Palabras: 3, 415.
Autor: Yoquit07um0to.
Resumen: Multi-Chapter; cuya temática se centra en el Izuo, utilizando como base de inspiración una cantidad considerable de canciones de la saga KP. Seme! Izaya x Uke! Shizuo -Young, en ocaciones.
Pareja estimada: Izaya x Young! Shizuo.
Advertencia: La siguiente historia que leerás contiene relación chico y chico, uso de las canción HA sin autorización. Posiblemente esto fue una mala idea.
Disclaimer: La serie de novelas ligeras y anime DRRR! No me pertenece, al igual que la saga KP e IP, son propiedad de sus autores. La historia tampoco es mía, pero lleva consigo varias alteraciones que la nombran como tal.
Medio día. Veinte para las siete y el cielo empezaba a esconderse tras la inmensidad de la noche, cambiando las tonalidades naranjas y amarillas, con sutiles pinceladas durazno. Sí acaso usando los rascacielos como disfraz ante su mirada ciega y adolorida, suplicante ante el sol traidor. Con sus piernas da enormes zancadas, pasos largos, casi hasta sentir como la adrenalina subía disparada por toda su garganta, oprimiendo su pecho con un dolor tenaz, pero sin ocultar o sustituir al emocional.
El horizonte se reía ante su cara, señalándolo con su dedo mientras farfullaba que no llegará, que jamás lo verá otra vez.
Como un nadador profesional inhala tanto como puede, respirando por la nariz ante la falta de tiempo, es un excelente atleta y ágil, sin dudas,... Pero en esos momentos sentía todo, menos la fuerza para correr y llegar.
Sus ojos se nublan con tanta facilidad por la acumulación de lágrimas ante la impotencia, que hasta le da miedo el no ver venir un auto hacía él, porque el choque lo detendría de su carrera. Jamás podría hablar y sacarse ese dolor del pecho, esa opresión lo atormentaría como lo hacía desde hace semanas y, sí tenía que correr en este tan poco tiempo para detener esos latidos incontrolables, lo haría.
Lo aterraba, lo asustaba, le daba tanto pavor que la última vez que lo vio hayan tenido un intercambio de miradas tan lastimosas, sin poder reparar tal daño que le causo.
¿Qué era este dolor en su pecho? Este dolor, más bien sentimiento por la leve explicación de Nami, le impedía pensar, lo debía liberar, sacarlo de su sistema e ignorarlo una vez lo hubiera dicho. Porque no lo necesitaba y no tenía razón por para tenerlo e idolatrarlo.
¿Qué es este sentimiento? No lo deja respirar, le pesa cada vez que lo observa, a ese alguien, ese alguien provoca que este sentimiento se acelere y pese con tenacidad, impidiéndole el verlo a los ojos con vergüenza.
Y que se siente increíble cuando esa persona le sonríe. Cuando ambos tienen que desviar la mirada por vergüenza. Que late con salvajismo y como un maníaco obsesivo cuando observa a ese castaño hablando con alguien más tan amenamente. Esa sola vez que pudo tenerlo cargando en sus brazos, porque se había roto la pierna, le causó un recorrido bravo y complaciente... Lo hubiera dado todo por ver otro sonrisa en ese rostro cubierto con una línea de rubor, cerrando los ojos con alegría y confort.
"¡Oh por Dios, por favor haz algo!" Se reprendía al sentir sus piernas avanzar con lentitud, suplicando ante el Dios que no creía por ayuda.
Cuarto para las siete, la alarma en su celular sonó y lo alertó a correr con mayor intensidad, pasando por alto las miradas desorientadas y confundidas de todos a su paso. Observó un atajo, volvió sobre el recorrido a gran velocidad y escaló encima de las cajas, salto la valla y siguió en su trance. Corriendo, corriendo y corriendo, pero aun no ha llegado, falta poco.
