediatamente hacia la cafetería en Hogsmeade.

Lo primero en lo que Sirius se fijó una vez que estuvo frente a la cafetería, fue la decoración que adornaba la puerta de ella; había algunas luces parpadeantes de color rojo y verde formando un círculo y en el medio, las palabras Feliz Navidad, se leían en luces blancas. Sirius sonrió al imaginarse a Remus preparándolas.

Sirius abrió la puerta rápidamente, pero esta chocó con algo y volvió a cerrarse.

— Un momento —dijo la voz de su amigo.

Pasaron apenas unos segundos cuando la puerta volvió a abrirse, ahora desde adentro.

— ¡Sirius! —Exclamó Remus al verlo, totalmente sorprendido.

Sirius dio un par de pasos hasta estar frente a él.

— ¿Feliz Navidad?

— ¡Feliz Navidad! —Volvió a exclamar, esta vez acercándose más a él para rodearlo con sus brazos en un tierno abrazo. Esta había sido la primera vez que ellos se abrazaban, Sirius lo sabía bien y gracias a los nervios y a la impresión, no había podido reaccionar. Tragó saliva con fuerzas cuando Remus se alejó, aún sonriendo. Sirius se fijó en algo que llevaba en sus manos y probablemente la expresión en su rostro lo delató porque Remus rodó los ojos— Alguien decidió divertirse un poco y colgó un muérdago sobre la puerta —dijo, agitando las pequeñas hojas verde entre sus dedos—. Tuve que presenciar algunas demostraciones de cariño demasiado… apasionadas y explícitas durante la tarde del veinticuatro.

Remus había comenzado a caminar hacia el mostrador.

— ¿Muérdago? —Preguntó Sirius, observando el objeto que Remus sostenía.

— ¿No sabes lo que eso significa? —El otro hombre se había detenido y lo miraba sorprendido por sobre su hombro. Sirius negó con la cabeza— Oh —dejó salir antes de voltearse por completo—. Es una tradición muggle, supongo. Se supone que si dos personas se juntan debajo de esta pequeña planta, deberían besarse.

— ¿Por qué?

— La verdad no lo sé —rio Remus negando con la cabeza—. Pero ni siquiera sabía que estaba sobre la puerta hasta hace unos minutos.

Lupin volvió a agitarla entre sus dedos y por un momento, Sirius se preguntó qué hubiese pasado si él hubiera entrado en el momento preciso en el que aquella cosa estaba sobre ellos. ¿Se hubieran besado? La idea había hecho que su corazón se acelerara un poco pero tuvo que quitar rápidamente el pensamiento de su cabeza.

Remus había desaparecido por la cocina y Sirius había decidido tomar asiento en la mesa frente a la ventana. Había algo en el paisaje que lo tranquilizaba, tal vez era la nieva y lo solitario que estaba aquel día afuera. No pasó mucho tiempo hasta que Remus lo acompañó a su lado, junto a un par de cafés y galletas.

Charlaron un poco de cómo habían pasado sus Navidades. Remus le había contado que había disfrutado bastante haber ido a visitar a su padre. No le había explicado por qué, pero Sirius había entendido por sus palabras y su forma de hablar, que había sido él mismo el que se había alejado de su padre. Como si se sintiera culpable sobre algo. Sirius nunca intentaba sacar más respuestas de las que Remus le daba por miedo a que dejara de hablarle.

Una vez que Sirius había terminado de contarle sobre su propia noche, Remus pareció ansioso cuando comenzó a hablar:

— ¿Tienes algo nuevo planeado para despedir este año?

— No, la verdad no. Lo típico con los Potter —respondió suavemente.

— Los Potter —repitió Remus, sonriendo.

— ¿Qué?

— Nada —Remus rio y negó con la cabeza.

— Disfruto estar con ellos —agregó Sirius a la defensiva.

— Sirius, no estaba cuestionándote —le dijo, poniendo una mano sobre su brazo y Sirius sintió su cuerpo paralizarse, su mirada fija en la unión. Cuando alzó la mirada hacia su amigo, este lo miraba aun más nervioso, mordiéndose el labio con suavidad. Pero antes de que pudiera decir algo, un grupo de ruidosos clientes apareció por la puerta, haciendo que Remus se pusiera de pie, se disculpara y fuera a atenderlos.

Sirius espero y esperó, pero extrañamente la gente no dejaba de entrar, dejando al pobre mesero demasiado ocupado para prestarle atención. Fue por eso que Sirius decidió volver a Hogwarts. De todas formas, estaba seguro que volvería a la cafetería al siguiente día.

-o-o-o-o-

Remus parecía demasiado concentrado en el libro que leía mientras estaba sentado frente al mostrador de la cafetería cuando Sirius abrió la puerta.

— Hey —dijo Remus al verlo, bajando el libro inmediatamente.

— Buenas tardes —lo saludó y terminó de pie frente al mostrador.

— Lamento lo de ayer…

— Remus, por favor. Es tu trabajo. Descuida.

— Gracias —asintió con la cabeza—. Para ser honesto, eso fue nuevo…

— No creo haber visto tanta gente aquí antes —le dijo Sirius frunciendo el ceño.

— Ni siquiera yo… Y he estado trabajando aquí por un año —dijo entre risas.

Luego de que Remus le sirviera a Sirius su orden, se sentaron juntos en una mesa del centro del local a comer.

— Quería preguntarte algo —comenzó Remus, sin levantar la mirada de su taza.

— ¿Qué pasa? —Preguntó Sirius, realmente preocupado.

