CAPÍTULO UNO
—Clarke… no actúas como alguien que acaba de salvar el mundo. —Murmuró Bellamy con una voz casi gultural. Esas heridas en su rostro y la presión que las manos de Kane habían ejercido en su cuello le habían dejado casi sin voz.
—No a todos…
Fue la única respuesta que Clarke fue capaz de dar, pudiendo observar al instante el cambio de expresión en el rostro de su compañero.
No, no lo había salvado. No para ella. Lexa había quedado perdida en esa ciudad, el único lugar en el que aún se podía permitir la ilusión de volver a verla. El único lugar en el que podría haber sido egoísta y quedarse con ella, donde nadie podría molestarlas. Pero en vez de eso… lo había destruido. No había vuelta. Lexa estaba muerta, no iba a volver con ella, y no podía hacer nada por impedirlo.
La presión en su pecho no le dejaba casi ni respirar mientras todos se abrazaban, aliviados por volver al mundo real. Sin embargo todo lo que quedaba allí era destrucción y un largo camino por recorrer para volver a la normalidad. Pudo destruir a ALIE, pero ahora debían reconstruir todo lo que ella se llevó a su paso. Incluída la vida de Clarke.
Su padre, Wells, Finn, cada persona que trató de ayudarle durante ese corto pero intenso camino… Lexa… todos estaban muertos. Todos esos meses se había obligado a sí misma a seguir adelante, sin pararse a lamentarse por lo que sucedía. Pero no podía. Ya era imposible seguir manteniendo esa presión.
Su visión comenzó a tornarse borrosa en el momento en que Abby se acercaba hacia ella, con lágrimas en los ojos, pero feliz.
—Clarke, ¿estás bien? Clarke… —la voz de su madre sonaba cada vez más lejana, mientras todo daba vueltas y su cuerpo estaba a punto de desplomarse sobre el suelo— Clarke mírame…
Clarke…
¡Clarke!
…
«Atención: todos los presos manténganse en sus celdas.»
«Atención: todos los presos manténganse en sus celdas.»
Un alarido ahogado despertó a Clarke de golpe, sobresaltada, con la respiración acelerada hasta un ritmo preocupante. Estaba cubierta en sudor, dejando que los mechones de su melena se quedasen pegados a su rostro, al igual que su camiseta al torso.
Estaba en… ¿estaba en el Arca?
Mientras ese anuncio sonaba una y otra vez por los altavoces, su mirada repasó con detalle la celda en la que se encontraba. La suya. Exactamente igual que la recordaba. Estaba completamente perdida.
Movió ambas manos, mirándolas para descubrir que aún llevaba el reloj de su padre y su ropa. Llevó estas hacia su cabeza. Su pelo, estaba recogido en una cola mal hecha. Llevaba exactamente la misma ropa que llevaba el día que le hicieron bajar a la tierra. El día que la sacaron de esa celda. Y esos anuncios… eran los mismos.
Pero no podía ser… ¿estaba soñando? O es que… ¿lo había soñado todo?
Todo lo anterior… la guerra, los grounders, Mount Weather… ¿todo era un sueño?
En ese momento la puerta de su celda se abrió de golpe, dejando ver dos soldados con sus porras electrificadas, mientras que el rostro de Clarke no expresaba más que confusión.
—Vamos, Griffin —ordenó uno de ellos, acercándose al instante a ella con la firme intención de esposarla.
Si todo había sido un sueño… eso era demasiado real. Estaba viviendo exactamente lo mismo que había vivido hacía meses. ¿Cómo podía ser?
Al contrario que la primera vez, Clarke no se revolvió, sino que continuó con el ceño fruncido y observando todo, confundida. Perdida. No entendía nada. Sintió el tirón de las esposas en sus manos, instándole a salir de esa celda y ver, una vez más, como todos los presos estaban siendo sacados de las suyas a la fuerza. Otros sencillamente se dejaban llevar, aunque no estaban allí por ser precisamente dóciles.
—¡Clarke! —la voz de su madre resonó por encima de todo el bullicio que allí se estaba formando, corriendo en ese estrecho pasillo hasta alcanzarla y sujetar su rostro entre sus manos.
A esas alturas… le habían inyectado algo en el cuello. Probablemente por haberse rebelado, y en ese momento no estaba ubicada como para ser capaz de rebelarse ante nada. ¿Qué demonios estaba pasando?
—Mamá… —fue lo único capaz de articular, sin abandonar la confusión que su rostro expresaba, casi como esperando que su madre supiera qué le estaba pasando. Por qué volvía a estar allí. Qué era real y qué no.
—No te preocupes, cariño, no tienes nada que temer… —susurró su madre en cambio, acariciando su rostro con una sonrisa tierna y a la vez risueña. Reconocía ese gesto.
Los soldados volvieron a dar otro tirón firme a sus esposas, gesto que su madre trató de cortar, mientras ya se la llevaban casi a rastras por el pasillo de nuevo, camino a dios sabe dónde… Ella sabía a dónde. Pero aún esperaba una señal, una pista más que le hiciera saber que estaba reviviendo aquel día. Que todo lo que había vivido era un sueño. ¿Un sueño premonitorio?
No, esas cosas no existían. No se podía retroceder en el pasado. Serían imaginaciones suyas… aunque todo era demasiado real.
Su mirada se quedó clavada en el rostro de su madre, de quien iban alejando poco a poco para sacarla de aquel módulo del Arca.
—Vas a la Tierra, Clarke. ¡Os llevan a la Tierra!
Ahí estaba… esa frase. Esas exactas palabras que ya había escuchado. Iban a la Tierra, de nuevo. Si aquello no había sido un sueño premonitorio… definitivamente tanto tiempo en esa celda le había vuelto loca. Pero si así era… ¿sucedería todo lo que había vivido?
Finn, Octavia, Bellamy, Raven… ¿estarían allí también? ¿Encontrarían a los grounders en la tierra? Podía recordar hasta como hablar Trigedasleng… pero no estaba segura ahora de si realmente era un idioma o una invención de su cabeza. Y lo más importante en ese momento, lo que hizo que su estómago diera un vuelco y se quedase casi sin respiración…
¿Existía Lexa? ¿Volvería a verla…?