El mundo podría terminarse pero él seguiría corriendo hasta llegar. No lo comprende, simplemente no comprende ni entiende este sentimiento que emerge por su garganta y lo hace recrear una sonrisa de felicidad, pero está bien con el.
Porque podía gritar a los mil y un vientos ese nombre, adquiriendo en todo su cuerpo una sensación de paz y... Amor.
Mientras soñaba, pensaba en alguna respuesta a la vida que se otorgó, todo lo que quisiera lo obtenía sin la necesidad de moverse de su oficina, y si era lo contrario, lo único que tenía que hacer era hablar como magdalena ante un grupo de salvajes, o cuando eran más civilizados; ante uno. La melancolía que cargaban sus hombros era absurda, era la elevación de un nuevo sentimiento, uno anterior y potente ante cualquiera que hubiera sentido.
Acrecentaba cuando no había nadie a su alrededor, incluso lo sentía cuando sus hermanas estaban con él, o cuándo Nami le dirigía algunas pocas palabras. Ese sentimiento lo carcomía por dentro, sin darle tiempo de pensar. Subía y bajaba, cuando creaba expectativas en alguien entrando por la puerta, y, a veces, estas expectativas descendía con el pasar de los días.
Hasta que un día; Desaparecieron.
Se forzó a crearse una sonrisa cuando la puerta por fin se abriera y mostrara una persona acercarse a él.
Porque, entonces, todos verían esa sonrisa genuina en su rostro y se darían cuenta de cuan bien esta él, de cuan poca importancia les tiene por no haberlo aprovechado. Siempre feliz y emocionado, la gente le envidiaría la felicidad.
Lo alabarían y suplicarían de su compañía.
Y en su trabajo muchos lo hacían, suplicaban su ayuda, imploraban la atención del mejor informante de toda la ciudad.
"¡Mejor aún! Del mundo..." Agrandaba su sonrisa, reía estruendosamente con cinismo, observando las miradas de desprecio de Nami. Lo miraba así porque tenía envidia, le tenía una gran envidia porque a él muchos si lo querían, y a ella... ¡Hasta su hermano la despreciaba!
Como informante lo veían mucho, tenía que dar tanta información que hasta se auto proclamaba como un buscador de información, siempre con respuestas a todos. Y un día, un grupo de personas fueron hasta su oficina, pidiéndole ayuda para encontrar a un par de personas simples y normales para muchos, pero, según ese grupo, esa pequeña familia era muy singular de donde venia.
-... Y, Izaya-san, queríamos saber si podría... Ayudarnos a encontrarlo. Aquí,- El tímido moderador le paso una fotografía, temblando con ímpetu, provocando que esbozara una media sonrisa superior.- esta es una fotografía de quiénes son, el chico más pequeño es muy peligroso, se lo aseguró. Se lo aseguramos.
Asintió repetidas veces, sin darle, realmente, alguna importancia al niño que mostraba la imagen.
-Ya veremos que tan fuerte es este niño. Pueden irse, los llamare en cuanto lo tenga.
Todos se fueron y lo dejaron con el pensar. Tanto miedo causado por un mocoso con las hormonas alborotadas, él le tenía miedo a sus hermanas porque ellas eran unas manipuladoras, nada a comparación de él; Un humilde lugareño, con la tarea de arrastrar a ese niño a las fauces del movimiento sea-lo-que-sea que tuvieran aquellos viejos. Muy distinto a otras personas engañosas.
Y cuando se lo encontró en persona, cuando lo vio en ese callejón siendo asaltado con una facilidad inimaginable por un ladronzuelo de cuarta. Casi se orina de la risa. Esperando pegado a la pared tras la esquina del callejón a qué el ladrón lo noqueara y le robara la billetera para entrar en acción.
Escuchó un, dos, tres gritos de dolor, cuatro huesos romperse y un poste siendo arrojado... ¿Un poste siendo arrojado?