Remus se rascó nerviosamente la cabeza cuando lo miró y dio un profundo respiro.

— Sé que te gusta estar con tus amigos durante estas fechas, pero estaba pensando en que… tal vez podrías venir…

— ¿Contigo? —Terminó Sirius, bastante sorprendido.

— Fue sólo una idea tonta que tuve anoche… —comentó Remus, bajando nuevamente su mirada.

— Es sólo que… generalmente estoy con ellos durante estas festividades…

— Lo sé. Está bien. No te preocupes —Remus volvió a levantar su rostro y Sirius notó lo fingida que se vio la sonrisa que acababa de ofrecerle.

Se quedaron en silencio un buen rato, terminando sus bocados y sus cafés, hasta que un solitario cliente apareció y Remus fue rápidamente a atenderlo.

Sirius se sintió un poco apenado al rechazar la propuesta de Remus.

Él y los Potter estaban acostumbrados a estar juntos, y solían aprovechar aun más estas pequeñas ocasiones en las que podían estar todos juntos, desde que Harry había entrado a la escuela y ahora él, personalmente, desde que había entrado a dar clases a la escuela. Pero también era cierto que él mismo se sentía un poco aburrido de estas celebraciones con ellos, sabía que las costumbres eran agradables, hasta cierto punto y ahora sentía que necesitaba algo más.

Nunca había tenido otros amigos, además de un par de personas que había conocido durante su corto periodo de entrenamiento para Auror en el Ministerio.

Y Remus le gustaba, no podía negar eso.

Tal vez era tiempo de algo distinto.

En algún momento Sirius se volteó para tener acceso al paisaje afuera de la ventana, tocándose los labios con la punta de sus dedos mientras pensaba en el asunto.

— Él quería charlar un poco —lo interrumpió Remus. Sirius sacudió rápidamente la cabeza, al ver a su amigo tomar asiento a su lado.

— Sabes —comenzó a hablar Sirius, rascándose despreocupadamente la barbilla—, he pasado demasiadas Navidades y este tipo de cosas con esos nerds, tal vez sea buena idea darme un respiro de ellos finalmente —le dijo y las mejillas de Remus se encendieron, abriendo un poco más los ojos.

— ¿Es… Estás seguro?

— Por supuesto. Además ahora quiero ver cómo vives. Hay veces en las que hasta dudo que seas humano —dijo bromeando, pero algo cambió repentinamente en el rostro de Remus y Sirius vio con claridad cómo el hombre a su lado se tensaba—. ¿Todo bien, Rem?

En Respuesta, Remus asintió forzando su sonrisa, aunque no había convencido a Sirius, él no volvió a preguntar.

— Entonces, ¿nunca te dije donde vivo? —Remus había ido a atender a otro cliente pero había regresado en menos tiempo que la vez anterior, sonriéndole alegremente, tranquilizando un poco a Sirius, que estaba tratando de entender qué había dicho que afectara así a su amigo.

— Nunca —respondió Sirius, negando con la cabeza—. Honestamente, por un momento creí que vivías aquí.

Remus rodó los ojos.

— Sí he dormido aquí un par de veces, debo admitirlo, pero sólo ha sido porque he estado demasiado cansado para moverme o aparacerme —admitió Remus, negando suavemente con la cabeza—. Pero la verdad es que mi casa está por allá —dijo, señalando con la cabeza hacia la amplia ventana detrás de Sirius.

El profesor se volteó rápidamente, abriendo un poco más los ojos cuando notó claramente dónde Remus acababa de indicarle.

— ¿La Casa de los Gritos? —Preguntó cuando volvió a mirarlo, realmente sorprendido— ¿Vives en la Casa de los Gritos? ¿La casa más embrujada de toda Gran Bretaña? Sabía que eras extraño, pero no creí que disfrutabas ese tipo de cosas.

Remus pareció ofendido.

— ¿Te parezco extraño?

Sirius le guiñó un ojo.

— Me gusta eso de ti, Remus —las mejillas de Remus enrojecieron y Sirius no pudo evitar reír—. Tranquilo —le dijo suavemente, pero antes de que pudiera agregar algo más, un nuevo cliente apareció.

— Entonces —lo sorprendió nuevamente Remus cuando volvió a su lado. Sirius se había levantado y había ido hasta su mesa favorita junto a la ventana, leyendo tranquilamente el periódico mágico—, ¿vendrás a mi casa embrujada?

Sirius asintió rápidamente, dejando el periódico a un lado y acomodándose mejor sobre la mesa para apoyar la barbilla sobre sus manos y poder estar un poco más cerca de Remus. Fijándose por primera vez con mayor atención en su rostro, aquella pequeña cicatriz que adornaba su mejilla y la extensa y delgada línea que atravesaba desde su ceja, pasando por su nariz y terminando en la otra mejilla. Sirius nunca lo había observado con tanta atención antes y a pesar de haberlas visto antes, nunca se había atrevido a preguntar qué había sucedido porque algo en Remus lo hacía sentir como si él no quisiera contárselo a alguien más o hablar de ello.

— No creas que no le contaré a todo el mundo en dónde estaré esa noche —le informó alzando las cejas—, en el caso de que tú y tus fantasmas quieran aprovecharse de mi pobre alma.

— Pobre alma —repitió Remus entre risas—. ¿Aún queda alma en ese cuerpo?

— ¡Oye!

Remus se alejó nuevamente para ir a atender a otros clientes y Sirius decidió volver a la escuela y escribirle a sus mejores amigos.


De nuevo, feliz año!