Sus ojos se abrieron tanto por la sorpresa, su expresión lucia como la de un psicópata por el asombro. Con el paso firme se acercó hasta aquel castaño, pudo ver la expresión de tristeza e impotencia por, supuso entonces, haber hecho uso de esa fuerza desmedida y... Haber matado a ese pobre diablo.
Todo lo que emanaba ese niño era dolor esto, dolor aquello, arruine la vida de muchos y semejanza a lo demás. Lo notaba en su mirada, su rostro entero lo reflejaba...
Era como él, antes de que se volviera el ser superior de ahora. No podía soportar ese peso en su espalda, sentía que en cualquier momento sus piernas fallarían y se desmoronaría ante cualquiera que lo viera. Que se mostraría débil por más fuerza que tuviera, que tuvieran.
Extendió su mano ante el joven llorando, sonriendo ante él con su sonrisa más sincera y gratificante, sin forzarla o actuarla. Como un simple deseo de ayuda, paso el brazo por sus hombros y lo ayudo a levantarse, llevándolo... Guiándolo... Dando pasos iguales...
Hasta el edificio de uno de sus conocidos, de los pocos que tenía, para que lo curaran y lo llevaran a su verdadero hogar, a pesar de las quejas y peros que imponía por vergüenza a invadir propiedad ajena.
La primera vez que sintió un fuerte calor agolparse en su pecho, por el gracias que le mando él castaño, con un sonrisa amable y agradecida únicamente para él.
Por ser una buena persona, una que ayuda a otros sin pedir nada...
-¡Pero ten más cuidado la próxima vez, bestia! No vaya a pasar que te encuentras con un payaso que te eche el agua de sus flores.
Opto por la patanería para proteger... ¿Proteger qué? Quién sabe, pero algo era seguro; con el temperamento que sabia de aquel niño le respondería en un dos por tres.
-¡Cállate, pulguita!
-Izaya no lo molestes, está herido. Y tú, -Dirigiéndose al castaño- tendré que pedirte qué te quites la chaqueta y camisa, debo revisarlo.
La profundidad de la herida llegaba desde una costilla hasta casi rozar con el ombligo, sorprendiéndolo tanto a Shinra como a él, que permaneció en silencio y admirando lo doloroso que lucia la herida y la tan poca emoción que el niño imponía.
-¿Cómo te llamas? Tenemos que llamar a tus padres.- Hablo Shinra, cortando abruptamente el silencio.
-No creo que eso sea necesario... Yo...- Desvío la mirada, mordiendo su labio. -Yo ya no tengo padres. Vivo con mi hermano mayor, él se llama Kasuka Heiwajiga, yo soy Shizuo. Nos estamos quedando con Tom Tanaka, es un amigo de la familia.
-Pues, Shizu-chan~ debes vivir en una mansión, sí vives con Tom.- Hablo socarrón, crispando a Shizuo, logrando que este le arrojará un cenicero, el cual esquivo inmediatamente.
Era curioso, como de un pequeño ser pudo aflorar en él muchos sentimientos en un solo instante. Compasión, ternura, lastima y alegría, que soso fue todo aquello.
Nunca dijo nada a aquellos hombres, soltó una de sus mentiras más creíbles respecto a que murió o que nunca llegó a la ciudad.
Porque el estrago que causaba en su corazón le hacía sentir una infinita tranquilidad, paz y añoranza por más.
Pasaba horas jugando junto al castaño, divirtiéndose con el empeño que ponía este por atraparlo en sus vastos encuentros, donde tenía que recurrir al parkuor si no quería salir herido -aunque al final Shizuo no lo lastimaba-, impresionándose por la facilidad que tenía Shizuo en aprender y seguirle el paso.
Shizuo llamó a aquello que le pesó en los hombros durante tanto tiempo como soledad, tan fría e inhóspita para soportarla, benevolencia tuvo con aquél castaño. Al menos él tenía a su hermano y a ese amable cobrador, el cual nombraba y sus ojos brillaban.
Y lo hicieron, hasta el pasar de los meses, cuando él seguía yendo a ver como le iba a Shizuo con sus cosas, consiguiendo sonrisas y risas, otras veces amenazas amenas y unos "¡Vete, maldita pulga!", o incluso, como veces contadas, unos cuantos pocos sollozos, eso era bueno, pues eran menos de los que esperaba.
Llego un momento donde sentía todo como algo hermoso, sin la necesidad de tener que obligarse a evocar una sonrisa, porque estas salían solas y sin problemas. Amó todo y a todos, sin ningún temor de nada o nadie. La puerta se abría, dándole paso a ese adorable castaño, a veces junto con otros, pero siempre era el castaño, que le sonreía... Aunque al mismo tiempo le dijera que apestaba.
Pero un día, al igual que sus expectativas en su tiempo; Se desvanecieron.
No habían mensajes, no habían llamadas. Nami no sabia nada. Tom, Shinra, Celty ¡Nadie sabía nada! Todos estaban igual que él, pero sin esa angustia y dolor que crecía cada vez que recordaba las cartas amenazantes del buzón de los Heiwajiga -las cuales sacaba para que no tuvieran que leerlas-, las palabras de aquel grupo que gritaba un "¡No puede ser posible! Se supone que ese monstruo es inmortal".
¿Qué fue ese sentimiento de inseguridad al no saber la ubicación del castaño?
Nada, porque de seguro éste se encontraba en su casa.
Y llegó en un instante, en la motocicleta de Celty, junto con está, con el corazón descendiendo el miedo que lo carcomió al verlo parada frente a la puerta del departamento... Despidiéndose.
-Me mudó...
Escucho la primera parte, bajando de la motocicleta y quintando el casco de su cabeza. Shizuo mantenía la cabeza gacha y evitaba mirarlo, incluso evitaba mirarle el calzado.
-... Mi hermano dijo que era lo mejor, se nos acabó el dinero y...
Avanzó, sin expresión en su rostro, hasta quedar a centímetros del castaño. Este mordía su labio, evitando sollozar.
-... Nos llego una carta, amenazando con matarnos a todos...
Entonces, cuando Shizuo por fin levantó su rostro, Izaya hizo lo que sentía en ésos instantes como opción definitiva al dolor en su pecho.
-... Y yo no quiero que nadie muera por mi culpa.
Lo abofeteó con palma abierta, utilizando toda su fuerza marcó por completo su mano en la cara levemente morena de Shizuo.
Porque lo que sentía; era traición.
-Nee, Shizu-chan. ¿Sabes algo? -Shizuo toco su mejilla, mirando sorprendiendo a Izaya, que no hacía más que sonreír ante su incredulidad con su mirada nublada en una indiferencia adolorida. -Eres la bestia más sarnosa y asquerosa que conozco, no importa a dónde corras o cuánto tiempo te escondas. Jamás podrás proteger a tus seres queridos, porque con solo estar contigo están condenados a morir, por tu idiotez e impulsividad.
Con cada palabra, Izaya sentía algo subir por su garganta, un sabor metálico y amargo que lo impulsaba a seguir. El golpe que le dio a Shizuo era menor a lo que sentía en esos instantes, en lo patético que se sentía al esconder sus sentimientos con la manipulación que empleaba ante él pobre. Por llenarle la cabeza de mentiras para meter bajo el tapete el dolor que él sentía.
-Tus padres, ¿sabes por qué murieron? -Shizuo lo observo con más dolor del que sintió hace minutos. Lo estaba destruyendo, y lo sabia. -Ellos murieron porque no querían lidiar con un fenómeno como tú, les costó mucho el dejar a Kasuka solo contigo, una bestia de la naturaleza. Porque, y sabían, acabarías matando al ultimo ser que de verdad amaron. Pero, era cuidarte, o cuidarse ellos mismos.
Observo a Kasuka salir de la casa, cargando unas cuantas cajas, junto a Tom, deteniendo sus risas ante la escena. Celty hace rato quería hacer algo, pero Shinra no le permitía moverse.
"Intenta desahogarse" Alegó, no tomando en cuenta el dolor que por tal acción causaba en Shizuo.
Y, justo cuando solo necesitaba un único esfuerzo por romperlo y terminar el trabajo, se sintió roto en cuanto habló por última vez.
-No te sorprendas... para cuando el día que te estén colgando en una horca... Nadie te vaya a ver, porque ya estarán muertos o te tomaran con indiferencia para salvarse. Porque nadie te amó, nadie te ama y nadie te amará. Shizu-chan.
Los hombros del niño temblaron y de su boca salió un gran sollozo, harto de haberse contenido, empujándolo con la mayor fuerza que pudo salvar por el coraje. Observando por ultima vez a Izaya, lo destruyo con la peor de sus miradas, una que le decía; "Yo confié en ti, yo te conté todo lo que soy, yo te abrí mi corazón... Yo te quería", y corrió hasta entrar en la casa, golpeándose con Tom y Kasuka a su paso.
Cerro los ojos, liberando la sonrisa más lastimera que jamás pudo tener y sintió un golpe directo a su rostro. No lo esquivo. No se movió.
Porque se lo merecía.
Miro el ventilador de su despacho dar vueltas, siguiéndolo con la mirada, mientras dejaba que su torso se acomodara al cómodo sillón de cuero, que formaba parte de su oficina.
Escucho la puerta abriéndose, por un instante la idea de ver a Shizuo asomado su rostro por encima del respaldo para verlo le pareció tan hermosa e ilusoria... Que la desecho en cuanto oyó la verdadera voz.
-Kasuka me dijo que Shizuo no ha salido de su habitación, que solo saldrá hasta que llegue la hora de irse.- Era Shinra, tomando su celular del escritorio, presionando un sinfín de botones, formando una tonada desafinada. -Al menos podrías ir a despedirte y suplicar perdón, por si no lo sabias se van hoy -a más tardar al anochecer. -Coloco el celular en su antigua posición y volvió a avanzar hasta quedar fuera de la puerta de cristal, observando el oscuro corredor y las luces naturales del sol que comenzaban a desvanecerse.
Suspiro con pesadez y froto sus cienes con cansancio, permaneciendo en pie un paso ante la inmensa puerta. Meditando, por lo que pudo pensar el ojo bermellón.
-No voy a juzgarte por lo que hiciste -yo también me hubiera enfadado con Celty sí de la noche a la mañana decidiera irse-, pero si te diré que te sobrepasaste en lo que le dijiste. Él no tiene la culpa por tener que irse, aun es solo un niño. Te pido... Te suplico por primera vez en mi vida; No lo dejes irse con los sueños arruinados, él te quería mucho.
Igual que cuando entró, escucho el ruido que pronunciaban sus pasos al avanzar en línea recta hasta el elevador, para descender e irse por el resto del tiempo a su casa, con su novia, a esperar y volver a la misma rutina cotidiana de siempre, con las mismas reacciones y facciones.
Con el mismo Izaya arruina vidas y sueños...
... A menos que lograra hacer algo.
Veinticinco minutos para las siete, la primer alarma que sonó en su celular al instante que se levanto del sofá con la decisión impuesta en su mente. Jalo su abrigo del perchero, tirando este al momento, y comenzando a correr, sin importarle casi tirar a Nami, que iba entrando con unos papeles en la mano.
Salió del edificio velozmente, tanto así que alcanzó a ver a Shinra irse junto con Celty. Hubiera pedido un aventón, pero seria demasiado -ya tenía suficiente con lastimar a Shizuo-.
"¡Vamos Izaya, sigue corriendo, te quedan cinco minutos!"
Obedeció a su voz interna, en cuanto se escucho el cuarto pitido del celular, que no hacía más que darle ánimos y los impulsaba a correr, forzando más las piernas. La respiración se reducía más, faltaba poco para que se le acabara el aire, lo notaba por instantes.
El miedo a sí lo recibirá lo golpeaba en instantes, presionando contra su cabeza una y dos y tres veces hasta asustarlo y querer hacer detenerse, porque entonces todo su correr habría sido algo nulo e inservible para hablar, sacarse ese sentimiento de una vez por todas.
Ya estaba cerca, podía ver el pequeño punto que, estaba seguro, era el edificio de los departamentos, ese en el que Shizuo se encontraba con su hermano, faltaba poco para que pudiera saltar encima de Shizuo y, literalmente, estrujar su mejilla, esa que lastimó, entre la suya, disculpándose por la abominación que cometió al hablarle de ese modo.
"¡No, no importa nada esa inseguridad; porque no es real. Shizu-chan me recibirá y, se muy bien, al principio me golpeara, pero tampoco espero que me de un abrazo!... Solo espero el unir esa sonrisa que rompí."
Ya lo veía. Ya podía detenerse. Ya podía volver a sonreír... El departamento estaba ahí, el punto se expandía y creaba la imagen que recordaba.
"¡Te queda un minuto!"
Pero no se dio tiempo de escuchar el ultimo pitido. Su respiración se detuvo con ansias en cuanto se acercaba. La luna emergía con todos sus dulces rayos y cubrían la ciudad sin ningún contratiempo o descuido; solo avanzaba ante el anhelo de llegar.
Toco la puerta con delicadeza, cerciorándose de que todo estuviera bien, espero con intriga a Shizuo abriendo la puerta, o a Kasuka ¡Qué rayos! No importaba si la abría Tom, solo se inquieta, emocionado, porque la abrirán.
Pero no fue así, la puerta se abrió al tercer golpe, más fuerte que los anteriores, dejándolo boquiabierto al ver la desolada habitación principal vacía, con las paredes blancas predominando en todo lo que eran sus ojos bermellón, ni un solo color que pudiera combinar o denotarse.
Y eso... Fue lo peor, porque ni siquiera había algún otro color en el cuarto de Shizuo, de Kasuka. La cocina. El comedor. El baño... Todo estaba igual; Blanco, sin ninguna cabellera castaña corriendo o yendo en su dirección a golpearlo por entrar sin más. Trago duró.
Sólo pudo observar atónito, sin llorar por la sorpresa y frialdad del asunto, lo que más lo asustó, y llego a temer, que llegará a pasar.
Se habían ido antes de que él llegara.
"Lo lamentó."
Notas de autor:
No tengo remedio, lo sé. "¡Cómo has osado él utilizar a nuestros amados Shizuo e Izaya para tal crossover con Kagerou Project!" Me gritarán muchos. Pues verán, al igual que el nacimiento de mi perro; Ocurrió, así y sin más, mientras yo oía una canción -la que se nombra- y miraba al sol esconderse tras mis lentes, que fue como mis dedos se movieron solos por todos esos botoncitos.
Para cuando me di cuenta ahí estaba, escrito y nacido al nuevo mundo. ¿Qué más? Me dije, y seguí escribiendo hasta tener dos historias inspiradas y con el escenario que me creo mi mente las canciones. Además qué no había muchas historias con un Shizuo pequeño y uke. Si lo hay no sabia, me disculpo si cometí plagio.
Ademas; ¿Cómo puede ser que haya quienes escriben sobre Roppi y Tsuki -que debería haber más, no me quejo del todo- y Tsugaru con Psyche, pero yo no puedo sobre esto? ¿Eh? ¡¿EH?!
Demandas, farfulladas molestas o simplemente le estoy hablado al nada; avisar. (Pero si he de ser subnormal, ¿cómo me va a dirigir la palabra la nada?)
